24.- Cuestión de prioridad.
Tessandra
Estaba tan convencida que Jayden me odiaría que saber que no fue así, se sintió como tomar una gran bocanada de aire fresco.
Su condición es delicada, pero se recuperará, o al menos, eso fue lo que dijo el médico.
Sin embargo, ahora tenía una nueva preocupación.
Las apuestas.
Mi celular no ha dejado de vibrar en mi bolsillo con innumerables mensajes de Dean pidiéndome que vaya a las bodegas, sin embargo, Jayden parece necesitar mi presencia, y por mucho que supiera que Northwest es importante, él lo es más para mí.
Suelto un suspiro cuando el celular vuelve a vibrar en mi bolsillo. Resignada a que no puedo seguir ignorándolo, lo saco.
El chat de Dean está lleno, y también tengo muchas llamadas perdidas. Algo que me conforta es que no tengo ninguna de Damián, así que, sea cual sea el motivo de su insistencia, no es tan grave.
—¿Ocurre algo? —elevo la mirada cuando la voz ronca de Jayden se deja escuchar. No me acostumbro a verlo con tantos moretones en el rostro, mi corazón se estruja cada que reparo en las marcas moradas de su piel, un dolorcito agudo que me taladra poco a poco.
—Son solo las bodegas —me encojo de hombros —nada importante.
—Tal vez te necesitan —susurra antes de cerrar los ojos.
Le han estado aplicando morfina para disminuir el dolor de sus fracturas y heridas internas, por lo que está pasando el tiempo entre dormido y despierto.
—Mi novio me necesita más —respondo.
Soy consciente de cómo las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba.
Es un gesto suave, natural. Sus facciones se relajan y desliza su mirada hacia mí.
—No te pedí que seas mi novia —dice suavemente —te mereces la pregunta.
Extiendo la mano hacia él, su piel está fría y extraño la calidez de su toque. Entrelazo nuestros dedos, mirando el agarre por un par de instantes antes de centrarme en sus ojos.
El color avellana me recibe, tan cálido, tan familiar.
—No tengo prisa. Y no voy a exigírtelo cuando estás en una cama recuperándote.
Vuelve a sonreír.
—Bueno, reinita, si no te molesta que este postrado en una cama con una tercera parte de mis huesos rotos... —mi corazón da un vuelvo furioso ante el indicio de lo que dirá a continuación...
La puerta se abre, ambos desviamos la atención hacia quien ha entrado. El cuerpo de Jayden se tensa al ver a su padre, el señor Lewis nos dedica una pequeña sonrisa y cierra la puerta.
—Lamento interrumpir —se aclara la garganta —pero hay alguien buscándote, Tess.
—¿Buscándome?
—Sí. Y no luce muy amable —hace una mueca —cuestiones de Northwest, eso dijo.
Retengo la maldición. Volteo hacía Jayden, él me dedica un ligero asentimiento acompañado de una sonrisa.
—Ve.
—Vuelvo enseguida.
Tomo una inhalación mientras atravieso la habitación y salgo. Mi cuerpo choca contra otro apenas salgo de la habitación, y me tardo un par de segundos en encontrarme con la dura mirada de Dean.
—Parece que tengo que venir hasta el hospital para tener tu atención, jefa —el tono tenso con el que habla me irrita.
—Creo que son cuestiones que no me requerían —me cruzo de brazos —que perfectamente pueden resolver sin mí.
Dean sonríe sin querer hacerlo.
—Nos estamos jodiendo, Tessandra —mi ceño se frunce, sin entender a lo que se refiere.
—¿Qué dices?
—Perdimos dinero, todos exigen de vuelta sus apuestas porque la pelea se canceló, Badbreaken sigue siendo el campeón porque descalificaron a Cody, nadie esta feliz con eso. Algunos se han pasado a Southwest esperando encontrar mejores oportunidades de apuestas, y muchos otros se han retirado.
Parpadeo. Tratando de procesar lo que dice.
—Damián está furioso. Hay gente en las bodegas exigiendo su maldito dinero y tú estás aquí, jugando a la novia devota.
—Cuida tus palabras —espeto con molestia
—Es la verdad, jefa —sonríe con ironía —parece que comienzas a demostrarle a Damián que Northwest no es tu prioridad.
—Damián sabe perfectamente cual es mi prioridad —aseguro —parece que quién nunca lo sabido, eres tú.
—Bueno, entonces si estoy equivocado, ven a arreglar el maldito desastre que la pelea fracasada de tu novio dejó.
La molestia explota en mi pecho, doy un paso al frente y le sostengo la mirada.
—No fue ninguna pelea fracasada —siseo bajando la voz —fue un juego sucio y no tienes que preocuparte por Northwest, después de todo, siempre soy yo quien resuelve los malditos problemas. ¿No es cierto? Porque eres incapaz de controlar lo que ocurre en las bodegas.
El musculo de su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea. Sus ojos se oscurecen y se estrechan bajo la mirada llena de ira.
Da un paso adelante, pero me mantengo erguida, sosteniéndole la mirada sin titubear.
—Ven a las bodegas, y resuelve el maldito desastre —sisea antes de darse la vuelta, y dejarme ahí con la molestia creciente en el pecho.
Cierro los ojos, echo la cabeza hacia atrás y tomo una inhalación, tratando de no perder el poco autocontrol que queda en mí.
Cuando vuelvo dentro, siento la mirada de los dos hombres sobre mí.
—Pelea fracasada, ¿eh? Nunca creí que dijeran eso de mí —Jayden sonríe de una manera amarga, el gesto no llega a sus ojos. Habla en tono decepcionado y verlo así solo me aprieta el corazón un poco más.
—No fue una pelea fracasada —su padre y yo hablamos al mismo tiempo.
—Cody jugó sucio —le recuerdo —te golpeó cuando estabas en la lona.
—Y de no haberlo hecho seguramente hubiese sido capaz de arrebatarme mi título —sisea con molestia. Cuando nos mira, a su padre y a mí, ahí esta la misma molestia por nuestra mentira.
Si creí que Jayden lo olvidaría con facilidad, estaba equivocada, porque no lo haría.
Cierra los ojos y se remueve contra las almohadas, una mueca se forma en sus labios y luego lleva su mano contra sus costillas.
—Desearía poder quedarme por más tiempo, pero tengo que irme —abre los ojos cuando hablo, su mirada se suaviza y asiente levemente —vendré después, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —me acerco hasta el borde de la cama, Jayden retiene la sonrisa, pero el gesto no me pasa desapercibido. —Nos vemos, reinita.
Me inclino hacia él, mis labios se encuentran con los suyos y esta vez, deja salir la sonrisa por completo.
Kim me lanza una mirada que puedo entender perfectamente, me abro paso hasta la habitación que suelo utilizar para resolver todos los pendientes relacionados con las apuestas y apenas llego, sé que esto es peor de lo que pensé.
—Y ahí está mi reina —Damián se incorpora de la silla giratoria. Su habitual semblante frío solo desaparece al ser sustituido por una sonrisa carente de amabilidad —parece que al fin decidiste aparecer.
Me trago la respuesta que quiero decirle porque si hay alguien que no tolera las faltas de respeto y las respuestas sarcásticas, es Damián. Además de que con una sola orden es capaz de arrebatarme todo, así que opto por el silencio.
—¿No vas a decir nada?
—Creo que Dean ya te informó de todo, ¿no es cierto? —desplazo mi atención hacia el hombre que permanece de brazos cruzados, con la misma expresión de molestia que en el hospital.
—Solo lo suficiente —vuelvo la atención a Damián —y que parece que tú olvidaste decir.
Vuelvo a quedar en silencio, Damián hace un gesto para que los que están en la habitación se vayan. Dean y yo compartimos una mirada y solo por una fracción de tiempo, creo ver el arrepentimiento en sus ojos.
Cuando nos quedamos solos trato de convencerme que puedo enfrentar lo que sea que Dean haya dicho.
—Sales con Jayden Lewis —Damián habla con lentitud, cauteloso —sales con uno de los boxeadores que se enfrentaron, con un boxeador, que nos trae grandes cantidades de dinero con cada apuesta.
—Sé separar mi vida personal de los negocios —la seguridad envuelve mi voz —¿no es eso lo que me has enseñado siempre?
Sonríe casi con orgullo, se apoya en el borde del escritorio y ladea la cabeza.
—No tengo duda de eso —asegura —de lo contrario te hubiese botado de mis bodegas en el segundo en el que Dean lo dijo. Además, sé que por muy buena que parezca su intención, solo pretende quedarse con tu puesto. Y no voy a soltarte tan fácil.
Sonrío levemente.
—Pero estamos en un problema grande, lo sabes. ¿O no? —inquiere —los apostadores exigen su dinero, he conseguido mantener al margen a los que nos deben, diciendo que ese dinero se ocupará para cubrir parte de sus deudas. No quieren morir así que dejarán de molestar, pero los que no nos deben nada, quieren su dinero de vuelta.
—¿Por qué suena a que me estás culpando?
—Porque en momentos como este, necesito que seas la reina fría que puede manejar el negocio —reprende —no la novia devota que llora en la sala de un hospital por su novio.
La profunda mirada de Damián me hace retroceder, él avanza hacia mí y es posiblemente la única persona que consigue plantar un poco de temor en mi sistema.
—Necesito saber que este negocio, las apuestas, son tu prioridad —se detiene a un par de pasos, tan cerca que un escalofrío me recorre por completo. Damián toma un mechón de cabello entre sus dedos y juega con él —porque tendrás que elegir, Tessandra, y espero que tu decisión sea la misma que cuando viniste pidiendo mi ayuda para poder mantener a la adorable Lacy.
Mi cuerpo se tensa, mi respiración se agita y él se da cuenta de eso.
—¿Cuál fue respuesta, reina?
—El negocio es mi prioridad —mascullo —y lo sigue siendo.
Sonríe satisfecho, se aparta un par de pasos y me da la espalda. Lo miro caminar hacia la salida y tan pronto como abre la puerta, vuelve a mirarme.
—Resuelve el maldito desastre, Tessandra —ordena —no me hagas comenzar a dudar de tu capacidad para dirigir mis negocios.
Con una última mirada fría, me da la espalda y se marcha de una vez.
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Sé que este capítulo es corto, pero es necesario tal cual está para poder darle continuidad a la historia.
Espero que estén disfrutando de la lectura, lo bueno ha comenzado desde hace unos capítulos atrás pero aún no llega la mejor parte. Así que... ¡prepárense! Que esto apenas es el comienzo.
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