5
Unos tienen un don, mientras que otros solo tienen mucha calentura
ADA.
Ay no.
Reiv.
Acababa de paralizarme en la entrada de mi segunda clase del primer día, porque a través de las paredes de vidrio podía ver que él estaba ahí.
En mi mente empezó a sonar esa canción Tú de Maye, en la parte de: «amor eres túúú, ninguno como túúú».
Sentado en una de las mesas, usaba su celular mientras esperaba a que la clase iniciara. Vestía un pantalón chino color gris pizarra y un jersey gris. Elegante pero simple, pero también misterioso. El cabello desordenado sensualmente. De perfil era incluso más atractivo con su nariz recta, sus hombros relajados, y la forma en la que se mordía el interior del labio inferior en un jugueteo distraído.
¿Qué me estaba diciendo el universo?
Algo tipo: «no solo tendrás que verla a ella y sentirte en peligro, sino que también tendrás que ver a tu eterna tortura pasional y prohibida en una clase cada semana».
Me querían empezar a temblar las piernas.
Maldita sea. Era demasiado débil si se trataba de él.
BASTA. Me di una cachetada mental. ¿Qué demonios me pasaba? Tenía que dejar la estupidez y caminar con seguridad a tomar un lugar. Yo no era una tonta nerviosa. No era posible que siguieran pasando los años y Reiv me alterara así como una adolescente con las hormonas al mil por ciento.
Tomé aire y entré al aula.
Mi voz mental me habló: «Relajada. Camina relajada. Eso, sostén tu mochila con un brazo. No mires a nadie. Menos a él. Eres Ada Cash, luces magnífica solo respirando. Al menos tienes eso a tu favor. Sí, sigue. Tu cara de culo impedirá que alguien se dé cuenta de que estás aguada en partes que no debes mencionar. Camina así. ¿Eh? Espera. ESPERA, ¿por qué vas directo a pasar junto a él? ¿POR QUÉ DE TODAS LAS FILAS ACABAS DE IR EN DIRECCIÓN A ESA? ¿QUÉ TUS PIERNAS NO PUEDEN IR HACIA OTRO LADO?».
Cuando salí de mi voz mental, resultó que sí, estaba a punto de pasar junto a su mesa, y la suerte es tan mierda que antes de ir al fondo de la fila, él alzó la mirada.
Como si sus ojos tuvieran un poder dominante, me detuve.
Quedé ahí parada, cara a cara con Reiv. Él, sentado, un poco confundido. Yo, quieta, con el mundo dando vueltas alrededor de una forma surreal porque toda su atención estaba sobre mí.
No le hables. No le hables.
Solo camina. No le hables.
Ada, solo sigue.
NO.
LE.
HAB...
—Hola —salió de mi boca, entre rápido y sin pensar—. Wow, tu cabello está más largo.
Dios mío, somos estúpidas.
—Y el tuyo está más corto —dijo él, notándolo.
—Sí, ¿qué te parece? —volví a soltar sin pensar.
Olvídenlo. Somos patéticas.
La confusión en sus cejas desapareció. Reiv emitió una risa tranquila, de esas que son como aire botado por la nariz.
—La Ada que conozco no espera que a los demás le gusten sus elecciones, pero está bien —se limitó a responder, y entonces pasó a mirar su celular para concentrarse en deslizar el dedo por su pantalla.
Así, sin preguntarme qué hacía ahí o por qué o... no lo sé, qué tal estaba mi vida. O sea, nada de lo que normalmente hacen las personas que se conocen desde la infancia cuando se ven después de un largo tiempo.
De repente frustrada, no logré pensar con lógica y tomé asiento en la mesa detrás de él. Si no hubiera estado más gente alrededor, hasta habría querido hacer una rabieta para mí misma.
Igual aquello no era una novedad.
Cuando dije que Reiv era mi deseo prohibido, eso encerraba muchas razones complicadas.
Una de ellas: yo no le interesaba en lo absoluto como chica.
Y lo peor era que él a mí sí me interesaba en todos los aspectos.
Me pasaba algo muy raro al tenerlo cerca. Sentía que necesitaba sacarle conversación, obtener algo, cualquier cosa, una palabra, aunque fuera desinteresada, pero que me permitiera oír esa voz masculina y relajada. Hasta se salía de mi control, porque teníamos la confianza de quienes habían crecido juntos por ser hijos de mejores amigos, viéndose casi todos los días, pero nuestra relación era... una locura.
Por eso volvió a salir de mi boca sin considerar que no lograría mucho:
—¿Cómo están tus padres?
Escuchó mi pregunta, así que se giró en la silla para verme. Malditos ojos hermosos, ambarinos, como si tuviera en ellos toda la energía del mundo y al mismo tiempo no le interesara.
—Genial, están en un viaje romántico, un tour o algo así —contestó con cortesía—. ¿Los tuyos?
—Increíble. Mi mamá está pasando un tiempo en casa de mi papá. Tienen un proyecto benéfico juntos para víctimas de traumas psicológicos.
—Asombroso. —Sonrió apenas.
Iba a voltearse, pero volví a hablar para evitarlo:
—Yo también los ayudo a veces.
Mantuvo la sonrisita de: «te tolero por educación».
—Eso es fantástico.
De nuevo iba a girarse, pero no me cansaba de pasar vergüenza:
—Apuesto a que no te lo esperabas.
Eso le pareció curioso.
—Bueno, ¿lo haces porque te nace o porque intentas ser buena chica? —preguntó con normalidad, sin ninguna otra intención.
Pero casi se me detuvo el corazón.
Casi se me partieron las piernas como crayolas.
Las uñas se me clavaron en la tabla de la mesa y hasta se me tensaron los muslos. De forma inconsciente los froté como si necesitara control.
—¿Buena chica? —repetí en un susurro que tampoco pude evitar.
Entornó los ojos con ligero desconcierto hasta que se dio cuenta.
Aquí otra cosa: Reiv sabía que me gustaba. Reiv sabía que me encantaba. Reiv sabía que me excitaba. Reiv sabía que yo era una perversa ansiosa de él. Reiv sabía que en mis fantasías lo imaginaba diciéndome algo así mientras me follaba.
Pero no sentía lo mismo. No le interesaba. Le daba igual.
—Por Dios, Ada, son solo dos palabras. —Negó con la cabeza, casi dándose la vuelta en la silla.
—Dos palabras que suenan increíbles con tu voz —murmuré con los labios apretados, toda tensa y frustrada.
—¿Mm? —Se detuvo para que le aclarara qué había dicho.
—Participo en los proyectos benéficos porque me gusta ayudar —corregí con un carraspeo de garganta, alzando la barbilla con seguridad.
Otra vez su sonrisa de cortesía.
—Me alegra.
Se giró por completo.
Entre abrí los labios para soltar el aire de anhelo contenido que me había estado aguantando. Hasta mis cejas se arquearon con vulnerabilidad.
Tener tan cerca al hombre que tanto deseabas y no poder tocarlo o alcanzarlo porque no era tuyo ni quería serlo, era la sensación más asfixiante del mundo. Era como si no pudieras respirar bien de tanto que se acumulaban el deseo y la necesidad.
Poco se habla de cuánto una chica puede desear a un chico. Es más «normal» que el chico se muera por la chica, es más «aceptado». Pero lo que Reiv era, yo lo quería con la intensidad con la que el fuego puede abrasar una piel, y no sabía cómo ocultarlo.
Solo miré su espalda, ancha pero no tanto. No me gustaban los tipos musculosos, así que él estaba en la medida justa, entre delgado, pero con buena figura. Y era más alto y más grande que yo, lo que significaba que, si me tomaba con sus brazos, podía envolverme de una forma cálida y posesiva...
No, no solo soy patética, también soy una sucia que no para de desear que quiera tocarme al menos un cabello.
Aunque también soy caprichosa y, entre todas estas personas, la que más lo conoce.
—Quiero ser tu compañera —solté, decida y un poquito exigente, porque el asiento a su lado estaba vacío.
—Solo tomo esta clase para acumular puntos extra —dijo sin girarse, neutral, mirando su celular—. Llevo dos años aquí.
—¿Significa que no puedo? —Usé mi voz de «tú, el chico más bueno y considerado que conozco desde la infancia, ¿vas a dejarme desamparada en esta horrible clase y a romper mi corazón?».
Reiv hizo un silencio. Me latió rápido el corazón de expectativa y ansias. Luego alzó la cabeza y suspiró. Señaló la silla a su lado con la mano, amable:
—Adelante.
No me lancé por encima de la mesa porque había que mantener la imagen, así que me levanté con normalidad, eché la sillita hacia atrás como si no me estuviera muriendo por dentro porque sería SU compañera, y me senté.
No dijo nada, solo siguió mirando su teléfono. Entonces me acomodé. Acomodé mi mochila, saqué mi Tablet, puse todo en orden.
Tampoco dijo nada.
Lo miré de reojo. Demonios, tenía un lunar cerca de la oreja, clarito y sexy. Y no se había echado colonia, porque a él no le gustaban. Le gustaba su olor natural, que a mí me encantaba también. Olor a persona. Persona limpia, claro.
—Ada, baja a tierra —me habló de repente, porque resultó que me había quedado mirándolo con obviedad.
—No estoy fantaseando —defendí como si hubiera sido pillada en algo en lo que sí era culpable.
—No estás ni siquiera respirando.
—¿Cómo sabes? —Endurecí la expresión.
—Así te quedas mirándome cuando te estás haciendo toda una película en tu mente.
Apreté los labios. Mis ojos bien abiertos.
Un silencio.
Sí me estaba haciendo una película.
—¿Quieres saber de qué es? —pregunté por alguna razón estúpida.
—No —sonrió, neutral—, ya me hago una idea.
—Bueno, al menos podemos hablar mientras esperamos. —Me encogí de hombros.
—No tengo mucho que decir.
De acuerdo, Reiv era muy bueno, amable, amigable, capaz de tratar bien a todo el mundo y de ser una pera en dulce, pero también podía ser distante si quería. "Cordialmente frío", nada cruel, claro, tampoco grosero, pero sí serio, y conmigo siempre tenía esos últimos moods.
Por esa razón fruncí las cejas, repentinamente irritada.
—Sí, seguro que no tienes mucho que decirme solo a mí —bufé. No quise decirlo alto, pero sí me escuchó.
—Bueno. —Bajó el celular en un suspiro de paciencia—. Por eso dije que solo tomo la clase para acumular puntos.
«Por eso» significaba: «porque te molestas por casi todo».
—Okey, me calmo —le concedí, recordando que yo era capaz de enojarme de forma innecesaria.
Pero dijo:
—Sería genial.
Y obvio que de mi boca terca salió mi defensa:
—Ya no soy como antes, es injusto que...
—Estás sonando igual que antes —me interrumpió, tranquilo.
Ahí llegábamos a lo de «complicado». Desde que tenía memoria éramos amigos, pero yo... bueno, lo sacaba de quicio. Él a mí también, sí, pero más yo a él, en especial porque no recibía lo que quería de su parte. Entonces la dinámica era extraña y caótica. Reiv terminaba hartándose y alejándose, y yo quedaba frustrada y arrepentida por no saber comportarme.
—Es que me estresa que quiero hablar contigo y tú no —expliqué sin tanto enfado, pero frustrada.
—Porque terminamos discutiendo, como parece que va a pasar —dijo con simpleza—. Solo lo evito.
—Si no fueras tan indiferente conmigo. —Giré los ojos.
—Si no quisieras que solo te esté mirando y hablando a ti siempre —rebatió en el mismo tono.
—Lo haces sonar horrible —me quejé— como si fuera una loca celosa e intensa.
Dejó el celular sobre la mesa y apoyó los antebrazos en ella, ya solo para mirarme, inclinado un poco hacia mí. Volvió a sonreír apenas, pero esa vez con los ojos medio entornados en un «te conozco tanto, Ada Cash».
—Ajá, dime, si me cambio de compañera, ¿no explotarías de rabia?
—¿Qué? ¿Vas a hacerlo? —Me horroricé de inmediato—. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo conmigo como compañera?
Negó con la cabeza como si no tuviera remedio y le pareciera gracioso.
—No voy a hacerlo, pero ahí está el punto. Ese es el por qué es mejor si no nos decimos nada.
Ni siquiera estaba equivocado. Sí habría explotado de rabia si me abandonaba por otra.
—¿No te molestaría si tu amigo de toda la vida no te prestara ni la más mínima atención? —rebatí.
—¿La atención que quieres es la de un amigo de toda la vida? —enarcó una ceja.
De acuerdo, sí quería que fuera solo mío.
La verdad, no me enorgullecía mi descontrol con Reiv, pero tampoco sabía cómo evitar que me afectara tanto su distancia. Es decir, sí me estaba esforzando. Una vez le había prometido dejar de querer acapararlo, y lo estaba olvidando. Tampoco era bueno.
—Tienes razón, me calmo —acepté en busca de un equilibrio, recargándome en la silla—. Estaré tranquila para no molestarte.
—No pasa nada —asintió.
—Bien —asentí también.
—Bien.
Me quedé paralizada, mirando el pizarrón. Casi sin parpadear. Casi sin pensar. Quieta. Como muerta. Tan inmóvil, tan concentrada en controlar mis pensamientos para que no se fueran a las fantasías que despertaban mi lado inquieto.
Tras un minuto, el suspiró sonoramente.
—Mira, no tienes que quedarte así, además claro que me alegra verte —me dijo, y esa vez no sonó indiferente, sino normal. Y se atrevió a frotarme la parte superior de la cabeza—. Estás más grande.
Como odiaba ese gesto. Hasta me aparté de mala gana de su toque, que tanto ansiaba pero que, si venía de esa forma, no me gustaba.
Volvió a concentrarse en su celular.
—Tengo veinte años recién cumplidos, ¿sabes? —le solté, ya obstinada.
—Para mí todavía eres la niña que corría en pañales detrás de mí. —Alzó los hombros.
Genial, Ada en la pañaleszone. Nuevo nivel de rechazada desbloqueado.
—Sí, cuando tenías cinco años y yo dos —refuté—. No es tanta la diferencia...
—Shh, calma a tu fiera interna —emitió para que me relajara.
Me crucé de brazos, inevitablemente enojada con la vida y con todo.
—Jódete —murmuré.
—¿Qué dijiste? —Me miró, ceñudo.
—Córrete que necesito espacio —mentí, odiosa.
—Claro.
Movió un poco su silla lejos de mí. La distancia me dolió. Me dolió tanto que tuve que esforzarme por solo mostrar mi cara de culo para que no lo notara. Aunque no tuve tiempo para sufrir más como debía, porque mi celular vibró en mi bolsillo al recibir un mensaje. Lo saqué para mirar.
Era de Ascian:
Wenn Golder. Muerta. Hace quince minutos. Voy a donde Addriel. Está en la sala de descanso. Necesita ver algo.
Un frío de shock y miedo me recorrió el cuerpo. Se me erizó la piel en un horrible presentimiento. El profesor debía llegar en unos dos minutos y yo quería cumplir mi horario, pero mi única reacción fue levantarme de golpe de la silla y tomar mi mochila para salir de ahí.
—¿Ada? ¿A dónde vas? —Reiv me miró, muy confundido.
—Lejos de ti como tanto quieres.
Me fui apresurada sin ver qué cara puso. Me temblaban las manos otra vez, y ya no de excitación o de nervios por Reiv, sino de pánico, de: «¿qué mierda está pasando?». Ni siquiera sé cómo llegué tan rápido a la sala de descanso de estudiantes. Todo parecía haberse desvanecido a mi alrededor. Sentía que podía desplomarme.
Ascian llegó al mismo tiempo a paso urgente. De hecho, cruzamos la entrada juntos, como un reflejo de espejo: igualmente aterrados, pero tratando de ocultarlo.
—Addriel, necesito que me leas unas cartas de tarot —le soltó Ascian cuando nos acercamos a la mesa en la que él estaba haciendo unas anotaciones.
—¿De verdad? —Addriel abrió mucho los ojos con emoción—. ¡Es mi momento! ¡Claro que sí, siempre he querido que me pidas eso!
Ascian se aseguró de que nadie nos estuviera mirando. Luego, con disimulo, metió la mano enguantada en el interior de su chaqueta. Sacó dos cartas, y cuando Addriel las tuvo ante sí, su entusiasmo se esfumó. Fue como si hubiera visto un espanto.
—Oh, Santo Venus, ¿de dónde sacaste eso? —Casi se le fueron el alma, el color y la vida.
—Estaban en la jarra de la que Wenn se sirvió la bebida —dijo Ascian. Se las ofreció, pero Addriel se levantó de la silla y negó con la cabeza.
—No voy a agarrarlas, me hice una limpieza de ADN ayer y hasta aquí siento la mala energía que emanan.
—¿Qué? ¿Cómo rayos te limpias el ADN? —Me pareció absurdo.
—Se trata de una limpieza de linaje espiritual para romper karmas, eliminar cargas del pasado y bloqueos de nuestra genética familiar —explicó.
—Creo que a Wenn la envenenaron. —Ascian enfatizó lo más importante.
Addriel quedó perplejo. Su pullover marrón con camisa blanca debajo sumado a esos jeans y zapatillas, le daba un estilo de chico que no escondería el secreto que de seguro pasó por su mente.
—¿Está muerta? —salió de su boca, atónito—. Joder, eso sí es raro.
—¿Qué demonios significan? —Ascian insistió con las cartas—. Las Googleé mientras venía para acá pero cada una dice cosas confusas sobre maldad o justicia. No tiene sentido.
—Tienen... —Addriel tragó saliva con inquietud—. Sí tienen un sentido.
—¡Explica pues! —Ascian casi perdía la poca paciencia que tenía.
Addriel no quería tocarlas, por lo que sacó un pañuelo de su bolsillo. Tras dudar, medio nervioso, las tomó de la mano de Ascian sin que sus dedos hicieran contacto con ellas. Se sentó otra vez, cogió aire y las miró.
—Puedes leer cartas por separado, sí, pero en este caso son dos arcanos mayores, así que son más específicos —nos explicó.
—¿Arcanos qué? —Ascian hundió las cejas negras, perdido—. Demonios, Addriel, traduce a idioma «nos vale verga lo espiritual».
—Me refiero a que tienes que interpretarlos juntos... —suspiró—. Cuando estas cartas están una al lado de la otra, tienen un significado específico. Muy específico. O al menos para mí.
—¿Un significado bueno? —Ni sé por qué pregunté eso.
—Uno horrible —respondió Addriel. En su voz sentí toda la intranquilidad que debía estar removiéndose en su interior.
—¿Cuál es?
Addriel lo dijo sin dejar de mirarlas, con las cejas arqueadas:
—Todo cae por su propio peso. Pagar por acciones y sufrir las consecuencias. Descubrimiento de traiciones o de engaños. Sucesos que revelarán verdades. Justicia divina. Karma.
—¿Karma? —Pestañeó Ascian.
—Estas dos cartas advierten de una amenaza —asintió Addriel—. Como yo lo interpreto, alguien la está enviando. Creo que alguien está diciendo: tengan miedo, porque voy por ustedes. Tal vez... para hacernos pagar.
—¿Pagar cómo? —susurré, paralizada.
Addriel giró la cabeza y miró a Ascian, serio, pero nervioso.
—Algo malo va a pasar, Ascian. No por destino, sino porque alguien lo causará. Esta persona que no es buena, vino a ser un juez y nos lo está dejando claro.
Ascian soltó aire, tenso. Se movió un poco alrededor de la mesa y se pasó una mano por el cabello.
Me sentí como años atrás, como el día en que habíamos hecho lo que habíamos hecho, porque habíamos tenido que tomar una decisión y él había caminado de un lado a otro, molesto, asustado, frustrado y metódico para encontrar la mejor solución.
La solución al mismo tiempo fue la peor.
—¿Ella estaba ahí? —le pregunté a Ascian, cayendo en cuenta de ese detalle—. ¿Fuiste a invitarla a formar parte del club como planeamos y esto sucedió en ese lugar?
—Sí.
Addriel se apresuró a abrir su mochila. Lo vi mirar en todas las direcciones antes, y como aún no había nadie cerca, sacó algo que era como un pañuelo rojo que envolvía algo. En cuanto lo extendió sobre la mesa vi que era la pila de cartas de tarot que por tantos años lo había visto utilizar sin darle importancia.
Addriel comenzó a barajear el mazo con mucha agilidad mientras movía sus labios, diciendo cosas muy bajo.
Volví a mirar a Ascian con la mandíbula y las manos tensas.
—Entonces, hicimos algo muy malo contra alguien una vez, llegamos a Tagus y justo esa persona también —le dije, acentuando cada palabra—. Todo parece normal hasta que de pronto dos personas que estaban aquella noche, que lo vieron todo y que nos guardaron el secreto, son asesinadas. Con los cadáveres aparece un mensaje de amenaza que solo puede ir dirigido a nosotros. Y no solo eso, sino que la persona que fue la víctima ha estado en esos dos escenarios de muerte. ¿Aún crees que exagero, Ascian Cash?
—Ella nos odia —dijo él, no muy contento de admitirlo—. Tienes razón en eso.
Ah, al menos lo aceptaba.
—Pero no crees que los asesinatos los esté causando ella, ¿no? —quise comprobar, llena de molestia solo de pensar en que él no veía su verdadero ser.
—Ada, pon tu mano izquierda sobre esta pila de cartas —me pidió Adriel de repente.
Cuando lo miré otra vez,
En otra ocasión lo habría mandado a la mierda, pero... por alguna razón le obedecí. Puse mi mano izquierda sobre ellas.
—En tu mente pregunta si estás en peligro —me indicó—. Pregunta con firmeza: «Yo, Ada Cash, ¿estoy en peligro en este momento?». Luego sacaré una sola carta.
Por alguna otra razón me puse nerviosa. Mucho. Fue extraño. Se me erizó la piel de una forma incómoda. Pero repetí la pregunta en mi mente.
—Ya —le indiqué.
Addriel tomó la pila, volvió a barajear y de repente volteó una carta sobre el pañuelo.
No sabía nada de tarot, pero la imagen de un hombre tirado en el suelo con un montón de espadas clavadas en su espada y sangrando mucho, era horrible.
—¿Cómo se llama? —pregunté, alternando la mirada entre Addriel y la carta—. ¿Qué significa?
—Diez de espadas —fue lo que dijo. Luego apartó la carta a un lado y volvió a barajear diciendo cosas muy bajo, concentrado. Dejó la pila sobre el pañuelo. Finalmente, miró a Ascian y se lo pidió también—. Pregunta lo mismo.
Ascian tampoco le había dado importancia nunca a las habilidades que Addriel aseguraba tener. Solo no le prestábamos atención, pero fue y puso la mano sobre la pila. Tras unos segundos, la apartó.
Addriel barajeó y cuando volteó una carta, esa también me dio mala impresión, porque era una torre en llamas de la que caían dos personas con una fea tormenta detrás.
Esa tenía el nombre debajo: la torre.
—Bueno, ¿qué? —preguntó Ascian, impaciente como siempre.
Addriel deslizó la carta que había sacado para mí y la puso junto a la de Ascian. Normalmente, entender a Addriel era fácil. Era muy expresivo. Pero solo se mantuvo serio, como si lo que estuviera pensando fuera demasiado profundo.
Suspiró y recogió ambas cartas. Envolvió el mazo con el pañuelo para guardarlas.
—Será mejor que vayas y pidas un apartamento grande en alguno de los edificios del campus —le dijo a Ascian sin mirarlo—. Averly, tú, Ada y yo tenemos que estar juntos en este momento.
—Pero, ¿qué tan malo es? —exigió una explicación.
Addriel tragó saliva. La forma en la que evitó vernos a los ojos, me inquietó mucho. Aunque no fue peor que lo que dijo:
—Uno de nosotros va a morir.
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CARAOTAAAS. Tenía este cap listo y decidí traerlo pronto porque veo que están disfrutando la historia y eso me hace muy feliz :D
¿Qué tal les pareció Reiv? kjsjkdskj creo que, como dice Ada, siempre vemos historias en donde la chica es tímida o se reserva mucho sus emociones y deseos y es perfectamente correcta o muy indiferente, y no me parece bien que cuando una mujer tiene mucho deseo sexual o está muy enamorada, sea juzgada o tachada de "fácil". Las chicas también sentimos ganas y también nos enamoramos intensamente. Ada es una mezcla de sus padres, y bueno, las emociones son potentes, sobre todo del lado de Adrik. La verdad, estoy queriendo mucho a Ada, tiene mucho por demostrar. También amo mucho a Addriel y como su papel será muy importante. El de Averly también, pero todo a su tiempo.
Aquí sucederán cosas intensas y estoy emocionada por las escenas +18 que me voy a lanzar para ustedes kajjssj prometo inspirarme MUCHO. Pero el misterio también será INTENSO.
En mi insta subí imágenes de "conoce a los personajes desde la perspectiva espiritual de Addriel" con sus signos zodiacales y todo eso. ¿Las vieron? Me faltan algunas, pero díganme si eso les gusta para seguir haciéndolo.
Beso de espadas y torres,
Alex.
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