Capítulo treinta y siete
EMMA
Cerré la puerta sin ver mientras una sonrisa se formaba en mis labios y mis brazos se cerraban alrededor del cuello de Tyler, brindándole un abrazo. Sus manos estaban sobre mi cintura, aprisionándome y atrayéndome hacia sí mientras su boca devoraba la mía con fiereza. Sentía que el mundo me daba vueltas, en parte por los chupitos de vodka que me había permitido tomar en la fiesta y mayormente por la cercanía de Tyler.
Nos habíamos mantenido alejados durante la fiesta, lo suficiente como para no formalizar una relación que todavía no existía; sin embargo, nos habíamos encontrado con frecuencia en la mesa de bebidas y snacks para compartir algunas oraciones. Al final de la noche, antes de que la fiesta terminara y cerca de las dos de la mañana, habíamos vuelto a la habitación tras dedicarnos una mirada cómplice.
Quizás era el alcohol que se me había subido a la cabeza, la finalización de los exámenes y el comienzo de una libertad escasa brindada por las vacaciones de Navidad o solo que Tyler Murphy me gustaba más de que lo que me había gustado alguien antes, pero allí estaba besándolo con ansias, deseando probar cada rincón de su boca.
Lo encaminé hacia la cama y le di un leve empujón, provocando que cayera sobre la cama. Sus ojos buscaron los míos, la diversión latente en el color miel y me sonrió con hoyuelos incluidos, provocando que mi corazón se saltara un latido.
—¿Emma Williams acaba de tirarme a su cama?
—Calla —le indiqué, burlona.
—Con gusto.
Se acomodó en el colchón, apoyando su cabeza contra las almohadas y estiró una mano en mi dirección. La tomé sin dudar y con su ayuda me coloqué a horcajadas sobre él. Sus labios buscaron los míos al instante y correspondí a su beso con renovadas energías, permitiendo que su lengua se hiciera paso hacia el interior de mi boca. Su sabor era similar a chocolate y una clase de alcohol, y en ese momento me pareció lo mejor del mundo.
Sus manos bajaron por mi espalda hasta posarse sobre mi trasero y le dio un leve apretón, clavando sus dedos contra mi piel cubierta por ropa. En otra situación, con otra persona, me habría sentido incómoda, pero con Tyler todos esos temores de no ser suficiente se acallaban.
Retiré mis labios de los suyos y deposité un beso sobre el hueso de su mandíbula, provocando que un suspiro escapara de su boca. Sonreí contra su piel y besé su cuello, trazando un camino hacia el borde de su sudadera.
—Hace calor —susurró con voz juguetona—. ¿Me quito la sudadera?
—Y la camiseta.
Rió por lo bajo y ambos nos sentamos para que pudiera quitarse las prendas de ropa. Lo ayudé tirando hacia arriba y en tanto salieron del camino, volvió a devorar mis labios. Podía sentirlos hinchándose y me pareció una sensación increíble.
Me hizo girar con un habilidad sorprendente, quedando sobre mí y profundizando el beso que compartíamos. Clavó sus rodillas contra la cama para evitar aplastarme y su lengua volvió a tomar el control.
Aproveché la desnudez de su torso para recorrer su cuerpo con las yemas de mis dedos, acariciando cada curvatura de su espalda y sintiendo la suavidad de su piel. Lo escuché gruñir cuando mis manos llegaron a la cinturilla de sus pantalones y retiré la mano de manera automática.
—Oye... —Buscó mi mirada y con una de sus manos acarició con ternura mi mejilla—. No has hecho nada malo.
—¿Seguro?
Sonrió de lado.
—Muy seguro.
Tomé su cuello y lo atraje de nuevo hacia mí. No podía dejar de besarlo, su tacto y sabor me estaban enloqueciendo, volviéndome adicta.
Acarició mi cintura sobre la ropa y descendió sus manos hacia el borde de mi sweater. No llevaba una camiseta abajo, no me había dado tiempo de cambiarme cuando Paris comenzó a aporrear la puerta para que fuera a la fiesta por lo que tomé lo primero que encontré. Me estremecí al sentir su mano cálida contra la piel desnuda de mi abdomen y jadeé contra sus labios, la sensación eléctrica que me recorrió puso mi vello de punta.
—Creo que también tengo calor.
Lo ayudé a quitarme el sweater y agradecí en ese momento más que nunca que mi ropa interior fuera lisa y de colores básicos, de lo contrario me habría sentido muy avergonzada. Sus ojos me recorrieron por completo y, en lugar de intimidarme, sentí que cada terminación nerviosa respondía a su mirada.
—Em, podemos dejarlo aquí si quieres.
—No quiero.
—Em...
—Estaré bien —le aseguré, buscando sus ojos para que no tuviera dudas—. De verdad.
—¿No es el alcohol hablando?
—Creo que el alcohol se ha esfumado.
Me pareció que iba a protestar y alejarse de mí, pero no se lo permití. Lo tomé por los hombros y lo incliné hacia mí buscando su boca en el proceso. Fui un poco brusca, lo sabía, y de todas maneras no me molestó cuando cayó sobre mí. Separé ligeramente mis piernas permitiéndole acomodarse entre ellas y mi vientre bajo se retorció al contacto de nuestras entrepiernas.
Llevó una de sus manos hacia mis muslos y movió mi pierna de manera que se enrolló alrededor de su cadera. Hice lo mismo con la otra y un suspiro escapó de mis labios al sentir su dureza. Dios, este hombre iba a matarme.
Seguí besándolo por minutos que parecieron eternos y efímeros por igual, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a reaccionar a su cercanía de maneras que nunca antes había experimentado. Sus labios bajaron por mi cuello, trazando un camino tortuoso de besos que se detuvo en el bretel de mi sujetador. Lo corrió hacia un lado, deslizándolo sobre mi hombro, y presionó sus labios en esa zona de mi piel.
Buscó mis ojos pidiendo permiso y asentí con la cabeza. Arqueé mi espalda y él encontró el broche por detrás, desprendiéndolo con facilidad. Me deshice de la prenda y tragué saliva consciente de que era la primera vez que quedaba tan al descubierto frente a un muchacho. Su mirada se volvió de fuego y eso avivó la seguridad que sentía. Nada de eso estaba mal, no podía estar mal si me sentía tan bien.
Al sujetador le siguieron más prendas: zapatos, calcetines, pantalones y ropa interior. La conclusión parecía obvia y quise experimentarla en carne propia. No obstante, en el momento en que se acomodó entre mis piernas, recordé un pequeño detalle que me dejó de piedra.
—Espera —chillé.
Sus ojos se abrieron con asombro y se detuvo al instante.
—¿Está todo en orden, Em?
Asentí y luego negué con la cabeza. Una expresión de confusión cruzó su rostro y no pude culparlo.
—Dime que te has hecho exámenes.
Frunció el entrecejo, probablemente creyendo que estaba loca; sin embargo, para mí era importante saberlo.
—¿Exámenes?
—Sí, para descartar enfermedades sexuales.
Su rostro pareció relajarse y esbozó una sonrisa divertida.
—Claro que sí.
—¿Cuándo?
—Antes del inicio de clases.
—¿Y?
—Todo limpio.
Solté un suspiro, pero no me permití relajar. Él lucía sincero y sabía que era bueno, aun así la vocecita paranoica sonaba en el interior de mi cabeza para impedirme pasar de esa situación.
—¿Puedes mostrarme los resultados?
—¿Ahora?
Dirigió su mirada hacia abajo e hice lo mismo. Entendí a qué se refería y asentí mientras mis mejillas se volvían rojas. No me avergonzaba lo que sucedía con su cuerpo ni la desnudez, sino haber recordado preguntárselo en un momento como ese. No obstante, sabía que si no me aseguraba antes de hacerlo, no podría dormir en paz. Sí, tenía un condón, aunque eso no me hacía sentir mejor.
—Por favor.
—Tengo que buscarlos, Em.
—Por favor —repetí.
Suspiró y luego me dedicó una sonrisa, como si no pudiese creer que se hubiera metido conmigo y, de todas maneras, le agradara. Se separó de mí, poniéndose de rodillas y luego se levantó de la cama. Me senté y abracé mis rodillas contra el pecho para no sentirme tan expuesta, a Tyler no pareció molestarle.
Encendió la luz de arriba, la lámpara de la mesa de noche iluminaba pero no lo suficiente. Fue hacia el escritorio con mi mirada fija en su espalda y rebuscó entre sus cosas buscando lo que le había pedido. Pareció transcurrir una eternidad hasta que encontró un sobre blanco y volvió hacia mí. Se sentó en la cama y me lo entregó.
—Desde que tengo dieciséis años me hago estudios cada seis meses, está todo en orden.
Le creí, aunque necesité abrir el sobre. El informe era sencillo, enlistaba las posibles enfermedades sexuales y colocaba un «negativo» en mayúsculas y negrita a su lado. Me permití respirar con tranquilidad y dejé el estudio médico a un lado.
—Lo lamento —susurré.
—Está todo bien, Em. Es normal sentirse así, es tu primera vez.
—He arruinado el momento por completo.
Acomodé un mechón de cabello tras mi oreja, sintiéndome como una estúpida de pronto.
No tenía que avergonzarme por querer tener sexo seguro, pero sí me sentía mal por haber sentido la necesidad de comprobar sus palabras. Si Tyler se sentía ofendido, no lo demostró y en su lugar me sonrió.
—Lo lamento —repetí.
—No lo lamentes.
Se acercó a mí y depositó un beso sobre mis labios. Le sonreí cuando se alejó y abandoné mi postura tensa.
—¿Crees que podamos...? Ya sabes. —Sentí mis mejillas arder y él pareció divertirse con mi nerviosismo—. Digo, si no he arruinado todo.
—Créeme, Em, sigue todo bien por allí abajo.
Quise reír; sin embargo, no alcancé a hacerlo. Sus labios me encontraron de nuevo, menos suaves que segundos antes, aunque con la misma firmeza que momentos previos a mi interrupción. Le rodeé el cuello con los brazos y juntos nos acomodamos contra la cama.
No dudé esa vez, le permití completar lo que habíamos iniciado y aunque el ardor fue molesto al principio, pronto se volvió un recuerdo mientras besaba sus labios y sentía que el resto del mundo desaparecía.
Me estaba entregando a Tyler como nunca antes había hecho con nadie. Le había permitido ver no solo la desnudez de mi cuerpo sino también todo lo que me atormentaba al contarle aquello que me había hecho ser quien era. No dudé, me sentí segura y supe que quería que esa sensación de bienestar se repitiera.
No sabía cuándo pondría un alto, no sabía si quería detenerme y eso solo podía significar algo: terminaría por enamorarme de Tyler.
¡Buenas! ¿Qué tal están hoy?
Respecto al capítulo de hoy, bueno, pasaron cosas... Sí, sí, ya sé hicieron el "sin detalles" pero yo ya les había advertido que no escribo +18 (todavía). Espero que de todas maneras les haya gustado el cap, ¿les ha gustado?
Definitivamente Ty y Em han dado un gran paso, ¿qué creen que sucederá a continuación? ¿Están ansiosas por leer el reencuentro del cuarteto de oro?
Muchísimas gracias por su apoyo y cariño. ¿Les he dicho ya que las amo? Se los repito, las amo. Son las mejores.
Ahora sí, me retiro.
MUAK!
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