Capítulo cincuenta y seis
TYLER
Solté un largo suspiro y retiré algunas gotitas de sudor de mi frente con el dorso de la mano. El clima en la ciudad era igual que en el infierno, tan abrazador como una maldita llamarada. El aire acondicionado de la residencia no estaba encendido lo que volvía todo más caluroso e insoportable.
Acomodé una caja con libros junto a la puerta, en el pasillo, y giré hacia Emma que estaba terminando de trenzar su cabello.
—Podrías ayudarme, ¿sabes?
Sus lindos ojos se posaron sobre mí y me dedicó una sonrisa en la que mostró los dientes. Era la clase de gesto con el que intentaba lucir angelical y en verdad lo lograba, pero también sabía que era su forma de librarse de las obligaciones porque yo era débil y terminaba haciendo lo que me pedía.
—Hace muchísimo calor, odio el sudor y el polvo.
—Sí, yo también lo hago.
Crucé los brazos a la altura del pecho y le dediqué una mirada que pretendía ser malhumorada.
Ella salió del cuarto de baño y caminó hacia mí manteniendo la curvatura en sus labios. Sus manos se posaron sobre mis hombros y, poniéndose de puntillas, presionó un beso contra mi barbilla.
—Pero a ti el sudor te queda bien, sobre todo cuando estás sin camiseta como ahora.
—Eres una pervertida, Williams.
—Y tú luces muy apetecible, Murphy.
Rodeé su cuerpo delgado con mis brazos y con un rápido movimiento la alcé. Soltando un chillido de sorpresa, enredó sus piernas alrededor de mi cintura y se aferró a mis hombros con fuerza. Llevé mis manos hacia su trasero para sostenerla y aprovechar la situación tanto como me resultara posible.
La tela de sus pantalones cortos de mezclilla se había elevado dejando un poco de piel al descubierto en la zona de sus muslos. Acaricié con mis dedos esa zona y ella se estremeció casi de inmediato.
—Yo diría que el sudor también te puede quedar bien.
—Acabo de ducharme —me recordó.
—Puedes ducharte de nuevo. De hecho, podemos hacerlo juntos.
—Ethan llegará en cualquier momento, ¿estás consciente de eso?
—Sí, también estoy consciente de que la puerta tiene llave y él no podrá ingresar.
Su pecho se agitó producto de una leve carcajada y no pude evitar posar mis labios sobre los suyos. Correspondió sin dudar y profundizó el beso rodeando mi cuello con sus brazos. Mi lengua no tardó en hacerse paso hacia el interior de su boca y cuando sentí que quizás era una buena idea dejar a su hermano afuera, su teléfono móvil comenzó a sonar.
—Quiero destruir todos los teléfonos celulares del mundo —gruñí contra sus labios.
La dejé ir, depositándola en el suelo con suavidad y ella no tardó en contestar la llamada. No me fue difícil comprender que hasta allí llegaría nuestra sesión de besos por lo que no tardé en volver a la tarea de empacar nuestras pertenencias.
Las clases habían terminado oficialmente esa tarde y Emma y yo ya estábamos preparándonos para Chicago. No debíamos viajar hasta dos semanas después; sin embargo, la residencia se vaciaba y no planeábamos dejar nuestras cosas allí durante todo el verano. En principio porque yo no volvería a esa residencia en septiembre.
Había estado viendo pisos cerca de la Universidad de Nueva York luego de que Ezra afirmara que a la editorial le gustaría que asistiera a una mejor universidad. Él se había encargado de mover contactos y de hacer llamadas, no tenía una confirmación, pero todo parecía indicar que me trasladaría a Manhattan para mi segundo año. No se lo había dicho a Emma todavía, no era seguro y no quería invitarla a vivir conmigo hasta que todo estuviera en su lugar.
Ese verano nuestras pertenencias irían a la casa de Ezra, las dejaríamos en la habitación de huéspedes hasta que volviéramos de Illinois. Era una buena idea, no había fallos ni complicaciones.
—Tengo que irme —anunció Emma—. Debo llevar toda la documentación al profesor Sherley para el trabajo de verano.
—Bien, yo seguiré aquí cuando vuelvas. O quizás Ethan se apiade del novio de su hermana y le compre una cerveza.
Ella sonrió y tras colgarse el bolso al hombro, volvió hacia mí. Besó mis labios de manera rápida y caminó hacia la puerta. Me saludó con la mano al salir y yo volví a suspirar.
***
Ethan no tardó en ir a la habitación y juntos trasladamos las cajas repletas hacia su departamento en el Uper East Side. Fueron necesarios dos viajes para poder vaciar el dormitorio de la residencia dejando únicamente lo esencial.
—Saben que pueden pasar las próximas dos semanas con nosotros en el apartamento, ¿verdad? —preguntó el hermano mayor de Emma mientras estacionaba frente al edificio donde yo vivía.
La noche había caído y la primera fiesta de finales de clases ya se estaba desarrollando dentro del edificio. La música llegaba a nosotros sin problemas y desde donde estábamos podíamos ver a las personas bailando al ritmo de una canción latina.
—Sí, lo sabemos.
—Pero quieren intimidad, ¿verdad?
Le dediqué una sonrisa de disculpa y él giró los ojos con algo de asco.
—Me caes bien y por eso no te golpeo, Tyler.
—Yo no he dicho nada.
—No, solo tienes sexo con mi hermanita.
—Yo no diría «hermanita».
Me dedicó una mirada de pocos amigos y no hice más que reír. Habíamos desarrollado algo así como una amistad, después de todo, Emma y yo pasábamos casi todas las tardes en su piso.
—Solo procura utilizar condón porque si dejas embarazada a mi hermana, ahí sí que serás hombre muerto.
—Elle podría necesitar una prima para jugar.
Me apresuré a salir antes de que en verdad decidiera golpearme y saludé con la mano mientras reía. Hizo pitar la bocina antes de alejarse y esperé hasta que desapareció en la próxima calle para entrar a la residencia.
Robert no tardó en abordarme y me rodeó los hombros con su pesado brazo. Me entregó una cerveza sin siquiera dirigirme una palabra y sonrió.
—¿Romeo ya se mudó?
—Cierra la boca, Rob.
—Oh, vamos. —Rió—. Si me encanta que mi buen amigo Murphy esté enamorado.
—Algún día lo estarás tú y yo me cobraré todos estos momentos.
Le dediqué una sonrisa y me llevé la botella a los labios. El líquido helado me ayudó a disminuir el calor que sentía en el cuerpo, en verdad necesitaba una ducha.
—Eso nunca sucederá, soy un alma libre.
—Yo diría que eres como un consolador público.
Mi comentario lo hizo reír evidenciando lo ebrio que ya estaba. Reí también solo que por razones distintas a las de él y lo acompañé hasta los sillones de la sala común. Saludé a April y sus amigas luego de dejar a Rob descansando en un sofá y caminé hacia el elevador.
Me apetecía volver a la fiesta, sobre todo porque estaban cocinando hamburguesas en la parrilla y yo moría de hambre, pero primero quería sacarme la suciedad del cuerpo. Como sospechaba, la caja metálica de la muerte estaba atorada en uno de los pisos y tuve que subir por las escaleras. Si antes estaba sudado, al llegar al dormitorio parecía una cascada.
No tardé en meterme a la ducha y darme un buen baño de agua fría. Terminaba de vestirme cuando mi teléfono comenzó a sonar anunciando una videollamada. No necesité mirar la pantalla para saber de quién se trataba.
—Hola, G —saludé al responder.
—Pero si es mi mejor amigo a quien ya daba por muerto.
Blanqueé los ojos y dejé el móvil sobre la mesa de luz mientras caminaba hacia el armario.
—¿Por qué no veo tu lindo rostro?
—Porque estoy buscando una camiseta, pesadilla.
—Bueno, hablaré igual y tú me escucharás porque es tu deber como mejor amigo.
—Anda, dispara. ¿En qué lío te has metido ahora, G?
Escuché una carcajada leve proveniente del teléfono y aproveché el momento para pasarme una camiseta blanca por la cabeza. Busqué también mis zapatillas de lona y me rocié un poco de perfume antes de volver hacia el móvil. Ella ya había vuelto a hablar.
—¿Recuerdas que te mencioné que conocí a mis abuelos maternos y que no eran tan malos como parecían a pesar de sonar tan ingleses?
—Sí.
Recogí el aparatito y lo sostuve frente a mi rostro. Tomé asiento en la silla giratoria del escritorio porque imaginé que la conversación sería un poco larga.
—Bueno, me han invitado a pasar el verano con ellos.
—¿A Inglaterra? —pregunté con sorpresa.
—Ajá.
—¿A Londres? —repetí para corroborar.
Asintió, brindándome una respuesta positiva.
—¿A esa casa en un barrio de millonarios?
—Sí, Ty, ahí mismo. No es como si fuera a ser diferente si lo repites muchas veces de distinta manera.
—Estoy intentando comprender, ¿bien?
Me enseñó la lengua y yo hice lo mismo con ella.
—Bueno, ¿y por qué me llamas? ¿No te sientes segura con ellos?
Suspiró y supe que había dado en el clavo.
—No los conozco y si mi madre se alejó de ellos por tantos años, debe haber una buena razón. A mí me parecieron normales y agradables, pero eso no explica por qué nunca los conocí.
—Y por qué nunca intentaron contactarte, ni siquiera cuando tus padres murieron —añadí.
—Exacto. ¿Y si son impostores?
—¿En verdad crees que alguien se tomaría el trabajo de viajar desde Inglaterra para conocerte y fingir ser alguien que no es? No eres tan importante, G.
Entrecerró los ojos y reí al ver su expresión.
—No, pero pueden querer el dinero de mis padres.
—También existe la posibilidad de que sí sean tus abuelos y tan solo se hayan enterado tarde de lo sucedido.
—Claro, porque el rostro de mis padres no salió en las noticias como por dos meses enteros.
Bueno, ahí tenía un buen punto. Padres famosos también significaba muertes y funerales repletos de periodistas, por no mencionar el juicio al que había asistido la prensa para intentar obtener toda la información posible.
—¿Y qué harás entonces?
Mordió su labio inferior y apartó la mirada unos segundos de la cámara. Conocía ese movimiento, lo hacía cuando iba a soltar una bomba y no solían agradarme sus bombas.
—Dijeron que podía invitar a mis amigos para sentirme más tranquila y yo pensé en ustedes. Taylor aceptó ir conmigo, pero tiene una pequeña gira con su banda que durará unas semanas. Theo también dijo que sí, aunque irá luego de finalizar la temporada de práctica en la NBA y... —Suspiró—. No quería molestarte porque no sé si has planeado algo con Emma. No has mencionado nada respecto al verano y no quería ser una molestia. Estás empezando una relación y es probable quieras estar con ella, no con tu pesada mejor amiga.
Tragué con fuerza. Ella tenía razón, no le había mencionado mis planes con Emma porque eran recientes y con los exámenes finales habíamos hablado poco.
—Entonces, ¿tienes planes para este verano?
—¿Estás proponiéndome viajar contigo a Londres por tres meses a la casa de tus abuelos?
—Sí, pero espera —chilló—. Antes de que digas que no por alguna razón tonta como que los ingleses no son de tu agrado, me gustaría mencionar que mi abuela es profesora de literatura en Oxford y le mencioné casi por error tu nombre. Ella te reconoció y dijo que le encantaría que formaras parte de su curso de verano de escritura y literatura. No solo como estudiante, sino para dar algunas charlas. Te pagaría y te entregarían un lindo diploma.
Mierda. Mierda. Mierda.
Esa era una muy buena oferta. Le pateaba el trasero repetidas veces al curso de verano en el que me había inscripto. Incluso le escupía para asegurarse de humillarlo por completo.
—Y no te lo pediría si no fuera porque estoy realmente asustada. Incluso podemos invitar a Emma, mis abuelos no tendrían problema y yo la adoro.
Las palabras escaparon con rapidez de sus labios evidenciando su nerviosismo. Sin embargo, lo que me dejó sin palabras fueron las lágrimas aguando su mirada café.
—Si dices que no, lo entenderé, no tienes que vivir agarrado a mí como una garrapata y no nos hará daño separarnos por un verano —continuó con la misma velocidad—. Solo... solo tengo mucho miedo.
Entonces las lágrimas escaparon de sus ojos y bañaron sus mejillas.
No la veía llorar desde la muerte de su abuela y antes de eso había llorado cuando nos despedimos para ir a la universidad. Genesis era la clase de persona que no lloraba seguido a menos que estuviera muriéndose por dentro. Podía contar con los dedos de las manos las veces que la había visto tan nerviosa y frágil.
No me agradaba verla de esa manera.
—¿Tienes miedo?
—Sí, tengo miedo de saber que mis abuelos son una porquería y que mi madre me mantuvo alejada de ellos porque no me querían. No me queda nadie, Ty, nadie más que ustedes y no quiero enfrentarme sola a la realidad. —Sollozó y limpió sus mejillas con fuerza, enrojeciendo su rostro—. ¿Y si no me quieren? ¿O son malas personas? Entonces sí estaría completamente sola. No quiero estar sola.
Su llanto me dejó sin palabras de nuevo. No supe qué decirle, cómo consolarla para que dejara de sentir miedo y ese dolor que amenazaba con consumirla.
Mi cabeza comenzó a sopesar las posibilidades mientras sus gemidos lastimeros inundaban nuestras habitaciones.
Podía ir con G y decirle a Emma que nos acompañara a Londres. Podríamos pedirles a los abuelos de Genesis que consiguieran un trabajo para ella también. Arriesgarme a que Em perdiera una oportunidad sin igual, lo que no me haría feliz.
Podía decirle que no a mi mejor amiga e ir a Chicago con mi novia como habíamos planeado. Disfrutar tres meses juntos antes de volver a clases. Emma trabajaría en el periódico y yo practicaría mi escritura en un curso de verano que no era tan prestigioso como el que podía ofrecerme una profesora de Oxford. Por no mencionar dejar a Genesis a su suerte y tener que aprender a vivir con eso.
Había una tercera opción que no me agradaba tanto. Decirle que sí a Genesis y mantener una relación a distancia con Emma, al menos hasta que mi amiga se diera cuenta de que sus abuelos no eran unos monstruos y Taylor y Theo viajaran a Londres.
No sabía qué hacer, sentía que cualquiera de las decisiones que tomara podría afectarme. Haría feliz a alguien y miserable a otra persona, no me sentía listo para decirle que sí a ninguna de las dos, pero tampoco para decirles que no.
Entonces recordé algo que me había dicho a mí mismo unos meses atrás. Si tenía que elegir entre Emma y mis mejores amigos, elegiría sin dudar a mis mejores amigos.
¿Podía darle la espalda a Emma?
¡Hola, hola! ¿Cómo están? ¿Ansiosas?
Si has llegado aquí a penas publiqué el capítulo, espera un poquito más para saber qué sigue. Yo sé que puedes aguantar.
Si has llegado aquí luego de las 8.30 am de Argentina, avanza hacia el otro capítulo.
En ambos casos, gracias por leer, votar y comentar. ❤
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