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28.- Cuestión de ganar o perder.

JAYDEN

No creí que pudiera extrañarla, no pensé poder sentir este dolor en el pecho que solo crece con cada segundo, con cada día.

Han pasado dos semanas desde la última vez que hablamos, una desde que he vuelto a la universidad y tomamos clases juntos. Hemos vuelto a nuestra rutina de ignorarnos, aunque claro, ahora hay un sentimiento flotando entre nosotros.

Siento sus miradas cuando ella cree que no me doy cuenta, y tengo que obligarme a no verla, a mantener mi atención en cualquier otra cosa que no sea ella.

Y es tan malditamente difícil que con cada día que pasa, me vuelvo más débil.

Mis lesiones comienzan a sanar, las costillas son menos dolorosas y los moretones en mi cuerpo han desaparecido, ahora apenas y quedan marcas de lo que ocurrió. Pero sé bien que las marcas más fáciles de desaparecer, son las físicas.

—Es seguro que vuelvan —dice el abuelo cuando lo visito en el club. Es temprano y no tengo nada mejor que hacer así que decidí venir —lo hacen todos.

—¿Crees que quieran otra pelea?

—Quieren tu título, no van a darse por vencidos tan fácil —admite en un suspiro.

—Si vuelven, tal vez deba aceptar —no sé muy bien como tomar la mirada que me dedica —estuve cerca de ganar la primera vez, ahora...ahora sabré controlarme.

—No lo sé —sacude la cabeza —te has dado cuenta que no se tientan con nada, volverá a jugar sucio si tiene la oportunidad. No quiero que te expongas otra vez.

Permanezco en silencio, lo cierto ahora es que, con tantas cosas en la cabeza, necesito algo para concentrarme. No puedo entrenar aún por las costillas, estar en casa se siente peor de lo pude prever así que necesito desesperadamente algo para no perder la cabeza.

—Tendré que enfrentarlo otra vez y lo sabes —sentencio —prefiero que cuando decida hablar, yo tenga una respuesta preparada.

—Siempre puedes tomar la decisión de no hacerlo.

—¿Y cómo me dejaría eso? —inquiero con molestia —acepté en primer lugar para defender nuestro apellido, para defender tu legado y el mío. Ahora...ahora tengo algo más para aceptar.

—Jayden...

—Si no lo enfrento nunca podré dejarlo pasar, nunca podré olvidarlo. ¿Entiendes eso?

Una mirada comprensiva es lanzada en mi dirección. Sonríe levemente y asiente.

—Claro que entiendo como se siente eso —asegura —y creo que no habrá nada que pueda hacer para hacerte cambiar de opinión, pero voy a pedirte una cosa.

Se incorpora, rodea el escritorio y se coloca a mi lado.

—Deja que él venga a ti —pone la mano en mi hombro —deja que sea él quien alce la voz otra vez. Lo hará, te buscará. Querrá atacarte, querrá hacerte sentir inferior por lo que pasó. Buscará hacerte creer que debes hacerlo, que no tienes opción. Déjalo hacer, deja que piense lo que desee.

—Al final eso no importa, ¿cierto? Importa lo que pasa sobre el cuadrilátero.

—Así es, importa lo que pase cuando estás ahí arriba. Así que deja que diga tantas cosas como quiera, tú sabes lo que tienes que hacer. ¿Cierto?

Sonrío levemente, muevo la cabeza en un asentimiento y eso parece ser suficiente para él. Cuando se aparta y parece que va a marcharse, lo llamo.

—Ya que das tan buenos consejos...—se ríe un poco y eso alivia la carga que tengo sobre los hombros. Vuelve sobre sus pasos, sentándose justo a mi costado.

No he hablado con nadie sobre lo que ocurrió con Tess. Asher y Kyle lo han intentado, pero no han obtenido ni una sola información. Mi padre también lo intentó cuando fui a pedirle que ayudara a Tess, pero evidentemente no dije nada.

Pero lo necesito, necesito decir lo que siento o voy a explotar.

—He terminado lo que sea que tenía con Tessandra —mi voz brota en un susurro —y creo que es lo correcto, pero no se siente así.

—¿Has terminado? ¿Cuál fue el motivo?

Tomo una inhalación, sé que no va a entenderme sin tener toda la historia completa, así que la cuento. Le digo todo, le explico absolutamente todo lo que siento y la manera en la que creo que voy a volverme loco si no encuentro una solución.

—No voy a quitarle el grado de responsabilidad que tiene en esto —dice finalmente —pero cuando una persona esta angustiada, desesperada, o tiene demasiadas cosas por resolver, muchas veces no es consciente del daño que puede causar. Muchas veces ese daño es irreparable, en otras, deja marcas difíciles de borrar.

—Ella no tenía derecho de decirme eso —objeto —yo tuve más motivos, abuelo. Pude ser cruel, pude herirla, pero no lo hice.

—No puedes juzgar a otros en base a lo que tú hubieses hecho. Jayden, tú tuviste absolutamente todo durante toda tu vida. Tus padres son maravillosos, tienes una familia que siempre cuidó de ti. —habla con calma, pero su voz está envuelta en firmeza —esa chica no tuvo eso, Jayden. La única familia que parecía tener era lo que encontró en Northwest, y luego...hay alguien queriendo quitarle a lo único que le queda, su hermana.

—No es excusa...

—No, no lo es —interrumpe —pero no puedes juzgar a una persona por como actúa en un momento de dolor. Jay...si tu padre hubiese seguido esa premisa, seguramente no me conocerías ahora. Porque yo fui cruel con él una vez, porque le hice daño excusándome en el hecho de que estaba sufriendo, así que entiendo lo que es sentirte desesperado y actuar sin pensar. Entiendo lo que es causarles dolor a otros, y luego arrepentirte de las cosas que dijiste.

—Las palabras hieren —ambos volteamos cuando la voz de papá se escucha —y vaya que duelen.

Ambos se miran por un corto tiempo, mi padre se acerca y permanezco en silencio hasta que él toma asiento justo a lado del abuelo.

—El dolor nos convierte en otras personas, Jay —dice extendiendo la mano para colocarla sobre mi rodilla —todos tenemos una parte que hace daño a los demás, la cuestión es saber si la parte buena, será mayor.

—Con todo esto no quiero decir que Tessandra no merezca tu perdón, o que tienes que dárselo. Solo creo que no debes ser tan duro, las segundas oportunidades existen, lo sabes, ¿no? Si crees que ella puede merecer una...entonces no te quedes pensando en que debió de actuar de una manera y no lo hizo.

Los miro a ambos.

—Ustedes sufrieron mucho, ¿no es verdad? —inquiero —parecen muy familiarizados con el dolor.

Ambos sonríen, luego vuelven a mirarse y asienten.

—Nadie escapa del dolor, Jay —afirma papá —no importa lo buena persona que seas, no puedes huir de él. Va a alcanzarte en algún momento.

—Creo que ya me alcanzó —susurro.

—Entonces tienes que ser más rápido que él —asegura el abuelo —no debes dejarlo ganar.

No debes dejarlo ganar.

Sus palabras se repiten, pero justo ahora...no estoy seguro de tener las energías ni las ganas de ser más rápido. Tal vez ya me ha alcanzado, tal vez ya lleva la delantera.

Tal vez incluso ya ha obtenido la victoria, y ni siquiera me he dado cuenta.

Dos días después, las palabras del abuelo se confirman.

Cody aparece en televisión, siendo entrevistado y diciendo unas patéticas disculpas y un ridículo discurso sobre como ha aprendido a controlar sus impulsos. Sin embargo, no es sincero, basta verle la expresión por un par de segundos para darse cuenta de eso.

No es sincero porque tan pronto como le preguntan sobre una próxima pelea, vuelve a tener ese gesto tan arrogante.

—Espero que después de su recuperación, Jayden Lewis decida aceptar otra pelea. Es imposible que decida quedarse con ese resultado.

Recuerdo las palabras del abuelo: Querrá convencerte de que no tienes otra opción.

Una parte de mí sabe que tengo que enfrentarlo, no ahora...programar una pelea ahora sería una locura porque mi cuerpo no se ha recuperado. Pero lo haré.

Hay una necesidad creciente de cerrarle la boca en serio, de tener un encuentro justo, sin que él tenga ninguna ventaja sobre mí.

Jayden, si estás viendo esto —Cody le habla a la cámara, fijando la vista al frente —espero que tengas la valentía para aceptar una nueva pelea.

Se escuchan varios abucheos, y luego el tema cambia, pero sus palabras siguen ahí, clavándose en mi mente.

Supe que tendríamos una segunda pelea desde que estaba en el hospital. Lo supe bien porque no hay forma de que pueda continuar si no lo enfrento de nuevo.

Mi celular suena, suspiro sintiéndome agotado de solo considerar los cuestionamientos a los que me enfrentaré. Las notificaciones aparecen, pero las ignoro y me centro en la única que capta mi atención.

Tessandra: ¿Estás bien?

Es un corto mensaje, pero se siente mejor de lo que pude pensar. Mientras tomo el celular y abro el chat, recuerdo las palabras de mi abuelo y de mi padre. Las recapitulo, tratando de encontrar en ellas las respuestas para lo que debo hacer.

Jayden: Hola. No sé como definirlo, pero no tienes que preocuparte.

Tessandra: Sé que no hablamos más, pero si necesitas algo, no dudes en llamar.

Algo se remueve en mi pecho, una molestia que no me deja pensar y termino escribiendo lo primero que se me viene a la mente.

Jayden: Gracias, pero no te necesito.

Me doy cuenta después de lo grosero que ha sido, y suspiro.

Jayden: Lo siento, se lee peor de lo que es. Solo quiero decir, que no necesito ayuda de nadie. Voy a resolverlo.

Tessandra: Bien.

Bien. Esa es toda su respuesta...bien.

Suspiro sintiéndome más agotado de lo que en realidad estoy, es como si de un segundo a otro todas mis energías se hubiesen acabado, como si algo se hubiese llevado hasta el último gramo.

No debería molestarme su contestación, llevamos dos semanas sin hablar, sin acercarnos. Hemos terminado algo que ni siquiera empezó... ¿por qué me enoja tanto sentirla tan distante?

Soy un maldito mentiroso porque claro que la necesito...porque justo ahora...necesito su presencia para no perder la cabeza.

La necesito tanto...pero ya lo he dejado ganar.

Creo que esta vez, el dolor y el orgullo son los vencedores. Esta vez, por mucho que la creo necesitar...no me atrevo a buscarla. No me atrevo a decirle que quiero que vuelva.

¿Sus motivos fueron lo suficientemente válidos? No me atrevo a cuestionar, a indagar. No me atrevo a preguntármelo, porque me asusta saber la respuesta.

Me asusta darme cuenta de que, en esta ocasión, soy el maldito perdedor. 

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