
──── 042.
He estado deambulando por distintos lugares durante varios días, pues no podía volver a mi casa, porque se suponía que me encontraba en el extranjero junto a mis padres estudiando más a fondo sobre las criaturas mágicas.
Froté suavemente mis manos para obtener un poco de calor. En estos días había comenzado a nevar, por lo que el frío se notaba cada vez más. Dejé la maleta en el suelo, sostuve mi varita, y comencé a pronunciar un encantamiento protector para mantener alejado a los mortífagos o los Carroñeros que rondaban de vez en cuando por el bosque.
La oscuridad comenzaba a hacerse presente, así que iba a abrir mi maleta para ingresar en ella y refugiarme de esta noche nevada. No obstante, en el momento en que toqué mi maleta, oí unas voces acercándose. Inmediatamente, sostuve mi varita y miré por donde provenían aquellas voces; segundos más tarde, un grupo de encapuchados se hicieron visibles.
—Eh, chico. Te he dicho que no te alejes demasiado —mencionó uno de los encapuchados, mientras se detenía y miraba al que iba bien atrás.
—Déjalo en paz —dijo una voz femenina con voz autoritaria. La persona más pequeña del grupo comenzó a acercarse a su compañero—. Hoy has hecho demasiado. Deberías de regresar.
—Él nunca se tomará esto en serio si sigues tratándolo de esa forma, Rowan.
—Cierra la boca —espetó Rowan con aspereza—, o te la cerraré yo.
—No la provoques, Roy —dijo otro encapuchado—. Ya sabes que ella es capaz de lanzarte la maldición asesina si así lo desea.
El tal Roy chasqueó su lengua, y continuó avanzando mientras era seguido por los demás encapuchados que se encontraban a su lado. En cambio, la mujer llamada Rowan se mantuvo parada enfrente de su compañero.
—Vete. Nadie te reprochará.
Rowan se alejó de su compañero, entonces aquel encapuchado emprendió su regreso. No obstante, cuando él pasó cerca de mí, se detuvo y me miró. Mi corazón dio un vuelco cuando vi los grisáceos ojos de Draco Malfoy.
—¿Estás aquí? —preguntó en un sutil susurro, y sus ojos que parecían muertos comenzaban a obtener un pequeño brillo.
Me quedé en silencio, mirándolo por un momento. Tragué saliva, y luego de asegurarme de que no hubiera nadie cerca, deshice aquella barrera que impedía que él pudiera verme. Malfoy se sorprendió al verme, pero, inmediatamente, me abrazó con fuerza y debido a ello terminé perdiendo el equilibrio. Ambos acabamos tumbados en la fría nieve, mirándonos brevemente con ternura.
—No sabes cuanta falta me has hecho —murmuró sin dejar de mirarme—. Cada día que pasaba sentía que iba a morirme del miedo a que algo te hubiera sucedido.
—Estoy bien —musité sin dejar de acariciar su rostro—. Y ahora que te veo me siento mucho mejor.
—¿Qué haces por aquí? ¿Estás con esos tres?
—No. Me separé de ellos hace un tiempo.
—¿Por qué? ¿Qué ha sucedido?
Realicé una mueca al recordar las palabras de Harry, pero luego adapté una expresión tranquila y me levanté de la fría nieve para así volver a realizar aquel encantamiento protector. Malfoy se mantuvo en silencio, mirándome realizar el hechizo y cuando terminé, volvió a plantearme su pregunta.
Le conté lo que había sucedido y como esperaba, él se molestó por las palabras que me había dicho Harry Potter.
—¿Cómo se le ocurre pensar eso? ¡Yo no te pondría en peligro! —exclamó, y volvió a abrazarme—. Seguramente estuvo diciendo el nombre de quien – tú – sabes y por eso los han podido encontrar.
—¿Qué quieres decir? ¿No podemos mencionar su nombre?
—No. Ahora quien diga su nombre será inmediatamente encontrado por sus seguidores.
Una inquietud se plantó en mi pecho porque si esto todavía no lo sabía Harry estaba en un gran peligro.
—Tengo que encontrarlos —musité suavemente, sin romper nuestro abrazo—. Sé que Harry no confía en mí, pero tengo que encontrarlo y advertirle.
—Realmente eres alguien amable —dijo, y alejó brevemente su cuerpo del mío para así mirarme—. Me encantaría poder acompañarte y asegurarme de que estarás bien, pero temo ponerte en peligro.
—Estaré bien. He podido sobrevivir estos días sola, así que unos días más no deberían de ser problema.
—Ten mucho cuidado. No solo hay mortífagos rondando por distintos lugares, sino que también hay carroñeros.
—Lo tendré.
Malfoy llevó sus manos hacia mi rostro y acarició suavemente mis mejillas con las yemas de sus dedos. Sonreí y junté nuestras frentes mientras le mencionaba que me ha encantado verlo.
—Ya es momento de que regrese. Si Rowan vuelve y no me ve, seguramente armará un escándalo —Una sensación de amargura se plantó en mi pecho e incluso se notó en mi rostro—: ¿Qué sucede?
—Nada. Es solo que pude notar brevemente que tú y esa chica llamada Rowan se llevan bien.
Él se sorprendió, pero no tardó en soltar una pequeña risa.
—¿Estás celosa? —preguntó, y ahora era yo la que se encontraba sorprendida.
¿Era esta sensación causada por los celos? No lo sabía realmente, ya que era una sensación totalmente nueva para mí.
—No lo sé. Tal vez lo sea —respondí con un poco de inquietud.
Draco volvió a colocar sus manos en mi rostro para que así lo mirara.
—Sean o no celos, no tienes de qué preocuparte —dijo sin despegar la mirada de la mía—. Solo hay una mujer a la cual yo quiero de forma romántica y esa eres tú.
No pude evitar sonreír ante sus palabras. Entonces él acercó su rostro y rompió la distancia que manteníamos al unir sus labios con los míos en un encantador y dulce beso.
—Ten mucho cuidado —dije cuando nuestro contacto se rompió—. No quiero que nada te suceda.
—Lo tendré. Así que tú también ten mucho cuidado.
—Está bien.
Draco juntó una vez más nuestros labios para luego separarse y mirarme con cariño mientras se iba. En cambio, yo me quedé en mi sitio mirándolo irse y cuando desapareció de mi vista, suspiré e ingresé a mi maleta para preparar unas cosas y comenzar mi búsqueda en Harry.
Nunca esperé que mi encuentro con el trío de oro se fuera a presentar tan rápido. Yo estaba caminando por el bosque cuando de repente ellos se aparecieron frente a mí con una expresión de inquietud y terror.
—Sabía que no podíamos confiar en él —reprochó Ron, quien se levantaba del suelo y respiraba profundamente—. Está loco.
—Solo quería recuperar a su hija —dijo Hermione al momento en que miraba en mi dirección—. ¡Ainara! —exclamó fuertemente, y corrió a abrazarme—. ¿Cómo es qué estás aquí?
—Me habías hablado una vez de este bosque, así que pensé que podría encontrarlos por aquí —dije con calma—. ¿Se encuentran bien?
—Lo estamos —respondió Harry, quien se acercó y se paró frente a mí—. ¿Cómo estás tú?
—Estoy bien —respondí con una pequeña sonrisa.
Un pequeño silencio se formó entre nosotros. Ambos todavía estábamos incómodos por la forma en la que nos separamos.
—Lo lamento —dijo finalmente Harry—. No estaba pensando con claridad. Dije todas esas por la rabia que sentía.
—Está bien. Olvidémonos de ello —dije, y noté una inquietud en su persona. Tal vez por el hecho de que no le he aceptado por completo sus disculpas—. ¿Qué ha sucedido?
—Hemos logrado destruir otro Horrocrux —dijo Hermione.
—Y tenemos la pista de que Vol...
—¡Espera, Harry! —exclamé—. ¡Ese nombre es tabú!
—... demort va tras la Varita de Saúco —finalizó, y de manera repentina un fuerte «¡crac!» sonó y unos encapuchados se aparecieron a nuestro alrededor.
Hermione y yo nos miramos entre sí, luego tomamos nuestras varitas y lanzamos unos hechizos contra nuestros enemigos para finalmente correr de aquel lugar. Corríamos mientras esquivábamos y contrarrestábamos los hechizos que nuestros enemigos nos lanzaban, pero desafortunadamente ellos nos superaban en números y, debido a ello comenzamos a ser acorralados.
Viendo que no teníamos escapatoria alguna, Hermione volvió a alzar su varita y lanzó un hechizo hacia Harry, lo cual provocó que su rostro comenzara a hincharse rápidamente, al mismo tiempo que los pasos pesados de nuestros enemigos se acercaban a nosotros.
—¿Creían que podían huir de nosotros? —preguntó una voz femenina, la cual identifiqué inmediatamente debido a que la oí hace unos días.
Se trataba de Rowan, la mujer que acompañaba a Draco en aquel día de invierno.
—¿Qué demonios te ha sucedido en el rostro? —preguntó una voz masculina mientras se acercaba a Harry y sostenía fuertemente su rostro.
Aquel hombre se trataba de Greyback; un hombre lobo que intentó devorarme cuando estábamos en la torre de astronomía.
—Me han picado unos insectos —respondió Harry.
—Mi estómago se revolverá si me lo trago —dijo Greyback—, pero tal vez con una cerveza de mantequilla se agilice.
—Espera un momento, Greyback —dijo Rowan, y se acercó para mirar más fijamente a Harry—. ¿Qué tienes en la frente, muchacho? —preguntó en voz baja, y presionó fuertemente la frente del chico—. Al parecer hemos encontrado lo que tanto buscábamos.
—¿Hablas de Potter? —preguntó uno de los encapuchados.
—No. Hablo de tu madre —dijo con desdén y provocó las risas de sus compañeros—. ¡Claro que hablo de Potter, idiota!
—¿Qué pretenden hacer? ¿Le avisarán, o lo harán venir hasta aquí? —preguntó otro encapuchado, que parecía muerto de miedo.
—No, nosotros... —Rowan calló sus palabras, apartó su rostro de Harry y miró a sus compañeros—. Lo llevaremos a la mansión Malfoy. Allí se llamará a nuestro Señor.
—Solo necesitamos a Potter. Puedo devorarme a los demás, ¿no? —dijo Greyback, y miró a su alrededor hasta posar su grasienta mirada en mí—. Un momento... Ese rostro se me hace muy conocido —dijo, y comenzó a acercarse hasta donde me encontraba—. Ya nos hemos visto antes, ¿no?
—No —respondí firmemente.
Greyback se mantuvo mirándome muy fijamente y con su mugriento dedo tocó suavemente mi rostro para así analizarme con más atención.
—Te recuerdo. Eres aquella muchacha que ese chiquillo Malfoy me impidió devorar.
—¿Cómo dices? —preguntó Rowan, quien pareció interesarse más por la situación—. ¿Draco la protegió?
—¡Sí, Sí! Yo pensaba devorármela cuando Dumbledore falleció, pero Malfoy me lanzó un hechizo y me impidió hacerlo —explicó, y el rostro de Rowan se retorció por completo—. Tal parece que hoy es mi día de suerte. Tendré un exquisito bocado.
—¡Déjala en paz! —gritó Harry.
Mi cuerpo tembló cuando he visto a Greyback mojarse los labios y mostrarme sus dientes, pero antes de que pudiera hacer algo, fue rápidamente detenido por la voz autoritaria de Rowan.
—Nos llevaremos a todos a la mansión Malfoy —dijo seriamente, y sus palabras no parecieron agradar al hombre lobo—. La chica será tuya, Greyback. Incluso podrían darte a la otra también —dijo al momento en que miraba a Hermione—. Pero antes debo encargarme de algo.
Greyback la miró fijamente y luego de unos segundos de pensarlo, aceptó. Rowan ordenó que nos sostuvieran firmemente para que así no escapáramos, entonces nos desaparecimos y aparecimos en un sendero rural que nos llevaría hacia la mansión Malfoy.
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