
Capítulo 17. Segundas Veces
—Me di cuenta de que algo malo sucedía cuando mi mamá me empujó al piso y me pidió que me quedara callado. Se veía asustada, así que le hice caso, pero todos los días me arrepiento. —Su mirada se desvió de la mía—. Me quedé escondido mientras los hombres entraron y apuntaron las armas en su dirección. No fui capaz de reaccionar cuando uno de ellos la sujetó y golpeó pidiéndole que le dijera dónde estaba la caja fuerte.
Le di un apretón a su mano y como respuesta Maddox la tomó y la llevó a su boca para dejar un pequeño beso antes de seguir hablando.
—Cada que cierro los ojos y me quedo dormido veo el charco de sangre que quedó esparcido alrededor de su cuerpo. Si la noche no es buena, puedo escuchar el disparo y el horrible grito que soltó cuando la bala perforó su corazón. —Su mano comenzó a temblar y el sudor comenzó a cubrir su frente.
Pasé mi pulgar sobre sus nudillos lastimados y solté el aire tras darme cuenta de que lo estaba reteniéndolo mientras él hablaba.
—Mi papá me resintió toda la vida. Creo que por eso dejó de ser el hombre que conocí cuando ella aún vivía. Tampoco lo culpo. Pude haber hecho algo para salvarla, pero me quedé congelado, escondido dentro de la despensa mientras ella lloraba y pedía que la dejaran vivir.
Lo callé antes de que pudiera volver a decir algo.
—No sigas. Mira cómo te estás poniendo. —Señalé sus manos, que se sacudían con pequeños temblores. Luego toqué su pecho, que subía y bajaba a una rapidez anormal.
—Es lo que merezco, Aella. Por haber sido un cobarde y no haberla ayudado. —La culpa recubrió cada sílaba que salió de su boca. Su voz era débil y no podía ver ni el más mínimo rastro del hombre que solía portar una fachada inquebrantable.
Antes de pensar en lo que estaba haciendo tomé su rostro con ambas manos, ignoré el apenas perceptible dolor en el dedo que me había cortado y me aseguré de que su mirada estuviera clavada en la mía antes de hablar.
—No vuelvas a decir eso. Apenas tenías diez años. Si salías te habrían matado y ella no quería eso. Al pedirte que te escondieras ella hizo una elección. Si me hubieran puesto en su lugar un año atrás, habría dicho que prefería tomar el riesgo de pedirle a mi hijo que fuera a pedir ayuda, pero ahora que entiendo el amor de madre, diría que habría hecho lo mismo que ella hizo. No lo dudaría.
Maddox no dijo una sola palabra, pero en sus ojos, que estaban llenos de lágrimas, pude ver el alivio. Vislumbré a un hombre roto que había esperado toda su vida a que alguien quitara el peso de la culpa de sus hombros.
Tuve que parpadear varías veces. No supe si era efecto de mi propio llanto, o si estaba imaginando cosas hasta que la humedad tocó mis dedos.
Verlo llorar fue mi perdición.
Las palabras no me alcanzaron para expresar todo lo que quise decirle, así que lo jalé de la mano y lo abracé. Al inicio él se quedó quieto, pero después de un instante, Maddox me dejó ver la parte más intrincada y recóndita de su ser cuando se rompió entre mis brazos.
Todo su cuerpo fue azotado por una oleada de sollozos que me partieron el corazón en mil. Sabía que no había nada que pudiera decir para consolarlo, así que tracé círculos en su espalda y acaricié su cabello mientras él lo soltaba todo.
Por lo que había visto hasta el momento, asumí que Maddox era una persona de pocos amigos. No parecía tener muchas personas que lo escucharan cuando necesitara desahogarse, pero él cargaba un peso enorme y debía soltarlo todo. Sabía por experiencias pasadas que hermetizar mis problemas y dejar que se acumularan hasta estallar podía ser caótico y sobre todo, terriblemente doloroso.
—No debiste cargar con la culpa tantos años. Nadie merece eso —susurré en su oído. Mis labios estaban tan cerca que rozaron su piel e hicieron que el momento se tornara aún más íntimo.
Sus brazos me apretaron y el agarre casi se tornó doloroso debido a la fuerza. Maddox se estaba aferrando a mí como un barco anclado en el vasto océano para no perder su rumbo.
—Gracias. —Su voz fue apenas audible, pero debido a la cercanía pude notar el leve tremor en ella.
Comencé a moverme hacía atrás y nos separé lo justo y necesario para mirarlo a los ojos, el izquierdo estaba casi cerrado debido a la hinchazón del golpe que le propinaron—. No me agradezcas. Lo haría mil veces si eso significa que puedes comenzar a soltar la culpa. Sé que todavía cargas con ella, pero espero de todo corazón que algún día puedas dejarla atrás.
Su respiración era inestable, las corrientes de aire que salían de sus labios dieron con los míos. Su boca se abrió y pensé que diría algo, pero en cambio, su lengua salió para humedecer la piel rojiza que me moría por probar.
No era el mejor momento para desearlo, ambos estábamos llorando, él tenía la cara y las manos lastimadas y yo tenía unas suturas recién hechas , pero haberlo visto realmente, sin máscaras ni fachadas me había hecho dar cuenta de que Maddox se había infiltrado en mi corazón. No supe cuándo sucedió, pero ya estaba a medio camino y solo era cuestión de tiempo para sucumbir a él.
Mi corazón latía desenfrenado dentro de mi pecho y cada célula de mi cuerpo me imploraba que cortara la distancia entre nosotros y lo besara de una vez por todas. Sin embargo, me pude dar cuenta de que él no sabía qué hacer y ante su duda, la mía creció. Las lágrimas aún recubrían sus mejillas, así que levanté una de mis manos y la pase sobre su pómulo amoratado secando el rastro húmedo con la yema de mis dedos.
El contacto pareció sacarlo de su estupor y antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba sucediendo, Maddox me besó. No fue un beso cariñoso, su boca chocó contra la mía con tanta fuerza que nuestros dientes chocaron y mi nariz fue aplastada contra su mejilla por un instante. Su labio también tenía una cortada, no tenía duda de que la fiereza con que me estaba besando debía causarle dolor.
De repente todo el peso de su cuerpo cayó sobre el mío y no pude hacer más que dejarme llevar hacia atrás. Mi espalda dio con los cojines del sofá y mi cuerpo vibró con la anticipación de sentirlo pegado a mí. Maddox se cernió sobre mí por un segundo, sus labios detuvieron todos los movimientos pero no se despegaron de los míos. Estaba decidiendo qué quería hacer.
Yo sí sabía lo que quería, así que envolví mis piernas en torno a sus caderas y empujé con ellas hacía abajo. Maddox dejó salir un gruñido cuando su erección dio con mi pelvis y sus caderas se mecieron, mandando una corriente eléctrica que me recorrió de pies a cabeza..
Moví mis caderas de arriba hacía abajo y me restregué contra él sin pudor alguno. La fricción entre mis piernas se sentía increíble, pero necesitaba sentirlo por completo. Desesperada, comencé a quitarle la camisa, pero solo podía usar una mano y la tarea se me dificultó.
—Quítatela. —Ordené al darme cuenta de que no estaba haciendo nada más que tirar y jalar de la prenda con más fuerza de la necesaria.
Maddox despegó sus labios de los míos con lentitud, como si le costara separarse, y se sacó la camisa de un solo tirón. Aproveché el momento y también me quité la mía. No llevaba sostén, así que el aire frío azotó mis pezones que aún se sentían más sensibles de lo usual. Los ojos de Maddox se centraron en ellos y mi mano ascendió por mi cuerpo hasta dar con uno de mis pechos. Tiré de mi pezón y un jadeo se me escapó involuntariamente, nunca en mi vida me había sentido tan deseada como lo hice en el momento en que Maddox soltó un gruñido y se abalanzó sobre mí.
Su boca envolvió mi pecho y sus dientes mordisquearon mi pezón mientras con su mano, tiró y presionó el otro. Hundí mis dedos en su cabello y todo mi cuerpo se arqueó hacia adelante cuando su mano libre descendió y se coló por debajo del elástico de mis pantalones. Uno de sus dedos corrió la tela de mis bragas, primero pasó por encima de mi clítoris y al percatarse de mi humedad, lo deslizó hasta hundirlo en mí.
—Estás lista —dijo antes de volver a prenderse de mi piel.
Todo mi cuerpo temblaba. Las olas de placer fueron demasiado intensas y quise decir o hacer algo para reciprocarlo. Necesitaba que sintiera lo mismo que él me hacía sentir, pero el placer fue tan intenso que no pude hacer más que retorcerme debajo de su cuerpo.
Su boca dejó mis pechos y volvió a tomar la mía en un beso desesperado. Sentí que todos mis músculos comenzaban a tensarse y antes de que pudiera advertirle, el orgasmo me arrasó por completo. Mis piernas temblaron y mi respiración se tornó inestable. Maddox me penetró con dos de sus dedos y la oleada de placer repiqueteó, haciendo que mi espalda se levantara del sofá.
De repente, Maddox se separó y de un solo tirón se deshizo de mis pantalones. Los lanzó a un lado y desabrochó sus vaqueros. Sus acciones fueron rápidas y meticulosas, parecía que había sido sobrellevado por el deseo.
No se molestó en terminar de sacarse los pantalones, solo bajó su ropa interior lo suficiente para sacar su erección. La glande destilaba líquido preseminal y el tallo engrosado lucía imponente.
—Quiero venirme dentro de ti, Aella.
Sus palabras despertaron un cosquilleo en mi entrepierna. No le di ninguna respuesta verbal, simplemente tomé su erección y con mis piernas envueltas en sus caderas, lo empujé hacia adelante.
—Me encanta lo cachonda que te pones cuando te hablo sucio. —Confesó antes de besarme.
Mordí su labio inferior y me tragué un jadeo cuando sus caderas comenzaron a mecerse con fuerza. Los cojines del mueble comenzaron a desacomodarse y uno a uno fueron cayendo al suelo con cada empellón.
El sofá era estrecho, pero ninguno de los dos tenía la cabeza para pensar en logística, sólo éramos dos personas completamente consumidas por el deseo. Maddox envolvió una de sus manos en torno a mi cuello y me besó, luego se separó y solté una queja ante la pérdida del contacto. Nuestras miradas colisionaron y el aire se quedó atascado en mi garganta.
Sus ojos aún estaban enrojecidos por el llanto, pero en ellos se reflejaba lo mucho que me deseaba. Sus labios que estaban decorados por un hematoma en la comisura, se encontraban entreabiertos y de ellos emanaban los sonidos más sensuales que jamás había escuchado. Maddox me tenía hipnotizada.
—Me encantas. —Confesé sin pensar. Verlo con la mirada ensombrecida por el deseo minutos después de haber sido testigo de lo mucho que lo atormentaba su pasado había cambiado algo.
Sus ojos se ensancharon ligeramente al escuchar mi repentina declaración. Por un momento pensé que me había sobrepasado, que él había malinterpretado el significado de mis palabras, pero todas las dudas pasaron a segundo plano cuando Maddox dirigió su boca a mi oído y tiró del lóbulo con sus dientes.
—Y tú me tienes loco. Te sientes deliciosa, bella. —Fue apenas un susurro, pero el efecto de sus palabras que fueron acompañadas de una fuerte embestida de sus caderas hicieron que mis ojos se cerraran y mis piernas comenzaran a temblar.
Sentí que el sofá se movió hacia atrás, las almohadas que quedaban cayeron al suelo y los gruñidos de Maddox aumentaron. Sus brazos se apoyaron a cada lado de mi cabeza y sus músculos temblaron debido al esfuerzo de aguantar todo su peso.
Nuestras pieles chocaban, su sudor se entremezcló con el mío y los jadeos y gemidos que soltamos se tornaron cada vez más ruidosos, más cargados de pasión. Mis muslos, que estaban envueltos en torno a las caderas de Maddox ardían tras mantener la misma posición durante tanto tiempo, sin poderlo evitar, mis piernas se deslizaron hacia abajo y mis tobillos terminaron descansando sobre sus nalgas, pero con cada una de sus embestidas, fueron cayendo más y más.
Maddox, al percatarse de mis dificultades, me tomó de la cadera y se separó de mí. Solté un suspiro al sentirlo salir de mi, pero el sonido se convirtió en un gemido cuando, de un movimiento rápido, me guió para darme la vuelta y apoyarme sobre mis rodillas. Por instinto, mis manos se intentaron apoyar en el descansa brazos del sofá, pero aún tenía la herida fresca y no pude hacer mucha presión, así que dejé que mi espalda diera contra su pecho. De una sola estocada volvió a penetrarme, cada una de sus manos tomó uno de mis pechos y el peso de su cuerpo dio contra el mío.
Un jadeo desgarrador dejó mis labios y mis piernas, que ya habían comenzado a ser recorridas por el familiar cosquilleo que anunciaba mi orgasmo cedieron ante la fuerza de la siguiente embestida. Rápidamente, las manos de Maddox se aferraron a mis caderas y sus movimientos comenzaron a tornarse más descontrolados, erráticos.
—Me voy a correr, joder Aella, me voy a venir dentro de ti.
No entendía cuál era su repentina obsesión por venirse dentro de mí y mucho menos entendía lo mucho que me afectaban sus palabras, pero lo cierto era que algo de la forma posesiva en que lo decía fue el último empujón que necesité para caer al abismo del placer. Las piernas me fallaron y mi rostro terminó hundido contra su cuello, lo único que evitó que cayera hacia el frente era el agarre de Maddox que se tornó más fuerte cuando mis músculos internos comenzaron a contraerse en torno a su miembro.
Seguía llevada por el placer, las olas del orgasmo parecían no tener fin, así que no me di cuenta de que Maddox también terminaba hasta que los chorros de líquido caliente salieron disparados en mi interior.
—Mierda, eso se siente bien —jadeé.
Pronto, Maddox cesó todos sus movimientos, lo único que se escuchó fueron nuestras respiraciones erráticas y descoordinadas a causa del esfuerzo y del placer. Ninguno de los dos se atrevió a mover un músculo hasta que sentí una gota de semen deslizándose por el interior de mi pierna.
—Vamos a hacer un desastre cuando lo saques —anuncié volteando el rostro lo suficiente para mirarlo.
Maddox tenía los ojos cerrados, sus mejillas estaban rojas y su cabello alborotado, se notaba a leguas que acababa de tener una buena revolcada. Mordí mi labio inferior cuando su mirada dio con la mía y removí las caderas sintiendo cómo más líquido recorría mi pierna.
—Házte para adelante y sube las caderas. —La orden fue acompañada de sus manos, que me guiaron hasta dejarme en la posición que quería. Apoyé los antebrazos sobre el descansa brazos del sofá y me quedé quieta.
Mis ojos se ensancharon cuando sentí que se movió dentro de mí, y no pude quedarme callada cuando me percaté de sus intenciones.
—¿Me vas a hacer esperar en cuatro hasta que vayas por algo para limpiar? —No pude evitar sonar indignada.
Él soltó una risa, lanzó una pequeña palmada sobre mi nalga y de un solo tirón, salió de mí. Solté un resoplido y bajé la cabeza mientras esperaba a que trajera algo para limpiarme, pero al no sentir su movimiento, giré el rostro y mis mejillas se enrojecieron.
—Te ves preciosa. —Fue lo único que dijo a modo de explicación.
Su mirada estaba fija entre mis piernas, sentía cómo su semen salía de mí, así que sabía de sobra la vista que debía tener conmigo en esa posición. El estómago se me notaba más hinchado debido a la gravedad, mis senos más grandes y ni se diga de lo que estaba sucediendo en mi entrepierna. Bajé mis caderas y de inmediato me di vuelta para encararlo sin importarme dónde cayeran el resto de nuestros fluidos.
—Pensé que ibas a ayudarme, ahora hice un desastre por tu culpa.
Maddox levantó los hombros y me dio un beso en el hombro derecho antes de levantarse. Mis ojos parecían imanes, y sin poderlo evitar se centraron en su trasero tan pronto se dio la vuelta para caminar en dirección a la cocina.
—¿Disfrutas la vista? —Giró su rostro y mis mejillas volvieron a enrojecerse. Tapé mi rostro con ambas manos y me tiré de espaldas sobre el sofá.
—¡Jodete!
Maddox soltó una risa y me guiñó un ojo antes de retomar su camino a la cocina.
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No puedo creer que el último capítulo que subí fue hace casi un año.
Les debo a todos una inmensa disculpa porque nunca estuvo entre mis planes dejar este libro de lado por tanto tiempo. He estado pasando un tiempo duro, aún me cuesta acostumbrarme a mi vida en un nuevo país, al ritmo que debo llevar siendo estudiante y teniendo un trabajo, amigos y familia. Han sucedido tantas cosas y he tenido tan poco tiempo que había olvidado una de las cosas que más me llenan; la escritura.
Les pido perdón, y les doy las gracias a aquellos que me esperaron a pesar de que no volví. Ahora que estoy de vacaciones de la universidad, espero de todo corazón poderme quedar otro poco más para terminar esta historia.
Con cariño,
-Vale 💜
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