Capítulo veintisiete
EMMA
«No mires. No mires. Emma por nada en el mundo mires. Los ojos fijos en la laptop. ¡Emma, no!» Repetí esas palabras en mi mente como un mantra mientras sentía mis manos cosquillear. Comprendía que no debía girar la cabeza, pero la curiosidad estaba matándome y no sabía cuánto tiempo más podría soportar la tortura. Bien, no era una tortura, solo se trataba de Tyler Murphy paseándose por la habitación con la camisa abierta y el abdomen al descubierto. A pesar de que había dicho que él no me interesaba, su físico sí era algo digno de admiración.
Y yo era débil así que terminé volteando, girando sobre mi silla, para darle una mirada de pies a cabeza. Tuve la genial idea de fruncir el ceño para fingir confusión o enojo y así esconder la verdadera razón de mi espionaje.
—¿Qué haces? —pregunté.
Aclaré la garganta luego de hablar porque la voz me había salido un poco ronca y era bastante obvio que me encontraba nerviosa. Al menos era obvio para mí.
—Estoy terminando de decidir si usaré esta camisa o no.
—¿Y tienes que hacerlo con el pecho al aire libre?
—Claro. —Dejó de rebuscar en sus cajones y giró a verme esbozando una sonrisa divertida—. ¿Te molesta?
—Tenemos una regla.
Blanqueó los ojos, aunque la sonrisa en su rostro no se borró, probablemente porque había esquivado su pregunta. Por supuesto que no me molestaba y él seguro ya lo sabía.
—La regla establece que debo utilizar camiseta, técnicamente estoy usando algo sobre los hombros.
—Técnicamente puedo ver tu piel, estás incumpliéndola.
—Puedo quitármela si eso te hace feliz.
Chasqueé la lengua, menudo presumido.
—¿Por qué esa camisa no te agrada?
Deberían haberme entregado un premio con dedicatoria por haber cambiado el rumbo de la conversación con tanta habilidad.
—No lo sé, siento que es muy blanca.
—¿Necesitas ayuda?
Alzó las cejas con sorpresa, pero asintió con la cabeza de todas maneras. Me puse de pie fingiendo molestia y caminé hacia su armario donde él también se encontraba. Tyler dio un paso a la izquierda para dejarme lugar y comencé a recorrer las perchas con los dedos mientras observaba las prendas colgadas. Tenía bastante de donde escoger y muchas parecían no haber sido utilizadas nunca. Le di una mirada rápida para estudiar el color de su piel y luego escogí una camisa azul oscuro que a mi parecer era la que mejor le iría.
—Usa esta.
—Gracias, Em.
—Deja de llamarme así.
—Nunca.
No me dio tiempo a salir de su lado y poner distancia entre los dos, Tyler se quitó la camisa que llevaba a medio vestir y la tiró sobre la cama dejando al descubierto su torso. Tragué con fuerza y me concentré en observar su rostro, aunque no sabía qué era peor. Él era apuesto, condenadamente apuesto y a pesar de que intentaba ignorarlo, me era casi imposible. Además, me agradaba que no tuviera el físico de un modelo, no estaba trabajado en exceso, aún así su piel lucía los resultados de una buena genética y ejercicio cada tanto. No, no me agradaba. Odiaba a mis hormonas traidoras.
—¿Qué harás esta noche, Em?
—Estudiar.
Me alejé con rapidez de él, sintiendo como si mi cuerpo me reclamara por poner distancia entre nosotros. Cuando me senté sobre mi silla, él ya comenzaba a abotonarse la camisa azul lo cual fue un gran respiro para mis sistemas nervioso y cardíaco. Eso fue hasta que giró hacia mí y pude contemplarlo de pies a cabezas por segunda vez en unos minutos. Demonios, debería haberle dado algo que no le beneficiara porque en ese momento lucía mejor que nunca.
—¿No saldrás con Ezra?
—¿No saldrás tú con Ezra?
—Sí porque tengo una entrevista, luego tiene la noche libre.
Negué con la cabeza. Tyler estaba preguntándolo con amabilidad, pero la realidad era que se había agotado el hechizo que me había hecho fijarme en Ezra y me había comenzado a parecer una persona normal. A él le había sucedido algo similar y habíamos decidido dejar lo que habíamos comenzado. Solo dos semanas, un nuevo record para mí.
—Él y yo lo dejamos.
Volví la mirada hacia la laptop y fingí interés en el informe que estaba realizando. Sin embargo, toda mi concentración se fue por el excusado cuando Tyler se reclinó sobre el escritorio y me observó con seriedad. Su perfume me invadió y tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para no cerrar los ojos y disfrutar del aroma varonil.
—¿Por qué?
—Incompatibilidad de tiempos.
—Y de edad —señaló.
—La edad no era un problema. Los chicos de dieciocho años no suelen ser muy maduros.
—¿Y tú lo eres? —preguntó con burla.
—Más que tú, por supuesto.
—¿Siempre buscarás algo para discutir?
—Tú iniciaste.
Fue su turno de chasquear la lengua y el sonido molesto hizo que despegara mis ojos de la computadora para fijarlos en él. Estaba cerca de mí, mirándome fijamente y si bien mi cuerpo reaccionaba a él, no sentí nada. Eso me agradó, podía gustarme su físico, pero él seguía siendo el muchacho molesto de siempre.
—¿Necesitas que traiga la cena?
—Sobreviviré, gracias.
Asintió.
—Bien, nos vemos luego. No me extrañes mucho, Em.
—No lo haré.
Me guiñó un ojo con diversión y se alejó de mí. Tomó la chaqueta que había dejado sobre su cama y luego volteó de nuevo hacia mi dirección
—Me alegra saber que no sales con Ezra. Sé que no lo hiciste por mí, pero gracias de todas formas.
Dejándome con la boca semiabierta por la sorpresa, se fue con tranquilidad.
***
Mientras salía de mi última clase con el estómago gruñéndome a causa del hambre y la espalda adolorida por el peso de la mochila, me recordé que tan solo quedaba una semana para el comienzo de las vacaciones de Acción de Gracias. Sin embargo, antes de poder disfrutar de esa tranquilidad, debía realizar una cantidad inmensa de tareas para cada una de mis clases.
Lo peor de todo era que necesitaría la ayuda de Tyler para realizar una de ellas.
Mi profesor de práctica periodística nos había encargado realizar una entrevista a cualquier persona que conociéramos que tuviera algún impacto en la sociedad. Podría ir con los amigos de mis padres, muchos de ellos dirigían grandes compañías y organizaciones sin fines de lucro, pero eso supondría arruinar la mentira que mis progenitores habían armado en torno a mi desaparición del Upper East Side. No quería discutir con ellos y la única otra persona que conocía que podría generar un impacto era Tyler Murphy, también conocido como T. Murphy, escritor del thriller que estaba siendo un éxito en librerías.
En lo que demoró el trayecto en metro desde la universidad hasta la residencia, que no fueron más de veinte minutos, me rebané el cerebro buscando la manera de pedir su ayuda. Mi orgullo me lo impediría si no fuera por el hecho de que él me había visto en peores situaciones.
—¡Emma! —exclamó Paris al verme llegar.
—Hola, Paris —saludé, acercándome al mostrador.
—¿Qué harás estas vacaciones?
—Iré a la casa de mi hermano en la playa.
Sonrió con complicidad y se inclinó hacia delante como quien quería compartir un secreto.
—¿En Los Hamptons?
Asentí con la cabeza.
—¡Eso es estupendo! —chilló—. Verás a un montón de celebridades.
—Lo dudo mucho.
De todas maneras sonreí porque su entusiasmo era contagioso. Paris, Robert y Tyler sabían sobre la fortuna de mi familia, sospechaba que April también lo hacía; no obstante, Paris era la única que tenía permitido mencionarlo porque cuando lo hacía, soltaba oraciones como esa en las que no buscaba nada a cambio.
—¿Tú que harás?
Soltó un suspiro.
—Nada tan interesante. Ya sabes, cena en casa de mi madre con Rob y su padre. ¡Puaj! ¿Puedo ir contigo?
Me encogí de hombros.
—Claro.
—Que linda. —Sonrió—. Aunque no podría porque mi madre me odiaría.
Dibujé un puchero exagerado con mis labios y ella rió para cambiar con velocidad de tema. Permanecí a su lado hasta que me percaté que iba tarde para mi consulta con la doctora Kingstone por lo que salí corriendo del edificio sin poder completar mi misión.
***
Tuve que demorar la conversación con Tyler hasta volver del trabajo que fue cerca de las ocho de la noche, con el cabello oliéndome a fritura y una fea quemadura en la mano producto de mi estupidez. Había estado tan concentrada preocupándome por la posible reacción de mi compañero de habitación que había sido descuidada al poner patatas en aceite y el líquido caliente terminó por caer en mi mano. Luego de muchas maldiciones, me percaté que no era tan grave como parecía, pero sí dolía como los mil demonios.
—Diablos, Em. ¿Qué te sucedió? —exclamó Tyler al observar mi mano vendada.
—Me quemé —expliqué, restándole importancia—. No es grave, el encargado me obligó a proteger la zona.
—¿No tienes que ir al médico o algo así?
Negué con la cabeza y me dejé caer sobre la cama. Estaba agotada y pensaba seriamente en acostarme sin cenar ni bañarme; sin embargo, no lo haría porque eso supondría cambiar por segunda vez las sábanas esa semana y no me sentía con tantas energías.
—¿Tyler? —pregunté con un hilo de voz y la mirada fija en el techo.
—¿Sí?
—¿Puedo pedirte un favor?
—¿Otro? ¿Sería como el número diez mil desde que nos conocemos o el cien mil?
Su tono de voz contenía burla e imaginé que estaba sonriendo de la misma manera. Tuve que contenerme para no suspirar, necesitaba una buena calificación.
—¿Puedo o no?
—Suéltalo.
Me incorporé sobre los codos para observarlo. Tyler estaba recostado sobre la silla giratoria de su escritorio, con las manos entrelazadas tras la nuca y vistiendo un pantalón de pijamas a cuadro y una sudadera gris. Su cabello era un lío como siempre que estaba estudiando o escribiendo y a mí parecer se veía mejor de esa manera que cuando se peinaba.
—¿Puedo entrevistarte?
Alzó las cejas con sorpresa.
—¿A mí?
—No, a ti no. A T. Murphy, el escritor.
—¿Es para una tarea?
Asentí con la cabeza.
—Claro —contestó, encogiéndose de hombros.
—Gracias. —Sonreí con alivio.
—Pero tendrás que pagarme de alguna manera.
Por supuesto, él no lo haría por amor al arte. Lo había imaginado y, de hecho, me había sorprendido que no lo hubiese mencionado antes.
—¿Qué quieres?
—Sorpréndeme.
Eso no sonaba bien, podría ser desde pagarle el desayuno a deberle un departamento en la torre más lujosa de la ciudad. Con Tyler nunca se podía saber nada con seguridad, era una caja de sorpresas interminable. No obstante, yo sabía de algo a lo que él no podría negarse y que pensaba proponérselo de todas maneras porque, aunque fuera dura con él, no era un ser insensible.
—¿Quieres pasar Acción de Gracias en Los Hamptons?
Dejó de lucir tan relajado y la sonrisa en su rostro se esfumó. Por un segundo creí que había cometido un grave error, quizás todavía me odiaba y me creía una lunática al invitarlo a pasar una festividad con mi familia, a pesar de que técnicamente no había mencionado que iría conmigo.
—¿Qué?
—El próximo sábado viajaré a la playa, ¿quieres venir?
—¿Con tu familia? —Articuló cada palabra despacio como si necesitara decirlas con lentitud para entender lo que significaban.
—Con mi hermano y su esposa.
—¿Y tus padres?
Mierda. Eventualmente se enteraría porque sería imposible ocultarlo por una semana cuando mi hermano y Mila solían preguntarme a cada rato cómo me sentía, pero esa noche no estaba lista para confesárselo. Quería mantener esa parte de mi vida a oscuras por otra semana de ser posible, quería seguir siendo la compañera de cuarto que para él era rica y mimada y no la que había sido abandonada por sus padres.
—De viaje —mentí.
—¿Cocinarán pavo?
Asentí con la cabeza, me sentía como en un interrogatorio.
—¿Tendré que compartir habitación contigo?
No pude evitar reír porque sonó bastante desilusionado, como si la mera idea de tener que seguir durmiendo en el mismo cuarto fuera sinónimo de tortura. Y de cierta manera lo entendía, era controladora hasta la médula y un real dolor de cabeza.
—No.
—Hecho.
Fue mi turno de mirarlo con sorpresa. ¿Había escuchado mal o había dicho que sí?
—¿Qué?
—Tú puedes entrevistarme y yo pasaré Acción de Gracias contigo, pero no creas que cocinaré.
—No esperaba que lo hicieras.
Se puso de pie de un salto y caminó hacia mí, deteniéndose a pocos pasos de distancia. Estiró su mano en mi dirección y no dudé en tomarla para cerrar el trato.
Por todos los cielos, pasaría Acción de Gracias con Tyler Murphy.
¡Hola, gente bella! ¿Qué tal están hoy? Espero que su día haya empezado mejor que el mío.
Para poder subir este capítulo tuve que aguantar una travesía pero finalmente está aquí. Agradezcan a Dios o al universo, en quien crean.
¿Les ha gustado el capítulo? ¿Qué deberíamos esperar de este viaje de Acción de Gracias? Yo solo quiero decir que me encantan las festividades y creo que ya lo han notado. En Halloween hubo un beso, ¿qué sucederá en Los Hamptons?
Muchas, muchas gracias por leer, votar y comentar. Las amo =)
Nos leemos mañana. Les deseo un hermoso día.
MUAK!
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