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Capítulo cincuenta

TYLER

Estaba un poco nervioso, no iba a mentir al respecto. Saber que en pocas horas, tres para ser más preciso, me encontraría con mis amigos, me hacía sentir un poco extraño. Ansiaba verlos, pero, sobre todo, esperaba que no me hicieran pasar vergüenza.

Emma estaba a mi lado, jugando con despreocupación una guerra de pulgares conmigo mientras el avión avanzaba por el cielo rumbo a la ciudad de San Francisco. Me encantaba saber que estaba acompañándome a unas vacaciones que no prometían ser tranquilas y me inquietaba la idea de que no le agradaran mis amigos. Ella me encantaba; sin embargo, si tuviera que elegir entre el trío que conocí en Rose Valley y Emma, no dudaría elegir a mis amigos. Esperaba nunca tener que elegir.

—¿Cómo van tus clases? —pregunté, en un intento de acallar mis temores.

—Bastante bien, he pasado todos los exámenes con sobresalientes. —Sonrió e intentó aprisionar mi dedo con su pulgar, fallando olímpicamente—. El cuatrimestre pasado no tuve muchas horas libres para estudiar, pero ahora que cuido a Elle y tengo más tiempo, siento que ha vuelto mi capacidad de aprendizaje.

—¿Y el profesor que dijo que llevará a gente a trabajar con él ya ha notado tu existencia?

Elevó su mirada y aproveché ese momento para ganar la guerra de pulgares. Esbozó una mueca mientras intentaba liberar su dedo; no obstante, no lo logró y volví a declararme campeón.

—Define notar mi existencia.

—¿Te ha dado algún indicio de que te llevará con él?

Suspiró por unos largos segundos, despeinando algunas hebras de su cabello.

—No, no se ha fijado en nadie aún y eso me pone nerviosa.

—Bueno, si él no te elige es porque no sabe lo que hace. —Le dediqué una sonrisa para tranquilizarla, podía ver el terror en sus ojos—. Encontraremos algo más para que hagas este verano, quizás pueda pedirle a mi editora que te dé trabajo.

—¡Oye! —exclamó de pronto, como si recordara algo—. Hablando del verano, encontré algo que quizás te pueda interesar.

Dejó ir mi mano y rebuscó en su bolso de mano por algo. Me quedé en silencio, observando cada uno de sus movimientos e intentando comprender de qué iba eso. Finalmente, dio con un papel doblado en cuatro partes iguales y lo extendió hacia mí.

—Estaba en la universidad, creo que podría gustarte.

No dudé en tomar el papel y lo abrí bajo su atenta mirada. Era un folleto a color de una escuela de arte en Chicago, mejor dicho, de un curso de escritura para jóvenes estudiantes que quisieran profundizar sus conocimientos en la escritura creativa.

—Se debe enviar un informe y evaluarán tus calificaciones para determinar si tienes potencial para recibir la beca —me informó—. Estoy segura que si lo intentas, lo conseguirás.

Doblé de nuevo el papel y lo guardé en mi bolsillo. Estaba asombrado, que pensara en mí me había producido una sensación extraña. Una buena sensación que parecía no querer abandonar mi pecho y organismo.

—Es genial, Em. Me encanta —admití—. Lo haré cuando volvamos a clases, intentaré conseguir esa beca.

Me dedicó una amplia sonrisa, maravillándome con la belleza de sus labios curvándose hacia arriba. Emma era atractiva, pero cuando sonreía así pasaba a ser la persona más bella que alguna vez había tenido el placer de ver.

—Y quizás, si tengo suerte, podremos pasar el verano en la misma ciudad. Juntos.

Fue mi turno de sonreír. Me gustaba su idea, me encantaba que lo dijera con un poco de timidez. Llevé mis manos hacia sus mejillas y deposité un beso de unos segundos sobre sus labios.

—Un verano juntos en Chicago suena como un plan perfecto para mí.

Se inclinó hacia delante y nuestros labios volvieron a encontrarse. Cerré los ojos y me dejé llevar por la suavidad de su piel, disfrutando el cálido y suave contacto de nuestras bocas moviéndose a un mismo ritmo.

***

Estaba a punto de agarrar mi maleta de la banda transportadora cuando un chillido agudo llegó a mis oídos. Tuve el tiempo suficiente para tomar mis pertenencias y prepararme para el fuerte abrazo que llegó hacia mí, tan veloz como un rayo. Genesis me apretujó con fuerza, como si no me hubiese visto en mil millones de años, y besó mi mejilla antes de separarse de mí.

Taylor fue más tranquilo, también me abrazó y, como los idiotas que siempre fuimos, nos golpeamos en las nalgas a la misma vez. Me alejé de él riendo y me giré hacia Emma quien lucía un poco sonrojada mientras mi mejor amiga también la aprisionaba en un abrazo.

—Estoy muy feliz de verlos —exclamó G, acomodándose el cabello—. Creí que tardarían más en llegar, nosotros recién arribamos.

—Arribamos hace una hora, MIT, ¿cuánto más querías que esperáramos?

Ella blanqueó los ojos y le dio un leve empujón a Taylor que terminó convirtiéndose en un abrazo.

—¿Están listos para irnos? El juego comenzará en cualquier momento.

Asentí y extendí mi mano hacia Emma. Se había quedado callada de pronto, como si se sintiera nerviosa y no pude culparla. Taylor y Genesis podían ser muy efusivos, yo también lo era cuando estábamos juntos, mientras que Em era tranquila la mayor parte del tiempo.

—¿Vamos?

Asintió y enredó su mano con la mía, entrelazando nuestros dedos. Seguimos a mis amigos hacia la salida, con nuestras maletas rodando a nuestras espaldas. Era un viaje corto, tan solo una semana, pero me había venido preparado para todo. Era imposible saber qué habían planeado esos dos para nuestras vacaciones.

—Ya alquilamos el vehículo —informó Tay—. Es una camioneta para que tengamos más espacio.

—¿Y el auto de Theo? —pregunté.

—Lo dejó en Rose Valley, su madre lo necesita porque el suyo está en el taller.

No tardamos en llegar al estacionamiento. Sus maletas se encontraban en la cajuela y yo me encargué de ordenar las nuestras a su lado. Era un automóvil amplio, de último modelo, pero no muy llamativo.

—¿Alguien quiere conducir? —preguntó G, mostrando el juego de llaves—. ¿Emma?

Los ojos sobrenaturales de Emma buscaron los míos y vi el terror en ellos.

—No sé conducir —contestó—. A duras penas puedo ponerlo en marcha.

—Tendremos que solucionar eso, en nuestro grupo todos conducimos. Incluso Theo que es un peligro al volante. Puedo enseñarte.

Em sonrió, un poco más tranquila al ver que Genesis la trataba con naturalidad. Me pareció que respiraba con normalidad, como si hubiese estado conteniendo la respiración esperando el momento en que alguien la juzgara o la echara. Entendía que ese temor se debía a los problemas con sus padres, el rechazo que había sufrido, y quise abrazarla en ese preciso momento.

—Es tu turno, Tay —dijo y le arrojó las llaves a su novio.

Mi amigo de cabello oscuro las agarró en el aire y sin dudar se encaminó hacia la puerta del conductor. Genesis subió adelante con él y aproveché la oportunidad para acurrucarme junto a Emma en el asiento trasero.

—¿A dónde vamos?

—Pararemos en el hotel, tenemos veinte minutos cronometrados para llegar y dejar las cosas —explicó, girando en su asiento para vernos—. Si tienen que orinar, háganlo, pero el número dos queda descartado o nos perderemos el inicio del juego.

Fruncí la nariz al escucharla y ella sonrió con diversión.

—No correré por el hotel solo para cumplir tu loco itinerario —le informé.

—No es un loco itinerario, iremos a un partido de Theo, así que moverás tu culo de nueve puntos y harás lo que te digo.

—¿Nueve puntos? —chillé—. ¿Qué pasó con mi nueve punto cinco?

Emma rió por lo bajo y le dediqué una mirada pidiendo ayuda. Se encogió de hombros y detuvo su risa.

—Eso era hasta que Taylor comenzó a hacer ejercicio, ahora él tiene un trasero de nueve punto cinco y Theo continúa teniendo un diez perfecto —explicó—. Si quieres subir tu puntuación, deberás trabajar para lograrlo. No regalo calificaciones.

Entrecerré los ojos en su dirección y volví a buscar la ayuda de mi novia.

—No he visto el trasero de Taylor —mencionó—. No puedo opinar.

—¡Soy tu novio!

—¿Y? No te daré un diez si no lo mereces.

Bufé como un niño molesto y noté que Taylor se reía con ganas. Estuve a un segundo de darle un golpe en la cabeza por molesto; sin embargo, recordé que iba tras el volante y no quería morir antes de tiempo.

—Puedes verle el trasero a Tay, te doy permiso.

—Gracias, Genesis. —Sonrió.

—Me siento muy cosificado en este momento, ¿tú no, Ty? —preguntó Taylor, buscando mi aprobación por el espejo retrovisor.

—Yo me siento más bien ofendido. ¡Un nueve! ¡Un jodido nueve!

Emma besó mi mejilla y no pude evitar borrar la expresión de molestia del rostro.

—Tienes un diez en otras asignaturas —susurró.

La observé con sorpresa por dos segundos y luego esbocé una amplia sonrisa que transmitía todo lo que pensaba. Sus mejillas se colorearon, luego también lo hizo su cuello, entonces besé sus labios.

—Yo diría que ocho y medio.

Iba a matarla. ¿Un ocho y medio?

—¡Genesis! —exclamé.

—¿Qué? —exclamó ella también—. Estaba hablando de tu capacidad para bromear.

Sin embargo, todos sabíamos que no era verdad. Me agradecí mentalmente por haberle contado a Emma lo que había sucedido con G el año anterior, de lo contrario, me habría metido en problemas por ocultarle información.

El viaje hacia el hotel fue corto y mi mejor amiga no mintió respecto al tiempo que teníamos para registrarnos. Todo transcurrió como en una persecución: corrimos hacia las habitaciones, nos cambiamos de ropa para deshacernos de las prendas sucias del viaje, nos colocamos nuestras gorras del equipo de la universidad de Theo y volvimos corriendo hacia la camioneta. Me faltaba la respiración al llegar y entendí que ellos tenían razón: necesitaba hacer ejercicio.

No pensaba conformarme con un nueve. Mi culo era un diez.

La universidad donde nuestro amigo asistía tenía un gran estadio cubierto para fanáticos del basquetbol y un amplio estacionamiento que estaba abarrotado. Nos costó encontrar un lugar, pero después de minutos eternos, lo dejamos un poco lejos de la puerta. Caminamos con rapidez hacia la entrada y nos detuvimos en un pasillo aledaño a la cancha para esperar a Theo.

Taylor fue el encargado de hacer la llamada y colocarla en altavoz para que todos pudiéramos oír.

¿Hola? —preguntó Theo al contestar, el ruido a su alrededor era fuerte.

—Hola, Theo. ¿Qué tal los preparativos para el juego?

Lo mismo de siempre. Mucha actividad, mucha gente, mucho ruido. Es un partido importante.

Todos eran partidos importantes para Theo, los reclutadores estaban rondándolo y era probable que recibiera una oferta para la temporada de verano en las ligas mayores como practicante.

—Genial, ¿crees que puedas hacerme un favor?

¿Un favor? ¿Ahora?

—Sí, Theo, un favor. ¿Puedes?

Hubo un momento de silencio y los cuatro miramos el teléfono con nerviosismo. Si decía que no, la sorpresa se iba al demonio porque tendríamos que decirle que estábamos allí para verlo.

Claro —contestó al final.

—Ve al pasillo cerca de los vestidores.

¿Qué?

—¡Hazlo! —le chilló Genesis.

Escuchamos los pasos a través de la línea y unos segundos después el rostro confundido de Theo se coló por el marco de la puerta. Su expresión fue de absoluta sorpresa cuando nos vio reunidos frente a él y poco le faltó para soltar el teléfono.

Corrió hacia nosotros y abrazó con fuerza a Genesis. No me sorprendió, ella era su favorita. Luego abrazó a Taylor que estaba cerca de él, siguió conmigo y sin dudarlo finalizó con Emma.

—¿Qué hacen aquí?

—¡Sorpresa! —exclamé, sonriendo.

—Los odio, me dijeron que llegarían el domingo.

—Ya te lo dijo Ty, era una sorpresa —comentó Taylor, sonriendo también.

—Esperen. Yo a ti te conozco —dijo el rubio de pronto, posando sus ojos sobre Emma—. ¡Eres la novia de Ty!

Las mejillas de mi novia se volvieron rojo fuego y asintió con timidez. Theo la había abrazado sin sopesarlo y en ese momento la miraba con entusiasmo. Mi amigo podía poner nerviosas a las muchachas con una sola mirada, era como un don.

—Sí —articuló con timidez.

—Bueno, bienvenida. Espero que no te espanten, somos buenos después de todo.

—Estaré bien.

Entrelacé mis dedos con los suyos y le di un ligero apretoncito a su mano. Su sonrojo fue disminuyendo de pronto y posó sus ojos sobre los míos con agradecimiento.

—Tengo que irme, la charla antes del juego está por comenzar —nos informó— Gracias por venir.

—Patea sus sucios trasero, grandote.

—Lo haré, pequeñita.

Volvió con velocidad hacia el vestidor y me giré hacia Emma para darle un vistazo. Lucía menos nerviosa que antes y se había quedado con los ojos fijos en la puerta por la cual Theo había desaparecido.

—Podemos proponerle un trío.

Me dio un leve codazo en las costillas y reí con ganas. La atraje hacia mí y besé su frente con una sonrisa curvando mis labios.

—Te quiero, Em, incluso cuando miras a mi mejor amigo.

Se separó de mí con rapidez y me observó con los ojos desorbitados. Entendí entonces que le había confesado mis sentimientos y un nudo se instaló en mi estómago.

Mierda, había arruinado el momento.

¡Muy buenos días/tarde/noche! ¿Cómo están hoy? ¿Qué tal las ha tratado la semana?

Ay, empezaron las vacaciones de primavera y Ty admitió sus sentimientos por Emma. ¡Qué bonito! Espero que les haya gustado el capítulo, ¿han tenido una parte favorita? ¿Creen que Emma le dirá que también lo quiere? ¿Es el culo de Tyler un nueve?

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar. ¡Las adoro!

Que tengan un bello día y un increíble fin de semana. Nos leemos el lunes.

MUAK!

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