2.- Reinado compartido.
Tessandra
Jayden arruinó oficialmente mi grandioso primer día del último curso. Pasar dos horas en dirección, tolerando al viejo y odioso hombre hablar, no fue la mejor manera de iniciar.
Sin embargo, lanzarle esa botella fue más satisfactorio de lo que imaginé.
—Las apuestas para este fin de semana se están triplicando —señala Kim mientras teclea algo en la computadora —aún podemos manejarlo.
—Podemos manejar más que eso —le recuerdo con una sonrisa —solo tenemos que asegurarnos de que los deudores paguen, ya sabes, no quiero que se queden con mi dinero.
Kim gira en la silla, mirándome con una sonrisa.
—¿Quién diría que puedes manejar un negocio como el de las apuestas? —inquiere.
Sonrío de lado, a mis veintidós años he conseguido mantenerme como la principal organizadora de la red de apuestas de Northwest, sobre todo, la de las peleas clandestinas.
Cuando papá nos abandonó para irse con su nueva y respetada familia, mi madre cayó en una profunda depresión que me orilló a asumir el rol de proveedora de la casa. Lacy, mi hermana pequeña, necesitaba que alguien cuidara de ella, así que haciendo uno de la habilidad que tengo con los números, acudí a Northwest.
Me tomó menos de un año demostrar que soy hábil para los números, para poder detectar oportunidades y mantener las cuentas a la raya, así que tres años después, aquí estoy, como la reina de las apuestas.
—Ese es el principal problema, y nuestra mayor ventaja —señalo mientras tomo asiento en la silla de su costado —todos son demasiado confiados, demasiado positivos, creyendo que nadie es mejor. Creyendo que la suerte está y estará siempre de su lado.
Kim arquea una de sus cejas, mirándome con curiosidad.
—¿Eso tiene algo que ver con el campeón? —resoplo —creí que era el "adorado y perfecto Jayden"
—Cállate —pido —no es más el "adorado y perfecto", es solo un idiota que se cree invencible.
Mi amiga ríe, claramente no creyendo ni una sola de mis palabras.
—Oh, vamos. Te mueres por ese chico —me molesta —aún recuerdo como pasabas horas y horas hablando de lo bien que pelea.
—Eso fue hace dos años —le recuerdo —y tenía las hormonas alteradas. Ahora solo creo que es un chico que se cree el campeón...
—Es el campeón —corrige señalándome con la pluma de gel que sostiene en la mano —podrá ser muy idiota, pero pelea bien, eso nos hizo ganar mucho dinero.
Sonrío un poco más animada ante la mención de nuestras ganancias. Las peleas de box profesionales eran las principales fuentes de ganancias, las personas no querían arriesgarse a apostar de manera legal, preferían el camino sencillo, uno sin restricciones, donde la única regla, era pagar o acabar en un viejo callejón de Portland.
Jayden al ser el nuevo campeón, atrae dinero. Mucho.
Kim no miente al decir que me sentí atraída por Jayden, demasiado. Me bastó ver una de sus primeras peleas para sentirme cautivada, su manera de moverse sobre el cuadrilátero, su forma de pelear, ese aire tan intenso que brota de él y es jodidamente atractivo.
Pero también es un idiota presuntuoso que se cree invencible. Creo que no ayuda el hecho de que su padre es uno de los artistas más famosos de D.C y Oregón, y su abuelo es el campeón mundial invicto de box en la misma categoría en la que pelea Jayden.
El chico nada en dinero seguramente, tiene una vida de ensueño y un título para presumir.
—Podría ser peor —semana mi amiga —Jayden parece un buen chico, ignorando lo arrogante que es...incluso diría que es agradable. No suele ir por la vida mostrándose con una chica diferente.
—Eso no lo hace más agradable —me encojo de hombros —¿recuerdas la manera tan despectiva en la que se refirió a mí en primer curso?
—Por Dios, Tess. Eso fue hace dos años —Kim retiene la risa —no puedes ser tan rencorosa. Además, debes de admitir que tu actitud tampoco ayudó, eras algo así como una acosadora. Solo mira, ahora lo odias y lanzas botellas en su dirección. El chico tiene que defenderse de alguna manera.
—Eso no le daba derecho alguno a dejarme en ridículo frente a toda la universidad. Fui amable, y ¿qué obtuve de él? —me cruzo de brazos, sintiendo de nuevo la molestia —un "ve a tus bodegas y deja de molestar"
—Tess...
—Jayden puede ser un muy buen peleador —interrumpo —pero solo eso, ha dejado de ser el agradable y perfecto Jayden, o tal vez nunca lo ha sido —me encojo de hombros —lo único que me interesa ahora, es tener ganancias y si él me las da, entonces no lo necesito para nada más.
—Sigues muriéndote por él.
—Ni en mis más locos sueños...
—No, en esos seguramente están...
—¡Calla! —exclamo reteniendo la risa mientras me incorporo, para salir de la sala y dejar el tema a un lado, o nunca iba a acabarse —Kim, mejor haz tu trabajo que esos números no van a calcularse solos.
—De hecho, sí. Solo tengo que ingresar datos y con un "click" obtengo el resultado —sonríe socarronamente —el poder de la tecnología.
Me dedica un guiño antes de girar la silla y concentrarse de nuevo en la pantalla de la computadora. Sonrío cuando no puede verme, porque si de fantasías locas hablamos, Jayden Lewis ocupa el primer puesto, aunque claro, no es algo que planee admitir delante de nadie.
Muchos se preguntan porque si soy la reina de las apuestas, y gano mucho dinero con eso...aún quiero terminar la universidad. Dean, el chico que se hace cargo cuando debo ausentarme, dice que no lo necesito. Que es una pérdida de tiempo.
Sin embargo, llegué a este mundo para sobrevivir. No porque lo deseara. Y no quiero que el ejemplo de Lacy, mi hermana pequeña, sea que su hermana y la única figura familiar que tiene, sea que me gané la vida controlando las apuestas ilegales.
El arte siempre fue parte de mí, aunque claro, nunca pude expresarlo libremente. Con una madre sumida en depresión, y una hermana a la cual atender para no dejarla morir de hambre, mi prioridad no fue volverme artista.
Los únicos momentos en donde puedo sentirme libre de hacer lo que me apasiona, es en la universidad. Donde no tengo deudas por cobrar, apuestas que vigilar o una madre a la que presionar para que se tome sus medicamentos.
Así que por eso estoy aquí, sentada en las filas medias de un aula, cursando mi último año en la carrera de diseño creativo.
—Hola, reina —sonrío cuando observo a Jess ingresar —¿Qué tal la reunión con el director?
Resoplo, parece que nadie puede dejar pasar el incidente.
—¿Cómo más? Aburrida teniendo que soportar el sermón del director —me quejo —tuve suerte supongo, solo fue una llamada de atención.
Jess acomoda su bulto a su costado y gira el torso hacia mí, brindándome toda su atención.
—Realmente estuviste en boca de todos, le lanzaste una botella a Jayden —dice mirándome de una forma divertida —algo como eso no pasa todos lo días.
—Parece que el campeón no tiene tan buenos reflejos.
—Eso es porque no se espera que alguien lance una botella de agua —ambas volteamos ante la voz que interviene —deberías controlar esos ataques de ira, Tessandra.
Dayana Rivers nos mira con fastidio.
—Estoy segura que Jayden no necesita que lo defiendas.
—Tiene razón —la voz impostada se deja escuchar detrás —no lo necesito, pero lo agradezco, Day. Es bueno saber que no todos quieren agredirme.
Deslizo la mirada hacia él, tiene un pequeño parche en la frente, en el sitio en donde lancé la botella y solo por un par de instantes, me siento culpable.
Su mirada recae en mí, sus ojos me observan con detenimiento, estrechándose conforme los segundos avanzan. Espero alguna palabra grosera, o algo más que su silencio, pero Jayden se limita a voltear y continuar con su camino hacia su asiento.
Volteo, mirándolo sentarse en su habitual lugar y lo examino. Lleva una playera blanca de manga corta, lo que deja al descubierto sus músculos trabajados de sus brazos. La tela se ajusta a su torso firme y tengo que voltear antes de que me atrape mirándolo.
—Eso fue extraño —dice Jess —creí que diría algo más, ya sabes, por el golpe.
Sonrío —Tal vez le quedó claro que no debe meterse conmigo.
Mi amiga sonríe, sacudiendo la cabeza en una negativa.
—No lo odies tanto, Tess —dice dándome una mirada de soslayo —ya sabes lo que dicen.
—¿Qué cosa?
—Del odio al amor, solo hay un paso —me dedica un guiño en el momento justo en el que la profesora de arte contemporáneo ingresa.
Del odio al amor, solo hay un paso.
La frase se repite en mi mente, sin embargo, supongo que no aplica en mi caso. Porque entre Jayden y yo, hay más que un paso. Hay una distancia enorme que ambos hemos creado sin darnos cuenta.
Somos dos amantes de la gloria, y según la experiencia previa, ambos odiamos compartir.
No miro de nuevo a Jayden durante el resto de la clase. Para la hora siguiente, es un alivio hacer cambio de aula. Recojo mis cosas antes de acomodarlas en el bolso y poder alcanzar a Jess, quien aguarda por mí en el pasillo.
Mientras avanzamos y escucho a mi amiga hablar sobre su reciente pintura, mi celular suena. Reconozco el tono, y maldigo porque Dean sabe bien que detesto que me llamen por asuntos de las apuestas cuando estoy en la universidad.
Sin embargo, no puedo darme el lujo de ignorarlo, así que respondo.
—Lo siento, Tess. Sé que odias que te moleste, pero esto es importante —dice apenas tomo la llamada, el tono serio que emplea me deja saber que no miente.
—Más te vale —advierto —suéltalo.
—Tenemos un par de problemas. El primero, no tenemos las apuestas esperadas para la pelea de esta noche —informa —estamos por debajo del límite, ¿sabes lo que eso significa?
Que no hay del dinero suficiente para cubrir los pagos de los peleadores de la bodega, y seguramente un margen de ganancias tan bajo que sería prácticamente nada.
—Lo sé. ¿Cuál es el otro problema?
—La policía está merodeando, temo que puedan enviar a un par de oficiales infiltrados —cierro los ojos —con todo, tal vez será mejor que posponer las peleas por un par de días, no podemos arriesgarnos.
—Posponer las peleas será peor que realizarlas —echo la cabeza hacia atrás —mantén en pie las peleas de esta noche, y cancela las de mañana. Cierra la bolsa de apuestas una hora antes de la primera pelea, no importa quienes quieran apostar, acéptalo.
—¿Estás segura?
—¿Alguna vez me has visto dudar? —inquiero —hazlo, y mantenme al tanto.
—De acuerdo, Tess. Lo haré —cuelga la llamada y me tomo unos momentos para llenar mis pulmones de oxígeno, y luego soltarlo de a poco.
Giro, elevando mi mentón y convenciéndome de que cualquier cosa que se presentara, podría resolverlo.
No tenía planeado pasar el resto de mi día resolviendo los asuntos de la bodega, mucho menos tener que ir personalmente a cobrar una deuda pendiente.
—¿No se supone que tenemos gente para esto? —inquiere Kim mientras nos detenemos frente al club de entrenamiento.
—Digamos que es la primera vez que no paga —me acomodo el cabello en una coleta —solo un pequeño recordatorio, sabes que, si puedo resolver todo de forma pacífica, no dudaré en hacerlo.
Bajamos del auto, le doy un rápido vistazo a nuestro alrededor.
—Es un club privado, no creo que podamos entrar —dice Kim —tal vez debemos esperar a que salga.
Me lo pienso por un segundo, Kim tiene razón. No podemos simplemente entrar a un club y arriesgarnos a que los dueños nos echen.
—De acuerdo, esperaremos entonces —sentencio mientras avanzamos hacia la entrada.
Hay un par de bancas cerca, y los arboles alrededor bloquean el sol así que nos sentamos, aguardando porque nuestro objetivo salga.
Lo hace, cerca de unos veinticinco minutos después y en cuanto me ve, su rostro se alarma.
—Tessandra —dice con una sonrisa nerviosa. Mira a los lados como si quisiera saber si hay alguien más y en cuando nota que no es así, parece relajarse. No debería.
—Colin —saludo —espero estar equivocada, pero me informaron que no has cubierto tu deuda.
Ladeo la cabeza, fingiendo una sonrisa amable.
—Voy a pagar —dice —lo juro, Tess.
—Tess es solo para los amigos —corrijo —tú y yo no somos amigos. Y espero que cubras la deuda esta noche, estás muy retrasado y no quiero tener que pedirles a mis chicos que sean ellos quienes cobren la deuda por mí.
—Voy a pagar —repite afianzando su agarre en la correa de su mochila.
—Eso espero, Colin —sonrío dando un paso hacia él —porque me gusta resolver los problemas de manera pacífica, no me obligues a ponerme más exigente.
Él nos dedica una mirada nerviosa y asiente, antes de que pueda dar por finalizada nuestra conversación, alguien interviene.
—¿Qué haces aquí, reinita? —volteo, Jayden aparece frente a mí.
Está agitado, una capa de sudor lo cubre por completo. Su cabello se le pega a la frente y tiene las manos vendadas. Tiene un sport deportivo que deja al descubierto gran parte de sus músculos, la tela está mojada casi en su totalidad lo que hace que el material se le pegue al cuerpo.
Aprieto los dientes, más porque en realidad me causa mayor enojo estar admirándolo que el hecho de que haya interrumpido mi conversación.
Colin aprovecha esa oportunidad para correr, sé que si se aleja es probable que no nos pague así que intento ir tras él, pero un par de brazos fuertes me lo impiden.
—¡Suéltame, idiota! —espeto sintiendo la fuerza de Jayden contra mi cintura.
—Te hice una pregunta—me suelta y trastrabillo hacia atrás.
Me acomodo el cabello, elevando la barbilla para mirarlo. Jayden es unos centímetros más alto, así que tengo que elevar la mirada para conseguir fijarla en sus ojos.
—Si vuelves a tomarme así voy a...
—Por favor, ahórrate tus amenazas —dice rodando los ojos —te hice una pregunta que sigues sin responder.
—No tengo por qué.
—Me parece que sí, porque estás en mi club.
Sonrío. —No es tu...
—De echo sí —sonríe socarronamente, elevo la mirada al nombre sobre nosotros.
Retengo la maldición cuando reconozco el nombre del club.
—¿Estabas haciendo negocios en mi club?
—Eso no te importa —entorno la mirada hacia él —vamos, Kim.
Me doy la vuelta dispuesta a marcharme, pero la mano de Jayden se envuelve alrededor de mi brazo en un agarre firme que me impide avanzar. Me detengo, miro sobre mi hombro para observar su sonrisa sarcástica y las ganas de aventarle de nuevo un botellón de agua, me llenan por completo.
—No es tu club, es de tu abuelo, según sé —respondo tratando de liberarme de su agarre —y mas vale que me sueltes, campeón.
—¿O qué?
Al entrar a las bodegas tuve que aprender a defenderme, una mujer dirigiendo las apuestas no era bien vista. Hubo más de uno que intentó emplear su fuerza física para dañarme así que no podía permitir que tuvieran una oportunidad.
Giro el brazo con rapidez, Jayden se queja ante el movimiento que lo toma desprevenido y golpeo su talón con fuerza consiguiendo que resbale. Su cuerpo cae sobre el concreto con un golpe seco.
—Deberías tener mejores reflejos —me burlo cuando tengo mi antebrazo contra su cuello —no te metas conmigo, campeón.
Alguien se aclara la garganta y volteo, la valentía se esfuma de mi cuerpo tan pronto como veo a Luke Lewis, el abuelo de Jayden, mirarme con intriga. Mantiene los brazos cruzados sobre el pecho, el "campeón invicto" mantiene la mirada sobre mi aún cuando ya me he apartado de Jayden.
A diferencia de su nieto, el hombre tiene mi completa admiración.
—Señor Lewis —sonrío —lamento eso.
—Parece que sabes pelear —dice intercalando una mirada entre Jayden y yo —aunque agradecería que no volvieras a emplear artes marciales con mi nieto, no quiero que acabe lastimado.
Retengo la sonrisa y Jayden reclama, pero se calla ante la mirada de su abuelo.
—Estaba desprevenido —se excusa —si lo hubiese estado...
—Hubieses terminado de igual manera en el suelo —espeto —siento las molestias que pudimos causar —hablo ahora dirigiéndome al señor Lewis. —Ya nos vamos.
Me aferro al brazo de mi amiga antes de darnos la vuelta para marcharnos, sin embargo, la voz impostada del señor Lewis se deja escuchar, deteniéndonos.
—¿Por qué no subes con Jayden? —inquiere y quiero reír.
—No...—antes de que pueda dar mi respuesta completa, Jayden se adelanta.
—No peleo con chicas —dice él con molestia —lo sabes, abuelo.
—¿Tienes miedo de que una chica te gane?
—No tengo miedo de que una chica me gane —objeta —porque sé que perfectamente puedo perder contra una, lo que quiero decir...
—Es que no crees que yo pueda ganarte —expreso dando un paso hacia él —bueno, entonces eso lo averiguaremos.
—Yo no...
—Pelearé contigo, Badbreaken —Kim intenta protestar, pero la detengo, lanzo una mirada a Jayden y luego a su abuelo —¿puede prestarme un par de guantes?
Él luce divertido, me hace una seña para que pase al interior del club y lo hago, he avanzado un par de pasos cuando consigo escuchar las quejas de Jayden con su abuelo, y la única respuesta que él le da es:
—Ya escuchaste a la señorita, Jay. No la hagas esperar.
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