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30.- Un campeón que ha perdido su gloria.

Jayden

Han pasado dos semanas desde que acepté la pelea con Cody. Dos semanas en donde he retomado el ritmo de mis entrenamientos, he tratado de encontrar une equilibrio entre la universidad y mis entrenamientos para la pelea, he puesto mi mayor esfuerzo para no perderme en las sospechas de que, en cualquier momento, los hijos de perra pueden hacer algo para dañarnos.

Todos hemos tomado nuestras precauciones, mis padres sugirieron que podría volver a casa y quedarme con ellos por un tiempo, al menos hasta la pelea, pero me rehusé. No quería darles más motivos a esos cabrones para pensar que les tenía miedo.

Miedo no es lo mismo que precaución.

Sin embargo, pese a todo, puedo decir que todo está resultando mejor de lo que esperé. La relación con Tess volvió a la normalidad, como si nunca hubiésemos colocado la distancia entre nosotros, fue como un respiro, como sentir que toda la presión se esfumaba de mis hombros.

Luego de haber aceptado la pelea, ella se ofreció a quedarse en la casa conmigo mientras Lacy estaba con su padre. La idea de tenerla a mi lado todos los días fue demasiado buena como para rechazarla, así que acepté. Y aunque la pequeña volvió, prácticamente pasaban todo el día en la casa.

Sorprendentemente, pecas aceptó a Lacy sin inconveniente, seguramente porque es de la misma edad de Julieth y mi hermana pequeña también parecía encantada de tener a alguien con quien entretenerse.

Todo va bien, y eso, aunque me alegra, también hace que mi parte supersticiosa comience a sospechar.

Trataba de repetirme que todo saldría como debería, que no tenía absolutamente nada de que preocuparme, pero conforme el tiempo avanza, más inquieto me siento.

Supongo que cuando sabes que el peligro asecha, estás aguardando que ataque en cualquier momento. Porque sabes que definitivamente lo hará, que llegará en el momento menos esperado.

Así que para no terminar perdiendo la cabeza antes de tiempo, me refugié en el pequeño estudio que tengo en casa. Llevaba tiempo sin estar aquí más que cortos minutos al día, pero desde hace unos días, llevo pasando horas aquí dentro.

Observo la arcilla moldearse entre mis manos, el torno gira y mantengo la concentración mientras voy dando la forma que he imaginado en las últimas horas. Hoy se supendieron las clases en la universidad, así que nos quedamos en casa.

Tess vino luego de dejar a Lacy en la escuela, dijo que una de las mamás de las amigas de su hermana las recogería porque era el cumpleaños de una de ellas y que iría a buscarla más tarde, así que prácticamente tenemos varias horas para disfrutar de un momento a solas.

—Nunca creí que pudieras verte más atractivo que cuando boxeas —Tess ingresa al estudio —pero verte hacer cerámica, es otro nivel.

Retengo la sonrisa, apenas elevando la mirada hacia ella por unos cortos segundos antes de devolverla al material entre mis manos.

—Deberías tomarme una foto, ya sabes, para que puedas disfrutarla siempre —bromeo.

—Prefiero admirar el momento en vivo —objeta tomando asiento en una de las bancas que se encuentran a una escasa distancia —no te molesta mi presencia, ¿verdad?

—Para nada —respondo —¿por qué me molestaría?

—No lo sé, muchos artistas prefieren crear su arte en soledad —elevo la mirada hacia ella por unos segundos —¿no eres de esos?

—No, siempre cree las esculturas con mi padre, o con mamá. Luego, cuando Julieth nació, papá también le enseñó así que eran momentos familiares. No me molesta la compañía, mucho menos la tuya.

Detengo el torno cuando tengo la figura en el punto perfecto. Retiro las manos con cuidado y sonrío satisfecho.

—Se parece mucho a la que me obsequiaste —dice Tess acercándose —¿es una silueta?

—Algo así, quiero hacer algo que pueda entenderse de dos maneras. De esta manera parece una silueta, pero cuando la pinte, será algo distinto —me enjuago las manos en el cubo que tengo cerca y luego tomo el paño para limpiarme.

Me quito el delantal y lo dejo a un lado para luego tomar la base en donde la escultura se encuentra y acercarla al sitio en donde las dejo secar.

—Tomaré un baño —informo —¿quieres ordenar algo? Porque la nevera está vacía.

—Ordenaré los rollos de sushi que venden en el restaurante que está a un par de cuadras —se levanta —¿quieres algo en especial?

—Lo que pidas para ti, pide para mí —Tess asiente y esa es toda la respuesta que espero antes de salir del estudio para ir hacia el baño de mi habitación.

No demoro demasiado tiempo, me ocupo en eliminar las manchas de arcilla en mi piel y cerca de diez minutos después, salgo con la toalla enrollada en la cintura. Tess no está en la habitación, escucho su voz hablando por teléfono en la sala así que me cambio la ropa, y voy hacia ahí.

Está terminando la llamada, pero tan pronto me mira, sé que mi presentimiento no estaba del todo equivocado.

—¿Qué ocurre?

—Kim me llamó —dice en un suspiro —parece que Zack Brooks ha estado en Southwest.

Noto la preocupación en su mirada, solo hay algo que los idiotas pueden buscar en los barrios bajos.

—Era algo predecible, ¿no es cierto?

—Jayden...

—No sé que es lo que buscan, pero no se atreverán a hacer algo con la pelea tan cerca. Todos sospecharían de ellos. Seguramente lo único que quiere, es causar esto, temor. Porque sabe que nos enteraremos, lo sabe bien, Tess.

Suspira, sacude la cabeza en una negativa y sé que no está del todo de acuerdo con lo que estoy diciendo.

—Escucha, Tess, sé que estás preocupada. Pero no voy a pasar toda mi puta vida temiéndoles, se han arriesgado demasiado, no pueden arriesgarse más así que es poco probable que intenten algo.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque no son estúpidos, porque ambos son inteligentes y saben como manejar sus piezas. Porque planean, saben que hacer, como hacerlo y cuales serán las consecuencias de sus movimientos.

Me lanza una mirada que entiendo a la perfección y sé que, si no quiero ocasionar una discusión, debo cortar la conversación.

—No voy a seguir hablando de esto —establezco —no vamos a seguir hablándolo.

—Deberías al menos dejarme hacer algo —insiste —Jayden, aún tengo gente que confía en mi en Northwest, gente que me debe un par de favores. Pueden ayudarme, ayudarte. Ellos...

—No —la firmeza en mi voz es indiscutible —no voy a aceptar esto, fui claro, Tess.

—Jayden...

—No necesito que te involucres, no necesito que poseen la atención en ti. Sé que quieres ayudarme, pero no quiero tener que deberte nada.

—¿Deberme? Jayden por Dios, deja de creerte tan invencible —estalla —no lo eres, no eres intocable. Dices que no van a volver ¡pero claro que pueden hacerlo! ¡Te han demostrado una y otra vez que no les importa absolutamente nada más que ganar!

La molestia estalla de nuevo en mi sistema, cierro las manos en puños mientras me repito que ella solo está preocupada, solo quiere ayudar.

—No voy a discutir contigo.

—¡Acepta mi ayuda! —grita —¡la necesitas!

—¡No la necesito! —grito de vuelta —¿No lo entiendes, Tess? ¡No la necesito! Deja de creerte una maldita super heroína, no necesito tu ayuda ni la de las bodegas, estaré bien, ¿está claro? ¡Estaré jodidamente bien!

—¡Bien! —espeta con la molestia estallando en su voz —No me necesitas, ¡perfecto!

Suelto una maldición cuando me da la espalda, atravieso la distancia que nos separa tomándola del brazo antes de que consiga avanzar.

—Tess...

—Suéltame —exige —suéltame ahora.

—Tess, lo siento —comienzo a disculparme, pero es evidente que su molestia es mucho mayor. Intenta librarse de mi agarre, pero no lo permito —oh, vamos, Tess, estoy diciendo que...

Mis palabras se interrumpen por su abrupto movimiento, gira el brazo en dirección contraria el mío y suelto un quejido ante el brusco movimiento.

—¿Qué te pasa? —exclamo masajeando mi muñeca —¿quieres romperme la mano?

—Te dije que me soltaras —sisea —la próxima vez, hazlo.

La sujeto de nuevo cuando intenta darme la espalda, tiro de ella hacia mí haciéndola chocar contra mi torso, envuelvo los brazos alrededor de su cintura en un agarre firme que le impide apartarse.

—Lo siento —repito con más énfasis —no debí gritar, lo lamento. Pero estoy preocupado de que usen algo para dañarte, suficiente tengo preocupándome por mi familia, no quiero tener que preocuparme por ti también.

—Sabes bien que puedo cuidarme sola, no tienes que preocuparte —dice relajándose.

—No puedo evitarlo —sonrío —lamento lo que dije.

—No me extraña, eres demasiado idiota a veces —admite soltando una risa.

Su mirada se dirige a mis labios, mantiene su atención en ellos por unos cortos segundos antes de colocarse en puntillas, y plantar sus labios contra los míos.

Afianzo el agarre en su cintura a pesar de que sé que ya no tiene intenciones de apartarse, mi cuerpo reacciona ante ella, la sensación de sus labios vuelve para producir un millar de sensaciones a las cuales probablemente nunca termine de acostumbrarme, pero que no me canso de sentir.

Tess empuja mi cuerpo, retrocedo sonriendo contra sus labios cuando entiendo el camino que quiere que siga, hacia la habitación.

No hemos tenido ningún acercamiento sexual, nunca se sintió necesario, pero creo realmente que esa clase de acercamiento, surge cuando menos lo esperas.

—La comida debe llegar pronto —le recuerdo cuando llegamos a la recámara.

—Le diremos que la deje en la entrada —dice con una sonrisa —no creo que le moleste.

Tess se desliza por el colchón, se acomoda contra las almohadas y extiende una de sus manos hacia mí, tan pronto como la tomo, tira de mi cuerpo hacia la cama hasta conseguir que mi cuerpo quede justo sobre el de ella.

Nuestros labios se encuentran de nuevo, ha dejado de ser un roce suave para convertirse en uno lleno de deseo, tan necesitado de más que justo ahora creo que no podré detenerme. Tess jadea cuando abandono su boca y hago un recorrido por su cuello, una de mis manos se desliza por debajo de la blusa de algodón, sigue el camino de sus costillas hasta llegar al borde del sostén y deslizo la palma por debajo del material para atrapar uno de sus pechos.

Arquea la espalda cuando hago presión, el jadeo que emite causa en mí una sensación que amenaza con arrebatarme la cordura.

—¿Estás segura? —inquiero contra su oreja —puedo parar ahora si quieres.

—No —la firmeza en su voz me hace sonreír —no quiero que pares.

Mis pulgares se apoderan de la punta de sus pechos, Tess deja escapar un suave gemido ante la presión y eleva las caderas de tal forma que golpean contra mi entrepierna. Retengo la maldición, ella se da cuenta de lo que causa y repite el movimiento.

Abre las piernas de tal manera que consigo acomodarme entre ella, aún con la ropa soy capaz de sentir el roce de la zona y eso va a volverme jodidamente loco.

La necesidad que tengo de ella crece exponencialmente, con una rapidez que nunca creí sentir. Me aparto de su cuerpo tan solo unos centímetros para deshacerme de la camiseta, soy consciente de la manera en la que sus ojos me recorren, como viajan por toda la zona de mi torso y cuando se muerde el labio, es más de lo que puedo soportar.

Vuelvo a besarla, el tiempo se esfuma por completo, desaparece. Es como si se congelara en este instante, permitiéndonos sentirlo eterno.

La ropa desaparece y es lanzada hacia el suelo, y tan pronto como la tengo frente a mí, completamente desnuda...pierdo la cabeza.

—Eres preciosa —susurro contra sus labios —completamente preciosa.

Me siento necesitado de ella, tan necesitado de sentirla, pero me detengo, aguardando lo suficiente para preguntar:

—¿Has hecho esto antes, Tess?

Necesito saber si debo ser cuidadoso, lento, si debo ser suave con ella.

Cuando me da una negativa, algo explota en mi pecho.

—Pero quiero hacerlo ahora —dice con suavidad —quiero hacerlo contigo, campeón.

Sus palabras ocasionan una maldita tormenta en mi interior, tan fuerte que, por un par de instantes, solo la miro.

—De acuerdo —susurro plantando mis labios contra los de ella.

Luego me estiro para alcanzar el cajón de la mesita de noche y abrirlo, mis manos tantean el fondo encontrando el empaque de plástico y agradezco el tenerlo aquí. Tess se remueve debajo de mi cuerpo, esperando ansiosa.

Cuando termino de colocarme el condón, me acomodo sobre ella, su cuerpo se tensa ligeramente debajo de mí, pero cuando me mira, cuando sus bonitos ojos verdes se enfocan en los míos, la tensión desaparece.

Soy suave, lento, muevo las caderas contra las suyas y Tess gime cuando me deslizo en su interior. Echo la cabeza hacia atrás, reteniendo el impulso de empujar más fuerte, manteniendo a raya la necesidad de entrar en ella con rapidez.

Y juro, que ser suave y lento, es una jodida sensación que me vuelve loco. Tan placentera, tan única.

El placer brota, se desliza entre nosotros envolviéndonos por completo. Mientras la escucho gemir, mientras se acostumbra a los movimientos y cojo más profundidad, me pierdo en ella. Me pierdo en su imagen, en la expresión de sus ojos cerrados y la forma en la que mi nombre brota de sus labios.

Justo ahora entiendo la expresión de sentirse en el paraíso, porque creo que no puede haber nada mejor ahora, que no puedo sentir nada mejor.

Quiero grabarme los sonidos que hace, quiero sentirla y grabarla en mi memoria porque...joder...luce tan bella, tan magnifica.

Mis movimientos son rítmicos, el placer aumenta con cada empuje, nos conduce a un sitio desconocido, pero tan...tan exquisito.

Un gemido brota de mis labios combinándose con el suyo. Me he tomado el tiempo para recorrerla, para disfrutarla. El tiempo se reduce a nada cuando experimentas algo tan jodidamente maravilloso.

Ambos alcanzamos el límite, su cuerpo se tensa y el mío también, mis músculos se contraen y echo la cabeza hacia atrás sintiendo la liberación alcanzarme.

Cuando me dejo caer a su costado con la respiración agitada y el sudor cubriéndonos, no puedo evitar sonreír.

Tess se apega a mi cuerpo, se refugia en mis brazos y me siento bien de tenerla así. El sentimiento explota, tan fuerte y claro para hacerme decir dos palabras que llevan guardadas en mi pecho bastante tiempo, pero que hasta ahora me doy cuenta.

No quiero guardarlo más, y ella tiene que saberlo, así que justo en este instante, con ella contra mi cuerpo, soy capaz de decir:

—Te quiero tanto, Tessy.

Eleva la mirada, sus ojos brillando con emoción lo que los hace lucir muchísimo más bellos. Sonríe, y con el gesto sé exactamente lo que dirá.

—Yo también te quiero tanto, campeón.

Pasamos todo el día en casa, hasta que Tess tiene que ir en busca de Lacy y yo tengo que salir a entrenar.

He estado corriendo más de lo habitual, el médico dijo que sería un buen ejercicio para recuperar mi condición luego de haber permanecido semanas en reposo por las costillas.

Tengo un recorrido establecido, son cerca de tres kilómetros en total, lo que no me lleva demasiado tiempo y es un método para despejar la mente.

Mi celular emite la notificación cuando llego a los kilómetros establecidos y solo entonces me detengo. Me inclino hacia adelante, apoyando las manos contra mis rodillas tratando de recuperar el aliento.

Me toma unos minutos regular mi respiración, la noche se ha adueñado del ambiente y la brisa comienza a refrescar. Me acomodo los audífonos mientras apago la alerta de los kilómetros, y me dispongo a volver.

El sonido de las llantas derrapando contra la acera me alarman, apenas tengo tiempo de reaccionar antes de ver a la camioneta estacionar justo frente a mí. Un par de hombres bajan y no soy lo suficientemente rápido como para alejarme.

—¿Qué mierda? ¿Qué creen que hacen? —espeto cuando se acercan a mí, un golpe en la boca del estómago me sofoca, ha sido lo suficientemente fuerte como para arrebatarme todo el aire y vaciar mis pulmones. No consigo respirar y eso les da la oportunidad perfecta para arrastrarme al interior de la camioneta.

Ay, joder.

—Y nos vemos otra vez —apenas estoy recuperando el aliento cuando reconozco la voz.

Cody me mira, está en los asientos de enfrente, mirándome de una forma que me dan ganas de darle un puñetazo.

—Que bueno verte tan recuperado.

—¿Qué mierda, Cody? —gruño —¿ahora eres secuestrador?

Se ríe y eso solo aumenta mis ganas de partirle la cara.

—Esto no es un secuestro, no te preocupes —dice con indiferencia —solo vamos a charlar.

—¿Charlar? —coloco la mano contra el sitio en el que he recibido el golpe —¿esta es tu forma de charlar?

—No lo haremos aquí, aún no hemos llegado —informa.

La camioneta avanza con rapidez, retengo la maldición cuando noto que he dejado caer el celular sobre la calle, y ahora no tengo ninguna forma de contactar a alguien.

Cody permanece en silencio, y yo tampoco hago el intento de hablar. Simplemente intento descubrir al sitio al que nos dirigimos. Son cerca de las nueve de la noche y las calles están sorprendentemente vacías.

Cuando al fin la camioneta se detiene y reconozco el destino, sé que definitivamente no saldré ileso de aquí. Estamos en Southwest, justo en medio de las bodegas abandonadas, similares a donde Tess organizaba las apuestas.

—Baja —ordena.

—Si querías charlar, pudimos haber encontrado un mejor lugar. Tal vez pude invitarte a tomar el té —mascullo —pero claro, tuviste que elegir Southwest.

—Yo que tú, dejaría de ser tan irónico, Jayden —sugiere.

—¿Por qué? ¿te molesta? —ladeo la cabeza —parece que nunca puedes hacer nada solo, ni siquiera "charlar".

Él hace un ademán y sus acompañantes suben a la camioneta, el motor ruge cuando la encienden y se alejan del espacio en el que nos encontramos.

—Cuando mi abuelo dijo que los Lewis eran insoportables, no creí que hablase tan enserio.

Es mi turno de reír.

—Si, bueno, creo que compartimos la opinión. Porque ustedes son igual de detestables —espeto —¿por qué no acortas esto y me dices que coño quieres?

—Vengo porque quiero ofrecerte un trato —dice y tengo que evitar poner los ojos en blanco.

—¿Tú abuelo te ha enviado?

—Mi abuelo no sabe que estamos manteniendo esta conversación —confiesa —vine solo, para decir que quiero un trato. Quiero que me dejes ganar.

Arqueo la ceja.

—¿Quieres que te deje ganar?

—No quiero que la pelea se repita...

—No va a repetirse, porque ahora no tienes nada para usar en mi contra —objeto —no va a repetirse, porque ya conozco tu manera de pelear. Si estás pidiendo que te deje ganar, es porque estás seguro que tú no eres capaz.

—No entiendes...

—No, claro que entiendo —respondo con molestia —entiendo que te atreves a llamar tuyo mi título, crees que puedes retarme, utilizar a la maldita prensa y ¿ahora solo pedir que te deje ganar? No, Cody, eso no va a pasar.

—Ese cinturón nunca debió pertenecerles.

—A mi parecer, mi abuelo se ganó el cinturón y el título con mucho trabajo, con esfuerzo, él es merecedor del título porque ha jugado limpio. No como tu familia, que tiene que recurrir a juegos bajos y deshonrosos para obtener la victoria, ¿realmente te enorgulleces de eso?

—Simplemente estábamos tratando de recuperar lo que se nos quitó, es todo. El título, el cinturón, no lo mereces.

—Si lo merezco o no, al final tú no tienes valor para opinar —su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea. —No tienes derecho alguno, si quieres el título, pelea limpio, Cody. Tal vez entonces puedas recuperar lo que, según toda tu retorcida familia, les quitaron.

Le sostengo la mirada, siendo consciente de como la ira comienza a ganarle.

—Nos vemos en el cuadrilátero, Wrecker. Si crees merecer el título, demuéstralo.

Le doy la espalda dispuesto a marcharme del maldito lugar, pero antes de poder avanzar, su mano se coloca en mi hombro, girándome. Apenas y puedo ver su puño volando hacia mi rostro, luego golpea mis costillas y el dolor explota en mi costado izquierdo.

Consigo tolerarlo para poder ponerme de pie, aprieto los puños para darle paso a la molestia en mi sistema, para sentir la ola de venganza crecer en mi interior, pero sé que no es momento. Sé que hacer lo que deseo, solo va a empeorar todo.

Cody se abalanza contra mí, puedo esquivar sus golpes con facilidad, aunque ha mejorado en su rapidez, así que un par me toman desprevenidos.

—¡Supéralo ya! —bramo conectando mi puño contra su estómago. —¡Ni siquiera es nuestro puto problema, Cody! ¡Fue entre ellos!

—¡También nos involucra! —estalla —¡porque tú maldita familia arruinó a la mía!

Viene hacia mí, está furioso y sus golpes, aunque descuidados, son fuertes. Consigue golpearme contra las costillas a pesar de que las cubro y sé que golpes como esos, pueden fácilmente ocasionar otras fracturas.

Yo también lo golpeo con fuerza, pero en un punto...parece como si mi cuerpo decidiera haber consumido toda su fuerza y energía.

Caigo sobre el suelo polvoriento cuando Cody conecta su rodilla contra mi torso, el dolor me ciega mientras siento mi cuerpo impactar contra el concreto.

Dicen que cuando estás en peligro, actúas sin pensar, sin preocuparte por las consecuencias, actúas, solo actúas porque quieres...vivir.

Cuando Cody se acerca, cuando se coloca sobre mi cuerpo dispuesto a golpearme hasta supongo matarme, me muevo por instinto, por un deseo de supervivencia.

Mis dedos se envuelven alrededor de una de las piedras con el suficiente tamaño para tomarla y lanzar el golpe hacia la cabeza de Cody. Un sonido horriblemente seco se produce mientras golpeo...mientras no proceso el movimiento y solo... golpeo.

El cuerpo de Cody cae inconsciente a mi lado...y entonces me aterro. La sangre brota de su frente, del sitio en donde lo he golpeado.

No, no, no.

¿Lo mataste?

Dejo caer la piedra mientras miro el cuerpo de Cody complemente inmóvil. Una ola de pánico me llena porque no quería esto...porque no debió ocurrir. Porque ni siquiera sé de dónde tomé el valor para hacerlo.

El terror crece mientras intento encontrar una solución. No tengo el celular para llamar, el pánico crece y creo que voy a colapsar. No me atrevo a comprobar si aún continúa con vida.

—¿Qué fue lo que hice? —mi voz brota aterrada.

Pero en medio del pánico y el terror, la ira se abre paso. Porque yo no busqué esto, porque él me trajo aquí.

El lanzó el primer golpe, él vino a mí, yo no lo busqué.

¿Lo he matado? No, no soy un maldito asesino.

Si, puede que no sea un asesino, pero en este instante, mirando al hombre frente a mí inconsciente, sé que lo he jodido, en grande.

Sí. EN GRANDE.

¿Cómo llegamos a este punto? ¿En qué momento mi gloria se convirtió en un punto de miseria? ¿Por qué siento que justo ahora nada tiene sentido?

Nos sumimos en una guerra de la cual ninguno de nosotros era responsable, sin embargo, nos hicieron creer que sí. Ahora creo que he perdido todo porque no sé si sigue con vida, no sé si he cometido un error irreparable.

Él o yo.

Elegiste sobrevivir, Jayden.

Pero a pesar de que me lo repito, no estoy tan seguro de haber tomado la decisión correcta.

Nada tiene sentido en este preciso instante, mí título, mi cinturón, mi carrera entera...es como si una fuerza mayor hubiese arreglado absolutamente toda mi vida, para traerme a este punto, para colocarme aquí, en medio de la oscuridad, en medio de la humedad.

La frustración vuelve mientras mis ojos arden con las lágrimas contenidas. Mientras trato de encontrar una respuesta a la pregunta: ¿qué coño voy a hacer ahora?

Miro a mi alrededor, las paredes humedecidas, el olor a moho llenándome y provocándome nauseas. La necesito aquí. Su nombre brota como una nube en mi mente, como una niebla. ¿debí de haber aceptado su precio? ¿Debí haber cedido más?

Recuerdo sus palabras, recuerdo la discusión de esta mañana. ¿Debí de haber aceptado su ayuda? ¿Su protección?

Este no es mi lugar, no debo de estar aquí. Las lágrimas nublan mi visión, el sentimiento de frustración y decepción.

No soy un asesino, no lo soy. Yo soy Jayden Badbreaken Lewis, soy el campeón. Soy el maldito campeón, no soy un sucio asesino.

—Soy el campeón —elevo el mentón con suficiencia, armándome con la última dosis de dignidad. —¡Soy el maldito campeón!

El eco me devuelve la furia de mi grito, mi pecho sube y baja con rapidez, mis rodillas pierden fuerza, caigo de rodillas elevando la mirada al oscuro cielo. Soy un campeón, en medio de un reino que no me pertenece. Un campeón que ha abandonado su gloria, y se ha sumergido en la más grande de las miserias.

Y entonces su voz me envuelve, se siente como un alivio, como la propia salvación. La escucho y el miedo vuelve, el miedo de que ella vea lo que hice...lo que me vi obligado a hacer.

—Jayden...

Lo sé, toda duda se va cuando volteo y la miro. Ella ha venido, está aquí y, como es habitual... ha venido a salvarme.

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¡Esperé tanto para poder escribir esta escena! ¡AHHHHHH!

No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí. 

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