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2. Random

La tercera vez que lo vio fue pura suerte. Llegó de casualidad a un restaurante y le encontró cenando con un niño que llevaba una linda gorra y una gran chamarra. El pequeño tenía ojos verdes preciosos pero algo apagados, piel tan blanca que casi parecía un fantasma, pero una sonrisa sincera para su padre que le preguntaba algo que no pudo escuchar.

Sus pasos le llevaron hasta ellos, no pudo evitarlo. Carraspeó para llamar su atención y sonrió torpemente, un poco nervioso, tal vez demasiado.

—Hola, Otabek —saludo tratando de mantener la voz normal.

—Jean —murmuró sorprendido, sin borrar su sonrisa—. Ésta si es una sorpresa.

Sean observó al extraño un par de segundos y le sonrió, tranquilo, si era amigo de su papá entonces era bueno.

— ¿Quieres sentarte con nosotros?

—Celebramos el cumpleaños de papá —agregó el pequeño, tenía una voz adorable y su rostro adornado con la pequeña sonrisa parecía de un ángel.

—Habría traído un regalo de haberlo sabido —le sonrió ampliamente, enternecido—. Soy Jean, ¿y tú?

—Sean —tomó su mano para saludarle, animado.

Leroy sintió su mano pequeña estrechando la suya, era adorable, pero también preocupante la casi nula fuerza que tenía.

—Eres el amigo de papá del hospital —dijo cuando recuperó su mano, comenzando a jugar con sus pies.

—Sí, ese soy yo —se sentó al lado de Otabek, quien le ofreció el asiento.

— ¿Cómo está tu madre? —preguntó el de lentes, dejando su taza de lado.

—Mucho mejor, pero se sigue quejando como si recién hubiera salido del quirófano —soltó una risita—. La descubrí bailando y cantando ayer cuando fui a verla, luego corrió a su cama para hacerse la sufrida.

Se rió inevitablemente, cubriendo su boca, a diferencia del pequeño que soltaba risitas apenas audibles. JJ pensó entonces que se parecían mucho cuando reían.

—Se suponía que vendríamos a cenar pero no ha llegado, seguramente está pensando que ponerse desde hace dos horas.

—Ella llegará pronto, no te preocupes.

—Estoy más preocupado por lo que se puede tardar que si llega o no.

La mesera se acercó y tomó la orden de Jean, alejándose casi en seguida. El niño dejó su tenedor de lado, lo más disimulado que pudo, su estómago no iba a soportar un bocado más.

—Bebé, come un poco más —le pidió su padre, estirándose para tomar su tenedor.

—Ya no quiero, papá, voy a vomitar.

—Apenas y lo tocaste, Sean —tomó un pedazo de fruta con el tenedor y se lo extendió—. Come un bocado más y ya.

El pequeño hizo una mueca y tallo su ojo con el puño cerrado, la verdad ya no quería comer nada, era como si tuviera un nudo en su estómago y nada pudiera caer ahí.

Jean observó al niño, quien parecía con algo de malestar, y luego al padre,  quien estaba más que preocupado. Hizo una mueca y medito seriamente si podía ayudar o no.

—Oye, Sean —le llamo con una sonrisa leve—. Hoy es cumpleaños de tu padre, ¿no?

El pequeño asintió, sin comprender, y Otabek lo vio igual de confundido.

—Como regalo, ¿podrías intentar comer un poco más?

Sus ojos cristalinos bajaron a la fruta en su plato y luego pasaron a su padre, últimamente solo había preocupación en su rostro; suspiró de forma audible y tomó el tenedor tratando de comer un poco más, se sentía tan culpable por hacer que su padre no estuviera del todo bien.

—Gracias —la mano de Otabek acaricio la cabeza de su hijo, y le dedico una mirada al otro como agradecimiento.

Leroy sonrió levemente, restándole importancia al asunto, bebiendo tranquilo de su taza.

—Cariño, lamento la tardanza —una mujer se detuvo junto a la mesa y luego observó a los otros dos presentes—. Jean, debiste decirme que tendríamos compañía, no vengo arreglada para esto.

El mencionado rodó los ojos y le indicó que se sentara frente a él, junto al menor.

—Sean, Otabek, ella es mi mamá, Nathalie —presentó, sonriéndoles a ambos—. Mamá, él es Otabek y su hijo Sean, te hable de ellos.

La mujer abrió los ojos, recordando ese día en que su hijo llegó corriendo a llorar con ella, explicando con prisas y entre hipidos el porque. Sonrió enternecido, su hijo gritaba con la mirada que no lo delatara y ella realmente quería mencionarlo.

—Lo recuerdo —posó una mano en la cabeza de Sean—. Me gusta mucho tu gorro.

—Gracias, señora —el pequeño esbozó una sonrisa tímida.

—Es un placer conocerlos —aseguró, extendiéndole una mano a Otabek.

Él la tomó de inmediato, ella pensó en todo lo que Otabek tenía que pasar con sólo mirarle.

—Lo mismo digo, señora.

—Pueden decirme Nathalie —la mujer observó al niño quitarse el gorro, dejando al descubierto su cabello rubio, muy delgado y fino—. Eres un niño precioso, Sean.

El pequeño se sonrojó y sonrío ampliamente, por primera vez en mucho tiempo, el padre se sintió realmente agradecido.

—Es que me parezco a mi mamá.

—Tu mamá debió ser la mujer más hermosa en la tierra.

—Claro que sí, por eso papá se enamoró de ella.

—No lo dudo, tu papá parece de buen gusto —Nathalie estaba fascinada, cuanto le había rogado a su hijo por un nieto, le daba igual si se casaba o lo adoptaba, ella sólo deseaba un nieto—. ¿Tu mami era bailarina acaso?

—Sip, papá dice que mamá fue bailarina y patinadora sobre hielo, me enseña muchos videos de ella cuando se lo pido.

—Ya me parecía haber visto esos lindos ojitos en otro lado —acaricio su mejilla, con ternura—. Lamento lo de Yuri —murmuró a Otabek.

—No hay que lamentarse por ello, fue decisión de ambos el darle la oportunidad a Sean.

El niño se puso de pie cuando sintió que no podía comer más, subió al regazo de su padre y se acomodó ahí, no le gustaba la expresión triste cuando hablaban de su madre.

— ¿Conocía a Yuri?

—Ocasionalmente, por competencias, yo también fui patinadora y estuve entrenando a una jovencita rusa durante el apogeo de Yuri, ella era magnífica.

—Sí, lo era.

Jean escucho atento todas las historias de Yuri en el hielo que su madre contaba, también algunas anécdotas de cuando estuvo embarazada por parte de Otabek y se percató cuando el menor se quedó dormido en los brazos de su padre.

Había sido una plática amena, había conocido un poco más a Otabek y mucho sobre su difunta esposa, incluso sobre el nacimiento de Sean. Al final intercambiaron números y se ofreció a llevar a su amigo a su hogar. Aún había algo en él que le hacía sentir triste.

Hey y'all!
Aquí el siguiente cap, si puedo actualizo hoy también the story o hunt & die, ya veré :3

Qué tal el cap?
Ya conocen al pequeño Sean. Es un niño adorable, pero muy débil.

Gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitas

Rave (◡‿◡✿)

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