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26.- Una nueva clase de dolor.

JAYDEN.

Son cerca de las dos de la mañana cuando alguien toca con insistencia la puerta de mi hogar. Suelto un quejido cuando el timbre hace eco varias veces y me obliga a incorporarme. Camino con lentitud, con una de mis manos contra mis costillas mientras avanzo hasta la entrada.

Estoy adormilado, me tallo los ojos mientras abro la puerta y suelto un bostezo.

—¿Tess? —el sueño se va de mi sistema para ser sustituido por la preocupación. —¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

La hago pasar, mis alarmas se encienden cuando noto la rojez en sus párpados y la forma en la que tiembla ligeramente.

—Tess...

—Mi padre volvió —me tardo una fracción de segundo en entender que es lo que eso significa en verdad —volvió y dijo que quiere llevarse a Lacy, que ha venido por nosotras, pero está mintiendo, tiene que estar mintiendo.

—Tess...

—Y todo es un maldito caos —suena más desesperada a cada segundo —todo se me está yendo de las manos, Jayden. Estoy perdiendo el control.

—Tessandra —pongo las manos en sus hombros, tratando de detener el momento de desesperación por el cual se atraviesa —tienes que calmarte.

—¡No puedo calmarme! —explota —porque todo se está yendo a la mierda, Jayden. ¿No lo entiendes?

Lo bonito de sus ojos se opaca por las lágrimas, mi corazón se tuerce con furia cuando noto lo vulnerable que luce ahora, lejos de su faceta de frialdad, lejos de esa apariencia con la que he ha estado desde que la conocí.

—Tess, ¿puedes calmarte y explicarme que está pasando? Porque no estoy entendiendo nada —tomo su mentón obligándome —no estoy entendiendo nada.

Toma una inhalación, cierra los ojos por varios segundos antes de volver a abrirlos y revelar la lucha que hay en su mirada.

—Mi padre nos abandonó cuando Lacy apenas era una bebé —susurra en un hilo de voz. Tomo su mano, conduciéndola hasta el sillón para que podamos tomar asiento.

Tess permanece en silencio después de eso, como si se estuviese debatiendo entre seguir hablando o callarse.

—Tess, no tienes que contarme si no quieres —acaricio el dorso de su mano. Sacude la cabeza, como si en realidad no estuviese segura de querer hacerlo.

—Quiero hacerlo porque si no lo hago, voy a volverme loca —suspira —no lo hemos visto mucho, su abandono hizo que mamá se sumiera en la depresión, que nos descuidara a Lacy y a mí. Su abandono me obligó a recurrir a Northwest para poder mantener a mi hermanita, para conseguir medicamentos para mi madre, para poder conseguir comida.

Una lagrima desciende por su mejilla y el corazón se me estruja un poco más.

—Gerald solo nos visitó un par de veces, Lacy apenas y lo conoce, pero es una niña, y quiere a su padre —su voz tiembla —yo también quería que volviera...hasta que crecí. Y ahora...ahora ha vuelto luego de casi cuatro años pretendiendo que nada ocurrió...pretendiendo que no ha ignorado mis llamadas, pretendiendo que no nos dejó solas cuando más lo necesitábamos.

Solloza y me acerco a ella, es la primera vez que la miro tan vulnerable, tan frágil y no tengo una maldita idea de que hacer para hacerla sentir mejor.

La rodeo con mi brazo, mis costillas duelen cuando ella se apega a mí, pero el dolor no me importa. La apego a mi y acaricio su espalda, tratando de brindarle tan solo un poco de confort.

—No va a llevársela —murmuro —puedo llamar...

—No entiendes —dice apartándose —es su padre, tiene una casa bonita, vive en un bonito barrio acomodado, una familia.... —sacude la cabeza —y si Lacy lo conoce...

—Oh, Tess...

—Y yo no tengo nada —vuelve a romperse —ni siquiera las bodegas.

—¿Qué...?

—Damián me echó —dice con amargura —así, sin más. Me dijo que no soy más su organizadora y que no quiere volver a verme en los terrenos de Northwest.

Toda la información que estoy recibiendo tarda en ser procesada, ¿todo ocurrió en tan pocas horas?

—Y ahora la única persona que podía impedir que mi padre se lleve a Lacy, me ha echado.

—Ese idiota no es la única persona que puede ayudarte, ¿y como lo haría? ¿Asesinando a tu padre? ¿Amenazándolo? Tess....

—Por mucho que lo dudes, Damián si pudo haber hecho algo por mí...

—Yo también, mi padre también puede hacer algo...

—Jayden, por favor —se ríe sin querer hacerlo.

Se incorpora y yo lo hago también porque a cada segundo que pasa parece estar a punto de perder el control.

—Tess, estás enojada y desesperada —murmuro intentando acercarme, pero ella se aleja —lo entiendo, pero ven, necesitas...

—¡No entiendes nada! —grita —¿cómo se supone que mantendré a Lacy ahora si no tengo un trabajo? Mi padre podrá quitármela con mayor facilidad, el hecho de perderla...

—Escúchame —la tomo por los hombros —tienes que calmarte, maldita sea —exijo porque parece no escucharme —respira...tienes que respirar.

Mis brazos la envuelven y ella se remueve sollozando, mis costillas duelen cuando sus antebrazos golpean mi torso y tolero el dolor porque no quiero apartarme, así que continúo abrazándola.

—Llamaré a mis padres, o a mis tíos en Londres. Tienen todo un equipo de abogados que pueden ayudarte...

—Todo es un maldito desastre desde tu pelea —echo la espalda hacia atrás cuando dice aquello.

—¿Desde mi pelea? —no quiero tomarlo como se siente, no quiero pensar que ella me está culpando, sería una tontería.

Permanece en silencio, con el rostro atormentado y la respiración agitada.

—Damián dudó de mi lealtad porque estuve contigo en el hospital, Dean tomó la oportunidad para sembrarle tantas dudas como pudo sobre mí. En Northwest no toleran ni un solo error, mucho menos cuando manejas algo tan importante, debí saberlo, debí estar ahí cuando todo se fue a la mierda, cuando la maldita pelea fracasada nos jodió.

Mi pecho se retuerce al escuchar sus palabras.

Cuando la maldita pelea fracasada...

Damián dudó de mi lealtad porque estuve contigo en el hospital...

Ella no me está culpando, ¿verdad?

—¿Tú también crees que fue una maldita pelea fracasada? —inquiero apartándome por completo.

—¿Qué más sino? —el tono de desdén se me clava en el pecho.

Me repito que está enojada, que está frágil y vulnerable. Me repito que ella no está queriendo decir esto en realidad.

—Bien, estás desesperada...

—¡Que esté desesperada no quiere decir que esté mintiendo! —grita hacia mí —¡No quiere decir que mienta al decir que si tuviste una pelea fracasada! ¡Aunque te digan lo contrario, eso es lo que fue!

Parpadeo, sintiendo algo atravesarme por completo. Sintiendo como algo parecido a dolor me araña el pecho.

—Oh, wow —retrocedo y mi respiración se corta —gracias por aclararme ese punto.

Muerdo el interior de mi mejilla y desvío mi atención a otro punto que no sea ella. Me aclaro la garganta y lucho contra la bola gigantesca de sentimientos que se forman en mi pecho.

—Es solo la verdad —repite y sonrío con tristeza porque es evidente que está hablando en serio.

—Así que... ¿es eso lo que significo para ti? —mi voz brota en un susurro lleno de dolor, a pesar de que intento aparentar que no es así. —¿Eso es lo que en verdad crees?

Toma una inhalación y cierra los ojos, se aparta por completo, alejándose de mí y poniendo una gran distancia entre nosotros.

—Tess...sé que estás desesperada, pero...—sacudo la cabeza —pero no digas esas cosas, por favor. Porque se están sintiendo jodidamente sinceras, y no quiero...no quiero pensar que tú crees eso de mí.

—Tal vez lo creo —sisea y siento algo romperse dentro de mí —porque él creyó que te puse como prioridad y me echó. Porque todo estaba bien antes de involucrarte en mi vida...porque por esa maldita pelea...todo se jodió y perdí todo el trabajo que he hecho durante cuatro años.

No encuentro que responder, una parte de mí quiere convencerse de que solo lo está diciendo porque está desesperada, porque esto es difícil para ella. Pero la otra, la orgullosa...repite que ella en verdad piensa eso.

Ella cree que es mi culpa.

Recuerdo las palabras de Damián: Cuando se trate de Northwest o él, la pregunta ya tiene respuesta.

—Lamento entonces que mi pelea fracasada te esté causando problemas —solo en ese punto su mirada cambia, parece reaccionar, darse cuenta de lo que ha estado diciendo.

Pero es tarde...porque todo lo que dijo...se sintió sincero. No fue una mentira.

Supongo que el dolor saca la sinceridad de las personas. Nunca lo creí...hasta ahora.

—Lamento que mi fracaso te haya jodido tanto y que por mí hayas perdido todo. De haber sabido, jamás me hubiese acercado a ti.

—No debí de haberte puesto como prioridad —dice y el dolor aumenta.

La miro y el dolor está impreso en sus ojos, un dolor que no tiene nada que ver conmigo, si no con lo que ella cree que ocasioné.

—Sí, las viejas bodegas son más importantes por lo que puedo ver —intento ocultar el dolor en mi voz —lamento que te hayas equivocado al elegirme. Pero no te preocupes, que ya no voy a seguir jodiéndote.

Camino hasta la puerta en silencio, la abro con un movimiento brusco y vuelvo a centrar mi atención en la chica que se encuentra a mitad de mi sala, la misma chica de la que estoy tan enamorado...pero parece que ella no de mí.

—Si necesitas ayuda...llama a mi padre o a mi abuelo, te ayudarán, pero quiero que te vayas.

—Ahora yo soy la mala del cuento —espeta —¿no es así?

Cierro los ojos sintiendo que el dolor crecer de una forma que nunca pude haber imaginado, quiero que se vaya porque de lo contrario, va a doler más. Y no quiero que duela, no quiero seguir sintiendo que alguien me está clavando un maldito cuchillo en el abdomen.

—Quiero que te vayas, Tessandra.

Mi pecho se hunde con dolor cuando cruza por mi lado, marchándose. Permanezco ahí, hasta que escucho el sonido de su auto encender y alejarse.

Ni siquiera intentó disculparse, ni siquiera intentó...

—¡Maldita sea! —empujo la puerta con un movimiento tan fuerte que el dolor explota en mis costillas. La puerta se cierra con un golpe fuerte que Pecas comienza a ladrar desde la habitación. —¡Maldita sea!

Cierro los ojos y me apoyo contra la madera, el dolor me quema porque sus palabras se repiten, una y otra vez.

Se repiten mientras me deslizo hasta el suelo...se repiten hasta que yo también comienzo a creer que soy el culpable, que yo también me creo lo que todos dicen...y ahora Tessandra también cree.

Se repiten mientras siento, por primera vez...un dolor lejos de lo físico, que va mucho más allá. Un dolor que me aprieta el corazón, que me corta la respiración y me hace arder los ojos, que hace que la garganta duela al cerrarse, que se siente como caer a un vacío sin fondo.

Un dolor que me hace creer cosas que no son, pero que parecen reales. Uno que me quema, que arde, uno que se siente como el jodido infierno.

Un dolor agudo que quisiera no sentir, un dolor que ocasiona que las lágrimas aparezcan y no puedan ser controladas porque todo estaba bien, porque apenas el día anterior ella reía conmigo, porque hace apenas tres días...decía todo lo contrario a sus últimas palabras.

Sus palabras se repiten, dejando esa clase de dolor...que solo aparece cuando alguien te rompe el corazón. 

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