25.- Pérdida total.
JAYDEN
Han pasado tres días desde que desperté en el hospital, setenta y dos horas que se han sentido como la mayor de las torturas. El dolor en las costillas me impide moverme, así que tengo que estar en cama casi todo el tiempo, solo levantándome para lo extremadamente necesario.
No he querido ver mis redes sociales, ni encender la televisión porque sé lo encontraré, noticias hablando sobre la pelea, imágenes mías en el cuadrilátero y siendo honesto, es algo que no quiero ver. Suficiente tengo con la tortura de los recuerdos.
Mis padres han estado conmigo todo el tiempo, mis tíos también vinieron y los abuelos han estado pendientes de todo cuanto pudiera necesitar, sin embargo, parecen no entender que lo único que necesito, es salir de aquí.
Pero el doctor fue claro, como tiempo mínimo tendría que permanecer una semana. El golpe en la cabeza fue lo suficientemente serio como para preocuparlos, y la afección en el ojo izquierdo, que ahora es mínima, hicieron que no pudiera debatir de ninguna forma.
Tess no ha vuelto desde que se marchó luego de la discusión con el idiota que vino a verla, no consigo recordar el nombre ahora, pero es evidente que le molestaba el hecho de que Tessandra estuviese aquí. No tuvimos que esforzarnos mucho para escuchar la discusión en donde dejaba muy en claro lo que opinaba sobre la pelea.
Una parte de mí casi lo creyó. El termino "fracasado" ha intentado colarse en mi mente desde que desperté, y no es nada sencillo ignorarlo con todo lo que se habla y mis intentos de no pensar en eso comienzan a volverse débiles.
Le he enviado un par de mensajes que tuvieron una corta contestación y quiero creer que mi estado de inquietud, es solo por la condición en la que me encuentro. Después de todo, no sería tan ilógico, ¿cierto?
—¿Crees que todo esté en orden? —inquiero hacia mi padre. Mi resentimiento hacia él ahora es casi nulo, es bien sabido que no puedo estar enojado con papá por mucho tiempo.
—¿Por qué habría de ser lo contrario?
—No me respondas una pregunta con otra pregunta —me quejo y él ríe. —Escuchaste lo que ese chico dijo.
—Sí, y también escuché lo que Tessandra respondió —objeta —yo que tú no prestaba demasiada atención, ella ha estado aquí desde que llegaste, es justo también que se tome tiempo para resolver sus cuestiones.
—Sí, tienes razón —murmuro, me acomodo sobre las almohadas y retengo el quejido de dolor que se produce en mis costillas.
Es la primera vez que me rompo las costillas y es la cosa más dolorosa del universo. No es lo mismo conocer el grado de dolor que puedes sentir, solo como simple información, a experimentarlo y tener cuatro huesos rotos.
El teléfono de papá suena, lo mira por un par de segundos antes de incorporarse.
—Es sobre las galerías —informa —vuelvo enseguida.
Sale de la habitación tomando la llamada, cierro los ojos por un par de instantes tratando de erradicar la leve pero aún dolorosa sensación en mi torso.
No ha pasado mucho rato cuando el sonido de la puerta al abrirse se escucha, no abro los ojos porque deduzco que se trata de mi padre.
—Fue rápido —no obtengo una contestación, así que abro los párpados y por un instante, no sé como reaccionar al ver a un hombre desconocido frente a mí que evidentemente no es un doctor.
—Jayden Lewis —dice acercándose —que honor conocer al joven campeón, lastima que sea en estas condiciones.
—¿Quién es usted? ¿Y cómo lo dejaron pasar?
—Eso no importa —responde con una sonrisa que está muy lejos de ser amable —mi visita no será demasiado larga, será breve y concisa. Aunque primero tengo que decir que siento mucho como resultó tu pelea.
Hay una molestia persistente en mi pecho mientras habla.
—Un resultado que nadie esperaba, ¿o si?
—¿Qué es lo que quiere? —vuelve a sonreír.
—Me he enterado de que, al parecer, estás saliendo con una chica que, para mí, es una pieza clave.
Tess. Mi cuerpo se pone rígido ante sus palabras.
—Tessandra Green —dice como para asegurarse de que entiendo a quién se refiere —sabes que es la organizadora de mi red de apuestas. ¿No es cierto? Bueno, solo quiero asegurarme de que sabes lo que eso conlleva.
—No entiendo a que quiere llegar con todo esto.
—No acepto a nadie en ni negocio sin asegurarme antes que será capaz de ser leal. Tessandra Green es una pieza clave para mis negocios, y su lealtad es indiscutible.
Recuerdo la discusión que mi padre y yo escuchamos, es evidente que este hombre, sea quien sea, tiene un motivo qua va más allá de la preocupación de la lealtad de Tessandra. Es la clase de gente que no le importa que métodos utilizar, con tal de no perjudicarse.
—Si su lealtad es indiscutible, no entiendo porqué está aquí entonces.
—Estoy aquí porque sé que a veces, las lealtades cambian, Jayden. Si vine, es porque sé que ella se enterará que estuve aquí —da un par de pasos para acercarse —eres el medio por el cual le estoy dejando saber que no le doy la opción de dejar de considerar a Northwest una prioridad.
—Creí que eso había quedado claro —el hombre no se sobresalta al escuchar la voz de Tess. Yo, por el contrario, si lo hago. —Creo que no he dado ni un solo motivo para que desconfíes de mí, Damián.
—Tessandra —el desconocido que ahora tiene nombre, gira hacia ella —justo a tiempo.
—Sí, justo a tiempo para ver como utilizas a mi novio para mandar un mensaje —responde con firmeza —no soy uno de tus malditos deudores, Damián. Estoy en Northwest por voluntad, y así como tu odias la desconfianza, yo detesto que duden de mi lealtad.
—Solo quiero saber si tu novio está enterado de que cuando se trate de Northwest o él, la pregunta ya tiene respuesta.
—No hable como si yo no estuviese presente —retengo la mueca de dolor que se produce en mi torso cuando levanto la espalda del colchón —¿Qué es esto? ¿Una amenaza?
—Jayden, no intervengas —Tess camina hasta colocarse frente a la cama, interviniendo en la visión que tengo del hombre. —Ya dejaste claro lo que querías conseguir —se dirige ahora a Damián —y creo que yo ya he dejado en claro que mis prioridades, no van a cambiar.
El hombre nos lanza un par de miradas, y luego retrocede. Una sonrisa carente de amabilidad surca sus labios y es el último gesto que obtenemos de él.
Cuando se ha marchado, deslizo la mirada hacia Tess. Ella cierra los ojos por un par de instantes y suspira, solo en ese punto me percato del semblante cansado que tiene. Permanezco en silencio hasta que ella me mira, le sonrío cuando noto la mirada inquieta que lanza hacia mí.
—Lo siento —se disculpa —lamento haberte involucrado en esto.
—No tienes que disculparte, no fuiste tú quien le pidió que viniera —me recuesto de nuevo sobre las almohadas, dejando escapar esta vez la mueca de dolor —¿estás bien? ¿Todo en orden?
—Todo es un caos —suspira —entre las bodegas, Lacy, y ahora este asunto de Damián, creo que voy a perder la cabeza. Además, no he hecho las piezas para las evaluaciones en la clase.
—Supongo que es lo único bueno que dejaron las costillas rotas —bromeo —me he salvado de las evaluaciones.
Ella sonríe con ligereza, pero a pesar del gesto, puedo ver aún la inquietud en su mirada. Sé de sobra que es por lo que el hombre dijo, esa maldita cuestión de lealtad.
—Reinita —extiendo la mano hacia ella, la toma y camina con lentitud hasta acercarse a mí —sabes bien que no me importa lo que él haya dicho, ¿verdad?
—Lo sé —aprieta mi mano —pero me preocupa de cualquier manera. Que Damián dude por lo que el idiota de Dean pueda pensar...me preocupa.
—¿Por qué? No va a echarte, ¿o sí? Él mismo dijo que eres una pieza importante en su negocio.
—Si algo he aprendido en Northwest, es que todos somos reemplazables —dice bajando la voz —pensar que eres importante e indispensable, es un boleto seguro para que te echen. Puede que Damián me considere importante ahora, pero va a dejar de hacerlo en algún momento.
No me mira mientras habla, fija la vista en la puerta de la habitación con una expresión que no puedo leer.
—Y creo que ese momento se está acercando más rápido de lo que preví.
TESSANDRA.
De acuerdo, nada de esto está resultando como lo planee.
Jayden es dado de alta en el hospital tres días después, y parece ser que eso es lo único bueno ahora en mi vida.
Damián ha seguido con su maldita desconfianza, lo sé porque nunca antes ha enviado a su mano derecha para supervisar. Dean ha alardeado más de lo que me gustaría y he tenido que tolerar mis malditas ganas de darle un puñetazo.
Kim dice que solo estoy un poco paranoica, pero yo no lo catalogaría de esa manera.
—¿Estás bien, Tess? —la voz de Lacy consigue sacarme del trance. Parpadeo, obligándome a centrar mi atención en ella.
—Sí, chiquita.
—¿Estás segura? Recuerda que no es bueno mentir.
Extiendo la mano para acariciar su cabello. Sonrío, tratando de aparentar por ella que no estoy perdiendo el control. Tengo que ser fuerte por Lacy, si me ve mal, ¿qué significaría eso para ella?
—Estoy segura, y sabes que yo siempre digo la verdad —respondo.
Lacy fija de nuevo la atención en las caricaturas que se reproducen en la televisión, cuando la miro detenidamente, soy yo quien ahora cree que algo le ocurre.
—¿Todo bien, chiquita? —no me responde de inmediato, frunce los labios y luego gira hacia mí.
Por la expresión en su mirada, sé que no puede ser algo bueno lo que se avecine.
—¿Papá va a volver?
Mi respiración se corta cuando escucho su pregunta. Me mira esperanzada, como si la respuesta fuese decisiva.
Dios, ¿por qué tiene que preguntar eso justo ahora?
Lacy sabe de nuestro padre, aunque evidentemente no lo conoce. Apenas lo ha visto en un par de ocasiones, cuando nuestros encuentros son inevitables. Vino un par de veces a casa cuando mamá aún vivía, pero no lo hemos visto desde hace años, así que me sorprende en realidad que ella lo recuerde.
—¿Por qué quieres saber eso?
—Porque en la escuela, todos tienen papás —dice bajando la voz —y en el evento...
—¿Qué evento? —mi pecho se contrae con furia —Chiquita, ¿qué evento?
Ella no me responde y el hecho de pensar que Lacy ha pasado un evento escolar sola...me parte el corazón.
—Lacy...
—Fue hace dos días —dice en un hilo de voz —estabas ocupada, y no quería molestarte. La maestra llamó, pero no respondiste y le dije que tenías que trabajar.
Las lágrimas se me agolpan en los ojos, no quiero llorar, no quiero hacerlo frente a ella, pero me termino rompiendo porque no puedo tolerarlo.
La abrazo, la abrazo sintiéndome tan malditamente culpable por hacerle pensar que no podía decirme que tenía un evento escolar. Porque mi hermana piensa que la única persona que le queda...esta lo suficientemente ocupada como para tener tiempo para ella.
—No llores, Tess —pide aferrándose a mi cuerpo —no quería hacerte llorar.
Me limpio las lágrimas, me obligo a ser fuerte otra vez mientras la tomo por los hombros.
—Escúchame, cariño. Nunca estaré lo suficientemente ocupada para ti. ¿De acuerdo? No importa si lo crees, no importa si alguien te lo dice, nunca estaré ocupada para ti.
Asiente. Acuno su rostro y dejo un beso en su frente.
—Nunca estaré ocupada para ti.
La abrazo con fuerza intentando trasmitirle la sinceridad de mis palabras, haciéndole creer en lo que he dicho.
Cuando vuelve a mirarme, sé que no ha olvidado su pregunta.
—No sé si vuelva, chiquita —acaricio su cabello —no lo ha hecho en mucho tiempo. Tal vez algún día lo haga.
Esa noche me quedo con ella hasta que se duerme, me siento agotada, mucho más que cualquier otro día. El cansancio se apodera de mi cuerpo, pero soy incapaz de dormir, así que, pese a que es tarde, escucho alguien llamar a la puerta.
Al inicio creo que puede tratarse de Kim, o de Jess, ya que no hemos coincidido demasiado en la universidad, sin embargo, cuando abro la puerta, me congelo al instante.
Reconozco el par de ojos azules, exactamente los mismos que Lacy. Lo recorro, tratando de convencerme que esto no es una alucinación. Recuerdo la pregunta de Lacy, recuerdo mi respuesta: tal vez un día lo haga.
—Hola, Tessandra —su voz sigue siendo cálida, pero se siente...distante. —¿Crees que podamos hablar?
No respondo, permanezco en mi sitio mirando al hombre frente a mí, tratando de procesar que Gerald Green, está aquí.
Que mi padre...volvió.
Llevamos sentados en silencio mucho rato, demasiado para mi gusto.
—Lamento no haber venido antes —es él quien rompe primero el silencio —estaba...
—Ocupado con tu nueva familia —la amargura se adueña de mi voz —sí, lo sé.
—Tess...—cierro los ojos ante la palabra cariñosa que emplea —sé que estás enojada conmigo, lo sé bien, pero...
—Pues que bueno que lo sepas —objeto —ahora...no sé a qué has venido...pero debes irte.
—He venido por Lacy —lo suelta así, sin más.
Tan directo, tan frío...tan cruel.
—¿Qué? —mi respiración se corta mientras el pánico me invade.
—No quería decirlo así, pero ya que parece que tienes tanto rencor hacia mí, voy a decirlo. He venido por Lacy, y por ti.
Casi quiero reír, ¿por mí? ¿Desde cuándo le importamos?
—¿Desde cuanto significamos algo para ti? —inquiero con dolor —nunca has estado, desde que abandonaste a mamá no has estado para nosotros. Ni siquiera cuando murió lo estuviste, te llamé, ¿recuerdas? Claro que te llamé, pero no cogiste el maldito teléfono.
Una mirada culpable es lanzada hacia mí y casi me la creo. Si no estuviese tan enojada...tan dolida...le hubiese creído.
—Tienes razón, te tengo rencor porque nos abandonaste, papá —espeto —y si crees que voy a permitir que te lleves a Lacy, estás muy equivocado.
—Tess...
—Vas a llevarla, ¿qué? ¿Una semana? ¿Dos tal vez? —me incorporo, perdiendo la paciencia —¿y luego qué? Cuando tu esposa, cuando tus hijos lo pidas, ¿solo harás que vuelva y desaparecerás otra vez?
—Tessandra...
—No, no voy a dejar que le rompas el corazón de esa manera. No voy a dejar que le rompas el corazón como me lo rompiste a mí.
Se incorpora, la culpa se va de su mirada y es sustituida por esa calma que detesto tanto, porque no puedo entenderlo.
—Quiero hacer esto bien, Tessandra. No vine cuando tu madre murió y lo lamento, en verdad. Debí de hacerlo, debí de estar con ustedes, pero ahora quiero estarlo y quiero hacerlo por las buenas o...
—¿O qué? ¿Vas a querer quitarme su custodia? —siseo —quiero ver que lo intentes.
—Tess, con solo mencionar Northwest me darían la custodia de inmediato —mi padre, si es que puedo llamarlo así, me mira como si supiera exactamente lo que sucederá —solo quiero lo mejor para ustedes.
—Lo mejor para nosotras, es que no vuelvas, Gerald.
Sacude la cabeza soltando un suspiro, parece darse cuenta que no obtendrá una respuesta diferente así solo cruza por mi lado. Se detiene antes de salir y me mira por última vez.
—Que no se te olvide, Tessandra, que quiero hacer esto bien.
Cuando sale y la soledad me envuelve, siento que el control se me ha sido arrebatado.
Mi padre tiene razón, si se le ocurre solicitar la maldita custodia...van a quitármela y perder a Lacy es algo que no puedo permitir.
Recuerdo las palabras de Damián, prioridades.
Lacy es mi principal prioridad, no me voy a permitir perderla por nada del mundo. Y haré lo que sea absolutamente necesario.
Es así, que, siguiendo esas palabras, media hora después Kim llega a la casa por mi llamada para quedarse con Lacy, y yo me encuentro conduciendo el auto a velocidad, hacia el sitio que puede salvarme o arruinarme.
Las bodegas de Northwest.
Damián me recibe a pesar de que dijo que no lo haría, pero mis insistencias pesaron más.
Me mira, con su habitual calma y frialdad.
He venido hasta el único lugar que puede asegurarme que mi padre no pueda quitarme a Lacy.
—¿Por qué te ayudaría? —inquiere.
—¿Qué...? —reconozco la manera en la que me mira —¿no vas a ayudarme?
—¿Crees que mereces que te ayude? —inquiere —en los últimos días, me has demostrado que no eres la misma Tessandra que comenzó. Mi visita a tu novio, solo me lo confirmó.
—Damián...
—No eres la misma chica fría y calculadora...tienes nuevas prioridades...y está bien.
—Damián no me estás entendiendo —sueno desesperada —si no me ayudas...él va a quedarse con ella. ¡Va a quitármela!
—Bien —se incorpora, acomodándose la chaqueta —entonces te haré un favor.
Una parte de mi se alivia cuando dice aquello. Pero esa misma sensación, se va tan rápido como llegó.
—No eres más la organizadora de mis apuestas.
Sus palabras caen sobre mí como malditos ladrillos, como piedras gigantescas que me aplastan y hunden en lo profundo. Me quedo ahí...procesando el hecho de que Damián me está echando.
—No voy a arriesgarme a que arruines el negocio, o que tu querido novio decida delatarnos —dice con frialdad —si no tomo otras medidas, es porque, aunque no lo creas...te aprecio. Porque en estos años fuiste una buena pieza, y recompenso tu lealtad con dejarte ir sin más. Pero no quiero que vuelvas, ¿me entiendes?
Mi pecho se contrae con furia, las lágrimas golpean en mis ojos y siento que estoy a nada de hacerme pedazos.
—Ahora, vete, Tessandra.
Lo hago, no ruego...no grito...no hago absolutamente nada más que darle la espalda...y marcharme.
Porque no soy más la reina, porque en menos tiempo del que pensé...todo se está yendo a la mierda.
Porque no tengo más el control. Y no sé qué carajos hacer al respecto.
_________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro