19.- El silencio también es una traición.
JAYDEN
Mis pasos apresurados se escuchan por el pasillo del hospital. Casi corro siguiendo la dirección que la enfermera me ha dado. Mi corazón golpea con furia contra mi pecho, con una intensidad que creo que puede detenerse en cualquier segundo.
Cuando llego, me detengo frente a la puerta. Hay un leve temblor en mi mano mientras tomo el pomo, sintiendo el frío metal contra las yemas de mis dedos, giro el picaporte con lentitud antes de empujar con suavidad.
—Papá —la voz de mi padre se escucha con un temblor que nunca he escuchado en él —Dios, papá. Tienes que despertar, no te atrevas a dejarme tú también.
Mi padre está a un costado de la cama, no se ha percatado de mi presencia. Permanece dándome la espalda, está inclinado levemente hacia el cuerpo del abuelo mientras sostiene una de sus manos.
—Aún te necesito, papá —algo araña en mi pecho cuando la voz de mi padre se rompe —Jay aún te necesita.
Doy un paso hacia adelante y el sonido sobresalta a mi padre, no aparto la mirada de él así que soy capaz de notar la manera en la que intenta deshacerse de las lágrimas.
Entro en silencio, cierro la puerta con suavidad antes de acercarme. Mi corazón da un vuelvo doloroso, uno tan fuerte que me arrebata el aliento. Él abuelo está sobre la cama, con una máscara de oxígeno, el rostro amoratado y un parche en la cabeza.
—¿Qué pasó? —el pánico se cuela en mi voz. No dejo de mirar al hombre que siempre me ha resultado imponente pero ahora luce tan vulnerable.
Mi padre se aclara la garganta, sus ojos están enrojecidos mientras observa al abuelo. Hay un silencio entre nosotros, como si estuviese reuniendo la fortaleza para hablar.
—Un asalto —dice mientras muerde su labio inferior —tiene...tiene dos costillas rotas, una contusión cerebral, fractura de muñeca y varias lesiones internas. Le quitaron el auto, todas sus pertenencias y solo lo dejaron ahí.
Hay un coraje en su voz, una ira que nunca antes he percibido en papá.
—Un par de hombres lo encontraron y llamaron a emergencias. Los médicos dicen que está estable, pero no saben cuándo despertará,
El miedo araña en mi pecho, me acerco con lentitud hasta conseguir colocarme a un costado de su cuerpo. Extiendo la mano, tomando con delicadeza la que no tiene vendada. Sus nudillos están raspados, y una sonrisa tira de mis labios.
—Se defendió —susurro —es por eso que lo dejaron así.
Mi visión se nubla, siento un peso caer sobre mí porque ver al abuelo en este estado es más de lo que puedo tolerar. Ha estado conmigo, siempre...en todo momento. Mi abuelo es un pilar importante, verlo así...verlo de esta manera se siente como un golpe que amenaza con derribarme.
—¿La abuela ya lo sabe? —inquiero.
Papá asiente.
—Está destrozada, tu madre y tus tíos se han quedado con ella —dice y la voz le tiembla —necesito hacer unas llamadas importantes, ¿te quedas...?
—Sí —respondo de inmediato—me quedo con él.
Mi padre asiente, observa por unos segundos más al abuelo, tiene esa mirada de fragilidad que nunca había visto en él. Como si el hecho de que el abuelo estuviese en esa cama, fuese suficiente para romperlo.
Tal vez lo es, tal vez el abuelo es nuestra debilidad.
Cuando sale, camino con lentitud hasta colocarme en la silla que está al costado de la cama, la tomo por los bordes acercándola más para eliminar la escasa distancia que hay entre la silla y la cama.
—Dijiste que estarías bien —susurro tomando su mano —eres Thunderbreaker, no puedes estar así, necesitas despertar. Te necesito, abuelo.
El sonido de las máquinas monitoreándolo es todo lo que se escucha. Una ira cruda y creciente se instala en mi pecho ante las personas que le hicieron esto.
¿Qué tan cruel tiene que ser una persona para hacerle daño a otra de esta manera?
—Sé que vas a recuperarte —susurro —sé que lo harás, porque eres un campeón, abuelo, y los campeones no nos rendimos jamás.
Cierro los ojos, tratando de contener todo el mar de emociones que amenazan con desbordarme, que tratan de arrebatarme el control. Pero ver a mi abuelo así, verlo tan dañado, tan herido...es algo con lo que no sé como lidiar.
Me siento impotente al no ser capaz de hacer algo más, si pudiera...si pudiera hacer cualquier cosa para hacer que despierte...lo haría sin dudar.
El abuelo tuvo razón al decir que tengo una debilidad, una que no es física.
Mi debilidad...es mi abuelo. Y cualquiera que pudiera descubrirlo, sería perfectamente capaz de acabar conmigo.
Tess se escabulle en el asiento de mi costado, extiende la mano y me entrega el vaso de café.
—Creí que lo necesitarías —dice —¿Cómo estás?
—Tan bien como puedo —admito tomando el vaso —gracias.
Desvío mi atención hacia mi padre, él se mantiene hablando con algunos policías que han venido por el reporte, el auto del abuelo ha sido reportado como robado así que han comenzado con la búsqueda, y también tratan de encontrar a los asaltantes.
Me apoyo contra el respaldo del asiento, tomo una inhalación intentando mantenerme bajo control. No gano nada desesperándome, ni entrando en una crisis de angustia.
—Solo lo dejaron ahí, Tess. ¿Qué tan inhumano puede ser alguien para dejar a una persona herida a su suerte? —sacudo la cabeza —si tuviese enfrente a esos hijos de perra...
—La policía los encontrará —su mano se desliza por mi brazo, su toque se siente reconfortante, se siente como aquello que necesito sentir para no perder la cabeza por completo.
—Gracias por estar aquí —susurro —por acompañarme.
Sonríe, se apega a mi cuerpo mientras extiende la mano para tomar la mía, y entrelazar nuestros dedos.
—Estaré aquí para lo que necesites.
Papá se acerca, tiene el semblante cansado y parece necesitar urgentemente una dosis de cafeína.
—¿Saben algo?
—Sí —dice soltando un suspiro —las cámaras de vigilancia los captaron huyendo con el auto, parece que pertenecen a las bandas delictivas de Southwest. Esperamos encontrar el auto antes de que le hagan un cambio de placas y lo vendan.
—¿Southwest? —ambos miramos a Tess cuando habla —conozco a alguien que se encarga del cambio de placas de autos robados.
La mirada de papá se ilumina.
—Puedo hacer algunas llamadas, tengo un par de contactos que pueden decirnos si el auto llega.
—¿Cómo es que tienes contactos en Southwest? —inquiero ladeando la cabeza.
—Northwest está en conflicto siempre con las bandas del sur, siempre quieren tener controlado el territorio de las apuestas y las carreras ilegales. Tengo un par de informantes ahí, un par de llamadas y podré averiguar si el auto ha llegado, no hay otro sitio al que puedan llevarlo.
—Si pudieras averiguar cualquier cosa, Tess, te lo agradeceríamos mucho —dice papá con suavidad —no quiero dejar que los hijos de perra que le hicieron esto a mi padre se queden libres.
—No se preocupe, señor Lewis —Tessandra sonríe —le tendré información por la tarde.
Papá se aparta, se despide de nosotros y lo miro caminar hacia el pasillo que conduce a la habitación del abuelo. Tomo una inhalación, permitiéndome llenar mis pulmones del oxígeno necesario antes de expulsarlo.
Me apoyo de nuevo contra el respaldo de la silla, cierro los ojos por un par de segundos tratando de apagar la creciente sensación de ansiedad. Llevo cerca de seis horas en el hospital, no he querido irme a pesar de que mis padres dijeron que, si sucede cualquier cosa, ellos me llamarían.
Siento la mano de Tess acariciar la piel desnuda de mi brazo, así que abro los ojos y la enfoco.
—Lamento que tu abuelo esté pasando por esto —susurra —haré lo posible para obtener información que los ayude.
—Te lo agradezco, reinita, en verdad.
—No me tienes que agradecer, me importas, si puedo ayudarte...lo haré con gusto.
Sonrío levemente, manteniendo su "me importas", en la mente.
—Tess, esto puede que nos esté resultando inesperado a ambos —su mirada cambia, adquiere un brillo de emoción mientras mantiene su atención en mí —y sé que con todo lo que está pasando, con la pelea, mis entrenamientos, la universidad...no lo parece, pero mi interés en ti es genuino.
—No tenemos que hablar de esto ahora —susurra tomando mi mano —lo entiendo.
—No tenemos —concuerdo —pero quiero que lo sepas. No es ningún juego, no es por diversión. Me agradas, me gusta pasar tiempo contigo y tú también me importas, muchísimo, reinita. No entiendo como puedo sentir esto tan rápido, pero lo siento, y me gusta sentirlo, me gusta sentir esto por ti.
Sonríe, su gesto tan habitual se filtra en sus labios mientras se inclina hacia adelante, colocando las manos a los costados de mi rostro, y eliminando la distancia que nos separa.
Nuestros labios se encuentran, un choque que consigue traer a mi cuerpo la tranquilidad que necesito, la calma que se me había sido arrebatada desde que mi padre me informó sobre la condición de mi abuelo.
—A mi también me gusta sentir esto por ti —susurra a milímetros de mis labios —me ha gustado desde el día uno.
Coloco la mano al costado de su rostro cuando se aparta, Tess ladea la cabeza, inclinándose hacia mi toque. Me pierdo en sus ojos, en ese verde que me ha cautivado desde que los vi por primera vez, pero que no me permití admitir entonces.
Siempre dije que Tessandra Green poseía una mirada fría, retadora. Una mascara de dureza y hielo, pero ahora...todo eso parece haber desaparecido y me pregunto, ¿cómo no me di cuenta antes?
¿Cómo no me fije en lo bonito de sus ojos? ¿En la forma casi perfecta en la que sus pecas se esparcen por su rostro? ¿En la manera en la que el color cobrizo cae por sus hombros como una cascada de fuego inapaciguable?
¿Cómo no me di cuenta antes de que Tessandra Green es preciosa?
—Me alegrará decirle al abuelo cuando despierte, que estamos saliendo —Tess parpadea —dijo que le agradas, estoy seguro de que se pondrá feliz de saberlo.
—¿Estamos saliendo?
—Claro que sí, reinita —le tomo la mano y la atraigo hacia mí.
Tess se acomoda a mi costado, su delgado cuerpo encaja perfectamente cuando se apoya a mi lado. Y me alegra que, en medio de todo, la tengo a ella.
Tener a mi lado, a la chica con la que menos esperé encontrar un poco de paz.
TESSANDRA
Kim me observa con cautela.
—¿Ubicar un auto? ¿Quieres que llamemos a los informantes para que localicen un auto?
—No es complicado —me encojo de hombros. —Ya hemos hecho esto antes, ubicar cosas que los de Southwest roban.
—Sí, pero obtenemos una paga por eso —Dean se cruza de brazos —¿o este es un favor?
Entorno la mirada hacia él, no hemos hablado demasiado desde nuestra pequeña discusión. Dean se ha mantenido al margen, lo que es extraño en realidad, pero de esa manera nos ahorramos discusiones inesperadas.
—El motivo no importa, necesito que los contacten y averigüen si ese auto ha llegado a las bodegas del sur. Si lo hizo, quiero nombres.
—Tess, ese no es nuestro asunto —Dean camina hacia mí —¿tienes idea de lo que harán los del barrio del sur si descubren que estamos espiándolos? No necesitamos que quieran jodernos antes de la gran apuesta.
Ruedo los ojos. ¿Por qué todos parecían haberse puesto de acuerdo para contradecir mis peticiones?
—No podemos arriesgarnos a encontrar el auto de tu novio, jefa —me mira de manera implacable y tengo que recordarme que somos amigos, y no lanzar mi puño contra su rostro.
—No es el auto de mi novio, es el auto de Luke Lewis el que estamos buscando. Y Dereck Lewis estará muy agradecido con nosotros si le obtenemos información —aseguro sosteniéndole la mirada a Dean.
—¿Ah, ¿sí? ¿Qué tan agradecido? Sabes como nos manejamos aquí, si hacemos un favor, esperaremos uno a cambio. O pronto tendrás a miles de idiotas esperando que les resolvamos sus malditos problemas.
—Tess, Dean tiene razón esta vez —Kim se acerca —si se enteran que hacemos favores sin nada a cambio...habrá inconformidades.
—He dicho...
—¿Quieres que vaya con Damián? —mi cuerpo se tensa cuando menciona al organizador de las peleas ilegales de Northwest, el único hombre que tiene más control sobre los barrios bajos que yo. —¿Quieres que vaya y le diga que su reinita se está dejando llevar por sentimentalismos?
Elevo el mentón, me acerco para estar lo suficientemente cerca de Dean. Su mirada vacila cuando nota la forma en la que lo observo.
—¿Me estás amenazando, Dean? —mi tono sale lento, cauteloso, una advertencia lenta que él conoce a la perfección.
—Te estoy recordando por qué Damián te eligió —responde —porque eres fría, calculadora. Eres analítica y no combinas lo personal con los negocios, porque sabes que hay prioridades y todos creíamos que la bodega lo es para ti, parece que nos estamos equivocando.
Me muevo con rapidez, Dean no es lo suficientemente rápido como para prever mis movimientos. Tomo su muñeca, se queja cuando la tuerzo con fuerza y luego mi rodilla se encuentra contra su abdomen.
—¡Tessandra! —Kim se acerca, pero se detiene tan pronto la miro.
Dean cae, jadea contra las frías losas antes de elevar la mirada, observándome con incredulidad. Me aparto, meto la mano en el bolsillo y marco el número que me sé de memoria.
—Mi reina, hace tiempo no sé de ti —Damián constesta al otro lado.
—Hola, Damián —Kim ayuda a Dean para incorporarse, ambos me miran como si hubiese perdido la cabeza —lamento no haber llamado, pero ya sabes, estoy algo ocupada.
—Puedo imaginarlo, hay una pelea grande, ¿no es cierto?
—Así es, justo por eso te llamo, necesito algo.
—Lo que mi chica favorita pida, ¿qué necesitas?
—Necesito usar a los informantes de Southwest para encontrar un auto, y con eso, a las personas que lo robaron.
Hay un corto silencio en la línea, sé que es arriesgado, pero prefiero que Damián sepa mis movimientos. He aprendido a que no debo darle la oportunidad de dejar cosas sueltas que puedan ser usadas en mi contra.
—¿Robaron tu auto? ¿Se metieron contigo?
Sería tan fácil mentirle, pero Damián no perdona las mentiras. Así que opto por decirle la verdad.
—Digamos que es un favor que quiero hacer.
—¿Un favor? —su voz brota con cautela —nombres, mi reina, no le hacemos favores a cualquiera.
Cierro los ojos.
—La familia Lewis —otro silencio —no me lo pidieron, yo me ofrecí a buscarles información. Pero hay algunas personas que se niegan a seguir mis peticiones porque consideran que estoy siendo sentimental.
Una risa se percibe al otro lado de la línea.
—Sea quien sea el que dijo eso, no te conoce en lo absoluto. —Eso me hace sonreír —de acuerdo, hazlo. Pero que sea única vez, Tess. Si los Lewis necesitan algo en un futuro, tendrán que pagar por eso.
—Gracias, Damián.
Se despide, la llamada se cuelga y miro a las dos personas que se mantienen en silencio.
—Tengo autorización, así que...tráiganme esa información.
Ambos me miran en silencio, pero esta vez, ninguno se atreve a replicar.
Nos toma varias horas localizar el auto, y varias más por fin tener los nombres. No podemos pasarlo a la policía, pero con el auto localizado, ellos sabrán que hacer. Sin embargo, no es eso lo que me preocupa.
La puerta se abre, Dereck Lewis aparece frente a mí. Me mira con algo de confusión mientras me invita a pasar.
—Tess —saluda —¿qué ocurre?
—Tenemos el auto —su mirada cambia —y nombres. Tenemos a los cuatro asaltantes, toda la información que requiera. Nos tomó tiempo, pero la obtuvimos.
—¿Quieres algo a cambio...?
—No —sacudo la cabeza —pero...
Miro a mi alrededor, tratando de asegurarme que nadie está cerca.
—Estoy solo —informa —¿hay algo más, Tess?
Lo miro, mi corazón palpita mientras recuerdo todas las palabras de Dean. Mientras recuerdo su mirada confusa, y la forma en la que él tampoco parecía entender.
—Tessandra —la voz del señor Lewis brota en un sonido firme.
—Señor Lewis...creo que ese asalto...ese asalto fue planeado.
—¿Planeado? ¿De que hablas?
—Cuando obtuvimos la información, los asaltantes dijeron que fue una petición, un negocio. No dieron nombres...pero ¿Quién más querría a Luke Lewis fuera del juego?
El entendimiento cruza por su mirada, se aparta dándome la espalda. Cruza las manos por su cabello, en un gesto de frustración.
—Creo que lo que buscan...es afectar a Jayden de manera indirecta.
—Quieren debilitarlo, saben que su abuelo es su punto débil —asiento —maldición, le dije a mi padre que esto era una jodida mala idea.
Se mueve inquieto por la habitación, camina de un lado al otro como si estuviese intentando encontrar una solución, una rápida.
—Si me permite decir esto, no darán el nombre —me mira cuando hablo —son inteligentes, y son delincuentes. No darán el nombre, aun cuando la policía los atrape. Tampoco puedo involucrarme ni a mis informantes, ¿entiende eso? Lo único que puedo darle es el auto y nombres, pero esto...esto sobre el asalto...
Su mirada se ensombrece.
—Sí, lo entiendo.
—¿Va a decirle a Jayden?
—No —hay una firmeza en su voz, una determinación inquebrantable —saberlo lo enfurecerá y querrá matar a los que le hicieron esto a su abuelo. Si se entera que Cody está relacionado, no será racional. La pelea es en una semana, necesita estar tranquilo.
—Pero...
—Mientras piense que lo de su abuelo fue un simple asalto, estará bien —asegura —mi padre despertará pronto y cuando lo haga, estará de acuerdo conmigo en que no debe de saberlo. Necesito que mi hijo sea racional, Tess, necesito que sea ese hombre analítico sobre el cuadrilátero, alguien que sube por ira...que sube por venganza...no es capaz de ser un ganador. No quiero eso para mi hijo. Así que...por favor...no le digas esto.
Consideré la posibilidad de que el padre de Jayden pidiera esto, pero mentirle se siente como la mierda.
—Tess —se acerca hasta colocar las manos a los costados de mi cuerpo —mantener a Jayden ajeno es lo que debemos hacer.
Meto la mano en mi bolsillo, tomando el papel en donde se encuentra escrita la dirección junto con los nombres.
—Si queremos que el gane, necesita ser racional. Necesita pensar que lo único por lo que peleará esa noche...es por defender su cinturón. ¿Cuento contigo? ¿Puedo confiar en que guardarás el secreto?
—Puede confiar en mí.
El señor Lewis sonríe, le devuelvo el gesto y me despido, él me acompaña hasta la entrada, permanece ahí hasta que subo al auto, y acelero.
¿Puedo confiar en que guardarás el secreto?
Sus palabras se repiten en mi mente, en este instante no pude considerar que guardar el secreto, tal vez era peor que decir la verdad.
No pude prever que mi silencio...también podría ser considerado una traición.
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