CAPÍTULO 2 - "El inicio de todo"
Nota: me gustaría que mientras leen ek flashback. Escucharan la música.
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La etapa de la preparatoria era una mierda, bueno, en general mi vida lo era.
—Meredith, debes calmarte — la abuela intentó llegar hacia mamá.
— ¿Qué me calme? ¿Piensas que estoy loca? — Resopló — él se va a Washington, dejándonos aquí como si no existiéramos.
Miré al abuelo — "¿Ahora por qué está peleando?" — pregunté, moviendo mis manos.
—"Quiere que nos mudemos" — contestó, pasándome mi cereal.
Volteé hacia mamá — No — dije, seriamente.
Ella me miró —Thea, ¿de qué hablas? — preguntó, poniendo su dedo índice y pulgar sobre el tabique de su nariz.
—No nos vamos a mudar.
—Thea, por favor. Es lo que siempre hemos hecho — dijo, irritada.
—Exacto, siempre hemos estado yéndonos de un lado hacia el otro. Por fin tengo mi vida aquí, ¿para qué nos mudamos?, papá siempre se va, eso no significa que nosotros debamos hacerlo.
Puso sus manos sobre la mesa, inclinándose hacia mí — Yo también trabajo.
—"Thea, no. Tu madre está muy alterada" — el abuelo me miró.
—"A mí también me afectan sus decisiones"
Mamá nos miró — "Nos vamos a mudar, te guste o no"
Resoplé — Si lo que quieres es irte lejos de donde está papá con... con — un nudo en mi garganta se formó, impidiendo que la palabra saliera de mi boca — hazlo. Sí, yo sé que tu trabajo como cirujana es muy importante, al igual que el de papá...
—Mi trabajo también paga los gastos — dijo, interrumpiéndome.
—Por favor — la miré, tomando su mano — sabes que puedes conseguir un empleo en el mejor hospital de aquí. Mamá, no me quiero ir — mis ojos se comenzaron a poner cristalinos — ya toda mi vida está aquí. No seas así — sorbí mi nariz.
Ella se quedó mirando mis ojos por un segundo, para después soltarse de nuestro agarre.
—Yo también sufro, y necesito que alguien en esta familia me apoyé — tomó las llaves de su auto — ¡por una maldita vez en mi vida quiero sentir que alguien está conmigo! — gritó, saliendo por la puerta.
Intenté respirar, pero mis piernas flaquearon, llevándome al suelo, llorando.
LUCK — DIESIOCHO AÑOS.
Acababa de entrar a la universidad. Mi padre había hecho un comentario sobre que quería que me integrara a la fraternidad en la que él estuvo, lo cual no se me hizo nada problemático.
—Tu habitación — dijo el chico, abriendo una puerta.
Asentí, tomando mis maletas con ambas manos y entrando.
Cerré la puerta y comencé a desempacar. Ya que era un año mayor que Matt y Abby, me tocaba analizar el terreno primero a mí solo. Luego de terminar todo, me acosté en mi cama, mirando al techo. Todo estaba muy calmado. En algún punto de mi vida, me había acostumbrado tanto a tener a Thea y a Tommy juntos en la casa, que ahora todo se me hacía bastante solitario.
Miré hacia mi derecha, viendo un portarretratos sobre la cómoda. Éramos Thea y yo, en su graduación de secundaria. Todavía tenía esos brackets morados que ella tanto odiaba, pero que a mí se me hacían divertidos. Me estaba abrazando por la cintura, mientras que yo ponía respetuosamente un brazo sobre su hombro. Ella estaba feliz porque le había regalado un enorme peluche de un pato morado que tanto quería.
— Que feo pato — admití, mirándolo, pero de igual forma reí.
—Oye, Trino... — alguien abrió la puerta.
Alcé mi mirada, encontrándome con una chica con cabello morado.
—Niña uva, se toca antes de entrar — dije, mirándola.
Ella ni se inmutó e hizo explotar su bomba de goma de mascar — Cállate, niño nuevo — y cerró la puerta.
— ¡No trates así a nuestro nuevo invitado, Billie!— gritaron desde abajo.
***
Las semanas habían pasado y era momento de poder volver a casa, claro solamente podía quedarme el fin de semana.
Abroché mi cinturón de seguridad y encendí mi auto.
—Oye, chico nuevo — alguien golpeo en vidrio.
Suspiré y volteé, viendo a la chica con cabello color asfixia — No.
—No te he pedido nada aun — y reventó su goma de mascar.
—Pues lo que sea, no — comencé a subir el vidrio.
Su mano se interpuso y me miró — Yo trabajo para tu madre, imbécil.
—Felicidades — sonreí, sarcástico — ahora, déjame ir.
—Veinte dólares — dijo, sacándolos del bolsillo de sus shorts — no quiero tomar el autobús.
—Te hará bien, necesitas ser más sociable.
Ella levantó una ceja, analizándome — Tú tampoco pareces el Papa.
—Pero yo tengo auto.
—Yo te cambie los pañales — dijo, abriendo la puerta y subiéndose.
La miré — ¿Tuviste buena vista?, eso espero — fruncí mis cejas — además, ¿cuántos años tienes?, ¿setenta?
—Soy siete años mayor que tú — contestó, sin mirarme mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.
Tomé aire, tratando de encontrar la manera de no arrojarla del auto. Peiné mi cabello hacia atrás y la miré — No me gusta que invadan mi espacio personal.
—Ya relájate — sacó un cigarro — necesito llegar allá. Si quieres te pago la gasolina — luego lo puso en su boca y me miró — ¿quieres uno?
Negué, resignándome.
THEA — DIESISIETE AÑOS.
Mis pies se movían muy lento mientras caminaba por el sendero, mi cabello estaba hecho una completa maraña, mis ojos rojos e hinchados. Llevaba la misma ropa de ayer. Pero nada de eso importaba, solo quería llegar a esa puerta y que él me recibiera. Mi mano tembló en el momento en que golpeé la madera blanca con los nudillos.
Retrocedí y sorbí mi nariz, mientras esperaba que la puerta se abriera.
— ¿Thea?
Tommy abrió la puerta, desconcertado. Me miró y tan solo le tomó unos segundos antes de estrecharme entre sus brazos.
HORAS ANTES
—Adiós — Tommy me abrazó fuertemente.
Sí, mi vida podía ser tan mierda como quisiera, pero él, él era mi todo.
Sonreí, abrazándolo — Te veo mañana.
Nos separamos y me miró — ¿Segura que no quieres cenar en casa? Mamá va a decir que preparó sushi, obviamente no fue ella, pero todos hacemos como que sí.
—Hoy cenaré con los abuelos — le sonreí.
Este chico frente a mí había llegado como una bella luz a mi vida.
—Llámame si necesitan algo — me sonrió, despidiéndose.
Asentí y lo despedí con la mano, me esperé hasta que lo vi entrar a su casa.
Respiré profundo y me volteé, mirando la puerta de mi casa. Bueno, no todos teníamos la suerte de haber nacido en una familia tan perfecta como la suya.
—Hola — saludé, mientras pasaba.
Las únicas personas que estaban despiertas eran las que nos ayudaban en casa.
—Tus abuelos ya cenaron y subieron a dormir, dijeron que los disculparas pero estaban cansado.
Le di una sonrisa de boca cerrada — Gracias — caminé hasta la mesa donde estaban las llaves y volteé disimuladamente para confirmar que nadie me veía, y tomé las llaves del auto de la abuela y salí de la casa, subiéndome a él. Era un lindo Mini Cooper color blanco.
Mamá estaba fuera de la ciudad ya hacía un tiempo, así que los únicos que estábamos en casa éramos los abuelos y yo, y normalmente ellos se dormían temprano, pero yo solo quería salir un poco. Conduje hasta llegar al centro de la ciudad, y me estacioné frente a un McDonald's.
Cuando entré, el olor a comida rápida y grasosa inundó mis fosas nasales inmediatamente.
—Bienvenida, ¿lo de siempre? — Tania me miró. Tommy y yo veníamos aquí muy seguido, así que no me sorprendí que ya se supiera mi pedido.
Asentí y le entregué el dinero.
—En un momento está tu comida Thea.
—Gracias — dije, yéndome a sentar a una de las tantas mesas vacías. Suspiré, golpeteando mis uñas contra la mesa de madera, esperando mi pedido.
Alcé mi vista viendo un comercial sobre trajes de baño. Todas las modelos ahí eran delgadas y con lindo cuerpo. ¿Envidia era lo que sentía? No, no lo creo. Me levanté para ir al baño y ahí alcé mi blusa, viendo mi estómago plano.
Reí — Eres idiota — dije, mirándome.
Mi cuerpo ya era delgado por genética, pero mis trastornos alimenticios también interferían en eso. El verme me causaba un enorme conflicto interno, claro que me gustaba verme delgada, pero al mismo tiempo me daba asco.
—Thea — escuché la voz de Tania, llamándome.
Bajé rápidamente mi blusa, saliendo del baño.
La chica me dio mi bandeja — Que disfrutes tu comida.
—Gracias — la tomé, yéndome nuevamente a mi mesa.
Mientras cenaba lo único que pasaba en mi cabeza eran mis padres, ¿por qué se habían casado si tanto se odiaban?, ¿por qué habían tenido una hija juntos si no iban a estar ahí?
— ¿Mala noche?
Alcé mi vista, viendo a un Max, él era un empleado de aquí que ya nos conocía a Tommy y a mí, la verdad era que sí veníamos muy frecuentemente. Hasta el punto en el que ya nos habíamos hecho amigos.
—Sep — dije, llevándome una papita a la boca.
Él rió, acomodándose su gorra para que su cabello rubio no se despeinara — ¿Quieres un café?, ¿o algo calientito? — me miró.
—Acabo de comerme una hamburguesa — dije, tomando mi pay y mordiéndole.
— ¿Me puedo sentar?
Asentí y se quitó su gorra, dejando que su cabellera rubia y rizada brotara.
— ¿Segura que estás bien?
Lo miré, sus ojos cafés me miraban con genuina preocupación.
— ¿Has tenido sexo? — pregunté, para luego darle una mordida a mi pay.
Él abrió los ojos, casi saliéndosele —Thea — dijo, y se levantó.
—Max— lo tomé de su mano — ¿Qué tiene de malo?
—Te traeré un helado de vainilla, eso estará bien — dijo, intentándose librar de mi agarre.
Bajó la mirada, viendo que no lo iba a soltar y suspiró.
***
La educación sexual era algo que no había faltada en mi hogar, siendo hija de dos doctores, desde pequeña tuve una gran charla sobre el sexo y todas, pero todas las medidas adecuadas.
—Me pone muy nervioso que tú no estés nerviosa — dijo Max, quitándose su playera.
Claro que estaba nerviosa, era mi primera vez teniendo sexo. Para mí no tenía gran importancia espiritual mi primera vez, (y se podía ver claramente, ya que lo iba a hacer con un chico que conocía unos meses atrás) tenía más importancia el que no me lastimara, pero no quería tener esos sentimientos de "mi primera vez fue con el amor de mi vida" nah, prefería esto.
—Yo... yo tengo estos — Max sacó de su cajón unos condones de fresa.
Reí y me deshice de mi blusa, dejando a la vista mi brasier blanco — ¿De fresa?
—Thea, ¿segura? — preguntó, mientras se quitaba sus jeans algo sucios por el trabajo.
Asentí y me recosté sobre la cama, apagué la única lámpara que quedaba encendida en su departamento. Mis manos estaban temblando y sentía esos nervios en mi abdomen bajo. Lancé mi brasier y mi pantaleta al suelo, esperando a Max.
—Estoy nervioso — dijo, y yo sentía como su colchón se hundía por su peso.
—Ya has tenido sexo antes, ¿por qué estás nervioso? — pregunté, y miré al techo.
—Porque jamás lo he hecho con alguien que sea su primera vez — su respiración estaba agitada. Se coló entre mis piernas y rozó mi mejilla con sus dedos — Thea, si estás haciendo esto porque estás enojada con alguien, y no porque realmente quieras, podemos parar. Nos vestiremos y...
Tomé su cara, besándolo para callarlo. Ya estaba lo suficientemente nerviosa como para que él siguiera poniéndome. Claro que no estaba muy segura, pero tenía mi consentimiento.
Sus labios se movían más expertamente sobre los míos. Su mano bajó desde mis pechos hasta mi piel rosada y sensible, su pulgar comenzó a frotar mi clítoris haciendo que mi cabeza se pegara más contra la almohada. Iba a tener sexo.
HORAS DESPUÉS.
Tommy y yo llevábamos algunas horas recostados en su cama. Mientras él me abrazaba y esperaba a que yo estuviera lista para hablar.
— ¿Quieres algo de comer? — preguntó, acariciando suavemente mi espalda.
Negué y tomé un largo respiro.
—Tuve sexo — solté de una vez.
Él se tomó unos segundos — ¿Quieres... analgésicos?, podemos ir a comprar... amm... no sé — me miró — ¿todo bien?
Subí mi mirada — Fue con Max.
Él asintió lentamente — Tal vez esto es demasiado personal, pero ¿te lastimó?
—Fue mi primera vez, era obvio que iba a doler — sorbí mi nariz — solo... estoy sangrando un poco.
— ¿Debemos ir al hospital? — preguntó, casi alarmado.
Sonreí y negué —Solo estoy incomoda.
Asentí y ambos volvimos a la posición en la que estábamos antes.
—Así que... supongo que ya no vamos ir a ese McDonald's — dijo,
No pude soportar más la risa, y una enorme carcajada salió de mi garganta.
LUCK— DIECINUEVE AÑOS.
—No — Thea me miró.
Fruncí mi ceño — ¿De qué me perdí?, ustedes aman McDonald's. Me voy por un tiempo a la universidad y cuando vuelvo, ya son totalmente diferentes.
—Queremos cuidar tu físico — dijo ella sonriendo.
Le sonreí igual y alcé una ceja — ¿Lo tomo como cumplido?
Se encogió de hombros, pasando por mi lado y saliendo de la cocina.
La seguí con la mirada y suspiré.
—Seguro que las chicas de la universidad no te sacan tantas canas como ella — dijo Tommy, sentado en un banco.
—Diez dólares a que ya se subió a mi auto y va a querer manejar — lo miré.
—Veinte a que no la bajas de ese asiento — sonrió levantándose y saliendo.
Lo seguí y ambos salimos a donde estaba mi auto y Thea, arriba de él, en el asiento del copiloto.
—Yo manejo — habló, sonriente dejando a la vista sus bonitos brackets azules, y tomando el volante entre sus finos y largos dedos.
—Sip — Tommy sonrió, subiéndose a la parte trasera.
La miré por unos segundos, ella estaba riendo de algo que Tommy le había dicho. Puso música y me miró, sonrió y ahí supe que debía veinte dólares.
Caminé y me subí en el asiento del copiloto — Por favor, no nos estrelles — pedí, abrochándome el cinturón de seguridad.
Luego de una larga disputa para ver a dónde íbamos a comer, y rogar por nuestras vidas con Thea al volante. Llegamos a McDonald's lo cual se me hizo extraño, porque este estaba diez minutos más lejos del que solíamos ir siempre.
— ¿Qué no queda más cerca el otro? — pregunté, bajando del auto.
—No — contestó Tommy, caminando hacia la entrada.
Fruncí el ceño, confundido. Pero aun así, los tres entramos.
—Mierda — Tommy miró hacia la caja.
Volteé hacia ahí y vi al chico que siempre nos atendía en el otro McDonald's, ni puta idea de cuál era su nombre.
—Thea — fue lo primero que salió de su boca.
Volteé hacia ella, pero ya estaba caminando hacia la salida.
—Espera — dijo el chico, saltando sobre la barra y yendo tras Thea.
No esperé ni un segundo y salí con ellos.
—Thea, por favor. Habla conmigo — pidió el chico, tomándola de la muñeca.
Miré el agarré y luego a Thea.
—Max, por favor. No — dijo zafándose.
— ¿Te hice daño?
Volteé hacia el chico — ¿Tú qué? — Respiré hondo — ¿quieres que te mate?
—Solo quiero hablar con ella — él levantó las manos.
—Max — Thea volteo — yo no quiero hablar. Por favor vuelve adentro, nosotros ya nos íbamos.
—Vete Max — Tommy lo miró serio.
Él la miró por unos segundos más y luego a mí, yo no bajé la mirada hasta que entró nuevamente al local.
Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos.
—Me acosté con él — dijo, volteando hacia mí.
Respiré y la miré — ¿Y... estás bien? — abrí mis brazos, esperando a que ella viniera a ellos si así lo quisiera.
Me miró y sus ojos estaban cristalinos. Avanzó lentamente hacia mí, abrazándome y comenzando a llorar. La apreté lo suficiente contra mi cuerpo mientras acariciaba su lindo cabello.
THEA — DIESIOCHO AÑOS.
Todo había estado bien. Mis padres eran algo distantes pero jamás pude decir que eran malos padres, hasta ese día. Justo cuando nos mudamos a California, mamá comenzó a portarse de una manera extraña. Papá cada vez tomaba más turnos en el hospital, mamá empezaba a comprar más botellas de vino, los abuelos cada vez estaban más en casa. Todo... estaba raro.
No sabía en qué punto exacto de mi vida había comenzado mi trastorno, o por qué... no lo sabía, ¿verdad?... mentira.
Mis ojos estaban llorosos, y las horcajadas cada vez eran más graves.
—Yo... ya no quiero — me aferré al inodoro, llorando. Me sentía estúpida, e inútil. Era mi cuerpo y no podía controlar lo que le estaba pasando.
Había acabado de comer hace unos minutos, y mi cuerpo ya me estaba pidiendo devolverlo. Cerré mi boca, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Apreté mis puños hasta el punto en el que mis nudillos se volvieron blancos, y sin poder más. Abrí la boca, dejándolo salir. Ya no era dueña de mí, ni de mi cuerpo.
FLASHBACK.
—"¿Cuántos años cumple la niña más hermosa? — preguntó el abuelo, moviendo sus manos.
Sonreí, acomodándome mi tiara morada que mamá había comprado especialmente para mi cumpleaños — "Doce"
—Que niña tan inteligente — dijo la abuela, dándome un largo beso en la mejilla.
Sonreí y miré la mesa que habíamos preparado especialmente para mis invitados, en el patio de la casa.
—Abuela — volteé hacia ella — ¿crees que alguien vendrá a mi fiesta?
Todos los lugares estaban vacíos. Al igual que en las fiestas de cumpleaños anteriores. No eran muy popular en la escuela, y sumándole que siempre era la niña nueva y rara, no tenía amigos.
—"¿Quién no quisiera venir a la fiesta de la niña más inteligente?" — el abuelo me miró — "y quien no lo haga, es muy estúpido"
Sonreí.
—Vamos a ponerte ese bonito tutú que la abuela compró para ti — dijo ella, tomando mi mano.
Volteé hacia mi abuelo — "¿Podrías cuidar el fuerte mientras regresamos?"
Él hizo una seña militar, asintiendo, lo cual me hizo reí.
La temática de mi fiesta de cumpleaños era sobre el ballet. Y mi abuela me había comprado un bonito tutú de mi color favorito, morado.
—Pero que bonita te ves — dijo, mientras me peinaba un moño, para luego ponerme mi tiara — ¿lista?
Asentí, bajando a toda prisa las escaleras, y poder ver quién había llegado.
Abrí la puerta del jardín y ahí vi a mi papá, lo cual me asombro y entusiasmó mucho. Él jamás venía así.
— ¡Papá!— grité, abrazando sus pies.
Él me dio una ligera sonrisa, palmeando mi espalda — Feliz cumpleaños.
—Gracias — me separé de él, sintiendo como mis ojos se ponían cristalinos, y las lágrimas comenzaban a desbordarse de mis ojos — perdón — usé la palma de mis manos para limpiarme lo húmedo de mis mejillas — es que estoy muy feliz.
El abuelo, estaba detrás de él, pero no tenía ninguna reacción. Cuando se movió un poco, vi a una niña detrás de él.
—Hola — limpie mis lágrimas y sorbí mi nariz, no quería que me viera así — muchas gracias por venir a mi fiesta — le sonreí — perdón, no quería que me vieras llorar.
La niña tenía un tutú en color verde, y recordé que la había visto en una clase de ballet, ella era muy buena.
—Tu tutú es muy bonito — me acerqué a ella.
Pero antes de que pudiera dar un paso más, oí un estruendo detrás de mí,
Volteé asustado, viendo a mamá mirarnos como si de un fantasma se tratara. Había dejado caer los vasos de vidrio que tenía en la mano.
— ¿Mami? — pregunté.
Ella volteo hacia papá — ¿Qué... crees que haces?
—Meredith, esto no está a discusión — dijo, aproximándose a ella.
— ¡Qué crees que haces!— le gritó más fuerte.
Mis ojos bailaban entre ellos, y mis abuelos.
— ¿Papi?
Pero la persona que pronunció esa palabra, no había sido yo
Volteé hacia atrás, mirando a la niña — ¿Papi?, ¿Quién es tu papá? — pregunté sintiendo mi cuerpo agitarse.
Pero mi respuesta se contestó sola, cuando papá la tomó en brazos, sin quitarle la vista de encima a mamá — ¡Ella es mi hija!
— ¡Thea también es tu hija! — le gritó.
Yo estaba aturdida entre la pelea. La niña se aferraba a mi papá, mientras me miraba. Su cabello era del mismo tono rubio que el de papá, y sus ojos amielados eran los mismos. No había duda.
— ¿No estás aquí por mi cumpleaños? — pregunté, mirándolo. Pero al ver su mirada, no necesité nada más.
Corrí hacia la casa, encerrándome en el baño. Recargué mi espalda sobre la puerta, mientras abrazaba mis piernas con las manos y lloraba.
¿La quería más a ella porque era mejor en ballet?, o ¿Cuál podía ser la razón?
Y ahí recordé las palabras de la maestra.
"Tal vez si estuviera un poco más delgada, pudieras hacer mejores los movimientos"
Me levanté del suelo, mirándome en el espejo. Tal vez si lo hacía, papá podría estar más en casa conmigo.
Volteé hacia el inodoro y me acerqué a él, introduciendo mi dedo hasta que las arcadas comenzaron a inundar mi cuerpo
FIN DEL FLASHBACK.
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Hola mis amores espero que se encuentren de lo mejor posible. Bueno, este capítulo fue un poco fuerte. Y es que los trastornos alimenticio no se deben de tomar a la ligera mis amores, siempre hay que buscar ayuda para poder tratarlos.
Pero díganme mis amores, ¿Qué tal les pareció el cap?
Como verán, estaré tratando de actualizar esta bonita historia dos veces a la semana. Jueves y domingos.
¡Esperen el siguiente capítulo porque...! ✨🌚
Eternamente agradecida:
Daira ❤️
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