12.
Y la persona que apareció detrás de ella, en el umbral de la puerta que la idol acababa de atravesar, definitivamente los vio besarse.
Solo que no se estaban besando. Sus rostros estaban muy cerca, casi demasiado, y el corazón de Makoto latía a una velocidad impresionante al mismo tiempo que sus ojos se encontraban con los de Maizono.
Ambos se quedaron así por unos segundos que parecieron una eternidad.
Pero no se estaban besando.
Y Makoto recién lo procesó de esa manera cuando Maizono dio medio paso hacia atrás y volteó la cabeza para observar a la persona parada bajo el umbral de la puerta.
Se trataba de un chico, un poco más alto que Makoto. Probablemente de un año superior y de apariencia realmente mediocre. Estaba sorprendido, casi tanto como él, pero no dijo nada cuando Maizono habló:
—Te lo dije. No estoy interesada en salir con alguien más —declaró ella duramente. Su cálida mano, algo temblorosa, apoyada en el brazo de Makoto apretó ligeramente su agarre.
Él la observó algo confundido por unos segundos antes de comprender un poco lo que estaba pasando. No era raro para algunas personas intentar acercarse de más a la idol, así que levantó la mirada hacia la cara de muchacho y asintió una sola vez.
Por alguna razón no se sentía realmente seguro de aceptarlo en voz alta, aunque sabía que eso confirmaría todavía más las cosas.
El chico desconocido abrió la boca como para decir algo, luego la cerró y pareció pensarlo mejor antes de dar media vuelta y salir corriendo. Makoto entendía que estuviera desilusionado, pero el hecho de que Maizono hubiera acudido a él para ayudarla hablaba por sí solo.
Ella entonces soltó su brazo y exhaló casi exageradamente.
—¡Lo siento! —exclamó una vez volvió a mirarlo de frente. Sus cejas estaban fruncidas en genuina pena y sus labios casi formaban un mohín —. Creí que podría manejarlo por mí misma, así que fui a hablar con él para decirle que dejara de dejar notas y cartas en mi casillero, pero se pudo insistente y luego recordé que quizá tú seguirías en la escuela y... Um... Lo siento...
Maizono empezó a hablar como si solo tuviera dos segundos para decir todo lo que estaba en su mente. Tropezando con sus propias palabras y hablando sin puntos ni comas. Era raro verla perder la calma, incluso cuando estaba con él.
Era algo lindo.
Naegi sonrió y posteriormente rió un poco. Sayaka intentó por todos los medios no ponerse roja de la vergüenza, pero el intento fue fallido.
Realmente no había pensado bien las cosas.
—¿Así que las cartas que te llegaban solo eran de esa persona? —preguntó Naegi una vez estuvieron en el pasillo.
Sayaka asintió. No todas, pero sí una gran mayoría.
Llegó al punto de hacerla sentir incómoda cuando incluso algunas llegaron a la puerta de su casa.
Ambos llegaron a la entrada en silencio, sólo los sonidos de sus pasos y quizá los cantos de algunas aves haciéndoles compañía.
—Realmente lo siento, Naegi-kun —Maizono dijo una vez más.
Makoto se encogió de hombros.
—Por mi no hay problema, pero ¿tú estarás bien? —preguntó.
Él no era el alumno más guapo o intimidante. Si se encontraba en alguna pelea, dudaba que pudiera defenderse más de lo que podría defender a otra persona.
—Quizá hubiera sido mejor que fuera alguien como Kuwata... —terminó por decir.
Sí, alguien más fuerte. Alguien que pudiera protegerse a sí mismo y a Maizono.
Y entonces Maizono se detuvo, logrando que él también lo hiciera, algo confundido.
Ella no lo miró cuando empezó a hablar.
—Los "hubiera" no existen —le dijo. Ciertamente, Sayaka sabía que lo había puesto en un lugar no del todo seguro. Fue egoísta, hizo lo primero que se le vino a la mente sin pensar siquiera en que alguien con el físico de Leon podría ser mejor, pero... —. En ese momento, sólo pude pensar en ti, Naegi-kun.
Sayaka levantó la mirada entonces, encontrando los ojos de color oliva de su vecino de asiento.
Su corazón latió fuertemente. Quizá era el momento perfecto para-
—Estoy feliz de confíes en mí, Maizono-san —pero él la interrumpió.
Su sonrisa era tan... Pura, pensó Sayaka.
Naegi no la estaba viendo como ella quería que la viera. Él no estaba entendiendo que ella quería la viera. Que la tomara en cuenta.
Sayaka cerró las manos en puños.
Si ese era el caso...
—¿Maizono-san?
Cuando Maizono se quedó en silencio, Makoto la llamó sintiendo cómo su alivio rápidamente cambiaba a preocupación.
Pero entonces ella avanzó unos pasos hacia él.
Makoto no entendió en qué momento ella volvió a rodearlo con sus brazos. Tampoco registró el momento en el que su rostro volvió a acercarse al suyo ni procesó cuando sus ojos se encontraron.
Lo único que captó de toda la situación fue que esta vez, sus labios sí tocaron los suyos.
No fue algo profundo ni dramático. Apenas fue un roce de unos segundos. Segundos en los que Makoto se preguntó en donde poner las manos (las cuales en el momento simplemente estaban estáticas) y si estaba bien o no que no cerrara los ojos como ella.
Una vez más su corazón se encontraba latiendo tan fuertemente que parecía que se iba a salir de su pecho y estaba seguro que su rostro estaba más rojo que una manzana.
Justo como el de Maizono cuando por fin se separó de él.
Ambos se quedaron en silencio por dos segundos antes de que ella volviera a hablar.
—No estás entendiendo —Sayaka dudó de mirarlo a la cara, por lo que sus ojos iban y venían del suelo a su rostro y de su rostro al suelo —. En ese momento, cuando pensé que necesitaba un novio, la única persona en la que pude pensar como novio fue en ti.
Makoto se llevó una mano a la cara y se rascó la frente, o jugó con su cabello, no lo supo con seguridad porque su cabeza no estaba funcionando del todo bien.
—Yo, uh...
¿Qué se suponía que debía decir? No, ¿qué estaba diciendo Maizono realmente?
Y entonces bajó su brazo.
No, sabía lo que estaba diciendo, pero no sabía cómo responder. Era la primera vez que le pasaba algo así después de todo.
—No tienes que decir nada ahora —ella dijo después de un rato. Una sonrisa nerviosa cruzó por su avergonzada cara antes de dar un paso hacia atrás y juntar las manos en la espalda —. Yo, um... Lo siento de nuevo.
Y entonces Maizono corrió hacia la salida.
Makoto no pudo hacer mucho más que intentar detenerla, sólo para pensarlo mejor y no hacerlo.
Apretó los labios. Le gustaba Maizono, de eso había estado seguro desde hacía tiempo, pero...
¿Por qué su corazón dudaba de repente?
Aunque, bueno, quizá no era tan de repente.
() () () ()
—Kyoko-chan...
Kyoko apenas notó la voz de Asahina cuando ambas se detuvieron en el patio de la escuela.
Sabía por qué la estaba llamando, pero no se atrevió a moverse.
Frente a ellas, Maizono dejó a Naegi solo. Por su expresión corporal, él estaba perplejo, aunque no tanto como ella.
Kyoko tragó saliva y miró hacia el suelo.
Quizá sí hubiera sido mejor que no fueran amigos.
Ni con Naegi ni con Maizono.
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