𝟬𝟬𝟮 farewell
CAPÍTULO DOS:
despedida.
—Por millonésima vez: estoy bien, Jasper—, bufó Cassadee —. Estás causándome un fuerte dolor de cabeza ahora—, admitió mientras Jasper llegaba a la casa de Cassadee.
—Te mordí, Cassadee—, mencionó Jasper. Se bajó del vehículo y, utilizando su velocidad vampírica, llegó al otro lado para abrir la puerta de ella —. No es algo para tomar a la ligera—, insistió y la humana bajó del auto.
—Y nada pasó aparte de haber perdido un poco de sangre—, señaló la castaña, presionando la venda contra su muñeca como si eso fuera a ocultar el olor a sangre de su novio.
—No sé si debería estar agradecido o preocupado de que no reacciones—, negó Jasper, mirando el brazo izquierdo de Cassadee, el vendado. A pesar que no podía ver la venda a causa de la ropa, aún olía el fuerte olor de la sangre. Casi peor que cuando James la había mordido —. Ni siquiera debería estar cerca tuyo.
Cassadee miró a sus pies, pateando una piedra —. A veces deseo ser un vampiro, así no te sentirías incómodo conmigo.
—Estoy cómodo a tu alrededor, Cass—, asintió Jasper, su rostro y voz suavizándose ante su declaración.
— ¿En serio?—, preguntó Cassadee mirándolo a los ojos —. Porque lo más cerca que estuviste de mí fue en el auto y, a parte de eso, estos cortos pasos fueron lo más cercano que hemos estado desde el incidente.
—No puedo confiar en mí mismo a tu alrededor justo ahora, Cass. Aún puedo oler tu sangre. Aún quiero drenarte.
—Supongo que besarte no es una alternativa—, soltó Cassadee, pasando sus dedos por entre su cabello.
—A no ser que quieras, posiblemente, morir—, asintió Jasper, su rostro mostrando más emociones que las que Cassadee había visto nunca.
—Valdrá la pena—, replicó Cassadee sin pensar. Se acercó al vampiro, pero él la alejó al tomarla por los brazos —. Jasper, nada de esto es tu culpa.
—Aún así sucedió—, instó el rubio antes de volver al vehículo —. Ve y disfruta el resto de tu cumpleaños con tu padre. Te amo, Cassadee—, fue lo último que dijo antes de subirse y arrancar el vehículo.
—Te amo, Jasper—, murmuró mientras él se alejaba, sabiendo que podía escucharla. La castaña entró lentamente a su hogar y se sentó en el sofá con un suspiro al lado de Charlie. Posó su cabeza en sus piernas y sintió su garganta cerrarse. No podía evitar llorar en esta situación.
— ¿Qué pasa, hija?—, preguntó Charlie al mirar a su hija, la preocupación notable en su rostro —. ¿Jasper hizo algo? Puedo encargarme de él, soy un policía. Nadie lo encontraría.
Cassadee soltó una ahogada risa mientras las lágrimas amenazaban con abandonar sus ojos —. Él no hizo nada, papá. Solo quiero pasar el resto de mi cumpleaños contigo.
♦
—Necesito hablar contigo—, anunció Jasper cuando llegó al casillero de Cassadee. Ella lo ignoró, arrojando sus libros dentro, sin importarle cómo cayeran.
— ¿Dónde diablos estabas?—, cuestionó Cassadee al cerrar de un golpe su casillero, provocando que algunos estudiantes se voltearan. No estaba enojada porque sabía que él no venía a causa de ella. Desde la mordida, él había estado básicamente evitándola como si fuera una plaga, a pesar de que ella le había repetido un millón de veces de que se encontraba bien. Entendía por lo que Jasper estaba pasando, pero era frustrante que él no parecía escucharla en lo absoluto.
—Necesito hablar contigo—, repitió Jasper, enviando una ola de calma, aunque no pareció funcionar en lo absoluto. Él todavía sentía su irritación.
—Entonces, habla—, replicó Cassadee al apoyarse en su casillero y mirar a su novio —. Y deja de intentar cambiar mis ánimos.
—Lo siento. Pero quiero hablar en un lugar privado—, pidió y tomó su mano. Ella bufó, aunque se había calmado por el simple gesto.
— ¿Por qué siento como si esto fuera algo malo?—, inquirió Cassadee mientras Jasper la guiaba fuera de la escuela.
—No es nada malo—, mintió fácilmente, dándole a su novia una sonrisa tranquilizadora.
La pareja no habló mientras caminaban dentro del bosque, pero Cassadee se sentía aún más insegura. Sabía que Jasper no iba a matarla, pero si no era en un lugar público como el estacionamiento, no iba a ser algo que ella fuera a tomar fácilmente.
—Finalmente has acabado de evitarme, por lo que veo—, mencionó Cassadee con amargura una vez que ambos se detuvieron. Estaban rodeados por los árboles y ella ignoraba el barro en el que se hundía cuando Jasper soltó su mano y la enfrentó, el arrepentimiento claro en su rostro —. ¿Qué sucede?
—Mi familia y yo nos vamos, Cassadee—, habló rápidamente, sabiendo que era mejor ir directo al punto.
—A juzgar por la forma en la que has estado actuando, supongo que no hablas de unas vacaciones—, dijo Cassadee, mirando el suelo, como si eso ocultara la tristeza que sentía en el pecho. Sabía que Jasper no intentaba convencerla para que fuera con él, él sabía que ella nunca abandonaría a su familia. Ella amaba a ambos con la misma intensidad, pero de distinta forma.
—Lo siento, Cassadee—, se disculpó, observándola derramar unas cuantas lágrimas —. Se supone que Carlisle tiene diez años más de lo que aparenta. Las personas están comenzando a notarlo.
— ¡No me vengas con esa mierda!—, gritó Cassadee, la ira creciendo dentro de ella —. ¿Cuál es la verdadera razón?
—No quiero lastimarte, Cass.
—Lo estás haciendo justo ahora—, contestó la castaña mientras las lágrimas no paraban de caer, algunas de tristeza y otras de frustración —. ¿Cuántas veces tengo que decirte que estoy bien?—, agregó antes de sacarse la venda y mostrarle el brazo a su novio —. ¡Está completamente curado!—, gritó —. Aparte de la notable marca de tus dientes.
— ¿Qué te hace pensar que no volveré a hacerlo? ¿O que haré algo peor?—, preguntó Jasper mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas que nunca caerían, tanto sus propias emociones como las de Cassadee afectándolo —. Te amo, Cassadee. No puedo vivir conmigo mismo sabiendo que te hice daño.
—Bueno, esto me lastima aún más de lo que una mordida podría hacerlo alguna vez—, sollozó Cassadee, limpiándose las lágrimas de sus mejillas. Jasper se acercó a ella y volvió a tomar su mano.
—Mereces un felices para siempre.
La castaña levantó la cabeza y miró al rubio. Las lágrimas no paraban de correr por sus mejillas —. ¿Qué pasa si mi felices para siempre es contigo?
—No puedo darte una familia, Cass.
—No me importa eso, Jasper. Solo te quiero a ti.
—Y yo quiero que vivas tu vida al máximo—, utilizó su otra mano para acariciar una de las mejillas de Cassadee.
—No hay nada que pueda hacer para que te quedes aquí, ¿no es así?—, suspiró Cassadee mientras Jasper limpiaba las lágrimas de sus mejillas.
—Vas a seguir adelante, Cass. Yo ya he empezado a hacerlo—, mintió. La mirada en el rostro de su novia rompió su corazón aún más, pero esa era la única manera en la que él podía pensar que ella lo dejaría irse.
— ¿Y cuándo pasó esto?—, inquirió Cassadee al alejarse del agarre de Jasper —. Ayer en la mañana me diste el collar y, ¿ahora dices que me superaste? Esa es la mentira más grande que he escuchado, ¡a no ser que solo seas un idiota que le gusta jugar con mis sentimientos!
—Lo siento, Cassadee—, repitió Jasper, besando su frente por unos segundos más de lo usual y enviando ondas de calma hacia ella —. Pero tengo que hacerlo. Ambos estaremos más felices en un futuro—, culminó antes de alejarse.
Cassadee observó al vampiro irse. Sentía los latidos de su corazón acelerarse, y sintió náuseas.
Estaba sufriendo un ataque de pánico.
Comenzó a sudar frío y se sentía como si no pudiera respirar, sin importar cuánto lo intentara. Cayó al suelo y sus manos formaron dos puños, tomando la tierra y fango con sus palmas mientras intentaba estabilizar su respiración. No tuvo el tiempo suficiente para volver a la normalidad antes de desmayarse.
♦
Todo estaba negro cuando Cassadee despertó. No se molestó en moverse de su lugar sobre el fango mientras continuaba lloviendo. Sentía cómo el agua y el fango se movían dentro de la tela de su ropa, pero no sentía ni una pizca de frío como debería de hacerlo. Miró alrededor sin levantar la cabeza del suelo, observando todos los detalles en los árboles y arbustos. Cada grieta y cada gota de agua. Respiró profundamente, aunque no necesitaba hacerlo, y pudo sentir toda la naturaleza que la rodeaba con esa simple respiración, con un poco de aroma a sangre en la distancia que hizo que su garganta ardiera. No se percató de lo hambrienta que estaba hasta entonces, y no tenía hambre de comida, ella estaba sedienta de sangre.
La neófita se levantó mucho más rápido de lo que cualquier humano sería capaz de hacer y corrió, siguiendo la dirección en la que su olfato la enviaba. Paró cuando notó a un oso pardo a unos pocos pasos de ella, podía escuchar la sangre bombeando por sus venas, lo que solo provocaba que su garganta ardiera aún más. Brincó sobre el animal, pasando sus brazos a su alrededor y presionándolo. Rompió sus costillas cuando el oso soltó un gemido de dolor, y éste cayó al suelo antes que ella hundiera sus dientes en su cuello. El animal paró de gemir cuando Cassadee lo drenó y, cuando terminó, el oso descansó en el suelo mientras que ella se colocaba de pie y se limpiaba la sangre con su remera ya sucia.
Cassadee se dio la vuelta cuando sintió una presencia detrás de ella, aunque a la distancia.
— ¿Quién eres?—, preguntó una vez que pudo ver la figura, un hombre de piel morena con corto pelo negro. Solo vestía un par de shorts, algo que extrañó a Cassadee para un habitante de Forks, especialmente por el clima. Su garganta ardió cuando olió su sangre, que era mucho más fuerte que el hedor a perro —. ¿Y por qué hueles a perro?
—Sam Uley—, se presentó, mirando el oso —. Tu padre ha estado buscándote por tres días—, agregó, ignorando su pregunta.
—Oh, Dios—, balbuceó Cassadee —. No puedo estar cerca de ellos ahora. No puedo soltarme cerca de ellos.
—Pareces estar haciendo un gran trabajo ahora—, señaló Sam.
—Eso es porque apestas a perro.
—Bueno, mientras que no mates a nadie, no tendremos ningún problema.
— ¿Por qué nosotros tendríamos un problema si lo hiciera?
—Porque es mi trabajo el mantener a las personas a salvo de los de tu clase.
Cassadee cruzó los brazos por sobre su pecho, mirando a Sam —. ¿Y qué clase sería la mía?—, preguntó, sin estar lo suficiente convencida de que él supiera lo que ella era. Diablos, ella ni siquiera quería admitirlo.
—Un chupa–sangre, un cara pálida, un vampiro; como sea que quieras llamarlo.
—Apuesto a que eres genial haciendo amigos—, se mofó Cassadee, ignorando el insulto de Sam aunque le dolió. Ella no pidió convertirse en vampiro, no quería ser uno, no todavía por lo menos. Quería poder graduarse antes de convertirse.
—Estarás bien—, asintió Sam, cambiando de tema —. Tienes a esos otros chupa–sangres para ayudarte, ¿no es uno de ellos tu novio?
Cassadee negó, recordando los eventos justo antes de que sufriera el ataque de pánico. Las lágrimas llenaron sus ojos, lágrimas que nunca caerían porque no podían. Porque ella era un vampiro ahora.
Los Cullen ya no estaban. Jasper se fue. Las únicas personas que podrían, posiblemente, entender por lo que ella estaba pasando se habían ido. Tenía que averiguar cómo vivir con la constante sed por sí sola, en una ciudad llena de humanos que quería drenar.
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