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17.- Un camino a la gloria, ¿o algo más?

TESSANDRA 

Observo a Dean con detenimiento, está demasiado concentrado en mirar todas las estadísticas que se muestran en la pantalla. Kim a su lado intenta explicarle los últimos movimientos que han tenido nuestras ganancias.

—Esperamos que se tripliquen —dice ella apartándose del computador —faltan tres semanas para la pelea, cerraremos apuestas un día antes, así que es más que probable que este pronostico sea solo una pequeña parte de todo lo que obtendremos,

Una semana ha pasado desde que Jayden anunció que tendría la pelea con Cody Brooks, todos los fanáticos del boxeo aguardaban esa respuesta, así que tan pronto como fue confirmada, Dean sugirió que abriéramos las apuestas.

—Las apuestas están a favor del campeón —dice Dean.

—Evidentemente —sonrío —realmente tiene la ventaja.

Kim me lanza una mirada divertida, no necesitamos decir nada más para entendernos. Sin embargo, Dean parece necesitarlo.

—Se están mirando de esa forma extraña —dice cruzándose de brazos —¿pasó algo de lo que no estoy enterado?

—Nada importante —me encojo de hombros intentando restarle importancia —no afecta a las apuestas...

—Tess y el campeón están saliendo.

—¡Kim! —me incorporo con molestia —Dios, ¿no puedes guardar un secreto?

—Debería saberlo —me lanza una mirada que entiendo perfectamente —además, ¿por qué quieres que sea un secreto?

—¿Es verdad?

Suspiro, vuelvo a desplomarme contra la silla. Dean me mira, tiene las esquinas de los ojos estrechados por la mirada de escudriño que me lanza. Miro a Kim, mi amiga eleva uno de sus hombros tratando de decir que no es tan importante.

—Sí.

En realidad, creo que estamos saliendo, es decir, no hemos hablado mucho desde nuestra comida compartida en el restaurante, apenas nos hemos enviado algunos textos pero entendía que ahora Jayden probablemente no tiene el tiempo para estar pensando en citas.

—Sabes bien que los asuntos personales no deben mezclarse con las apuestas —el tono de su voz sale tenso, habla con lentitud, pero con un dejo de advertencia —eres la organizadora, no podemos permitir que los apostadores piensen que vamos a beneficiar...

—¿Cómo podría beneficiarlo? —interrumpo —Dean, mis ganancias van más allá de que sea campeón o no, no puedo comprar la maldita pelea si eso es lo que piensas.

—Nuestras ganancias.

—Mis ganancias —me incorporo, Dean echa la espalda hacia atrás en su asiento cuanto me acerco —parece que olvidas quien es la jefa aquí. Tienes razón, las cosas personales no se mezclan con las apuestas y es por eso que no he mencionado que estoy saliendo con Jayden, porque eso...es personal.

El músculo de su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea.

—No intentes cuestionar mi capacidad para dirigir las apuestas, Dean —advierto —porque no te va a gustar como te haré entender que sigo siendo tan capaz como el primer día.

Dean se incorpora, sonríe sin querer hacerlo y lanza la carpeta que tenía sobre las piernas.

—Bien, jefa —pronuncia la última palabra con énfasis.

Cuando se marcha, un suspiro brota de mis labios. Kim se mantiene en silencio, compartimos una mirada antes de que ella decida concentrarse en sus propios asuntos y no mencionar nada.

Dean y Kim han sido mis amigos prácticamente desde el inicio, nunca hemos tenido problemas, pero evidentemente, no puedo dejar que piensen que no soy capaz. En este mundo, no se admiten errores. Uno solo puede costarte un precio elevado, uno que nadie quisiera pagar.

Observo la lista de apostadores que se suman a cada minuto, cierro los ojos por un par de segundos y tomo una inhalación. Siento el aire llenarme por completo, atravesar mis fosas nasales y llegar hasta mis pulmones.

Mi celular vibra, el movimiento consigue desviar mi atención hasta el bolsillo de mi pantalón. Lo saco, deseando que no sean malas noticias y algo parece adueñarse de mí, porque un mensaje de Jayden aparece en la pantalla.

Jayden: ¿Estás ocupada, reinita? Tengo la tarde libre, ¿te parece si tomamos algo?

Sonrío, elevo la mirada hacia Kim. Está lo suficientemente concentrada en la computadora como para prestarme atención.

Tessandra: Estoy libre, ¿pasas por mí? Estoy en Northwest.

Jayden: De acuerdo, envíame la ubicación.

Lo hago, él responde que llegará en quince minutos así que tengo el tiempo suficiente como para dejar todo antes de marcharme.

Reviso que no exista ningún asunto que me requiera y apago la computadora.

—Kim —mi amiga voltea cuando la llamo —tengo que salir, no hay ningún asunto que me requiera, pero si llega a surgir algo, ¿puedes hacerte cargo?

—Sabes que si —responde con una sonrisa —no te preocupes.

Cuando vuelve la atención a la pantalla, la duda por si ella opina lo mismo que Dean me invade.

—¿Crees que Dean tiene razón? —Kim voltea, hace girar la silla en la que se encuentra para conseguir mirarme, y sonríe.

—Claro que no, Tess. —El alivio se filtra en mi sistema cuando la escucho decir aquello —eres alguien que sabe separar bien sus negocios de su vida personal, además, tienes razón. No es como si podamos comprar la pelea del campeón.

—Detesto que Dean crea que esto puede afectarme.

—Dean es un idiota a veces —se encoje de hombros —no le hagas caso, hiciste bien en recordarle cual es su lugar. Jayden sabe lo que haces aquí y no tiene problema, no dejes que lo que Dean opine cambie algo.

Sacudo la cabeza en una negativa, he pasado largo tiempo en esto como para molestarme en darle más importancia a lo que los demás piensan u opinan sobre mí.

—Nos vemos —me despido, recojo la chaqueta que descansa sobre el respaldo de una de las sillas y me la coloco.

—Saluda al campeón de mi parte —dice con diversión cuando estoy por salir. Una risa brota de mis labios, pero no doy más respuesta.

Cruzo los pasillos de la bodega que funciona como nuestras oficinas y voy hacia las escaleras. No me cruzo con Dean y supongo que en realidad eso es algo bueno, no pretendía ocasionar otro enfrentamiento entre nosotros. Su temperamento no es precisamente el más calmado, y el mío no difiere mucho, así que cuando las tensiones surgen, es mejor mantener la distancia.

Cuando llego a la salida, apenas han pasado unos diez minutos, así que me apoyo contra la pared y aguardo por la llegada de Jayden. Hay varios autos cruzando, y un par de idiotas que me miran con recelo, tienen parches en el rostro así que supongo que debieron de haber recibido un par de advertencias para pagar.

Han trascurrido exactamente los quince minutos, cuando el flamante auto de Jayden se detiene justo frente a mí. Sonrío, abro la puerta y la sonrisa y mirada profunda de Jayden me reciben.

—Reinita —saluda.

—Campeón —me escabullo dentro, cierro la puerta y me coloco el cinturón de seguridad.

Solo cuando volteo hacia él, noto el moretón que tiene en uno de sus pómulos. La marca morada se extiende desde la esquina de su pómulo hasta por llegar por debajo del lagrimal, no es algo que pueda ser fácilmente disimulado.

—¿Qué ocurrió? —señalo su rostro.

—Los entrenamientos —dice en un suspiro —se salió un poco de control.

—Supongo que es algo a lo que estás acostumbrado —mueve la cabeza en un asentimiento mientras hace avanzar el auto.

—¿Cómo has estado, Tess? —emplea un tono suave para hablar —lamento no haber enviado mensajes frecuentes, los entrenamientos me consumen toda la tarde y la universidad amenaza con hacerme perder la cabeza.

—He estado bien, no tienes que disculparte, lo entiendo.

—¿Cómo está Lacy?

—Demasiado emocionada por su cumpleaños —Jayden me mira cuando digo aquello —es este fin de semana, puedes venir y traer a Julieth. Tus padres también pueden venir si lo desean, será en un pequeño local cerca de mi casa.

—Estoy seguro de que Julieth estará encantada —confiesa —envíame la ubicación, ¿de acuerdo? Y estaremos ahí sin falta.

Hemos salido de Northwest y las calles coloridas de Portland nos indican que comenzamos a alejarnos de los barrios bajos.

—¿A dónde vamos?

—Iremos al parque de comida de Rose City —informa —hace un clima precioso, ¿no lo crees? Podremos comer ahí y luego te llevo a casa. ¿O tienes que ir por Lacy?

—No, se ha quedado en casa de una de sus amigas, así que tengo toda la tarde libre, o hasta las seis, al menos. Luego tengo que pasar a recogerla.

—Bueno, entonces eres mía hasta las seis, luego te llevo por Lacy y podemos ir por un helado, ¿te parece bien?

Lo miro, este Jayden no se parece en nada al chico con el que interactúe los años anteriores, a ese arrogante y presuntuoso que iba caminando por los pasillos de la universidad.

Ahora luce...distinto.

—Me parece bien —confirmo.

Jayden conduce con rapidez, esquiva con agilidad a los otros autos y estoy segura de que rebasamos el límite de velocidad, pero no parece darle demasiada importancia.

No menciona nada sobre las apuestas, y en cierta parte, eso es un alivio. Recuerdo las palabras de Kim, como dijo que Jayden conocía lo que hago y no parece tener problema con eso, sin embargo, la opinión del chico a mi costado es probablemente la única que me importa.

—Jayden —él voltea —hay algo que quiero preguntarte.

—Sobre las apuestas, ¿no es verdad? —parpadeo, sorprendida de su respuesta. Una de sus comisuras de eleva, mostrando una sonrisa ladeada.

—¿Qué? ¿Cómo sabes que se trata de eso?

—Porque no has dejado de mirarme de esa forma que comienza a ponerme nervioso —admite entre risas —como si te preocupase algo. Sé que las únicas cosas que conseguirían inquietarte sería algo sobre Lacy, o las apuestas. Has dicho que Lacy está bien, así que solo me queda la segunda.

Vuelvo a parpadear, Jayden me lanza una corta mirada antes de centrarla al frente.

—Reinita, ¿realmente piensas que tus apuestas me importan? —no lo dice de forma despectiva, ni sarcástica —no voy a interferir ni a pedirte que me dejes fuera. Es lo que haces, no voy a ser entrometido.

Algo en mi se alivia cuando lo escucho decir aquello, la tensión repentina que comenzaba a crecer se esfuma y vuelvo a sentirme relajada.

—Pensé que tal vez podría ser incómodo para ti —admito —ya sabes...ganaré dinero a tus expensas.

—Muchos ganan dinero a mis expensas —se encoje de hombros —no voy a ser una molestia, ya lo dije.

—De acuerdo —asiento, acomodándome en mi sitio. —Tal vez pueda considerar compartir las ganancias.

Eso lo hace reír, sus ojos se estrechan y pronto el sonido de su risa me envuelve. Tan relajado, tan cálido.

—No me molestaría que lo hicieras, pero apuesta a mi favor —me dedica un guiño —sé que lo te digo, confía en mí.

—Ya lo hago —admito —siempre apostaré a tu favor, no tengas duda.

Jayden ensancha la sonrisa, su mirada se ilumina brevemente antes de volver la atención hacia el frente. Jayden Lewis significa muchas cosas, tantas que estoy segura que nunca terminaría de descubrirlas, pero por ahora...por ahora solo deseo continuar sintiéndome de esta forma tan única que solo el campeón puede provocar.

Llegamos al parque de comida de Rose City cerca de veinte minutos después, nos tomamos el tiempo para explotar las opciones y tras un rato de indecisión, terminamos comprando un par de burritos de tortilla occidental con un tipo de carne que ninguno conocía, pero que parecía realmente apetitosa.

—Así que... ¿tres semanas antes de ser otra vez campeón? —inquiero antes de darle una mordida a mi burrito.

—No quiero confiarme, Cody puede ser muy impredecible.

—Sorprendiste a todos cuando dijiste que pelearías, parece que nadie lo esperaba.

—En realidad no lo sé, creí que todos pensaban que debía hacerlo, pero tal vez me equivoqué —se encoje de hombros —en todo caso, no tuve opción y aunque tuviera otra, realmente esta es la única que me hace sentir bien.

—¿No tuviste problemas con tu abuelo?

—Claramente los tuvimos —una pequeña mueca se apodera de sus labios —pero creo que al final, entendió que no había nada que pudiera hacer para detenerme.

Cuando muerde su burrito, pienso en como es que una persona puede lucir atractiva incluso comiendo. La mandíbula de Jayden se mueve, sus labios se aprietan y luce...sexi.

Parpadeo desviando la atención, fijándola al otro lado en donde varias familias se encuentran reunidas. Una madre espera a su pequeña hija con los brazos abiertos mientras esta da pequeños pasos inseguros, cuando la abraza y la niña ríe, una sonrisa nostálgica se filtra en mis labios.

No he pensado mucho en mi madre, desde su muerte, intenté no recordarla mucho. Lacy necesita a alguien fuerte y la fragilidad nunca parece haber sido opción. Sin embargo, hay momentos en donde la echo de menos.

—¿Estás bien? —volteo cuando la voz de Jayden me trae de regreso. Tiene las cejas fruncidas, mientras me mira con preocupación.

—Sí —sacudo la cabeza —solo estaba pensando en mi madre.

Una mirada comprensiva se apodera de sus ojos. Jayden extiende la mano para alcanzar la mía, sus dedos envuelven los míos y el contacto cálido de su piel contra mi palma se siente reconfortante.

—Yo también soy bueno escuchando —dice con una pequeña sonrisa —puedes hablar conmigo si lo deseas.

Niego.

—Estoy bien, no me gusta hablar sobre eso, es...complicado.

—Entiendo —no deja de mirarme con esa comprensión y me cuestiono como alguien es capaz de expresar emociones tan diferentes.

Recuerdo la manera antigua en la que sus ojos me miraban, con burla, con un aire de maldita suficiencia que me exasperaba. Pero ahora...ahora no hay nada más que una mirada comprensiva y dulce.

—Quiero que vengas a la pelea —dice de pronto —no sé si tenías intenciones de asistir, pero te conseguiré lugares en primera fila, puedes traer a Kim.

No suelta mi mano mientras habla, y yo no hago nada por romper el contacto.

—No solemos asistir a las peleas, ya sabes, tenemos que estar monitoreando las apuestas —respondo suavemente. Cuando reconozco el dejo decepcionado en sus ojos, intento arreglar lo que dije —pero tal vez pueda pedirle a Dean que se haga cargo.

—¿Estás segura? Sé que tus apuestas son importantes.

—Tu pelea es mucho más importante —dejo un apretón en nuestras manos entrelazadas —pelearás por tu título, debo estar ahí.

Jayden dirige su mirada hasta nuestras manos, una sonrisa se cuela en sus labios antes de que vuelva a mirarme.

—¿Quién lo diría, reinita?

—¿Qué cosa?

—Que el campeón y la reina podían alcanzar una gloria compartida.

—¿De que hablas, Jayden? —me rio un poco, apoyando la barbilla en la mano que tengo libre.

—Siempre creí que no podíamos congeniar porque ambos queríamos la gloria, ambos queríamos tener el control. Pero tal vez solo debíamos buscar una manera de convivir sin querer asesinarnos.

—A veces aún quiero asesinarte, no te confíes.

—Y yo a veces aún creo que lo harás un día de estos.

Ambos reímos.

—Somos la reina y un campeón, en algún punto, alguien tendrá que someterse a la voluntad del otro, ¿no lo crees? —cuestiono.

Jayden ladea la cabeza, mantiene una sonrisa y la frase que dice, deja claro que, a pesar de todo, no ha perdido ni un poco de su aire arrogante.

—Ese no seré yo, reinita —me dedica un guiño.

—El campeón sometido a la voluntad de la reina, ¿imaginas eso?

Se carcajea, rompe el agarre en nuestras manos para poder tomar su comida y continuar alimentándose.

—Ni en tus mejores sueños, Tess —le da una mordida a su burrito, aprovecho su silencio para responder.

—No, en esos estás haciendo cosas más interesantes.

Se atraganta, una carcajada brota de mis labios cuando el me mira con los ojos abiertos mientras se recupera. Golpea su pecho, tosiendo levemente, pero sin dejar de mirarme.

—Tranquilo, campeón, que son solo sueños.

Sus ojos se mantienen en mí, cuando se recupera, entrelaza sus manos y me lanza una mirada profunda.

—Eso lo veremos, reinita.

Y es así, como con solo cuatro palabras, que Jayden consigue causar todo un maldito revuelo en mi interior, un revuelo con el que comenzaba el camino hacia algo muy diferente a nuestra gloria.

Solo que aquí, ninguno fue lo suficientemente inteligente como para darse cuenta. 

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