22.- La gloria también se pierde.
JAYDEN
Estoy nervioso, probablemente como nunca antes lo he estado. La adrenalina corre por cada vena de mi cuerpo, combinándose con una sensación desconocida que no me ha abandonado desde que entramos al estadio.
Trato de pensar que el sentirme así es normal, me enfrentaré a una pelea importante, es normal estar nervioso, ¿o no?
—Pareces mas nervioso de lo habitual —dice Robie mientras me ayuda a fijar los guantes —¿te sientes bien?
Muevo la cabeza en un asentimiento. Soy incapaz de decir una palabra porque tal vez de abrir la boca, lo único que saldría es que estoy aterrado.
Si, esa es la palabra, estoy aterrado.
¿Por qué me siento de esta manera? No tengo una respuesta. Siento mi corazón martillar contra mi pecho, una sensación casi sofocante y temo poder entrar en pánico.
—Necesito un momento —me excuso apartándome.
Robie me escudriña con la mirada, sé perfectamente que se ha dado cuenta que no todo está bien. Con un par de palabras hace que todo el equipo salga de la habitación. Me siento contra el banco, golpeteando mi pie con rapidez contra las losas recién pulidas. Tomo una profunda inhalación tratando de mitigar la sensación creciente en mi pecho, pero no lo consigo.
—¿Jayden?
—¿Puedes llamar a mi abuelo? —inquiero —necesito hablar con él.
—Tendré que quitarte uno de los guantes —dice en un suspiro, pero no se opone. Libera mi mano derecha del guante y luego toma su celular, marcando el número de la única persona con la que necesito hablar ahora.
Le toma menos de un minuto, cuando el abuelo toma la llamada, Robie extiende el celular hacia mí.
—Esperaba tu llamada —su voz cálida me envuelve —¿estás listo?
—¿Es normal sentirme tan asustado? —inquiero observando la solitaria habitación en la que me encuentro.
—Es normal —dice y eso me alivia —sería extraño en realidad que no te sintieras de ese modo. El miedo funciona como un catalizador a la realidad, para hacernos saber que no somos dueños de nada, para hacernos replantearnos las cosas.
—¿Estarás en comunicación con Robie?
—No permiten llamadas, lo sabes —dice —pero le he dicho todo lo que necesita saber, y tan pronto acabe, te llamaré. Tienes lo necesario, Jay. No dudes ahora.
—No dudo —respondo con firmeza —solo me siento demasiado ansioso.
—Bueno, deja que esa ansiedad sea liberada en el cuadrilátero. Úsala a tu favor, no como una desventaja.
—Abuelo...
—¿Si, Jayden?
—Quiero que te sientas orgulloso, incluso en esta pelea.
Hay un corto silencio en la línea, uno que se prolonga por segundos y me hacen sentir una tortura.
—Tú ya haces que me sienta orgulloso, Jay —sus palabras me envuelven y me hacen sentir de esa manera que necesitaba tanto —no importa el resultado de esta pelea, me sentiré orgulloso de ti siempre.
Sonrío, sintiendo todas emociones aterradoras esfumarse de mi cuerpo.
—Nos vemos en un par de horas.
—Claro que sí —confirma —recuerda, cabeza antes que fuerza.
—Cabeza antes que fuerza —repito —adiós, abuelo.
Se despide, corto la llamada y tomo una inhalación para terminar de eliminar todos esos sentimientos que no necesito experimentar ahora. Robie ingresa, la leve sonrisa que tiene en el rostro me deja saber que ahora está satisfecho.
Todo el equipo ingresa de nuevo, cada uno se concentra en lo que debe de hacer y pronto nos encontramos esperando al árbitro.
Papá y Tess entran en el último segundo, verlos solo hace que el sentimiento de bienestar se reafirme. Sobre toco cuando Tessandra se acerca y deja un corto beso sobre mis labios.
—Todos confiamos en ti, campeón —dice con una sonrisa —solo se tú.
—Gracias, reinita —sus manos se colocan a los costados de mi rostro y se acerca para dejar un último beso.
Mi padre se acerca y me lanza sus típicas miradas que tiene antes de cada pelea.
—Ya sé que me dirás que estarás bien —dice y sonrío —confiamos en ti y en lo que puedes hacer, cuando estés ahí arriba recuerda todo lo que has aprendido, ¿bien? No dejes que juegue contigo, no dejes que te haga creer algo que no es.
—No lo haré —afirmo —no te preocupes, papá. Y dile a mamá que tampoco tiene porque preocuparse.
Él sonríe, su gesto cálido se queda conmigo incluso cuando sale. Tess permanece por un corto tiempo más y cuando nuestras miradas se encuentran, no puedo evitar perderme por un par de segundos en el color verde de sus ojos.
Sonrío, ella lo hace también y él último gesto que tengo de ella, es un guiño que solo me hace sonreír un poco más.
No tengo mucho tiempo para ponerme nervioso otra vez porque el arbitro entra, dice las cosas que ya me sé de memoria, y luego ya es hora de salir.
Robie me coloca la bata de seda roja brillante, me observo en el gran espejo, con el apellido en letras doradas cubriéndome la espalda. Robie sube la capucha, y me obligo a borrar todo rastro de nerviosismo o ansiedad.
El momento ha llegado.
Conforme avanzamos por el pasillo, soy capaz de escuchar el bullicio ensordecedor, los gritos emocionados. Nos detenemos justo detrás de las grandes puertas que conducen al estadio.
Una sonrisa ladeada cuando la canción de mi entrada comienza a sonar, la voz fuerte y potente de Dan Reynolds se combina con los gritos emocionados. Las luces se elevan, me enfocan y los gritos del público incrementan, la sensación de ansiedad desaparece por completo, la adrenalina aumenta tan pronto como comienzo a caminar hacia el centro.
Siento las miles de miradas sobre mí y me armo con la apariencia de que sé lo que estoy haciendo. Me detengo frente a los escalones, los chicos de mi equipo abren las cuerdas para permitirme el acceso, volteo por breves instantes buscando la mirada de mi padre.
Está en sus asientos habituales, con la mirada profunda animándome a subir. Así que lo hago. Las cámaras giran en mi dirección, me enfocan mientras recorro la estancia. El grito de los espectadores aumenta de intensidad cuando me coloco en una de las esquinas, y elevo los brazos.
La sensación de gloria vuelve a mí. Me hace sentir de nuevo el poder, la satisfacción.
La música se acaba, un silencio se instala cuando las luces cambian enfocando a la entrada otra vez. La tensión vuelve a mi cuerpo por breves instantes mientras mantengo la mirada en el oscuro pasillo, esperándolo aparecer.
Y lo hace.
Cody Wrecker Brooks. Camina con esa apariencia de saber lo que hace, sonríe con arrogancia recibiendo los gritos, y a pesar de la gran distancia que nos separa, siento su mirada. Robie se coloca a mi costado, coloca la mano sobre mi hombro y deja un apretón.
—Es igual a su abuelo —dice consiguiendo que lo mire por unos cortos segundos.
—Yo también soy igual al abuelo —Robie sonríe cuando escucha mis palabras.
Tomo una inhalación cuando se acercan, permanezco en mi lugar mirándolos subir. Todos tan confiados, tan seguros. Tan seguro como yo, tan emocionado saboreando la gloria en medio de nosotros.
El presentador nos llama al centro. Me quito la bata, muevo la cabeza en un círculo y los hombros intentando relajar a mi cuerpo. El hombre repite las reglas, nos dice aquello que ya sabemos, chocamos los guantes cuando nos lo indican, y luego volvemos a las esquinas.
—Cabeza antes que fuerza —Robie me repite —puedes hacer esto, Badbreaken.
Sonrío, asiento repitiéndome las palabras del abuelo, recapitulando todas y cada una de las cosas que me ha dicho, que me ha enseñado.
El sonido de la campana se escucha y tengo que acallar a mi mente, necesito concentrarme. Elevo las manos poniéndome en guardia y aguardo, como es de esperarse, Cody hace el primer movimiento.
Su puño vuela cerca de mi rostro, me muevo esquivando el golpe aprovechando el segundo en el que ha extendido la mano para contrarrestar. Mi guante golpea contra su pómulo consiguiendo que retroceda, así que avanzo y clavo el puño en su costado derecho.
Dios, demasiado fácil.
Esquivo un par de golpes que lanza, parece apresurado, como si no pudiera esperar para acercar un golpe. Me obligo a dejar de pensar en eso, lo único que debo hacer es concentrarme en él, en golpearlo.
No se detiene, no parece analizar muchos sus golpes así que son fáciles de esquivar, y mucho más de contrarrestar. Un grito colectivo brota de los asistentes cuando dejo una serie de golpes que lo llevan hasta las cuerdas.
—¡No dejes que salga de ahí, Jayden! —el grito de Robie llena mis oídos, le hago caso dejando golpes fuertes contra sus costados porque es la mejor manera de debilitar, más no de vencer.
Cody lanza un gancho que me toma desprevenido y se me clava en el hígado, el golpe me sofoca, pero tolero la sensación consiguiendo cubrirme antes de que guante tenga la oportunidad de tocar mi rostro. Sin embargo, su movimiento le ha dado la oportunidad de apartarse de las cuerdas.
Lanza dos ganchos rápidos que consigo esquivar, pero no preveo el golpe directo que viene hacia mi rostro y me sacude.
—¡Cuidado con su derecha! —exclama Robie.
Siempre ataca el torso, su derecha es su punto fuerte, pero la extiende demasiado. Se confía de la fuerza de su golpe.
Recuerdo las palabras del abuelo, cuando Cody emplea el mismo golpe, estoy preparado para esquivarlo y responder con una combinación de golpes que lo haces trastabillar hacia atrás. Aprovecho la oportunidad, eliminando la distancia para poder conectar mi guante contra sus puntos débiles.
Su costado derecho, golpe al hígado, gancho derecho.
El publico grita con euforia cuando el cuerpo de Cody choca contra las cuerdas. El sonido de la campana llega para detener mis golpes y el árbitro nos separa.
—Muy bien —Robie me sonríe —lo hiciste muy bien. Está ansioso por vencerte así que no está dando golpes calculados, no está pensando. Debes aprovechar eso.
Asiento. El minuto de descanso pasa con rapidez y pronto me encuentro de nuevo en el centro. Cody luce más calmado ahora en comparación con el primer round, no parece tener intención alguna de atacar primero así que tomo la iniciativa.
Consigue esquivar mis golpes, probablemente su entrenador le ha dicho lo mismo que Robie a mí, no bajo la guardia cuando se acerca y soy capaz de bloquear sus puños cuando intentan golpearme las costillas.
Es rápido, pero pareciera que está ansioso por algo. Me obligo a concentrarme, si Cody está ansioso por algo no es mi maldito problema. Los breves pensamientos me distraen por fracciones de segundos que le dan la oportunidad de atacarme.
Un quejido brota de mis labios cuando su puño se encuentra con mi costilla, me encorvo apenas siendo capaz de bloquear el derechazo que lanza contra mí. El dolor quema en mi torso y solo aumenta cuando consigue golpearme otra vez en la misma zona.
Si toleras el dolor, puedes hacerlo.
Trato de ignorar la sensación ardorosa en mis costillas y utilizo el dolor para la fuerza de mis golpes. Cody retrocede ante la serie de movimientos que hago contra él, la audiencia grita entusiasmada cuando golpeo con rapidez sus costados y mis puños encuentran luego su rostro.
Retrocede, yo avanzo. Mantengo la atención en él, siguiendo sus movimientos y esquivando sus defensas, bloqueando los ataques y defendiéndome.
Cabeza antes que fuerza.
Mis reflejos me ayudan, soy capaz de distinguir el movimiento de su brazo izquierdo preparando un golpe, apenas y consigo moverme y su puño pasa como una ráfaga frente a mi rostro.
Me inclino esquivando un gancho derecho y conecto mi puño contra su nariz. Cody trastrabilla y sus pies flaquean, algo estalla en mi pecho cuando sus rodillas tocan el piso y cae sobre la lona.
El arbitro se acerca y aguardo pacientemente mientras cuenta, espero que se levante porque es demasiado pronto como para acabar la pelea. Y si quiero asegurarme de dejarle en claro quien es el campeón, debo noquearlo.
Le quito la oportunidad de recuperarse, apenas dan la indicación de continuar la pelea, me acerco a él atacando los mismos puntos que lo hicieron caer.
No está recuperado del todo así que no puede defenderse, lo escucho gemir con dolor cuando mi guante conecta contra su hígado, luego golpeo su costado derecho con fuerza y lanzo un golpe directo que lo envía de nuevo contra la lona.
El publico grita con emoción. Es el segundo round y mi confianza aumenta porque puedo conseguirlo.
Cody apenas se levanta. Mantiene una mano contra su costado derecho pero la aparta tan pronto como nota mi mirada sobre la zona.
Su costado derecho lo debilita.
Apenas he vuelto a acercarme cuando la campana suena. Robie parece satisfecho, tan confiado como yo.
—Lo estás haciendo bien, pero no bajes la guardia —pide —no sabemos lo que tiene preparado así que espera cualquier cosa. Está cansado así que puedes aprovechar eso, si continúas así, ganarás por puntaje. O harás que tire la toalla, no bajes el ritmo, Badbreaken.
—No lo haré.
Cuando volvemos al centro, elevo la guardia esperando que sea él quien se acerque, cuando no lo hace, soy de nuevo quien lanza el primer golpe.
Sus ojos me miran con una ira contenida, probablemente está molesto porque esperaba que esto se diera distinto. Bloqueo sus golpes con facilidad, pero él también comienza a bloquear los míos.
Mi puño se conecta de nuevo contra su costado izquierdo y jadea, lanzo un golpe derecho que impacta contra su rostro y presiono, golpes fuertes y rápidos que lo hacen retroceder. Trato de mantener mi concentración en él, previniendo los golpes que lanza para defenderse, ubicando sus puntos débiles.
Cuando está contra la esquina, consigue bloquear mis golpes, pero no se defiende, al contrario, engancha su brazo alrededor del mío acercándose. Un movimiento que se suele emplear para detener a tu contrincante.
Pero cuando se acerca, y habla, sé que no quiere detenerme.
—Ojalá tu abuelo se hubiese defendido así.
Sus palabras me sacan de balance, doy un paso hacia atrás procesando lo que ha dicho. Mi duda le da la ventaja, el dolor explota en mis costillas y mi mente se aturde ante la serie de golpes que deja contra mi cuerpo.
—¿Qué crees que haces, Jayden? —el grito de Robie penetra mis oídos —¡cúbrete!
Bloqueo un nuevo golpe que se dirige a mis costillas que están lo suficientemente adoloridas por sus golpes.
Elevo el antebrazo cubriéndome ante el golpe directo que lanza, tratando que acallar mi mente e intentando concentrarme otra vez.
—Nuestra gente dijo que apenas y pudo defenderse —algo estalla en mi pecho cuando lo escucho decir aquello, retrocedo y Cody sonríe —mi abuelo debió asesinarlo cuando tuvo oportunidad.
—¡Hijo de perra! —bramo acercándome, la ira me ciega y dejo de analizar, dejo de calcular mis golpes. Solo quiero golpearlo, golpearlo tanto hasta dejarlo inconsciente.
—¿Qué mierda crees que haces, Jayden? ¡Detente! —Robie ordena, pero no puedo hacerlo.
Cody se cubre cuando lo llevo hacia la esquina, mis puños golpeándolo con fuerza. Tratando de encontrar cada espacio para golpear y mandarlo a la lona otra vez.
Cabeza antes que fuerza. Una voz me repite, pero la ignoro. ¡Cabeza antes que fuerza!
Cody consigue librarse, consigue escabullirse y enganchar mi brazo derecho. Un movimiento no permitido pero que pasa desapercibido cuando su puño se impacta contra mis costillas, una, dos, tres veces.
El dolor me ciega, mi mente se aturde con los golpes que deja contra mi rostro, intento cubrirme, pero es demasiado tarde porque ha encontrado mi debilidad.
Porque él la conoce. Yo mismo se la he mostrado.
Mi cuerpo choca contra las cuerdas y elevo los puños tratando de cubrir sus golpes, pero resulta casi imposible. El sonido de la campana se siente como la gloria, como la maldita gloria.
—¿Qué mierda crees que haces? ¡No solo es golpear por golpear! —alguien limpia la sangre de mi pómulo. —¿Qué ocurre contigo?
—Fue él —apenas respiro —el asalto al abuelo, fueron ellos.
Robie parece desconcertado, sacude la cabeza en una negativa.
—Está jugando contigo, quiere debilitarte y lo está consiguiendo —Robie voltea, mirando a un punto al público y cuando sigo su mirada, veo a mi padre.
—No, él sabe lo que está diciendo.
—No tenemos la seguridad, Jayden, usa la cabeza. No le des lo que quiere.
El sonido de la campana se escucha y la ira incremente en mi interior. Tan fuerte y cruda que me hace dejar de razonar.
—Jayden...
Me coloco los protectores otra vez antes de incorporarme, Cody parece haber obtenido lo que deseaba y lo único que deseo ahora...es noquearlo. Es golpearlo tan fuerte hasta dejarlo inconsciente.
—Todos te mintieron —dice con una sonrisa antes de lanzar su primer golpe, lo esquivo, pero no soy lo suficientemente rápido como para esquivar el segundo. Su guante se encuentra contra mi rostro y el dolor explota, me ciega con una intensidad que no creí ser capaz de sentir.
—Cierra la boca —gruño bloqueando su golpe y contrarrestando con fuerza sus movimientos, pero no soy lo suficientemente rápido.
—Todos lo sabían, menos tú —golpea mis costillas y el aire me abandona —eres tan idiota, Jay.
La ira explota, se combina con el dolor físico para hacerme salir de la esquina, bloque sus golpes y lo hago retroceder. Cody los esquiva, ahora soy yo quien no está calculando, quien solo está concentrado en golpearlo, pero no puedo desear nada más.
Quiero hacerle daño, quiero derribarlo y no tengo tiempo para analizar ni calcular.
Gran error.
Consigue esquivarme, consigue esquivar todos y cada uno de los golpes que dejo contra él, y estoy tan concentrado en lastimarlo...que me olvido de cubrirme.
Su puño se encuentra contra mis costillas, un golpe fuerte, salvaje, escucho algo crujir y una sensación de dolor exponencial estalla en mi sistema.
Si te rompen las costillas, un dolor como ese impediría pelear.
Me quejo, mi cuerpo cede ante el dolor y mis piernas flaquean, antes de que toquen la lona Cody vuelve a golpear mi rostro, su puño me impulsa hacia atrás y mi cuerpo cae.
Cierro los ojos, tratando de apagar la sensación dolorosa, tratando desesperadamente de recuperar el aliento. Consigo incorporarme, apoyo la rodilla y me sostengo con los puños. A mi lado el árbitro cuenta, elevo la mirada buscando a mi padre, pero cuando nuestras miradas se conectan...entiendo todo.
Algo se rompe en mi interior al reconocer la mirada, cuando miro a Tess...el dolor se incrementa. Todo tiene sentido ahora...todo encaja.
Sus miradas que no entendía, ese sentimiento que no conseguía descifrar, pero ahora lo hago. Culpa.
Los miro sintiéndome traicionado, porque Cody no miente. Porque tiene que ver todo con el asalto, y todos lo sabían.
Todos menos yo.
Recuerdo a Tess preguntándome sobre como reaccionaría ante una mentira, ahora lo comprendo.
Porque ella, porque mi padre y seguramente mi abuelo...me mintieron.
Me incorporo sintiéndome cegado por la ira, por una molestia cruda que me arrebata la razón. Me levanto sintiéndome furioso, queriendo dañar al hijo de puta que tengo enfrente.
No me he recuperado y lo sabe, mi cuerpo se maneja por la ira, por la adrenalina en mi pecho, por la sensación de venganza corriendo por mis venas.
Me acerco y no calculo, no analizo, me concentro en hacer daño, en golpearlo tan fuerte, quiero causar en él la sensación de dolor, de algo tan intenso como lo que yo siento. Escucho los gritos de Robie, escucho a la audiencia enloquecer, escucho absolutamente todo...pero lo ignoro.
El dolor me hace reaccionar, mi descuido...mi desconcentración le da la ventaja. Vuelve a golpear mis costillas, el dolor vuelve más fuerte, más cegador. Cuando golpea mi costado izquierdo, siento algo atravesarme, el crujir de los huesos y mi grito de dolor se pierde contra las exclamaciones de la audiencia.
Es demasiado...demasiado para tolerar. Mi cuerpo cede, mis rodillas flaquean y justo cuando tocan la lona, cuando caigo de rodillas...
—¡Detente, detente! —es el grito que escucho antes de elevar la vista y ver el puño de Cody viniendo directamente hacia mí.
No me cubro, no hago nada para bloquear el golpe. Espero los cortos segundos hasta que el impacto ocurre y apaga absolutamente todo a mi alrededor.
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Hola, hola!
¿Qué creen que pase ahora?
¿Creen que nuestro campeón podrá sobreponerse?
¿Qué creen que pase con la reinita?
¡Me encanta leerlas en comentarios!
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