3.
Kyoko Kirigiri, ese era su nombre.
Makoto observó a la nueva alumna presentarse. No dijo mucho más que su nombre y de dónde venía. No sonrió al hacerlo ni "deseó llevarse bien con todos."
Por alguna razón, Makoto exhaló cuando el tutor del aula la envió a sentarse a unas cuantas sillas de distancia de él, hasta el fondo del salón, desconocedor del favor que le había pedido el profesor Kizakura.
Pasado complicado, persona complicada, huh... Pensó cuando ella pasó a su lado. Ni se molestó en mirar a los que la rodeaban.
¿Quizá era alguien importante como Togami? ¿O alguien famosa como Maizono? Era una chica bastante bonita y llamativa después de todo. Sin embargo, si lo era, ningún otro alumno parecía saberlo. Ni siquiera Yamada, que ni la miró dos veces.
El profesor le pidió a la chica que se sentaba a su lado, Aoi Asahina, que compartiera sus libros con ella y aunque no es como si pudiera negarse, Kyoko Kirigiri no lo aceptó con una sonrisa en la cara.
Makoto pudo haber seguido mirando, pero decidió que era momento de parar. Tenía que prestar atención por él mismo y no creía que a la nueva chica —o a cualquier persona para el caso —le gustara ser observada.
() () () ()
Al terminar la clase, como era de esperarse, un puñado de alumnos decidió acercarse a Kirigiri para hablar.
Por lo que Makoto pudo escuchar, mientras esperaba que no agobiaran a la chica, le preguntaron cosas sencillas como de dónde venía o por qué había regresado a Japón, si le gustaba tal o cual cosa, etc, etc.
Ella parecía llevarlo bien. No con una sonrisa, pero lo soportaba. Eso, al menos hasta que alguien mencionó algo que Makoto no pudo escuchar bien ya que se distrajo con Mukuro Ikusaba, que le pidió prestado un lapicero.
¿No ya le había prestado uno el día anterior? Bueno, ya qué.
Entonces escuchó el chillido de las patas de la silla contra el suelo. Fue fuerte y, puesto que fue acompañado por varios jadeos de sorpresa, llamó la atención de todos.
Sin responder a lo que sea que le mencionaron, Kirigiri se hizo paso entre las personas que la rodearon, abrió la puerta corrediza hacia el pasillo y salió como si no tuvieran otra clase en menos de 3 minutos.
—¡Hmph! ¡Qué grosera! —oyó decir a Junko Enoshima, que después de cinco segundos, dejó de mirar por donde había salido la nueva alumna, dejando de prestarle importancia, y volvió a sonreír para hablar con Celestia Lundberg.
—Al parecer tiene... Una personalidad especial —comentó Maizono también observando hacia el pasillo.
Por sus cejas curvadas, Makoto supuso que se estaba debatiendo entre ir a buscarla o no. Después de todo, no daría una buena primera impresión al profesor de la siguiente clase si no estaba ahí.
—¡Ja, ja! —oyó a Hagakure —. ¡Tienes trabajo que hacer, eh, Naegichi!
Makoto rodó los ojos, pero estaba sonriendo. Seguramente habían dicho algo que la molestó. No era raro para sus compañeros hablar más de lo que debían, después de todo, cada uno tenía suficiente confianza en sí mismos.
Y, si Kirigiri no estaba acostumbrada a eso, era obvio que se iba a molestar.
Como sea, no podía ser tan difícil, ¿no?
O eso fue lo que pensó, sin embargo...
—Aquí tienes —le dijo terminada su primera semana y media en Kibougamine.
Ahora, una pila de cuadernos estaban amontonados sobre su escritorio.
Los ojos lila de Kirigiri lo observaron. No con alguna expresión exactamente mala, pero no parecía complacida tampoco.
—¿Qué es esto? —le preguntó.
Makoto exhaló.
—Asignaciones de la semana. También las notas que no te molestaste en tomar y las fechas de los-...
Pero antes de que pudiera terminar de explicar, Kirigiri lo interrumpió.
—No lo necesito —le dijo.
Makoto sintió las miradas de Kuwata, Hagakure y Maizono en la espalda. Los tres lo estaban esperando para salir juntos de la escuela.
Él pensó que no iba a tardar. Se quedaron en silencio por unos segundos hasta que ella exhaló y decidió levantarse.
Su mochila, que sólo parecía de adorno, colgó de su hombro.
Ella lo pasó de largo y, aunque el olor a lavanda le gustaba, Makoto no pudo evitar sentirse frustrado.
—Puedes al menos fingir que los usarás, sabes —él giró para mirarla.
Ella se detuvo y solo volteó su cabeza, lo suficiente para verlo a los ojos.
—Y tú puedes fingir que ya me los diste.
Y sin decir nada más, Kyoko Kirigiri dejó el aula.
Esta vez fue Makoto quien exhaló. Por supuesto, seguirla e intentar convencerle era una opción, pero sabía que no era lo recomendable.
El profesor Kizakura le había advertido después de todo.
—¿Estás bien, Naegi-kun? —oyó la voz preocupada de Maizono —. Dale tiempo.
Él asintió. Al principio se había sentido un poco herido ante la negativa de Kirigiri; sin embargo ahora no le prestaba mucha atención.
—Pero, ¿hasta cuándo vas a seguir así, Naegi? —le preguntó Kuwata cuando le entregó su mochila.
Makoto agradeció y Hagakure habló antes de que él pudiera dar su opinión.
—Cierto. Has hecho esto mismo prácticamente toda la semana. No parece que ella quiera tu ayuda.
No era que no lo pareciera, era la verdad. Ella no quería su ayuda.
Pero Makoto no era insensible. Puede que no quiera su ayuda, aunque eso no quería decir que no la necitara.
Después de todo, tras su cuarto intento de lograr que tomara las notas, se había dado cuenta de algo.
Al dar la vuelta, sin querer botó el lapicero de Kirigiri. Ella lo miró con el entrecejo fruncido, pero agradeció cuando lo recogió por ella. Cabe destacar que tomó de regreso el objeto con cierta torpeza en las manos.
Puede que lo haya hecho solo por buena educación, pero alguien antipático ni siquiera se preocuparía por eso —tenía a Togami como buen ejemplo.
Además, con lo que había sucedido ahora...
¿Por qué no tomar los papeles para quitárselo de encima de una vez? ¿No era la opción más lógica? Y, sin embargo, ella seguía negándose como si fuera una niña encaprichada.
Makoto negó con la cabeza y siguió a sus amigos cuando decidieron dejar el salón de una vez.
¿Estaba siendo, quizá, muy entrometido? ¿O estaba analizando demasiado las cosas?
No lo sabía y en verdad no sabía si quería saberlo.
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