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──── 001.

Leía un libro sobre las criaturas mágicas más peligrosas cuando he oído unos fuertes chillidos. Como siempre iba a ignorarlos y concentrarme en mi lectura, pero aquellos chillidos de lo que sería un animal han llamado mi atención.

Cerré un momento mi libro, y entonces comencé a seguir los chillidos de aquel animal. Varios alumnos se encontraban amontonados entre sí por lo que me adentré como pude entre ellos.

Ahogué un grito en el instante en que veía como nuestro nuevo profesor de DCAO elevaba a un pequeño hurón a unos tres metros del suelo para luego hacerlo caer con demasiada fuerza.

—¡Basta! —exclamé, no pudiendo aguantar la atrocidad de aquel maltrato—. ¿Cómo puede maltratar a esa pobre criatura?

He corrido hacia donde había caído el hurón, entonces lo acuné en mis brazos para así protegerlo de aquel profesor que abusaba de él. El pequeño animal me miraba fijamente y llamó por completo mi atención aquellos ojos grisáceos, los cuales me habían gustado.

Me preguntaba si podría quedarme con este pequeño hurón.

—¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada.

La profesora McGonagall bajaba por la escalinata de mármol, cargada de libros.

—Hola, profesora McGonagall —respondió Moody con toda tranquilidad mientras miraba al hurón que se encontraba oculto en mis brazos.

—¿Qué... qué está usted haciendo? —preguntó la profesora.

—Enseñar.

—... Moody, ¿eso es un alumno? —preguntó la profesora al tiempo en que dejaba caer todos los libros.

—Sí —contestó el profesor Moody, dejándome confundida—. Ahora niña. Deja a ese hurón en el suelo.

—Como futura Magizoologista debo negarme a esa petición.

—¿Quieres también una lección, niña?

—¡No! —vociferó la profesora McGonagall, bajando a toda prisa la escalera y sacando la varita. Al momento siguiente el hurón desapareció y en su lugar apareció un muchacho de cabello lacio y rubio.

Aquel muchacho se encontraba sobre mí debido al hecho de que anteriormente se encontraba en mis brazos al estar transformado como un hurón. Sus ojos se conectaron con los míos y en ellos he podido notar las lágrimas a causa del dolor y la humillación por la que fue expuesto.

El chico se levantó a toda prisa, rompiendo por completo la pequeña conexión que mantenían nuestros ojos. Entonces miró a Moody con odio y murmuró una frase de la que pude entender claramente las palabras «mi padre».

—¿Ah, sí? —dijo Moody en voz baja, acercándose con su cojera unos pocos pasos. Los golpes de su pata de palo contra el suelo retumbaron en todo el vestíbulo—. Bien, conozco a tu padre desde hace mucho. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca... Dile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?

—Sí —respondió el chico, con resentimiento.

—Otro viejo amigo —gruñó Moody—. Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape... Vamos, adelante...

El profesor Moody agarró del brazo al muchacho para conducirlo de camino a las mazmorras.

—Ah... Y yo que pensé que tendría una nueva mascota...

—Quiero fijar esto en mi memoria para siempre —oí mencionar a un muchacho, quien tenía los ojos cerrados y una expresión de inmenso bienestar en la cara—: Draco Malfoy, el increíble hurón saltarín...

—Sin embargo, Malfoy podría haber quedado herido de verdad —dijo la muchacha que lo acompañaba—. La chica de Hufflepuff y la profesora McGonagall hicieron bien en detenerlo.

—Esa chica de Hufflepuff debió mantenerse al margen. Así hubiera disfrutado más de esa humillación —expresó de manera malhumorada, sin abrir los ojos—. ¿Oyeron lo que dijo? «Como futura Magizoologista...»

—¡Ron! No deberías burlarte así de las personas.

Ninguno de los tres amigos que estaban ahí parados había notado que yo todavía me encontraba en el lugar, escuchando claramente lo que decían.

—Hermione tiene razón.

—Harry, tú siempre le das la razón a Hermione —dijo, abriendo los ojos y captando de esa forma mi presencia—. Eh...

El rostro del muchacho comenzó a cambiar e inmediatamente me dio una disculpa. Simplemente me limité a sonreírle para así luego sostener con fuerza mi libro de criaturas mágicas y así finalmente alejarme de todo ese bullicio.

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