8.
Aunque Kyoko tuvo sus dudas, las cuales no fueron pocas, ninguno de sus compañeros de clase la juzgó cuando Naegi les explicó —de manera general —el porqué había sido tan evasiva y antipática. Por el contrario, la mayoría fue muy comprensivo a excepción de los que, por naturaleza, no eran exactamente amistosos —pero ellos ni se molestaron en oír la historia, así que no hubo problema.
—Ah, ¡eres muy inteligente, Kyoko-chan! Ya veo por qué no necesitabas mis notas en realidad —comentó Asahina cuando Kirigiri le explicó un par de ejercicios de álgebra antes de que la clase iniciara.
Kirigiri se encogió en su asiento. ¿"Kyoko-chan"?
Dándose cuenta de lo que había dicho, Asahina emitió un "¡Ah!".
—¡Perdón! ¿Fue demasiado?
Si bien habían pasado unos días y habían entablado algo más de confianza, Kyoko todavía no estaba muy segura de lo que estaba pasando. Era exactamente como Naegi le había dicho; sin embargo, ella misma era una variable distinta.
Pero...
—No... No me molesta —accedió evitando mirar a Asahina a los ojos.
Makoto sonrió desde su sitio al presenciar el intercambio. Acomodó algunos papeles dentro de sus libros y los guardó en su mochila. Hace una semana, no podría haber imaginado a Kirigiri entablando conversaciones tan animadas.
Aunque, bueno, tenía que admitir que el 80% de la conversación la hacía Asahina.
—¿Te sientes como un padre orgulloso, Naegi? —Naegi rodó los ojos, divertido.
Prácticamente podía oír la sonrisa en la cara de Kuwata, pero no era como si estuviera equivocado. ¿Suponía que el sentimiento era parecido?
—Me alegra que ya no estés deprimido, Naegi-kun —Maizono sonrió también.
—¿Aunque no estaba deprimido?
—Oh, vaya que lo estabas, Naegi.
Los tres rieron un poco. Aunque todavía faltaba para que Kirigiri pudiera abrirse completamente a ellos también, Makoto esperaba que pudieran ser todos amigos.
Mientras tanto, las clases continuaron.
() () () ()
—¡Naegichi! —Makoto saltó ante la voz de Hagakure sin darse cuenta.
No es que hubiese estado distraído, sólo se encontraba un poco cansado.
—¿Hm?
Al voltear, lo encontró prácticamente de rodillas y con las palmas juntas como si estuviera rezando.
—¿Puedes encargarte del aula hoy, por favor? ¡Tengo una emergencia que atender!
Makoto inclinó la cabeza y miró hacia el pizarrón. Ese día los encargados eran Hagakure y Kirigiri.
Hizo una mueca, no muy seguro de aceptar, pero él no fue quien objetó.
—¡Qué malo eres, Hagakure-kun! —exclamó Maizono —. ¿No ves que Naegi-kun está cansado?
El chico de cabello alocado la miró con confusión y luego volvió hacia Makoto.
—¿Lo estás? Entonces...
—No, no. Está bien, lo haré —sin embargo, Makoto terminó aceptando.
—¿Estás seguro?
—Si quieres yo lo me quedo, Naegi-kun —ofreció Maizono, preocupada.
Pero Makoto negó.Honestamente, sí estaba cansado. El día anterior se había quedado jugando videojuegos hasta tarde y eso era totalmente su responsabilidad.
Hagakure le agradeció y Maizono exhaló.
—Eres muy bueno —le regañó y él sonrió sintiéndose un poco avergonzado.
—No hay nada que hacer —contestó.
—Pero... ¿Kirigiri-san estará bien? Sus manos...
Por raro que fuera, incluso seguía sorprendiendo a Makoto, Kirigiri había compartido lo de sus manos con Maizono y Asahina en algún momento. Respecto a la última, podía intuir que se debía a su nueva cercanía, pero hasta ahora no había visto que Kirigiri y Maizono hablaran del mismo modo.
¿Quizá se había perdido de algo?
Aunque no tuvo mucho tiempo para pensarlo, pues la chica de cabello lavanda apareció a su lado.
—Naegi-kun me ayudará —los interrumpió y lo miró —. ¿No?
Él asintió. Aunque no es como si pudiera negar, ¿verdad?
Maizono pareció preocupada, pero la campana no le dejó ofrecer su ayuda, pues, según Makoto había oído, tenía una pequeña reunión con su manager.
() () () ()
—Gracias —Sayaka la miró.
De alguna forma, habían terminado reunidas en la azotea otra vez.
Quizá era el destino, o quizá ambas sabían que debían volver a hablar.
Aunque Sayaka sabía por qué Kirigiri le estaba agradeciendo, ninguna hizo ademán de sonreír o de intentar acercarse a la otra.
Así que ella negó.
—Me parece que sabes que no lo hice por ti. No tienes que agradecer.
Y Kyoko lo sabía, pero no le gustaba estar en deuda con otras personas.
—¿Te importaría decirme también, entonces? —preguntó Maizono.
Kyoko alzó una ceja.
—¿Qué cosa?
—Lo mismo que le dijiste a Naegi-kun.
Kirigiri frunció el entrecejo.
Aunque a Sayaka no le importaba particularmente la vida de Kirigiri, quería saber qué era lo que le interesaba a Naegi. Saber por qué le había llamado tanto la atención esta chica.
No quería pensar en aquella otra remota posibilidad.
—¿Por qué?
Entonces, esta vez, Maizono sonrió y se acercó. La fachada dura de Kirigiri tambaleó, pues sentía que otra vez estaba juzgando antes de conocer.
Pero Maizono no pareció molesta en lo absoluto.
—Porque... ¿No sería genial? —Maizono en ningún momento perdió la sonrisa tranquila, pero dio un paso hacia atrás y extendió las manos como haciendo el ademán de ofrecer un abrazo, aunque sólo fue para enfatizar sus siguientes palabras —. Que todos fuéramos amigos, me refiero.
Por un momento, menos de un segundo, la imagen de Naegi se sobrepuso a la de Maizono logrando que Kyoko sintiera que los dos eran muy parecidos en cierto sentido.
Lo que la llevó a preguntarse si él estaría feliz si ella aceptara...
Así que lo hizo.
() () () ()
La limpieza del salón fue sencilla.
Al menos para Kyoko, que si bien no le gustaba no hacer nada, le parecía divertido ver cómo Naegi intentaba hacerse cargo de todo por más cansado estuviera.
Fue cuando empezaron a llevar algunas cosas hacia la sala de profesores que decidió hablar.
—Sabes, Naegi-kun —dijo, ganándose una mirada curiosa —. Eres apenas más fuerte que yo. No soy minusválida.
Naegi parpadeó un par de veces y luego sonrió volviendo a mirar al frente.
—No lo eres, pero igual me preocupa.
—¿Te preocupa?
Makoto asintió.
—De cierta manera me recuerda a cuando me fracturé el tobillo hace años —comentó mirando hacia el techo.
Makoto recordó lo preocupada que estuvo su madre. No lo dejó salir a jugar por un buen tiempo incluso cuando ya no tenía ni vendas.
Por supuesto, entendía el punto de vista de Kirigiri, pero también el de su madre.
No podía ignorarlo, eso pasaba cuando personas valiosas para ti se lastimaban.
Kyoko parpadeó sorprendida y de pronto sintió que no podía verlo a la cara. Makoto no se dio cuenta que lo había dicho en voz alta.
—Entiendo la preocupación de tu madre si confundes algo tan simple como esguince con fractura —bromeó en contra de su seria naturaleza.
Y entonces oyó a Naegi reír.
—Supongo que sí.
() () () ()
—¡Oh, Kyoko-chan sonrió! —Asahina, que se había quedado por el club de natación, exclamó no muy alto desde donde estaba.
—Solo Naegichi puede hacer que las personas sonrían así, huh... —comentó Hagakura rascándose la cabeza.
A su lado, una cabeza pelirroja exhaló.
—¿Tú no tenías una emergencia? —inquirió Kuwata.
—Lo solucioné rápido para venir a ayudar, ¡no creí que terminarían tan rápido!
—¡Sh! —Asahina llevó un dedo a su boca.
Una vez más, Leon exhaló. Él sólo había ido a recoger la botella de agua que olvidó, pero por alguna razón ahora sentía que iba a interrumpir algo si preguntaba por ella.
Lo que lo llevó a mirar a la única que no había dicho nada todavía.
—Qué envidia, quisiera estar con ellos —la voz de Sayaka hizo que los tres la miraran preocupados. Ninguno era tan denso como parecía, pero quizá sólo Leon entendió lo que realmente quería decir.
Ella quería estar en el lugar de Kirigiri en ese momento.
Bueno, se encogió de hombros. Igual tenía que volver a las prácticas de baseball y suponía que Asahina tenía que ir con el club de natación.
—¿Por qué no te unes, entonces? —la empujó un poco.
Sayaka lo miró.
—¿Eh? ¿Está bien?
—Bueno, ¡entonces yo-...! —pero cuando Hagakure se ofrecía también...
—¡Tú no! —Leon lo interrumpió.
Entonces los tres siguieron con la mirada a la idol, que había terminado lo más pronto posible la reunión con su manager.
Su sonrisa al encontrarse con Naegi fue adorable, tenían que admitir, pero Asahina no pudo no preguntar.
—¿Realmente está bien? —preguntó al ver a los tres intercambiando saludos y pronto a Maizono tomando parte de lo que Naegi cargaba.
Kuwata se rascó la nuca.
Él realmente no lo sabía.
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