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Sueños rotos

El resto de la semana de vacaciones, JungKook sintió, por primera vez desde hacía tanto que ya no lo recordaba, lo que era relajarse. De la cama a la playa, de la playa a la piscina, de la piscina a comer, luego al spa, a caminar por el paseo marítimo a cenar y de vuelta a la cama, llenando el tiempo con caricias, besos y otras prácticas de amor.

Les fue difícil despedirse de la isla, pero YoonGi le hizo prometer a JungKook que irían a la playa en Busan ese verano. Y que se tomarían unas vacaciones como esas más adelante. "Una semana al año sólo podía ser bueno.", había dicho YoonGi. JungKook no estaba seguro con lo de la playa de Busan. Busan no era Jeju, allí había mucha gente y JungKook no era alguien que pasara desapercivido. No en vano era considerado uno de los solteros más cotizados de todo Corea. Sin embargo, una sonrisa tonta se le dibujó cuando YoonGi dijo: "una semana al año". Eso significaba que YoonGi les veía finalmente como algo a largo plazo. Hacer planes para el futuro daba alas a la imaginación de JungKook. Una vida con YoonGi, una familia a su lado. ¿No sería un sueño en vida? Lo mejor que podía pasarle en la vida. Sumido en sus ensoñaciones y recogiendo las maletas para ir al aeropuerto, el móvil del alfa vibró en el bolsillo. Era un mensaje, así que lo sacó y lo miró esperando que fuera mera publicidad de la compañía telefónica. No lo era. Era de la clínica especializada en fertilidad. Así rezaba:

Estimado señor Jeon, ya hemos recibido los resultados de los análisis que su omega, Min YoonGi, se realizó en nuestra clínica.
Lamentamos comunicarle que el balance de hormonas actual de su omega es inadecuado para concebir. Aunque puede quedar embarazado con la misma facilidad que cualquier otro omega, existe una probabilidad alta de aborto natural por no ser capaz de sostener la vida en su interior debido a que su desajuste hormonal podría ser dañino para el embrión. Existen más pruebas que pueden realizarse con el fin de elaborar un tratamiento que ayude al paciente a controlar sus niveles hormonales y hacer así de su vientre un lugar adecuado para la gestación. Sin embargo, aconsejamos que si usted tiene planeado tener un primogénito alfa de segunda generación, debido a los altos costes y muchos procedimientos que esto conlleva, no corra riesgos y planee gestar a su primogénito con otro de sus omegas. Esperaremos a que vuelva a concertar una cita con nosotros para continuar con la atención a su caso. Muchas gracias.

Y de pronto todos los sueños de futuro se complicaron. Un solo mensaje y todo parecía venirse abajo de un instante a otro. El mensaje daba por hecho que JungKook tendría otros omegas. Todos lo daban por hecho y JungKook no dejaba de plantearse si acabaría siendo igual que los demás. Su omega. Su primogenito alfa de segunda generación. Todos esperaban eso de él. Y ahora cada palabra le sonaba como una carcel para YoonGi. ¿Y si finalmente no podía tener hijos? ¿Como de efectivo era el tratamiento que planteaban? Tenía muchas dudas que resolver. Pero la más importante de todas: ¿cómo iba a tomárselo YoonGi? ¿En qué forma le afectaría?

- ¿Te encuentras bien? - YoonGi leyó la preocupación en su rostro.

- Sí. No pasa nada. - Le sonrió. "¿Por qué había dicho eso? ¿Por qué no se lo contaba?", se preguntó el alfa a sí mismo. Sería mejor al volver en casa. Las noticias malas se llevan mejor en un lugar conocido. Allí podrían asimilarlo, afrontarlo y hablarlo juntos y con calma. Le pareció una mejor idea.

- ¿Otra mala noticia de la empresa? - Preguntó curioso.

- Nada que no se pueda solucionar. - Aseguró. YoonGi le vio optimista sin saber que sonreía falsamente para no preocuparle.

- Lo arreglaremos en cuanto lleguemos a casa. - Comentó YoonGi.

- Sí, será lo mejor.

Cuando llegaron al avión sintieron que la gente les miraba más de lo normal. Quizá sólo era que un par de personas habían reconocido a JungKook. Era bastante común puesto que JungKook salía en algunas revistas de sociedad haciendo entrevistas y cosas similares, la mayoría para publicitar su empresa o para reafirmarse como futuro director y propietario de los hoteles Jeon cuando su padre se jubilase. Aunque, en realidad, él ya hacía casi todo el trabajo, debía ganarse la confianza de los inversores y de los clientes, según su padre. Y esa era una buena manera de hacerlo. Sin quererlo, había terminado en la lista de solteros millonarios de Corea. Y la de los hombres más guapos también. A JungKook le daba igual mientras eso diera buena imagen a la empresa.

Aquel día era el cumpleaños de JiMin y el omega estaba contento. Acababa de recibir un hermoso y enorme ramo de flores de HoSeok con la promesa de que se verían pronto. Debía ser el más grande y bonito de todas las floristerías de Busan. Lo había puesto con agua en el vestuario, junto a todos los demás. Tenía que ir escogiendo los más nuevos o los que le parecían los más especiales porque ya no le cabían. HoSeok y él no habían podido verse porque no tenían excusa para ello, puesto que YoonGi y JungKook se habían ido de vacaciones y eso era algo que su esposo podía averguar facilmente. Pero la semana acababa y la pareja pronto se reuniría. Habían quedado para celebrar el cumpleaños de JiMin dentro de dos días. JiMin estaba ilusionado y también un poco nervioso. Iba a entregarse a él. Lo había decidido. Después de tanto tiempo, sería suyo de nuevo. Echaba mucho de menos sus abrazos, su cuerpo contra el suyo y su piel ardiente arrastrándole a pecar.

- JiMin.

- ¡Ah! - Una voz conocida venida desde su espalda le sobresaltó terriblemente.

- No hagas eso. Me asustaste. - Dijo sin más. Se dio la vuelta y vio a su esposo. ¿Qué hacía allí? Él jamás iba a su trabajo. JiMin entró en pánico. Pues pronto se dio cuenta de que su presencia allí podía ocasionar gravísimos problemas. Si entraba al vestuario y veía todos los ramos de flores que HoSeok le había mandado. Intentó mantener la compostura. Su esposo no tenía por qué entrar al vestuario de los omegas, eso era ridículo. Y, aún si los veía, los ramos no tenían las tarjetas, pues JiMin las coleccionaba y estaban bien guardadas. Así que, en el remoto caso de que las viera, JiMin le diría que eran para otro de los compañeros omegas que trabajan allí con él en la casa de gisaengs. - Esposo, ¿qué haces aquí?

- Es el cumpleaños de mi omega y quería darle una sorpresa. Así que he venido a recogerte. - Anunció orgulloso de sí mismo. - Te invito a merendar.

- Aún me queda media hora para salir. - Le recordó.

- ¿En serio? - Dijo mirando el reloj. Estaba claro que no sabía a que hora acababa su jornada laboral. En otras palabras, que sabía que estaba allí porque no podía estar en otro lugar. HoSeok, sin embargo, ya se sabía sus horarios perfectamente, incluso sus descansos y siempre enviaba las flores a las horas oportunas. - Te esperaré romando una copa en una de las mesas de allí. Sírvele algo bueno a tu esposo, ¿de acuerdo? - Le sonrió.

- Claro. - JiMin inmediatamente se fue a trabajar. Terminó lo que había dejado a medias y pidió en la barra un buen licor, que era lo que más le gustaba al alfa y algo abundante para picar y tenerle entretenido. - Aquí tienes. - Le sirvió. - Dame treinta minutos y nos vamos. - Sin dar las gracias por el servicio, el hombre le cogió del brazo y tiró un poco del omega acercándoselo y asustando mucho a JiMin. ¿Qué ocurría? ¿Acaso había sospechado algo? No podía ser.

- Te ves muy bien con ese traje tradicional. - Le dijo al oído. JiMin se relajó, sólo quería decirle un piropo entre susurros y él ya se había puesto de los nervios. - Hoy, por ser tu cumpleaños, después de merendar te llevaré a casa y te haré el amor varias veces. - Le informó. Se suponía que JiMin tenía que verse ilusionado por esa idea, pero no lo estaba en absoluto. - He comprado viagra para poder aguantar tu ritmo juvenil. - Anunció y JiMin sintió asco. - Voy a hacerte un bebé hoy, JiMin. - El omega quería llorar, pero no podía. Quería que HoSeok le salvara, pero eso no tenía sentido, ¿verdad? - Será tu regalo de cumpleaños. ¿No estás contento? - No, no lo estaba lo más mínimo. Pero, a pesar de todo el asco, la tristeza y la desolación que sentía, se obligó a sonreir. En ese sentido sí era útil haber estudiado en el CIMETEL, le habían enseñado a tragarse sus emociones y sonreir a su alfa pasara lo que pasara, sintiera lo que sintiera.

- Me haría muy feliz. - Mintió deliveradamente.

- Vete ahora. Date prisa para que podamos irnis pronto. - JiMin asintió y se marchó a seguir trabajando. Y, a pesar de todo lo que sentía, tenía que estar realmente feliz porque no había descubierto su secreto y aún podía verse a escondidas con HoSeok. ¿Era todo lo que podía tener? Un poco de felicidad furtiva con el hombre al que amaba mientras tenía que complacer al hombre con el que sus padres le habían casado. Eso era todo lo que tenía. Quizá las cosas se tornarían mejores cuando quedara embarazado y tuviera un hijo. Eso le daría felicidad, pero sería infinitamente más feliz si el hijo fuera de HoSeok. Pero eso era injusto para HoSeok, para el bebé e incluso para su esposo, que, en realidad, no había hecho nada malo. Además, JiMin no podría vivir aterrado toda la vida con que ese secreto se descubriera. A la más mínima sospecha de que el hijo no se pareciera en nada a él, haría una prueba de paternidad y le acusarían de adulterio. Ese sería su fin. Un omega solo, con un hijo, en la calle y con la reputación destrozada. Pero, ¿estaría con HoSeok? No lo creía. La reputación del alfa también quedaría hecha añicos, le echarían del trabajo o su esposo lo mataría. No había nada que pudiera hacer. Eso era todo a lo que podía aspirar. Esas eran sus opciones y sabía que HoSeok se cansaría pronto de esa situación. HoSeok merecía más. Merecía poder formar una familia. Merecía estar con alguien que pudiera darselo todo sólo a él. Los ojos se le encharcaron de lágrimas y trastabilleó haciendo que la bandeja que llevaba callera al suelo rompiendo los dos vasos que llevaba en ella.

- JiMin, ¿qué ha pasado? - Se apresuró a ayudarle un compañero beta. Ambos se agacharon para recoger. - Ten cuidado. Podrías cortarte con los cristales.

- Lo...lo siento mucho. Tropecé y… - Se excusó.

- No pasa nada. Ocurre todos los días. - Le animó. - Aunque nunca había visto que te pasara a ti. Pero siempre hay una primera vez. - Le sonrió. Se miraron y el beta pudo ver sus ojos cristalizados. - ¿Estás bien? - JiMin asintió.

- Es que… - Dijo lo primero que se lo ocurrió. - ...soy tan torpe.

- Sólo son unos vasos, JiMinnie. - Habló con cariño. El omega siempre le había parecido muy dulce. - No pasa nada. - Volvió a sonreírle.

- JiMin. - Le llamó su esposo, que había acudido al estrépito de la bandeja sabiendo que había sido JiMin puesto que había podido oír la primera frase del beta que le ayudaba. - Levanta de ahí. - Parecía molesto por la confianza que tenía con su compañero. Estaba celoso. El beta ayudó a JiMin a levantarse tendiéndole la mano, pero su esposo le tomó por el brazo y le levantó con más brusquedad de la que hubiera querido JiMin. - ¿Estás bien? - Preguntó el alfa finjiendo muy bien sus celos.

- Sí. Sólo se me han caido unos vasos. Estaba un poco distraído. - Confesó.

- Siempre estás en las nubes, JiMin. - Le regañó el alfa. - ¿O es la noticia de tu regalo de cumpleaños lo que te ha puesto así? - Le susurróal oído. JiMin enrogeció de vergüenza. - Ya casi es tu hora. - Le dijo después. - ¿Por qué no vas a cambiarte y nos vamos? - JiMin sonrió y asintió antes de obedecer. Entró en el vestuario y vio el despliegue de ramos de flores que había allí. Ese era su refugio. Era su secreto. El resquicio de felicidad que le quedaba. Tuvo que espabilar, cambió sus ropas rápidamente para no hacerle esperar. Si se hartaba podía querer entrar al vestuario para buscarle y entonces haría preguntas. Salió casi corriendo, no sin antes dar un beso al taco de tarjetas de dedicatoria que guardaba con celo en lo más profundo de su taquilla.

- Ya nos podemos ir. - Anunció JiMin al salir del vestuario, ya un poco más tranquilo.

- Bien. - Le sonrió el alfa cogiéndole de la cintura posesivamente. - ¿A dónde quieres ir? - Salían del restaurante hablando calmadamente y al fin JiMin pudo relajarse un poco al ver como el alfa se alejaba de su refugio lleno de flores.

- JiMin. - Le llamó una compañera omega que estaba entrando al restaurante para trabajar. - ¿Ya te vas?

- Sí, ya me voy. - Anunció con una sonrisa.  

- ¿Y ese es tu esposo? - Le preguntó curiosa.

- Sí, ha venido a recogerme y nos vamos a merendar. - Comentó JiMin alegremente, aunque no estaba realmente alegre por ir a meredar con su esposo.

- ¡Ah! Es verdad. Que hoy es tu cumpleaños. ¡Felicidades! - Exclamó. - Supongo que te habrá traido otro hermoso ramo de flores. - JiMin se congeló. Eso no se lo esperaba.

- No… - Susurró. - Luego le pediré que me compre uno. - Le sonrió intentando ignorar la palabra "otro".

- ¡Qué envidia! Mi esposo jamás tiene esos detalles conmigo y el tuyo te llena el vestuario de flores. - Estaba muerto.

- ¿Flores? - Preguntó el alfa. - No recuerdo haberte mandado flores. - Pronunció extrañado. La omega rió.

- Qué bromista y modesto es usted. - Comentó. - ¿Cómo no va a acordarse si le envía un ramo varias veces a la semana? - Bocazas. - Bueno, me voy dentro, que tengo que empezar a trabajar. - Maldita bocazas. El alfa miró a JiMin sin comprender nada y el omega no supo qué decir. Pero el alfa no era tonto.

- ¿Quién te envía flores, JiMin? - Preguntó intentando mantener las formas esperando que JiMin le diera una excusa.

- Nadie. - Aseguró. - Esa mujer está un poco loca. - Añadió. - Se habrá confundido con otra persona.

- Pues parecía que sabía muy bien quien eres. Incluso sabía que hoy es tu cumpleaños. - Observó el alfa. - ¿Quién te envía flores, JiMin? - Repitió.

- No es nada, de verdad. - El alfa se encaminó de nuevo al interior del restaurante.

- ¿A dónde vas? - Pregungó en pánico.

- A tu vestuario. A ver si es verdad que está lleno de flores o esa omega está loca, como dices. - Alegó caminando a paso firme.

- No. - Le dijo. - Tú no puedes entrar ahí. Es el vestuario maculino para omegas. - Le recordó.

- Poco me importa, JiMin. - Continuó su paso, que JiMin tenía que correr para ponerse a su altura.

- Espera. No entres. - Le pidió cuando estaba en la puerta. El alfa llamó y nadie respondió. El vestuario estaba vacío. - No entres. - Suplicó en un gemido. Y el alfa abrió la puerta y la cruzó sin mayor miramiento. La escena era clara. Allí había al menos cinco ramos de flores en jarrones, vasos y otros recipientes con agua repartidos por toda la estancia.

- Te lo voy a preguntar una última vez, JiMin. ¿Quién te envía estos ramos de flores?

Chan, chan, chan!!!! ¿¿¿Y ahora qué sera de nuestro JiMinnie???? ¿¿¿Podrá YoonGi tener hijos???? Que de preguntas... Y se que me vais a odiar por dejarlo ahí 😊😊 #FELIZLUNES!!!

Espero que os haya gustado el capítulo. Hasta el próximo Lunes!!!

Un besazo!!!😘😘😘😘

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