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Capítulo 3: Ecos de la verdad

El sonido del agua goteando desde las paredes rocosas de la cueva rompía el silencio mientras Jake caminaba detrás de Sunghoon. No sabía si seguirlo era lo más sensato, pero no tenía otra opción. La única salida parecía ser a través de aquel hombre y su grupo.

—¿A dónde me llevas? —preguntó, tratando de sonar firme aunque su voz traicionó su nerviosismo.

—A la sala principal —respondió Sunghoon sin voltear a verlo—. Quiero mostrarte algo.

Jake frunció el ceño, mirando a su alrededor. El lugar era mucho más grande de lo que había imaginado. Las luces, aunque tenues, iluminaban un espacio amplio con pasadizos y cámaras secundarias. Algunas de ellas parecían laboratorios improvisados, otras estaban llenas de suministros o herramientas tecnológicas.

—¿Qué es este lugar? —inquirió, tratando de no tropezar con los cables sueltos en el suelo.

Sunghoon finalmente se detuvo y lo miró por encima del hombro.

—Es un refugio. Un lugar donde los que rechazamos el control de los distritos podemos existir.

Jake bufó, cruzándose de brazos.

—¿Y cómo exactamente "rechazan" ese control? No parece que estén haciendo mucho más que esconderse en una cueva.

Un destello de molestia cruzó los ojos de Sunghoon, pero mantuvo la calma.

—Te sorprendería cuánto hemos logrado desde aquí.

Antes de que Jake pudiera responder, llegaron a una habitación más grande. Al centro había una mesa redonda cubierta de mapas y documentos. Varios miembros de la facción estaban allí, trabajando en diferentes tareas. Uno de ellos, el beta relajado que había conocido antes, levantó la vista y sonrió.

—Bienvenido al corazón de Umbra, doctor.

Jake se acercó a la mesa, sintiéndose pequeño ante el bullicio y la intensidad del lugar. En los mapas había marcas que señalaban diferentes puntos dentro y fuera de los distritos. Reconoció algunos nombres: Lumina, Astra, Neon, pero otros eran completamente desconocidos.

—¿Qué es todo esto?

—Son los distritos y las zonas libres —respondió Lily, la mujer con cabello corto, mientras marcaba algo en uno de los mapas—. Todo lo que queda de un mundo que alguna vez fue nuestro.

Jake miró las marcas con curiosidad.

—Siempre pensé que los distritos eran todo lo que existía. No tenía idea de que hubiera zonas libres.

—Claro que no lo sabías —intervino Sunghoon, con los brazos cruzados—. Los distritos te hicieron creer que todo fuera de sus muros era inhabitable, pero no es cierto. La vida fuera de ellos es dura, sí, pero al menos es nuestra.

Jake alzó la vista hacia él, sintiendo una mezcla de desdén y fascinación.

—Y aún así me trajeron aquí porque necesitan algo de los distritos. Parece un poco hipócrita, ¿no crees?

—No necesitamos de los distritos —replicó Sunghoon, su voz firme—. Necesitamos de ti.

El comentario dejó a Jake en silencio, pero antes de que pudiera responder, el beta se levantó de su asiento y se acercó a la mesa.

—Jake, ¿puedo llamarte Jake? —preguntó con una sonrisa amigable—. Soy Sunoo, por cierto. Escucha, sé que todo esto es un poco... abrumador. Pero queremos mostrarte algo que podría ayudarte a entender por qué estamos luchando.

—¿Qué cosa? —preguntó Jake, desconfiado.

Sunoo le hizo un gesto para que lo siguiera. Jake miró a Sunghoon, quien asintió con la cabeza, dándole permiso. Juntos caminaron hacia una de las cámaras secundarias, donde un monitor parpadeaba con una luz azulada.

—Esto es una transmisión interceptada de Lumina —explicó Sunoo mientras manipulaba los controles—. Está encriptada, pero logramos descifrarla.

El monitor mostró imágenes de laboratorios similares al que Jake había trabajado toda su vida. Científicos vestidos con batas blancas revisaban datos en pantallas, mientras sujetos de prueba se encontraban en cápsulas de cristal. Jake sintió un escalofrío al reconocer el equipo y las instalaciones.

—Eso... eso no puede ser real.

—Es completamente real —dijo Lily, que había seguido al grupo—. ¿Cuántas veces te preguntaste para qué realmente servían tus investigaciones?

Jake negó con la cabeza, intentando procesar lo que veía.

—Mi trabajo es sobre la optimización genética. Esto parece...

—Manipulación genética extrema —interrumpió Sunghoon, entrando al cuarto—. Están diseñando a las personas para que encajen en su versión perfecta de sociedad, eliminando cualquier rastro de nuestras dinámicas naturales.

Jake se giró hacia él, su mirada llena de incredulidad.

—Eso es imposible. Nadie podría controlar algo tan básico como la genética humana.

—¿Seguro? —preguntó Sunghoon con una ceja levantada—. Porque eso es exactamente lo que hicieron contigo.

Jake sintió como si el suelo se moviera bajo sus pies.

—¿Conmigo?

—Eres un omega, Jake —continuó Sunghoon, acercándose a él—. Pero nunca te lo dijeron. Nunca te dieron la oportunidad de descubrirlo porque alteraron tu cuerpo y tu mente para que no lo supieras.

Jake abrió la boca para protestar, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Recordó las sensaciones extrañas que había estado experimentando, las punzadas de calor y el vacío inexplicable. ¿Podría ser cierto?

—¿Cómo esperas que crea algo así? —preguntó finalmente, con un tono desesperado.

—Porque lo sientes —dijo Sunghoon, su voz baja pero cargada de convicción—. Lo has sentido desde que llegaste aquí, ¿no es así?

Jake apartó la mirada, incapaz de enfrentarse a la intensidad de Sunghoon.

—Eso no prueba nada.

—Entonces permítenos demostrarlo —dijo Sunoo con calma—. Déjanos ayudarte a ver la verdad.

Jake no respondió. Su mente estaba llena de dudas y preguntas, pero una pequeña parte de él quería saber más. Quería entender.

Y, aunque no lo admitiera, quería saber por qué cada vez que Sunghoon estaba cerca, su corazón parecía latir más rápido.


Gracias por leer la historia ❤️

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