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5.


Sayaka terminó de grabar la última canción.

Su manager le entregó una botella con agua y tras un "¡buen trabajo!" la dejó en su camerino.

Ella miró el reloj. Ese día habia faltado a clases para poder terminar con los últimos arreglos. Estaba especialmente emocionada ya que, según había oído y visto en algunas páginas web, su último EP había sido todo un éxito y cada vez más y más gente estaba interesada en comprar el álbum completo. No sólo en Japón, pero también en Corea y hasta Estados Unidos.

Sonrió al mirar su celular.

"Ya terminé. ¿Nos encontramos al frente del centro comercial?"

No podía esperar para contárselo a Naegi.

—Ah, ¿Sayaka? —su manager volvió un rato más tarde, entrando a su camerino después de tocar un par de veces —. Antes de que lo olvide, tienes regalos.

Sayaka asintió.

—¡Los abriré en el auto! —contestó guardando su celular. Tenía que cambiarse.

Contrario a lo usual, Naegi tardó en responder.

() () () ()

Kyoko bajó rápidamente las escaleras.

Se sentía traicionada.

Había hecho de todo para evitarlo y aún así había fallado. Esto era su culpa. Totalmente su culpa.

—¡Kirigiri-san, espera! —oyó la voz de su compañero de clases, pero por supuesto que no le iba a hacer caso.

¡Si no fuera por ese hombre!

Si pudiera apretar las manos en puños, lo haría.

—¡Kirigiri-san! —entonces fue detenida mientras cruzaba el patio hacia la puerta principal.

Su mochila cayó por su brazo, pero no llegó hasta el suelo pues la correa se detuvo gracias a la mano que la había sujetado.

¡Ugh!

—¡¿Por qué sigues insistiendo?! —exclamó. No había gritado, pero el silencio de esa hora, en la que ya casi no había alumnos, hizo parecer que lo había hecho.

—¡Porque creo que has malentendido algo! —él contestó.

Kyoko no pudo ni siquiera reír ante lo que escuchó. ¿Ella? ¿Malentender?

Ella exhaló y, jalando, se soltó del agarre de Naegi. No es como si él hubiera hecho fuerza de todos modos.

—No es la primera vez que lo hacen, ¿sabes? —le dijo y aunque se lo esperaba, Kyoko pudo reconocer la confusión en la expresión de Naegi —. Decirle a alguien que se acerque a mí. Kizakura te lo pidió, ¿no es así?

Makoto frunció el entrecejo. Primero por lo que Kirigiri le dijo y después porque fue raro escucharla referirse a un profesor sin ningún tipo de honorífico.

Pero antes de que pudiera decir algo para defenderse, ella continuó:

—Ya déjalo. No vas a conseguir nada siendo amigo de la hija del director. Él es esa clase de hombre.

¿Hija del director? Makoto fue sorprendido por unos segundos. Sin embargo, lo que más le dolió fue lo que dijo acerca de él.

¿Ella en serio creía que él haría algo así porque fuera a ganar algo?

Aunque, bueno, no es como si se conocieran realmente.

Pero...

—Está bien —dijo —. Admito que el profesor Kizakura me pidió que te ayudara, pero no tenía idea de que el director fuera tu padre.

Kirigiri soltó una risa seca, como si no le creyera y, de hecho, no lo hacía.

—¿Ah, sí? ¿Eres tan estúpido que no sabes el apellido del director? ¡En serio piensas que soy tonta! ¡Qué arrogante!

—¡Por supuesto que no! —entonces, como nunca, Makoto la interrumpió.

Por primera vez, Kyoko vio al chico enojado. ¿Quizá ofendido? Hasta el momento solo lo había visto frustrado, lo tomaba como uno de esos chicos tontos que se dejaban llevar y solo seguían la corriente. Aquellos que era convencidos con facilidad.

—Hay personas que comparten el mismo apellido sin tener relación sanguínea, ¿o no? Si soy estúpido por creer en coincidencias. Bien, entonces lo soy, ¿feliz? —él tomó aire. Pareció calmado, pero lo que dijo después delató lo ofendido que se sentía —. Nunca fingí querer ser tu amigo, Kirigiri-san. Nadie en la clase lo hizo, y me llamas a mí arrogante, ¡cuando tú eres la que ha despreciado a todos!

Kyoko se quedó callada. Ella no era arrogante. No era como su padre. Simplemente se estaba protegiendo. Todos siempre tenían otra razón para acercarse a ella. Había pasado antes, pasaba ahora.

Y, sin embargo, no pudo formular las palabras correctas para dar a conocer su punto.

Qué diablos. ¿Por qué tenía que hacerlo siquiera? Se seguro estaba actuando, queriendo que ella se sintiera culpable.

Naegi la miró con una dura expresión. Si alguna amistad estaba empezando a nacer entre los dos, no había rastro de ella.

Entonces, Naegi exhaló.

—No te molestaré más —dijo, y empezó a caminar hacia la salida —. Puedes pedirle al profesor Kizakura las asignaturas.

Por supuesto, no hizo falta decir que si no quería, no tenía que buscarlo.

Kyoko se quedó en el mismo lugar. Aturdida y confundida.

Naegi no le había dicho lo de Kizakura. Esto no era culpa de Kyoko, ¿no?

En serio, si pudiera apretar los puños, lo haría. Lo más fuerte posible.

Si esto no era su culpa, ¿por qué se sentía mal?

() () () ()

Makoto no quería estar molesto para cuando se encontrara con Maizono.

Aunque quizá "molesto" no era la palabra más adecuada para describir sus sentimientos.

Agitó la cabeza y decidió sacar su celular para ver la hora. Todavía tenía que ducharse y cambiarse.

Y sus ojos casi se salen de su rostro cuando vio el mensaje de Maizono.

Rápidamente respondió. El tiempo tampoco le ayudaba en lo absoluto.

Makoto tendría que volar.

—¡Lo siento, Maizono-san! —exclamó al llegar a donde habían acordado.

Aunque se había bañado, ahora sentía que estaba sudando por el repentino ejercicio.

Sin embargo, en vez de enojarse, Maizono rió.

—No te preocupes —dijo —. Supongo que ahora estamos a mano.

Makoto sonrió.

—Además —ella agregó al mirar su reloj de muñeca —. La película todavía no empieza. ¿Vamos a comprar la comida?

Él asintió.

Al menos podría relajarse ahora.

O eso pensó, pero, durante toda la película, se encontró pensando —cabe decir, muchas veces —en Kirigiri y en la expresión que tenía cuando la dejó.

Lo hacía sentir conflictuado, huh...

Aunque no se dio cuenta de eso hasta que la voz preocupada de Maizono llamó su atención.

—¿Te encuentras bien, Naegi-kun?

Él la miró. Habían decidido ir a por un helado cuando la película terminó y, aunque la había estado oyendo, no sabía exactamente en qué momento dejó de hacerlo.

—Yo...

Naegi pensó si estaba bien preocupar a Sayaka con sus problemas. Ella podía leer lo que pensaba como si fuera un libro abierto.

—¿Tiene que ver con Kirigiri-san? —se arriesgó a preguntar. No sabía si quería saber la respuesta, pero no había otra salida.

Los ojos de Naegi le respondieron con claridad.

—Lo siento —Makoto se disculpó, aunque no supo por qué exactamente. De alguna forma, pensar en Kirigiri mientras pasaba el tiempo con Maizono le hacía sentir mal.

Pero Sayaka decidió negar con la cabeza. Aunque él había estado algo distraído, se habían divertido de todas maneras.

—Naegi-kun, estoy aquí —él la miró confundido y Maizono agitó la cabeza, como para re-ordenar sus ideas —. Quiero decir, puedes decirme, ¿sabes? Somos amigos... ¿No?

Makoto suspiró y sonrió levemente. Maizono le devolvió el gesto mientras escuchaba atentamente sobre lo que había pasado.

Sus helados se derritieron.

Makoto terminó de comer el suyo.

Sayaka perdió el apetito en algún momento.

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