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23.- Un desastre venidero

TESSANDRA 

Mis pasos son apresurados mientras corro por los pasillos del hospital. Siento el golpetear de mi corazón combinado con mi respiración agitada, trato de no chocar con las personas mientras atravieso los pasillos hasta la sala de espera.

Reconozco al señor Lewis, la madre de Jayden también está ahí, junto con Asher y Kyle. El entrenador de Jayden y un hombre que no reconozco también los acompañan, todos con los semblantes acongojados.

—Debimos decirle —es lo primero que sale de mi boca. El señor Lewis eleva la vista, la culpa explota en sus ojos y sacude la cabeza.

—¿Decirle qué? —la madre de Jayden se incorpora —¿qué cosa, D?

—Nada, Hallie —dice sacudiendo la cabeza con mayor rapidez —nada.

—Decirle lo que sabíamos —murmuro porque estoy furiosa, porque él dijo que Jayden no corría peligro. —Que sabíamos que el asalto de Luke Lewis no fue accidental, fue planeada.

—Tessandra silencio —ordena.

—No, déjala que hable —reprende su esposa —Tess, ¿qué es todo lo que saben?

—Supimos que el asalto del señor Lewis fue planeado, y que los que estaban detrás era la familia Brooks. Su esposo dijo que debíamos mantenerlo en secreto, que Jayden no debía saber porque eso le jugaría en contra.

Siento la culpa clavarse en mi pecho como una maldita daga, una que me atraviesa por completo, que deja una herida sangrante y dolorosa.

—Fue nuestra culpa —mi voz se rompe —debimos decirle.

Me acerco hasta estar lo suficientemente cerca, mi mirada se encuentra con la suya, ambos sintiéndonos culpables de lo que ocasionamos.

—Usted dijo que estaría bien, usted me dijo que mientras no lo supiera...él estaría bien —mi voz se quiebra y no puedo retener el sollozo por más tiempo —me dijo que nada le pasaría.

—Dereck...—la voz de la señora Lewis brota en un sonido torturado —¿le mentiste a nuestro hijo?

—Hallie...

—Le mentiste —reprocha alejándose —¡Le mentiste y mira donde está ahora!

—¡Ya lo sé! —explota —¡Con un carajo, ya lo sé! ¿Crees que no me siento tan malditamente culpable, Halley? ¿Creen que no me sentí culpable desde que noté que ese hijo de puta se lo dijo en medio de la pelea?

Su voz se rompe y él se quiebra, sostiene su cabeza entre sus manos, su pecho agitándose con las respiraciones irregulares.

Jayden salió del hospital inconsciente, los paramédicos tuvieron que subir al cuadrilátero para poder atenderlo. Recibió un fuerte golpe en la cabeza que más que noquearlo...lo dañó a tal grado de requerir atención médica urgente.

Cody Brooks fue abucheado por todo el estadio, golpeó a Jayden cuando él ya había tocado la lona, no puedes golpear a un contrincante cuando él ya tocó la lona, debes esperar...darle oportunidad para recuperarse.

Cierro los ojos ante el pensamiento de que Jayden sepa todo, que se de cuenta de nuestra mentira...de mi mentira.

—Lo siento, Tessandra —la voz torturada del padre de Jayden me trae de regreso —pensé que lo estaba protegiendo, pensé...

Mi cuerpo pierde fuerzas y me dejo caer sobre la silla, el pánico vuelve cuando lo recuerdo inconsciente sobre la lona, la sensación aterrada cuando nos miró...cuando ambos supimos que él lo sabía.

El cambio en su mirada, la tensión en su cuerpo, los ojos inyectados en sangre. Quería dañar...quería causar dolor.

Fue como ver a otro Jayden, a uno impulsado por la ira y la venganza.

—Él va a odiarme —sollozo —va a odiarme por mentirle.

—No —el señor Lewis se incorpora, soltando la mano de su esposa para acercarse a donde me encuentro. Se coloca justo a mi lado y extiende la mano para colocarla sobre la mía —asumiré la responsabilidad, si mi hijo tiene que enojarse con alguien...será conmigo. Porque yo te lo pedí, yo te pedí que guardaras el secreto y me equivoqué.

Su mano deja un apretón sobre la mía y toma una inhalación, a pesar de que probablemente está más asustado que yo, más ansioso por tener noticias sobre el estado de Jayden, consigue darme un poco de confort.

—No va a odiarte —susurra —no dejaré que odie a la chica que quiere.

Me sonríe, su mano sigue envolviendo la mía y sé que desea lo mismo que yo. Sé que desea tanto que Jayden despierte, que esto no sea más que un trago amargo del cual podremos sobreponernos.

La aparición del médico impide que sigamos hablando, el señor Lewis suelta mi mano mientras camina con rapidez hacia el hombre que sostiene una especie de expediente entre sus manos.

—¿Cómo está mi hijo? —la voz ansiosa se deja oír —¿está bien? ¿Está estable?

—No voy a mentirles, señores Lewis —el médico suspira —Jayden tiene lesiones internas serias. Tiene dos costillas rotas en ambos lados, siendo cuatro en total. Tiene un pulmón perforado debido a la rotura de los huesos de las costillas y un desgarre en el riñón. El golpe en la cabeza no es menos serio, ocasionó una contusión que afectó la visión del ojo izquierdo, la buena noticia en todo esto...es que sus lesiones se curarán solas...pero tendrá mucho dolor.

Cierro los ojos, retrocedo sintiéndome más culpable con cada palabra que pronuncia.

—Tendrá que permanecer en el hospital por más tiempo para monitorear las lesiones, pero tenemos un pronostico alentador. Su hijo va a recuperarse, pueden estar tranquilos.

El peso disminuye, pero la carga sobre mis hombros no se va por completo.

—Nuestro niño, D —la madre de Jayden solloza entre los brazos de su esposo —nuestro pobre niño.

—Su hijo se recuperará, señora Lewis —el doctor repite con comprensión —va a necesitar mucho apoyo en esto, porque me atrevo a decir que los golpes que recibió no se compararán con los emocionales, requerirá tanto apoyo como puedan darle.

—¿Cuándo podremos verlo?

—Ya que no ha despertado, solo puede estar una persona dentro —informa el doctor —la enfermera los llevará.

—Ve tú, Hallie —dice el padre de Jayden —yo necesito hablar con mi padre. Debe estar preocupado, necesito avisarle que Jay estará bien.

La mirada de la madre de Jayden recae en mí, me dedica una sonrisa suave antes de acercarse.

—Estaré un tiempo dentro, luego vendré y podrás entrar, ¿de acuerdo? —asiento sintiéndome agradecida.

Deja un apretón en mi mano y luego se marcha, la sigo hasta que la pierdo de vista. Retrocedo y mis pies chocan con los bordes de la silla. Cuando me dejo caer sobre el material, alguien se desliza a mi costado.

—No va a odiarte —volteo encontrándome a Asher —Jayden va a entender que quisiste protegerlo.

Sacudo la cabeza.

—Dijo que toma las mentiras dependiendo de su gravedad —mi voz tiembla —la mía fue grande, Asher. Fue la causa para que ahora él esté aquí.

—No asumas toda la responsabilidad —coloca la mano sobre mi rodilla —puede que su padre y tú le hayan ocultado lo que sabían, pero Jayden no quiso escuchar a su entrenador, no lo estoy culpando, pero no eres la única responsable, Tess.

Cierro los ojos, me apoyo contra el respaldo de la silla y echo la cabeza hacia atrás.

Todo esto es un maldito desastre, y apenas estaba comenzando.

JAYDEN

Despierto en un hospital, rodeado de muchos médicos que monitorean mi estado. Despierto en un sitio en donde no debí de haberlo hecho...estoy en un lugar en donde no debería.

Mi cuerpo duele, el sabor metálico se instala en mi boca produciéndome nauseas. Cada centímetro de mi cuerpo se siente adolorido, un ardor en cada zona posible. Respirar se me dificulta, mis costillas duelen con intensidad cada que intento tomar una inhalación.

Pero todo eso pierde intensidad

Escucho las voces de los médicos a mi alrededor y eso me aturde, la luz me ciega cuando intento abrir los ojos y escucho a alguien decir mi nombre. Cuando al fin me acostumbro a la luz, observo a los doctores a mi alrededor.

Me hacen preguntas, intento responderles todo, me preguntan mi nombre, fecha de cumpleaños, el nombre de mis padres, me preguntan cosas tan básicas que comienzo a desesperarme.

El dolor no desaparece y sé que no se irá pronto.

—Jayden, es bueno ver que has despertado —habla uno de ellos —¿Cómo te sientes?

—Mal —me quejo llevando las manos a mis costillas.

—Vamos a revisarte, ¿de acuerdo? —apenas asiento.

Mi mente se concentra en el dolor, en sentir cada pulsación de mis músculos, el ardor interior que se siente como si alguien les hubiese prendido fuego a mis pulmones.

—Jay —abro los ojos cuando escucho la voz de mi madre —oh, Jay.

Observo el bonito azul de sus ojos cristalizarse por las lágrimas y me siento frágil, tanto que mi visión se nubla y la frustración estalla en mi pecho como una bomba que se lleva todo a su paso.

Siento su tacto suave acariciar mi rostro, traza una caricia a lo largo de mi mejilla y me siento un poco reconfortado de ser ella a quien vea primero.

—Ellos me mintieron, mamá —mi voz se rompe, apenas puedo hablar sin sentir dolor —todos ellos.

Se desliza a mi costado, acariciando mi cabello intentando disminuir el estado de enojo y decepción que se forma en mi interior.

—Cielo, solo quería protegerte —susurra —lo sabes, sabes que tu padre no haría nada para dañarte. No sería capaz. Él y Tessandra solo querían que estuvieses bien.

El recuerdo de Tess se cuela por mi mente, crea una sensación de traición intensa porque me mintió mirándome a los ojos.

No tengo oportunidad de decir algo más, porque mi visión pasa a mi padre. Me observa con la culpa en su mirada, como si supiera exactamente que fue lo que hizo.

—Vete, papá —exijo.

—Jayden —mamá toma mi mano —cielo...

—No, todo es su culpa —espeto —lo tenía...tenía la maldita pelea a mi favor. Estaba ganando... ¡iba a ganar!

Me quejo cuando el dolor explota en mis costillas, cierro los ojos sintiendo las lágrimas bordear mis párpados.

—Lo tenía —mi voz se rompe —les diste la oportunidad perfecta para hacerme pedazos. ¿Querías protegerme? Pues mira a donde me trajo tu inútil intento de cuidar de mí. No tenías derecho para ocultarme algo como eso, no lo tenías en lo absoluto, papá.

—Lo sé —contrario a lo que le he pedido que haga, se acerca —lo sé. Y ahora me doy cuenta del error, pero sabía lo que te haría saberlo. Hubieses subido deseando hacerle daño, deseando causar dolor. Hubieses hecho exactamente lo mismo que hiciste al final de la pelea.

—No hubo final, porque ni siquiera la comencé. Porque...

—Sigues siendo el campeón —interrumpe —te golpeó cuando habías tocado la lona. De no haberlo hecho...

Saber eso no me alienta, no me alienta en lo absoluto.

—¿El abuelo lo sabía? —papá sacude la cabeza.

—Tenía sus sospechas, pero nunca se lo confirmé. —No tengo que hablar para que entienda lo siguiente que preguntaré —No es su culpa tampoco, ella quería decirte. Quería decirte, pero fui yo quien le dijo que estarías mejor si te lo ocultábamos.

En mi mente se reproducen los últimos sucesos, las palabras que se sienten como tortura, los recuerdos que no puedo dejar de pensar una y otra vez, esos que me hacen sentir como un maldito imbécil por no darme cuenta.

—Vete, papá —cierro los ojos —no quiero verte.

Cuando me atrevo a abrir los ojos otra vez, solo mi madre se encuentra a mi lado. Tiene esa mirada comprensiva y la sonrisa suave que la caracteriza.

—Es complicado entender cuando alguien hace las cosas para cuidar de ti —dice acariciando mi cabello —muchas veces no podemos verlo desde su perspectiva. Pero Jay, ¿cuándo tu padre te ha mentido? ¿Cuándo te ha ocultado algo para dañarte?

Nunca.

—No lo ha hecho antes —responde por mí —entiendo que estés enojado y te sientas traicionado, pero somos tu familia, cielo. Solo queremos lo mejor para ti.

—Pude haber ganado —la frustración me envuelve otra vez —mamá pude ser el campeón...

—Aún lo eres...

—No, no así —cierro las manos en puños —lo soy porque él jugó sucio. No porque hubiese ganado la pelea. Le di todo el maldito trabajo fácil, mamá. ¿Cómo voy a mirar al abuelo a la cara?

Mi respiración se agita y la visión se me nubla.

—¿Cómo voy a hacer algo como eso?

—Solo mirándome —intento ocultar las lágrimas, pero es imposible. El abuelo ingresa a paso lento, es evidente que aún tiene el dolor en las costillas, pero camina hacia mí —tú eres mi orgullo, Jay. Te lo dije, sin importar el resultado...lo sigues siendo.

Mamá se incorpora de la cama para permitirle al abuelo colocarse a mi lado, en el instante en el que su mano envuelve la mía, me rompo.

Lo hago porque estoy tan frustrado, tan avergonzado. Porque me siento tan malditamente impotente de no haber seguido todos sus consejos, de haber mostrado mi debilidad ante todo el mundo. De habérselas enseñado.

—Está bien, Jay, está bien —los brazos del abuelo me rodean —no pasa nada, campeón, no pasa nada.

—No te escuché —articulo —debí escucharte, debí escuchar a Robie...no debí perder el control.

—Todos lo hemos perdido alguna vez —asegura —absolutamente todos. La cuestión no es perderlo, sino lo que haces para recuperarlo. No puedes aprender nada si siempre estas en la cima, ¿no lo crees?

No respondo, pero escucharlo me hace sentir el alivio que ahora necesito, me hace sentir un poco menos avergonzado de mi mismo.

—Ahora, hay una bonita y angustiada chica que espera verte —el corazón me da un vuelco furioso cuando escucho sus palabras —una que no va a merecer que la culpes.

—Me mintió, me vio a los ojos y me mintió. —sonríe, palmea el dorso de mi mano y se incorpora.

—Pregúntale sus motivos, si son lo suficientemente válidos para ti...creo que sabes lo que debes de hacer —el abuelo observa a mi madre y ella asiente —vamos a dejarte solo, ella quiere pasar... ¿estás de acuerdo con eso?

Asiento porque una parte de mi quiere verla, a pesar de todo, lo desea.

Estoy solo por algunos minutos, hasta que la puerta se abre, y en cuando la miro, cuando veo el par de ojos verdes mirándome con tanta preocupación, todo cae.

—Campeón —dice con la voz temblorosa.

Permanece en el umbral, hay un leve temblor en sus manos y me sostiene la mirada, a pesar de que las lágrimas se agolpan en sus ojos.

—Reinita —suelta el aire y su cuerpo se relaja. Se acerca hasta la cama, parece indecisa, pero al final termina colocándose en el borde del colchón.

—Lo siento —susurra.

—Parece que tu mentira fue muy grande, ¿no es así? —el dolor se refleja en mi voz —te pregunté y lo negaste. Lo negaste mirándome a los ojos.

Baja la vista, permanece en silencio por varios segundos antes de poder volver a mirarme.

—Lo sé. Y me he sentido culpable desde que tu padre me pidió que no te dijera nada. Creí que él tenía razón, ninguno pensó que pudiera decírtelo a media pelea, aunque era evidente...—sacude la cabeza e intenta tomar mi mano, pero la aparto —Jayden, por favor.

No se aparta, por el contrario, se inclina hacia adelante tomando mis manos entre las suyas con un gesto firme.

—Sé que hice mal, lo sé perfectamente y sé también que tal vez ahora no confías en mí, pero te juro que lo que hice, fue porque pensé que era lo mejor para ti. Porque no quería que nada de esto pasara, no quería que te hicieran daño. Si lo hubiese sabido, si hubiese tenido un solo indicio ten la seguridad que sabrías todo.

—No...

—Jayden...te quiero —sus palabras me envuelven —te quiero tanto, te he querido siempre y eso me jugó en contra porque quise que estuvieses bien, quise asegurarme que ellos no te dañaran.

—No puedo confiar en ti —mi voz tiembla a pesar de que intento sonar fuerte, pero es la verdad. ¿Cómo saber que no sigue mintiendo?

—No te culpo por eso —sonríe con tristeza —si me dices que quieres que me vaya, lo haré, me iré.

El temblor en su voz no me pasa desapercibido.

—Pero quiero que sepas que el único motivo por el cual te mentí, fue para intentar protegerte, para que tuvieras una oportunidad aún si con eso nosotros mismos te la estábamos quitando.

No respondo, una mirada dolida es lo que recibo antes de que Tess se incorpore, es un movimiento instintivo, uno en el que extiendo la mano y envuelvo los dedos alrededor de su muñeca.

—Nunca dije que quería que te fueras —susurro.

Sonríe, lo hace genuinamente antes de volver y abrazarme, cierro los ojos ante el contacto, ante lo reconfortado que me siento.

—Dime que aún puedo confiar en ti, Tess —casi suplico.

—Aún puedes hacerlo —responde colocando las manos a los costados de mi rostro, y besarme.

El contacto me devuelve todo aquello que he perdido, me hace sentir bien, me regresa el sentimiento de confianza y seguridad.

Tal vez si me mintió...pero sé que con todo el desastre que se avecina...tenerla a mi lado va a ser completa y absolutamente necesario. 

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