6.
Aunque se lo había dejado claro más de un día atrás, Kyoko se encontró esperando a que Naegi apareciera y volviera a insistir acerca de las tareas o asignaturas.
Sin embargo, lo único que podía hacer mientras pretendía escuchar la clase era observar su espalda.
Kyoko exhaló.
No es como si hubiera hecho algo fuera de lo normal. Cualquiera se exaltaría si estuviera en su lugar, ¿no?
Y aún así se encontró volviendo a esperar cuando terminaron las clases, aunque no se dio cuenta que lo estaba esperando —en su mente, Kyoko simplemente quería descansar un poco —hasta que la puerta corrediza fue abierta y ella levantó la cabeza sintiendo decepción al no ver a Naegi ahí, sino a una chica de largo cabello azul.
Kyoko miró a su escritorio por unos segundos. Era ridículo lo que estaba haciendo.
Pero cuando decidió que lo mejor sería levantarse e irse de una vez, escuchó su nombre.
—¿Kirigiri-san?
Volteó hacia la chica.
—Tú eres... —hizo memoria —. Sayaka Maizono... ¿No?
—Ah, me alegra que me recuerdes.
Kyoko asintió. No es como si la conociera de antes o que le gustara su música —simplemente no era su estilo—, pero Sayaka Maizono llamaba la atención en donde sea que estuviera.
Y en donde no estaba también, pensó Kyoko, pues la chica se ausentaba constantemente por asuntos de trabajo.
—Entonces...
—¿Podemos hablar?
Y una vez más, cuando Kyoko pensó que era momento para irse, Maizono la interrumpió.
¿Qué tendría que decirle la chica más popular de la clase?
Esperó a que diera una respuesta a su silenciosa pregunta, pero, en vez de hacerlo, Maizono hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera.
Kyoko frunció el ceño confundida. El aula estaba vacía, si querían hablar, podían hacerlo ahí sin problema, ¿entonces por qué...?
Pero su curiosidad pudo más que su confusión y sus pies empezaron a caminar antes de darle más vueltas.
() () () ()
Llegaron hasta la azotea. Normalmente estaba prohibido que los alumnos ingresaran y estaba cerrado con llave, pero el tintineo que oyó desde las manos de Maizono le hizo saber que no sería un problema.
El viento sopló con fuerza entonces, levantando tanto su cabello lila como el de Maizono. Ambas sujetaron sus faldas, pero no se detuvieron.
—¿Por qué me trajiste aquí? —entonces Kyoko preguntó.
Maizono señaló hacia un lugar específico: el río que atravesaba la ciudad.
En esa época del año, el caudal no era tan grande, por lo que se podían ver las piedras y plantas que normalmente se encontraban hacia el fondo.
—Una vez una grulla lastimada cayó al río —contó Maizono —. La corriente no estaba tan baja como ahora y el ave no podía salir del agua por su cuenta. Entonces, un chico, que había visto lo que sucedió, dejó su bicicleta a un lado y fue el primero en hacer algo al respecto aparte de solo mirar con asombro —se detuvo unos segundos, se acomodó el cabello detrás de la oreja y sonrió al agregar:—. Él cuidó del ave hasta que los profesionales llegaron. Su uniforme era un desastre.
Kyoko la miró.
—¿A dónde quieres llegar con esa historia?
Maizono le devolvió la mirada.
—¿Crees que un chico, que sale de su camino para ayudar a un animal herido, lastimaría a otra persona a propósito?
—No lo sé —admitió.
—¿Y por qué no tratas de averiguarlo? —preguntó Maizono antes de apoyarse contra las rejillas de la azotea —. Yo lo hice y no me arrepiento.
Kyoko parpadeó.
—¿Eh?
Su compañera de clases rió un poco.
—Tampoco puedo confiar en las personas tan rápido. Creo que nadie puede ni debería —comentó y luego volvió la mirada hacia el edificio contrario —. No somos tan diferentes. Al principio también creí que Naegi-kun se acercó solo por mi fama, pero... Él es genuino.
Con eso dicho, se separó de las rejillas y pasó a su lado para llegar a las escaleras de nuevo. Kyoko la siguió con la mirada.
—Por supuesto, eso no quiere decir que no cometa errores. Somos humanos.
Pero antes de que la dejara, una pregunta escapó de Kyoko antes de pensarla bien.
—¿Por qué me dices esto? —cuestionó.
Maizono parpadeó dos veces. Su cabeza un poco inclinada y la boca ligeramente abierta delataron que no tenía una respuesta planeada, pero no fue hasta que respondió, volviendo a mirar las escaleras, que Kyoko se dio cuenta.
—Quién sabe —contestó —. Solo no me gusta verlo tan preocupado por ti.
Y antes de que pudiera preguntar algo más, Maizono comentó que habían llegado a recogerla y bajó las escaleras dejándola atrás.
Kyoko no se movió por unos minutos.
No estaba muy segura de lo que acababa de pasar.
Apretó los labios. Sayaka Maizono sabía lo que había pasado entre ella y Naegi. Lo más probable era que también supiera acerca de su padre.
Kyoko suspiró.
La intención era obvia.
() () () ()
—¿Estás segura que era necesario?
Sayaka fue sorprendido por la voz de Leon cuando dobló por el pasillo.
Él estaba apoyado contra la baranda de las siguientes escaleras, no impidiéndole el paso, pero ahí de todas maneras.
Frunció el entrecejo.
—¿El qué?
—Ayudar a la chica que está ocupando los pensamientos del chico que te gusta.
Sayaka exhaló. La sonrisa que le había mostrado a Kirigiri había desaparecido hacía un buen rato.
Sin embargo, se encogió de hombros.
—No tiene nada que ver con eso. ¿Acaso crees que soy una mujer viciosa?
—Viciosa no, pero astuta sí.
Sayaka alzó una ceja.
—Si lo tomo como un cumplido, ¿me dirás por qué piensas así?
Leon rió.
—No te preocupes. Si todo sale bien, me encargaré de decirle a Naegi que fuiste tú.
Y esta vez fue Sayaka la que sonrió, mas negó con la cabeza.
Puede que lo que dijera Leon fuera cierto, puede que no. Como sea, no había mentido en ningún momento durante su conversación con Kirigiri y su intención no había sido otra que la que ella seguramente había entendido.
Sayaka sólo quería que hablaran lo antes posible para que el asunto dejara de molestar a Naegi.
Pero si podía tener una ganancia por lo que había hecho, ¿más valía tomarla, no?
Se despidió de Leon con una mano y se dirigió a la salida. Su manager ya la esperaba con la puerta abierta del auto.
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