10.- Algo que no ha sido superado siempre vuelve.
TESSANDRA
El sonido de un quejido me hace voltear hacia la cama en donde Jayden se encuentra recostado. Algo en mi se alivia cuando lo noto arrugar el rostro con dolor y el temor de que el golpe de la botella hubiese ocasionado algo más grave se va de mi sistema.
—No te levantes —él arruga las cejas, me acerco con rapidez empujando con ligereza su cuerpo hacia atrás, haciéndolo recostarse de nuevo—. Recuéstate.
Hace lo que le pido, tarda un par de minutos más en poder abrir los ojos completamente y reconocerme.
—¿Tess? —inquiero —¿qué...?
—Te golpearon con una botella de cristal —le recuerdo —y te desmayaste luego de eso.
No creí que Jayden pudiera desplomarse con tanta rapidez, es demasiado pesado como para sostenerlo así que no pude hacer mucho para evitar que cayera contra la carretera. Gracias al cielo Dean había llegado en ese instante, y me ayudó a subirlo al auto.
—¿Dónde estoy? —mira a su alrededor y vuelve a quejarse cuando mueve la cabeza, lleva una de sus manos hacia la parte trasera de su cabeza, sus dedos tocan la gasa que Joshua, el médico de confianza al que siempre llamamos, le coloco.
—En mi casa —su mirada vuelve a mí.
No dice nada por unos segundos, se incorpora levemente de la cama, permaneciendo sentado contra el colchón. Aún mantiene la mano contra la parte trasera de su cabeza y la frente levemente arrugada, así que me incorporo y voy hasta la mesita de noche, en donde están los medicamentos que Joshua recetó.
—Ten, es para el dolor —Jayden aún parece un poco desconcertado. Dejo en su palma el par de pastillas y le entrego el vaso de agua que serví hace poco —¿te sientes bien?
—Siento que mi cabeza va a explotar —expresa en un quejido —pero... ¿cómo...como me trajiste aquí?
Muevo la cabeza en un asentimiento, él toma las pastillas y luego me devuelve el vaso.
—Tus amigos estaban lo suficientemente borrachos como para decirme una dirección, tu celular tenía clave y estabas inconsciente en mi auto así que decidí traerte para que alguien pudiera revisarte. Después de todo, te golpearon por mí.
Solo en ese punto su mirada se posa en la esquina de mi labio, en donde la marca morada comienza a formarse.
—¿Estás bien? —inquiere señalando mi rostro.
—No soy yo quien estuvo inconsciente por horas —respondo con una sonrisa ladeada.
—Así que... ¿me trajiste a tu casa en vez de llevarme a un hospital? —pregunta y reconozco ese tono de arrogancia que tanto lo caracteriza.
Me encojo de hombros, intentando restarle importancia al hecho de que se encuentra en mi cama, mirándome de una forma que consigue ponerme nerviosa.
—Un hospital estaba demasiado lejos, y perdón, pero estaba algo asustada por ti —admito —pero un médico te revisó, dijo que estarás bien.
Un gesto suave se apodera de su rostro, una sonrisa esta vez genuina. De pronto el gesto se va y parece alarmado por algo, así que me apresuro a hablar antes de que tenga oportunidad de responder.
—Me aseguré que tus amigos llegaran sanos y salvos a sus casas —informo —y Kim fue quien trajo tu auto, no te enoja eso, ¿verdad?
—Me hubiese enojado más que lo dejaras en esa fiesta —admite —supongo que tengo que agradecerte entonces.
Se queja de nuevo cuando mueve la cabeza.
—Iré por hielo.
No espero una respuesta, salgo de la habitación soltando un suspiro y cierro los ojos por un par de instantes. Me convenzo de que el hecho de que Jayden se encuentre ahora en mi habitación no cambia nada, lo ayudé, eso es todo.
Voy hacia la nevera, tomando uno de los empaques de fresas congeladas que Lacy ama y vuelvo a la habitación. Jayden se encuentra recostado otra vez, con los ojos cerrados y la frente arrugada.
—Ten —abre solo un ojo cuando hablo, la imagen me resulta graciosa y no oculto la sonrisa —intenté llamar a alguien, pero tu celular tiene clave. Parece que no tienes configurado tu huella digital y...
—¿Intestaste con mi huella digital? —inquiere con una sonrisa burlona —es por eso que la tengo desactivada.
Toma el empaque congelado y lo lleva hasta la parte posterior de su cabeza, los músculos de sus brazos se flexionan y tensan ante el movimiento, dejándome ver lo trabajados que son.
Desde la última pelea que tuvo, el cuerpo de Jayden es notoriamente más fornido. Los músculos de sus brazos están mucho más tonificados, y la espalda atlética reluce más por las camisetas ajustadas que lleva.
—Solo quería saber a quien debía llamar, ya sabes, en caso de que murieses —estoy bromeando, pero Jayden me mira como si hubiese dicho la mayor de las locuras. Una sonrisa se extiende por sus labios antes de que una carcajada brote de ellos.
Su risa se detiene cuando supongo que el dolor regresa porque se queja. Sonrío con ligereza, manteniendo la mirada en su rostro por más tiempo del que debería.
Jayden voltea hacia la ventana de la habitación, sus cejas se fruncen levemente cuando mira la claridad reflejarse en las cortinas.
—¿Qué hora es?
—Son las siete —un suspiro brota de él, y vuelve a recostarse en la cama, dejando el empaque de hielo a un lado.
—Debí de golpearlo más fuerte —dice con los ojos cerrados.
Permanezco en silencio, el hecho de que un idiota se haya atrevido a golpearme, fue inesperado. Pero ver a Jayden golpearlo, lo fue más. Verlo tan dispuesto a defenderme fue algo que nunca esperé ver.
—No te preocupes por eso, ya hay un par de personas encargándose de ellos —abre los ojos, estrechando la mirada y el color de su iris se vuelve un poco más claro.
Jayden tiene unas facciones tan finas, tan definidas, que te atrapan con solo mirarlas por un par de segundos. Normalmente tiene ese gesto de arrogancia y autosuficiencia, un aura de poder que brota de él, pero en esta ocasión, solo hay una tranquilidad que resulta agradable.
—Me abstendré de preguntar —admite frunciendo los labios —después de todo, el idiota que te golpeó lo merece.
Muevo la cabeza en un asentimiento, un silencio se instala entre nosotros, Jayden deja de mirarme para pasar su vista por la habitación. Parece observar cada pequeño detalle, me coloco en el borde del colchón, no demasiado cerca, pero si lo suficiente como para sentir un nerviosismo en mi espalda.
Nerviosismo que hace tiempo no sentía.
Estuve enamorada de Jayden Lewis desde que lo vi pelear por primera vez, la manera de moverse, la forma tan salvaje de defenderse sobre el cuadrilátero, me cautivó. Yo estaba empezando a hacerme cargo de las bodegas, aún era una adolescente con las hormonas sobre el límite que no conocía el autocontrol, así que creí ingenuamente que siendo amable con el campeón obtendría su atención.
Todo salió mal, absolutamente mal. Jayden parecía ser un idiota arrogante que no se molestaba en darle su atención a alguien fuera de su círculo social. Una vez lo intenté, y unas palabras groseras mandándome al carajo fue todo lo que obtuve.
Quería convencerme que no tenía rencor, pero me dañó el orgullo y eso no se olvida con rapidez.
Pero ahora, parece distinto. Tal vez no es el idiota arrogante que le muestra a todos, tal vez no es el chico egocéntrico que me convencí que era. Tal vez es este chico amable que no duda en golpear a alguien para defenderme, ese que envía mensajes de pésame y me obsequia esculturas con mi rostro.
—¿Quieres quedarte a desayunar? —inquiero captando su atención —Lacy está por despertar, haré panqueques.
—No quiero causar mas molestias —dice suavemente.
Me incorporo, recogiéndome el cabello en una coleta antes de encogerme de hombros.
—Solemos desayunar muy solas, nos vendría bien un poco de compañía. Y te lo debo —sonríe, mueve con ligereza la cabeza en un asentimiento, y es todo lo que necesito.
Me aparto, caminando hasta la puerta y cuando la abro, lo miro sobre mi hombro.
—Aguarda aquí, te diré cuando esté listo.
Doy un paso para salir, pero su voz me detiene. Volteo, fijándome más tiempo del debido en la sonrisa de sus labios.
—Gracias, Tess —y la forma en la que pronuncia mi nombre, con suavidad y casi con...agrado...ocasionan en mi corazón un revuelo que creía que no volvería a experimentar por él.
No creí que Jayden pudiera convivir con Lacy de una forma tan natural, como si estuviese acostumbrado a la interacción con niños. Compartimos un ameno desayuno en el que mi hermana y Jayden parecieron congeniar más de lo que pude haber imaginado.
—Tengo una hermana pequeña —informa mientras observamos a Lacy jugar —se llama Julieth.
—¿Es la niña pequeña que te llamó en la galería?
—Esa misma —asiente con una sonrisa —tiene casi la misma edad que Lacy.
Él mantiene la mirada sobre mi hermana, la leve sonrisa de sus labios no se borra en lo absoluto. Un silencio cómodo se instala entre nosotros, y solo cuando Lacy se va hacia su habitación por más juguetes, Jayden vuelve a girarse hacia mí con la intención de hablar.
—No imagino lo complicado que debe ser para ti hacerte cargo de ella, ser responsable de las apuestas y, además, ir a la universidad —no hay ningún signo de burla en su rostro, su voz brota suave, con un dejo de admiración.
Permanezco en silencio, mirando el pasillo asegurándome que Lacy no está cerca.
—Solo nos tenemos la una a la otra —no sé porqué siento la necesidad de abrirme ante él, de mostrarle a la Tessandra frágil, lejos de la apariencia de control con la que me he armado —a veces ni yo entiendo como consigo hacerlo, solo...lo hago. No tengo otra opción, ¿o sí?
—Siempre hay opciones, lo que sucede, es que elegimos aquello que nos parece correcto.
Su mirada profunda consigue crear una sensación nerviosa en mi espina, tomo una corta inhalación repitiéndome que solo es Jayden, el mismo chico al que he llamado idiota y presuntuoso.
El mismo Jayden del que has estado enamorada desde que lo viste pelear.
No. Lo he superado.
—Creo que debería irme —su voz brota de pronto, casi sobresaltándome.
Se incorpora y una mueca se dibuja en sus labios cuando mueve la cabeza. Recuerdo entonces las indicaciones de Joshua, dijo que no era buena idea que condujera.
—No creo que sea buena idea que conduzcas —expreso —¿por qué no llamas a algún amigo que venga...?
—No creo que ninguno de mis amigos esté en las mejores condiciones —se ríe un poco —estaré bien. Solo estoy un poco mareado, pero conseguiré llegar, no te preocupes, reinita.
Me incorporo, de ninguna manera lo dejaría conducir de esa manera.
—No te dejaré conducir así —declaro —así que mejor llama a alguien, o te llevaré yo misma.
Jayden aprieta los labios, tantea su bolsillo hasta buscar su celular. No parece demasiado convencido en llamar a alguien, porque permanece mirando la pantalla, pero al final marca un número y se aleja un par de pasos.
Me quedo en la sala, mirando como habla por teléfono y repitiéndome que no debería estar pensando en espiar sus conversaciones.
—Tess —volteo cuando escucho la voz de Lacy. Ella se acerca hasta donde me encuentra, mirando a Jayden a un par de metros.
—¿Qué pasa chiquita? —se desliza hasta sentarse en el sillón, así que me coloco junto a ella.
—¿Jayden es tu novio? —lo dice en un susurro y con los ojos abiertos como si fuese una sospecha alarmante.
Me rio ante su pregunta, sus cejas se fruncen y sus bonitos ojos azules me miran sin entender el motivo de mi risa.
Me acomodo un poco más cerca de ella, y le coloco un mechón de cabello detrás de su oreja.
—¿Por qué crees eso? —inquiero.
Ella se encoge de hombros.
—Nunca has traído un chico —dice —y sonríes mucho con él. ¿Él te gusta?
No.
Sí.
—No —respondo —y no es mi novio. Ahora, no vuelvas a decir eso, ¿de acuerdo?
—Demasiado tarde —elevo la mirada, Jayden me observa con diversión —ya he escuchado todo.
Hay una expresión divertida en su rostro, camina con lentitud hasta colocarse a junto a Lacy, así que mi hermana queda justo en medio de nosotros.
—Tengo una hermana de tu edad —confiesa mirando a mi hermana —tal vez algún día si tu hermana está de acuerdo, puedas venir con ella. Estoy seguro de que serán buenas amigas.
—¿Escuchaste eso, Tess? —Lacy me mira entusiasmada —¿podré ir alguna vez? Es demasiado aburrido estar sola aquí.
Me lo pienso un segundo, en realidad no conseguía entender porque Jayden comenzaba a comportarse más abale de lo que alguna vez lo ha sido. Ambos me miran esperando una respuesta, cuando no llega, Lacy insiste.
—Sí, claro, chiquita —le sonrío —aunque tienes deberes y según Kim, no has hecho ninguno, así que ve.
Lacy se queja, echa la cabeza hacia atrás pero no pone ninguna resistencia. Se baja del sillón de un salto y se va a su habitación. Un nuevo silencio se crea entre nosotros, uno que dura más porque Jayden no parece tener intención alguna de hablar.
—No deberías mentirle a tu hermanita —sentencia.
—No le he mentido —objeto.
—Ajá.
Volteo, Jayden gira el torso, apoyando el codo contra el respaldo del sillón. Sostiene su cabeza con la mano hecha puño, y hay una leve sonrisa ladeada en sus labios. Su iris parece iluminado, haciendo que el color avellana de sus ojos sea un poco más claro.
—Me ha preguntado si eres mi novio, le he dicho que no. Luego ha preguntado si me gustas, y también he dicho que no —sonrío, tratando de lucir tan convincente como puedo —no seas tan arrogante, campeón. No todas mueren por ti.
—Auch —dice arrugando la nariz —mi ego se siente herido.
Sonrío, echo la espalda hacia atrás, apartándome. Poner distancia entre nosotros parece ser la mejor opción.
—Tu ego sobrevivirá —aseguro.
El sonido de su risa llega hasta mí. Asiente con lentitud, cierra los ojos por un par de instantes y lleva la mano hacia su cabeza.
—Deberías ir a recostarte, en lo que llegan por ti —sugiero —te llamaré cuando lleguen.
No debate, asiente levemente otra vez antes de darme la espalda, y perderse en el pasillo, con dirección a mi habitación.
Cuando se ha marchado, suelto un suspiro y apoyo la cabeza en el respaldo del sillón.
Ya lo he superado.
Me repito cerrando los ojos, ya lo he superado, pero cada vez, me doy cuenta que tal vez, no es del todo cierto.
Veinticinco minutos después, el timbre de la casa suena. Me incorporo, he permanecido todo este tiempo en el sillón intentando no sentirme afectada con la última interacción con el campeón.
Camino hasta la puerta, cuando la abro, el señor Lewis, el padre de Jayden, aparece frente a mí.
Lo he visto de cerca, aunque no demasiado cerca como ahora. En las galerías, estuvimos a un par de metros, pero ahora...Dios mío, si Jayden es apuesto, el señor Lewis lo es mucho más.
Tiene un rostro perfilado, el cabello algo largo acomodado hacia un lado, porta una camiseta blanca y una gabardina en color café. Sus ojos son del mismo color de los de Jayden, pero mucho más expresivos.
—Hola —dice con una sonrisa —tú debes de ser Tessandra.
Asiento, me obligo a reaccionar y apartarme.
—Sí, adelante —me aparto —Jayden está descansando.
Él ingresa a la casa, camina con seguridad, con un porte de poder que se asemeja mucho al de Jayden.
—No me dio muchos detalles, ¿qué ocurrió? —pregunta y un dejo de preocupación se filtra en su mirada —dijo algo sobre un golpe en la cabeza.
Soy consciente de como su mirada recae en el moretón de mi rostro, me aclaro la garganta, temiendo que pudiera considerarme a mí como la culpable de lo que le ocurrió a su hijo, aunque técnicamente lo soy.
—Fue una pelea —ambos volteamos cuando escuchamos la voz de Jayden —un hijo de perra la golpeó, así que la defendí. No esperaba que alguien me atacara con una botella.
El señor Lewis se acerca hasta su hijo, sus cejas están fruncidas mientras examina a Jayden, quien tiene los labios apretados como si eso fuese demasiado incomodo para él.
—Papá, estoy bien.
—Un golpe en la cabeza es serio —reprende —y mucho más meterte en peleas, pueden demandarte. Eres un boxeador, sabes bien que no puedes golpear a las personas, si alguien tomó un video, ¿tienes idea de lo que podría pasar?
La culpabilidad me atraviesa, la mirada de Jayden recae en mí y solo en ese punto su padre parece recordar que están en mi sala.
—Lo siento —se aclara la garganta y gira hacia mí —espero que estés bien...
—No se preocupe, nadie demandará a Jayden —murmuro interrumpiéndolo—lamento haber causado...
—No —dice el señor Lewis —no quise decir que fuese culpa tuya, agradezco que hayas cuidado de mi hijo.
—Sigo aquí, papá —le recuerda —me estrellaron una botella en la cabeza, fue defensa propia, no hice nada ilegal.
El rostro del señor Lewis se relaja, pero aún mantiene una mirada de reproche hacia su hijo. Viéndolos juntos son tan parecidos físicamente.
—Un médico lo revisó, dijo que tal vez sería mejor si se realiza un par de estudios, tiene el medicamento para el dolor y algunas indicaciones.
El padre de Jayden ladea la cabeza levemente, sus ojos se estrechan igual que como hacen los de su hijo, hay una mirada curiosa, como si quisiera descubrir algo en mí.
—Iré por tus llaves —escapo antes de darle la oportunidad de descubrir algo.
Cuando vuelvo a la sala, con el par de paquetes de pastillas y las llaves del auto de Jayden, ellos mantienen una corta conversación que se detiene cuando aparezco.
—Gracias, Tessandra —dice el padre de Jayden —fue un placer conocerte.
—El placer es mío —sentencio, luego miro a Jayden —cuídate, campeón.
Sonríe, asiente antes de dedicarme un gesto de adiós. Los acompaño hasta la puerta, cuando ambos salen y el señor Lewis está por subir, se detiene para mirarme.
—Deberías traer a tu hermana pequeña a jugar con mi hija —dice y no sé como reaccionar —estoy seguro de que Julieth estará encantada de tener a una nueva amiga. Eres bienvenida en la casa cuando gustes, Tessandra.
—Gracias, lo tendré en cuenta —ambos suben. Me quedo en la puerta hasta que el auto avanza por la calle, suelto un suspiro como si de esa forma consiguiera eliminar la tensión en mi cuerpo.
Mi celular vibra cuando estoy de vuelta en el interior, lo saco de mi bolsillo y examino la imagen que hay en el chat de Dean.
"Tu campeón nos ha abierto una posibilidad de apuestas, el nuevo enfrentamiento contra Cody Brooks. Tess, si sucede nos haremos de una gran ganancia, prepárate para obtener mucho dinero"
Resoplo, Dean se encargaba de buscar las oportunidades de apuesta que consiguieran dejarnos grandes cantidades de dinero. Las peleas de Badbreaken siempre nos han dejado la cantidad deseada, pero ahora...ahora tal vez debo dejar al campeón fuera de mis apuestas.
Por mi propio bien.
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