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26. 𝖵𝖾́𝗋 𝗁𝗈𝗅𝖽, 𝖾𝗀𝗒 𝖽𝗂𝗇𝖺𝗌𝗓𝗍𝗂𝖺 𝗏𝖾́𝗀𝖾

𝖫𝗎𝗇𝖺 𝖽𝖾 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖾,
𝖾𝗅 𝖿𝗂𝗇𝖺𝗅 𝖽𝖾 𝗎𝗇𝖺 𝖽𝗂𝗇𝖺𝗌𝗍𝗂́𝖺.
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1990, Magyarország

❝𝗧𝗵𝗲 𝘄𝗲𝗿𝗲𝘄𝗼𝗹𝗳 𝘄𝗮𝘀 𝗰𝗿𝘆𝗶𝗻𝗴 “𝗡𝗼𝗯𝗼𝗱𝘆 𝗸𝗻𝗼𝘄𝘀 𝗼𝗳 𝗺𝘆 𝗽𝗮𝗶𝗻 𝗪𝗵𝗲𝗻 𝗜 𝘀𝗲𝗲 𝗶𝘁 𝗶𝘀 𝗿𝗶𝘀𝗲𝗻, 𝘁𝗵𝗮𝘁 𝗳𝘂𝗹𝗹 𝗺𝗼𝗼𝗻 𝗮𝗴𝗮𝗶𝗻”❞.

❝𝘌𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘣𝘰 𝘭𝘭𝘰𝘳𝘢𝘣𝘢 “𝘕𝘢𝘥𝘪𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦 𝘮𝘪 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘷𝘦𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢 𝘴𝘶𝘣𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢 𝘭𝘭𝘦𝘯𝘢 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻❞.

Dicen que cuando un lycan no toma la poción Wolfsbane pierde la cabeza con la transformación y, con ella, toda su humanidad. Que cuando la luna consigue el máximo esplendor, un hombre lobo es gobernado por un instinto asesino sediento de sangre. Que aunque su más preciado pariente estuviera delante de él, lo mataría sin compasión y no sería hasta la mañana siguiente que lloraría por aquello que había hecho, sin siquiera recordarlo. Que no hay rastro de la persona, en la máquina de matar que se convierte en el plenilunio. Que solo el hambre de la carne les ciega hasta saciarla. Monstruos, bestias terroríficas sin alma ni raciocinio.


Muchas historias cuentan al respecto, teorías y cuentos para no dormir, sin embargo, solo un auténtico licántropo sabe realmente lo que significan las noches de luna llena sin poción. Y la verdad es que aunque su parte racional es incapaz de manifestarse y controlar sus impulsos, el humano jamás desaparece: permanece en un rincón de la consciencia, atado y amordazado. Incapaz de hacer nada más que observar y esperar.

Esperar a no hacer daño aquellos a los que ama, esperar a morir, esperar el alba y poder olvidar.

De todo esto fue consciente Enllunada durante los días interminables en Dózsa-Haz, la mansión de los Dózsa ubicada en las montañas Bükk, en Magyarország. Una majestuosa casa señorial propiedad de la familia de Joana antes que ésta se llamara Joana.

Cuando nació Enllunada ya existía la poción Wolfsbane, un invento revolucionario y novedoso del pocionero Damocles Belby. Y aunque su elaboración y costo eran desorbitados, cuando a los cuatro años Enllunada empezó a transformarse, Joana procuró conseguirla a toda costa mes tras mes, para que Enllunada pudiera disfrutar de lo que había sido considerado un mal sin remedio, la peor de las maldiciones hasta ese momento. Por eso la pequeña cigány nunca había entendido el miedo de ese tal Remus Lupin acerca de su regalo de luna. Aquello que le ofrecía libertad y armonía con la naturaleza, ¿cómo podía vivirlo alguien como una condena?

No fue hasta estar encerrada en Dózsa-Haz, que lo entendió, que fue consciente de todo lo que habían tenido que vivir sus camaradas durante siglos, antes que ese británico tuviese el ingenio de encontrar una solución en forma de poción. Pues ella hacía una eternidad que no la tomaba. No le dejaban.

Hacía demasiado que la habían llevado en contra de su voluntad a aquel lugar y, a pesar de que los días y las noches se confundían en la cabeza de la pequeña Enllunada, era capaz de saber los meses que habían pasado desde la muerte de su anya gracias a las veces que se había transformado desde entonces.

Sándor Dózsa en persona la había cargado a peso hasta aquella mansión majestuosa de arquitectura gótica victoriana que se encontraba fuera del país de Enllunada. Atada, amordazada y con quemaduras que la habían dejado casi inconsciente, apenas recordaba cómo la había tirado en un suelo enmoquetado delante de Bálazs y Angyalka Dózsa. No se enteró del silencio que reinó en la estancia antes que el señor Dózsa, un mago con barba blanca y entradas igual que su hijo, exigiera saber con una voz que infundía autoridad solo de usarla, que dónde estaba el cadáver de Zsa Zsa. A duras penas escuchó que Sándor decía algo de haberlo dejado en el lugar que le correspondía o que Bálazs le reprochaba haber permitido al «error» seguir vivo. Ni siquiera cómo la señora Dózsa, una bruja de mediana edad y porte elegante cargada de joyas, convencía a su marido que Sándor había tenido una muy buena idea y que aquel error imperdonable de su hija les podía ser útil.

De casi nada de todo aquello alcanzaba a distinguir si había sido real o solo eran pesadillas. Aquella fue la primera y única vez que Enllunada vio a sus nagyszülők maternos que, aunque conocía sus rostros de las veces que habían salido en la prensa, todavía le seguían pareciendo una especie de miraje terrorífico en el que se había quedado estancada desde que Joana yació en el suelo frío ya sin vida.

Hasta el mismo Sándor no volvió a tener contacto con ella aparte de una noche terriblemente convulsa en la que terminó dándole una paliza de frustración ante la evidencia de que Enllunada no era Zsa Zsa. Al único que seguía viendo era a Tivadar, ese chico nervioso de ojos saltones que fue el encargado de encerrarla en el lugar que se había convertido en su prisión.

En aquella mansión en la que uno podía vislumbrar el rastro de una época dorada de riquezas y poder, existían alas en las que sus ocupantes ya no hacían vida y ni siquiera los elfos domésticos iban a limpiar. En una de ellas estaba la sala ostentosa en la que tenían encerrada a Enllunada. De techo alto con frescos en los que se narraba la unión del patriarca György Dózsa con Zaleska (la hija de Vlad Dracul) y las guerras vampíricas que emprendieron bajo su mandato de terror, solo un gran ventanal sucio dejaba pasar un poco de claridad cuando Tivadar se acordaba o quería descorrer las cortinas llenas de polvo.  

No había muebles en aquella habitación, ni siquiera un colchón. Solo una larga y pesada cadena que salía del suelo y se ataba al cuello de Enllunada para dejarla desplazarse por la estancia sin poder huir. Lo probó durante los primeros días, solo provocándose heridas que cada vez le costaban más de auto-curarse, hasta que poco a poco, el cansancio, la malnutrición y la tristeza fueron venciendo a sus infructuosos intentos de escaparse.

Y es que apenas la alimentaban y a Tivadar le encantaba darle el agua en un cuenco como si fuese un perro. Eso cuando no se lo tiraba por encima o quería que lo fuera persiguiendo por la habitación. Al principio Enllunada caía en las jugarretas absurdas que le hacía el mago cuando estaba aburrido e iba a visitarla, pero descubrió que cuando prefería pasar sed o ignorarle, éste la torturaba con Crucios hasta que perdió interés en ella. Una revelación que le costaron semanas de penurias y torturas hasta que ni un solo sonido salió de sus labios, algo que pareció que a él no le satisfacía.

Sin embargo, aquello no era lo más horrible de estar en Dózsa-Haz. Ni siquiera la falta de higiene o que Tivadar se hubiese reído la primera vez que le había pedido la Wolfsbane. Lo más horrible pasaba cada noche de luna llena.

«Dózsa, Dracul, Peverell, Slytherin, Gaunt, Alighieri, Obalonks, Lestrange, Black, Malfoy. Dózsa, Dracul, Peverell, Slytherin, Gaunt, Alighieri, Obalonks, Lestrange, Black, Malfoy».

Enllunada iba repitiendo los apellidos y los nombres de todos los dignos miembros del árbol genealógico pintado en las paredes como si fuera una letanía. Cogió esa costumbre. Los repetía de noche hasta que se dormía, de día en sus horas de soledad, siempre para acallar el silencio y no pensar. Pero a medida que los meses transcurrían, le costaba más aplacar los ruegos y súplicas que se mezclaban con la imagen de Joana muerta entre sus brazos.

—Mit csináljunk a lánnyal? [¿Qué hacemos con la niña?].

Mi vesszük. Hasznos lehet számunkra. [Nos la llevamos. Puede sernos útil].

Era también Tivadar quien se encargaba de sacar a Enllunada de su cárcel en cada plenilunio; pasaba el collar de animal de la cadena que la ataba al suelo, a otra que salía de la varita del mago para obligarla a caminar con sus extremidades entumecidas hasta las mazmorras. Allí volvía a encerrarla en el calabozo más amplio y húmedo de todos. Solo una pequeña rendija con barrotes a lo alto de todo de uno de los muros dejaba entrar un poco de luz dentro de la sala de torturas, permitiendo que, una vez se pusiera el sol, los rayos de luna se adentraran y así la transformación de Enllunada fuera completa.

La primera vez que aquello ocurrió, Enllunada no sabía qué esperar, pues nunca antes se había transformado sin tomar la poción y menos estando encerrada entre cuatro paredes. Por una parte creyó que así no haría daño a nadie sin querer, no obstante, aquella idea se evaporó tan rápido como cruzó el umbral y la magia que insonorizaba la mazmorra dejó de surtir efecto:

En un rincón, sollozando, había un hombre de avanzada edad. Cuando los vio, solo siguió implorando clemencia por su vida y pedía perdón por el agravio que su familia había hecho a los Dózsa. Tivadar le escupió y encerró a Enllunada allí dentro sin ya ningún tipo de atadura. Ella se quedó helada sin moverse durante mucho rato, mientras los rayos del sol desaparecían y la luna empezaba a reclamar el reinado.

El anciano tardó mucho en entender lo que iba a ocurrir, y cuando Enllunada empezó a transformarse con un dolor distinto (que paradójicamente no sufría tanto como cuando tomaba la Wolfsbane), ya era demasiado tarde.  

Fue la primera vez que probó la carne humana, y no sería la última. Cada mes, Tivadar repetía la operación y cada vez la esperaba una víctima distinta.

A menudo eran chicas o hijos de magos y brujas que habían contrariado el poder de los Dózsa. Lo peor eran los niños y niñas, pues al verla se confiaban, le pedían ayuda, armaban planes para huir juntos… hasta que el horror de la verdad se reflejaba en los gritos que llenaban los oídos de Enllunada mientras les devoraba sin remedio.

Gritos que regresaban y martilleaban en su cabeza a la mañana siguiente y por la noche, aún con restos de sangre y carne bajo las uñas.

¡Pofa be!

Muchas historias se cuentan sobre las transformaciones de los y las licántropas, pero realmente, nadie de ellos tiene ni la más remota idea.

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ᵀʳᵃᵈᵘᶜᶜᶤᵒᶰᵉˢ ᵈᵉˡ ᵐᵃᵍʸᵃʳ:

Vér hold, egy dinasztia vége: Luna de sangre, el final de una dinastía.

Magyarország: Hungría.

Dózsa Haz: Mansión Dózsa.

Montañas Bükk: montañas de las Haya situadas en el noreste de Hungría.

Cigány: gitana, zíngara.

Anya: madre.

Nagyszülők: abuelos.

Pofa be: cállate. Quizás alguien recordará que era lo mismo que le chillaba Enllunada a su boggart.

***Vlad III o Vlad Dracul el ‹empalador» fue quien dio origen a la leyenda del Conde Dracula.

***En Enlluclopèdia ya se puede leer la historia de los Dózsa así como toda la información de la Werewolves Rights. En un futuro añadiré mi teoría sobre los vampiros en el Wizarding World.

***Por último, a partir de ahora las publicaciones serán quincenales.

Gracias por seguir al lado de Enllunada, se vienen capítulos bastante darks.

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