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Jungkook está cansado, se frota los ojos con sus manos mientras espera que el portón eléctrico de su casa se abra por completo.
Cuando lo hace, posa las manos nuevamente en el volante y maneja entrando al gran recinto privado de su casa. Estaciona el pequeño auto a un lado de la espaciosa SUV que Taehyung había decidido comprar porque "se tiene que agrandar la familia, ¿no?"
Y Dios, Jungkook ni siquiera es consciente en lo estúpido que luce su rostro al estar sonriendo como un bobo a una SUV solo porque recuerda aquella simple frase que Taehyung le dijo. Sus mejillas coloreándose en un bonito rosado que contrasta con el sol de aquella tarde.
Hay un ruido dentro de la casa, y es lo único lo tiene de vuelta a la realidad. Así que sale del auto, sin olvidar su mochila y el bolso donde guarda su cámara profesional, la cual ocupa en su trabajo.
Camina por la gravilla, pensando en que había salido más temprano, así que debería ser el primero de los dos en llegar.
Alguien abre la gran puerta de roble cuando él sube las escaleras del corredor principal, haciéndolo detenerse en su sitio y levantar la vista hacia la persona que ahora le recibe.
Jungkook sonríe abiertamente. —Taeyeon-noona —le dice, notando cómo la bajita de cabello negro le devuelve la sonrisa de la misma forma. Él pasa adentro, hacia la amplia sala de estar donde deja sus cosas sobre el sillón. Hay un silencio en toda la casa, lo cual le parece extraño porque la mayoría del tiempo tiende a haber mucho ruido, no es que se queje, Jungkook realmente extraña eso, así que se gira y mira nuevamente a la chica, como si intentara pedirle una explicación—. ¿Dónde están?
Jungkook no sabe por qué, pero su corazón se agita de pronto, su pecho se aprieta y siente que puede saltar de la emoción, lo cual resultaría peligroso considerando que el instinto de su animal le haría saltar metros de altura si lo quisiera.
Así que hace un pequeño puchero e intenta relajarse, sintiendo el aroma dulce, natural y propio de su hogar rozar tiernamente su nariz.
—En el jardín, quisieron hacer una especie de camping, ya sabes —Taeyeon sonríe y se encoge de hombros, como si fuera algo normal—, todo un caos, están durmiendo ahora.
—Gracias noona —Hay un brillo de agradecimiento en los ojos de Jungkook cuando le sonríe—, por todo~
Ella se despide feliz, comentándole que no le importaría hacer esto todas las veces que lo necesitaran. Jungkook no tiene más que buenas palabras hacia la hermana de Taehyung. La pequeña zorro ártico siempre fue dulce y amable con ellos.
Cuando ella cierra la puerta, él observa la hora en su reloj de muñeca, confirmando que aún faltaban alrededor de una hora antes de que él llegara.
Así que no pierde más tiempo y hace su camino hacia el extenso jardín trasero. La propiedad era grande, casi como estar en una casa de campo a fueras de la ciudad, completamente cerrada por su seguridad y con el espacio suficiente de pasto verdoso y árboles para que ellos pudieran sacar a su animal y revolotear por donde quisieran.
El día era fresco, un poco caluroso, así que Jungkook no tiene miedo ni tampoco pone el grito en el cielo ni se vuelve todo paranoico cuando camina por la terraza y ve una manta estirada a la sombra de un cerezo.
El sentimiento de antes en su pecho crece, como si quisiera llorar de alegría, su corazón revoloteando en su sitio no haciendo otra cosa que llenarlo de felicidad. De aquella felicidad que solo su hogar y su familia puede brindarle.
Incluso siente que lloraría de alegría, porque es un sentimiento que lo llena por completo, floreciendo en su estómago y dejando en su cuerpo una sensación tranquila, de paz. Como si pese a cualquier dificultad, ver lo que sus ojos presenciaban ahora, era lo suficiente y la mejor medicina que podría curar cualquier problema en sus vidas.
Son dos pequeños bultos, juntitos en el centro de la manta.
Un conejito pequeño, de color completamente negrito se acurrucaba contra un zorrito del desierto bebé.
Ambos lucían como dos pelotitas contrastadas en sus colores, pequeñas y lanudas que se movían ligeramente con las pequeñas respiraciones que daban.
Y el color en el brillo de los ojos de Jungkook se volvió tan intenso, que simplemente era su mirada llena de ternura y amor, porque no había persona, aparte de él y Taehyung, que pudiesen contemplar así de enternecidos a sus hijos.
Jungkook podría pasar horas en cuclillas, así como está ahora, con las manos sosteniendo su cabeza y la sonrisa deslumbrando en su rostro mientras los mira, tan lindos y bonitos. Sus hijos.
En eso, Hyunjin, el zorrito, es el primero que agita sus orejitas de animal, notando el crujir del pasto cuando Jungkook se desliza más cerca de ellos.
El pequeño fénec mueve la nariz húmeda, agitándose al reconocer cierta fragancia y sus orejitas se baten suavemente antes de abrir sus grandes ojos, con los cuales observa a su alrededor. Jungkook le da una sonrisa abierta cuando el pequeño por fin se encuentra con su mirada.
No pasa más de un segundo cuando el animal se levanta bruscamente y se transforma en un niño de cinco años que se lanza precipitadamente a sus brazos.
—¡Papá!
Su grito es chillón y su carita está toda sonrojada de la emoción, con una sonrisita que muestra sus pequeños dientes cuando se abraza a su padre, lleno de alegría ante su reencuentro.
Jungkook abre sus brazos para recibir a su hijo, envolviéndolo con su cálida esencia y es tan sereno y tranquilo que deseaba que la emoción durara por siempre en su corazón.
Sin embargo, nota que el conejito que aún dormía en la mantita, empieza a temblar bruscamente en su sitio, quizá porque la personalidad tímida del animal se hace presencia al sentir que su hermano no estaba junto a él.
—Bebé, asustas a tu hermana, Hyunjin. —Jungkook murmura, besando la sien de su hijo y lo envuelve con un brazo, mientras que el otro lo inclina hacia adelante, estirando los dedos para acariciar suavemente la cabecita de la conejito bebé.
Era muy pequeña, pensó. Jungkook se sorprendía cada que veía la forma animal de su hija, o bueno, de ambos, pues los doctores dijeron que era normal que fueran así de pequeños, considerando el hecho de que ambos niños aprendieron a transformarse a una edad muy temprana.
No así como él y Taehyung. Jungkook aprendió a transformarse a los trece años y Taehyung nunca lo hizo de manera completa, solo podía sacar partes de su animal, debido a que la transformación de un ser mitológico requería demasiada energía para su cuerpo humano.
—Wonyoung... —susurra, con una voz suave que busca arrullar. La conejita reacciona a su melodiosa voz agitando las orejas en un acto animoso y cuando reconoce a su padre ella deja de temblar— Es papá, tranquila.
Ella lo mira, y Jungkook cambia sus iris marrones por unos completamente rosa, dejando ver a su animal para ella, tranquilizándola, pues, a veces del mismo susto, Wonyoung corría en su forma animal, perdiéndose por el jardín, lleno de arbustos y buenos escondites para un pequeño conejito jersey lanudo como lo era ella.
—¡Papi! —ella grita luego de transformarse, riendo en felicidad y yendo hasta sus brazos a su encuentro.
Jungkook se abrazó a sus hijos y su corazón se sintió en paz.
—¿Se portaron bien con la tía Taeyeon?
—¡Síiiii! —dijeron al mismo tiempo. Jungkook los envolvió con la misma manta y los levantó del suelo, cargando a cada uno en cada brazo.
—Bien, ahora toca baño.
—¡Sí! —dijo un exaltado Hyunjin, mientras que Wonyoung tenía un puchero en sus labios, gruñendo bajito cuando se abraza al cuello de su padre.
—¡Nooo! ¡Me dan alergiaaaaa!
Ella gritoneó, pataleando sus piernas regordetas en el aire.
—¿De dónde sacas eso?
—Papi Tae me lo dijo porque siempre me dan ganas de llorar cuando toco el agua.
Dios, Jungkook se hizo una nota mental de recordarle a Taehyung no hablar lo primero que salga de su boca frente a sus hijos porque se lo creen de inmediato.
Bañarlos no fue tan caótico, la tina era gigante, aunque el baño de por sí lo era. Jungkook se había quejado tiempo atrás, pero Taehyung había insistido que todos los espacios deberían ser amplios. Y si Jungkook nuevamente se pone a pensar la razón detrás de eso, terminaría con las mejillas sonrojadas, sonriendo a la nada porque ambos tenían aquel deseo de seguir expandiendo su no tan pequeña familia.
Así que mientras Wonyoung estaba sentada en una esquina, demasiado ocupada jugando con los patitos e inventándoles una familia completa a los diez juguetes de hule; Hyunjin reía y pegaba manotazos al agua de pura diversión, pidiéndole a su papá que por favor le avisara cuánto tiempo lograba durar bajo el agua aguantando la respiración cuando llegó y hundió su cabeza bajo la espuma.
No era un gran problema, su hija de cuatro años era tranquila, introvertida y confiada solo con los de su alrededor, al igual que él, mientras que su hijo mayor, era un poco juguetón, curioso y problemático sí, pero nada que no pudiera controlar, pues, era como una versión pequeña de Taehyung.
Es en eso, cuando Jungkook termina de quitar el champú del cabello negro de Wonyoung, que Hyunjin se tensa en su sitio y levanta la mirada en dirección a la puerta, la cual está abierta y muestra el pasillo vacío.
—¿Uh? —el zorrito bebé no dice nada cuando se levanta de su sitio y suelta un pequeño grito exaltado, y antes de que Jungkook pudiera preguntar, Hyunjin ya estaba moviéndose fuera de la tina, con una gran sonrisa en su rostro cuando grita—: ¡ES PAPÁ!
—¡Espera! ¡Hyunjin mojarás todo el piso! —Jungkook se desliza hacia él, pero su hijo es como un torbellino incapaz de alcanzar con esa agilidad que tiene para escabullirse—. ¡HYUNJIN!
—¡PAPÁAAA!
El chico no se lo pensó dos veces, salió corriendo con toda la espuma en su cuerpo, dejando charcos de agua por donde sus pies pisaban.
Jungkook gruñó con mala cara, pero al ver en la puerta del baño a un Taehyung feliz aparecer, recién llegado, sonriendo y abrazando a su hijo, sin importarle que sus ropas resultaran mojadas y arruinadas, le hizo suspirar enamorado y unirse a las risas también.
Era un lío, sí, pero representaba fielmente su día a día. Cuando los días estaban ajetreados, le pedían ayuda a Taeyeon para cuidar a sus hijos. Entonces, Jungkook trabajaría media jornada en su estudio fotográfico, con la cual tenía un contrato para dos revistas importantes de investigación, mientras que Taehyung pasaría las tardes dando charlas de historia en la universidad.
A veces Jungkook se quedaba todo el día en casa, revisando fotos y editando otras antes de enviarlas a la editorial que correspondía. Cuidaba a sus hijos, jugaba con ellos o los sacaba al lago que quedaba a cinco minutos de su hogar, aunque lo que más le emocionaba a los niños era salir a buscar a su papi Tae al trabajo porque la universidad de SNU era gigante como un castillo moderno según Wonyoung.
Otros días era Taehyung el que tenía los días sin hacer mucho, uniéndose a ellos en los paseos divertidos de campo o simplemente holgazaneando junto a Jungkook, acurrucado a su cuerpo cuando el tío Jin o el tío Hoseok venían y sacaban a pasear a sus sobrinos.
Igual, había días que Taehyung se mantenía despierto hasta la madrugada, preparando alguna clase, alguna charla o revisando pruebas. Jungkook entonces estaría a su lado, con dos tazas de café para ellos y riéndose de las horribles letras de sus alumnos. Preguntándose cómo podían escribir así y cómo es que Taehyung lograba descifrar respuestas que lucían como un manuscrito antiguo difícil de entender.
Era dinámico, pero a la vez era su rutina y estaban bien con ello. No negarían que era un poco difícil seguir el ritmo cuando todo se volvía demasiado ajetreado, y qué decir con lo que les esperaba el próximo año, cuando Hyunjin entre a la escuela y Wonyoung al jardín.
De todos modos, siempre existía la ayuda entre ambos porque se tomaban el tiempo y lo hablaban, quizás ser predestinado siempre les otorgó esa fácil y comprensiva comunicación con la cual podían liberar sus miedos y llorar en el hombro ajeno cuando el estrés era demasiado como para sobrellevarlo por sí mismo.
Taehyung estaba para Jungkook y Jungkook estaba para Taehyung. Siempre.
Después del largo baño y la rápida merienda que Taehyung les preparó a sus hijos, ambos pequeños cayeron dormidos a los pocos minutos después de haber llegado a la sala.
Taehyung tuvo que levantar a Hyunjin del frío suelo, el chico se había quedado dormido sobre su espalda, como una estrella con sus brazos y sus piernas estiradas. No pudo evitar sacar una foto, la cual se uniría a las 12984012 que ya guardaba en su celular y procuró dejarlo suavemente a un lado en el sofá, junto a Wonyoung que dormía plácidamente acurrucada en su propio cuerpo y aw, de nuevo, no pudo evitar sacar otra foto.
Se aseguró de dejarlos tapados con una manta, sacar otra foto por lo adorables que lucían y cuando volvió a la cocina, se sentó en el taburete de la isla cuando Jungkook se ofreció a hacerle un café.
Pero entonces sonrió, viendo lo bonita que lucía la espalda del castaño en aquella camiseta blanca que era suya y no pudo evitar moverse hacia él, ubicándose detrás de su cuerpo para envolver su cintura en un apretado abrazo.
Inspiró profundo, como si quisiera grabarse su esencia. —¿Estás nervioso? —preguntó, sintiendo el aroma de su prometido relajar su propio cuerpo. Vagó su nariz por la nuca, donde olisqueó suave antes de dejar un besito en la piel.
Jungkook en respuesta suelta una risa y deja lo que está haciendo para posar sus propias manos en las que se encuentran entrelazadas sobre su abdomen.
—Más que nervioso, estoy emocionado —confiesa, y sí, cuando Jungkook intenta mirarle por el rabillo del ojo, sin deshacer la posición, Taehyung nota su sonrisa de cerca y sus ojos brillantes mirarle, haciéndole estremecer por completo—. Mañana se repartirán las tarjetas.
El zorrito pareció ronronear, acomodándose mejor contra su cuerpo y pasando las manos ahora bajo el dobladillo de su ropa para tocar su abdomen. —Lo sé, apuesto a que Jin llamará gritando de emoción y todo, lo conozco.
Jungkook deja salir una risa, pensando en que no podría estar más de acuerdo con eso.
—Por cierto, Hoseok-hyung vendrá mañana, quiere sacar a los niños a pasear.
—Bien —asiente Taehyung—, pero alguna queja de los niños y lo mato.
Eso no hace más que hacer rodar los ojos del conejito, por la forma sobreprotectora en la que actúa a veces. Es decir, es Hoseok, quien los conoce del jardín y literal podría patear traseros con sus pies de cabrita si quería.
—Bien, señor sobreprotector, déjame prepararte tu café.
—Está bien —Taehyung se aprieta contra él y Jungkook ahora se gira para encararlo—, es calentito aquí —le dice, escondiendo el rostro en el cuello del menor—, huele rico y eres lindo.
Dios, es tan simple y sincero que Jungkook no puede pensar en nada más que en el hecho de amar a ese chico, con su vida.
Así que desliza las manos por su cuello y enreda los dedos en su cabello castaño rizado. Sonriendo feliz y con el corazón agitado en emoción.
—No puedo creer que nos casaremos en una semana... —susurra, y eso hace que el cuerpo de Taehyung se tense por completo—. ¿Tae?
—Gracias por esto —dice un poco ahogado, con la cara estampada en su piel y Jungkook siente el roce de sus labios hacerle cosquillas ahí—. No te imaginas cuanto te amo, mi amor, daría la vida por ti y compartir nuestro lazo de predestinados me hace sentir tan bien a mí y a mi animal... —Taehyung se separa ahora, para verle a los ojos y Jungkook jura ver estrellas en sus iris grises, los cuales destellan y hacen sacar sus ojitos rosaditos para él. Taehyung le mira con tanto amor, que cuando el chico levanta una mano para acunar su mejilla, Jungkook no hace otra cosa más que inclinarse hacia aquel tierno toque—. No me imagino viviendo esta etapa de mi vida con alguien más, con otra persona porque siempre has sido tú... mis ojos siempre han sido para ti. Incluso me llena el pecho ver que llevas nuestro anillo de compromiso siempre. No es que sea inseguro y desconfíe de ti, pero es un sentimiento bonito, Jungkook, todo lo que me hemos construido... solo quiero cuidarlo.
—Te amo... te amo mucho. —le susurra Jungkook, sus labios temblando porque está casi al borde de las lágrimas.
—Vamos a ser esposos. —Dice Taehyung como si no fuera obvio, como si no pudieran creer el paso que estaban dando. Y bueno, quizás debieron serlo desde hace mucho, desde que decidieron comprar el terreno que tienen ahora, la casa que construyeron y tener a sus hijos. Pero no se preocupan por el orden de las cosas, ellos estarían juntos y cada paso que tomaban, lo hacían con la misma emoción del principio.
—Te amo por siempre, Kook. —Y la voz grave de Taehyung es potente, pero a la vez tan suave y sensible que Jungkook no puede imaginarse todo el amor que siente por aquel hombre.
Sus mejillas se sonrojan, es inevitable, es un efecto que solo Taehyung puede causar, y la sonrisa se le ensancha, doliéndole los músculos de la cara al no contener su felicidad.
—¿Por siempre? —pregunta, inclinándose hacia él para rozar los labios con los ajenos, los cuales le reciben con el mismo delicado gesto.
Taehyung inspira, tomándose el tiempo del mundo y sus labios se estremecen, todo su cuerpo se estremece, haciendo que por acción refleja apretara las manos que ahora acariciaban la cintura de Jungkook, haciendo círculos con su pulgar en la suavidad de su piel, sintiéndose caliente contra sus yemas.
Entonces le mira, como le ha mirado siempre y sonríe, de forma tan sincera que Jungkook no hace más que inclinarse y pegar la frente a la suya.
Taehyung deja escapar una risita y le da un profundo beso en el cual susurra:
—Por siempre.
FIN
~
Ustedes se preguntaran como tuvieron hijos? well shit happens asdlñjk
listu, gracias por acompañarme en esta historia re cortita y tonta asdlñkj, dios dije que era para relajarme pero siento que necesito escribir otra más porque no me relajo aiuda jsksdalkasj en fin graciasssssssss soy sensible y me ponen re soft :((((((((((
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