Uno: ¿Cómo conocí a Laura?
Sin duda este año ha estado de cabeza, 2049 fue una sorpresa. Ni en mil años luz me hubiera imaginado todo lo que pasó y todo lo que ha de venir en el tiempo que me queda de vida. A mi edad y con esta enfermedad, no sé cuánto más podré hacer. A pesar de eso, mi vida ha sido un gran remolino y una verdadera montaña rusa.
Hoy, 16 de junio, es mi cumpleaños y aprovecho para hablar de mi historia. Es hora de abrir toda esa caja de recuerdos que tengo, ya que si no la abro ahora, quizás nadie sabrá de ella y se quedará olvidada en un cajón llena de polvo. Quizá le sirva de algo a alguien. ¡Vamos al grano!
Laura nació ocho días antes que yo y siempre dijo ser la más madura. ¡Las cosas como son! La verdad absoluta es que los dos podemos ser tan maduros como inmaduros, los adultos más sabios o unos chavales inquietos. Laura siempre fue una chica extrovertida, amable y divertida; en cambio yo siempre me caractericé por ser el tipo responsable, confiable y un poco (quizás bastante) tímido. El lazo entre nosotros era nuestra inteligencia, competitividad y sin duda, nuestra gran amistad. Ese era el boom de la situación, un boom que nunca creí que pasaría y que por muchos años fue mi mayor tesoro.
Nos conocimos en un campamento de verano en Cádiz a los trece años, empezábamos a ser unos adolescentes. Recuerdo que acababa de culminar la primaria y como era natural en mí, quería que las vacaciones acabaran rápido para poder volver a estudiar y empezar el séptimo grado. Tenía ansias, pero a la vez, miedo por la secundaria. Además, me asustaba la soledad de las vacaciones. A pesar de eso, la secundaria era otro escenario en todo el sentido de la palabra. No sé si era la realidad o lo que miraba en la televisión lo que me asustaba de esa etapa del colegio.
Dejando a un lado mi gusto por la escuela, mis padres siempre deseaban que me relajara un poco y olvidara el estudio por un tiempo y por eso decidieron enviarme al campamento, técnicamente para despejarme y encontrar algo que me guste, no relacionado al estudio. Yo no quería ir, sentía que mis vacaciones serían aún peor. Sentía que era mi perdición porque no podría encajar de ningún modo. Mi mente me decía que no tendría amigos y estaría siempre solo y lleno de piquetes. A pesar de todo eso, fue una de las mejores decisiones que mis padres pudieron tomar sobre mí. No solo por haber conocido a esa gran mejor amiga, sino también porque fue una experiencia fenomenal. Jamás creí que me divertiría tanto en un lugar así. Ahí entendí la tan escuchada frase de que los padres sí saben lo que hacen, lo que pasa es que al ser el factor directamente afectado, uno siente todo lo contrario y vuelve su vida un drama de telenovela. Pero, al paso de la madurez, lo fui entendiendo y aceptando. "Donde manda capitán, no manda marinero".
Cuando se tienen los sonados trece, solo se quiere hacer lo que uno realmente desea y no lo que le imponen. La imposición se ve como una falta de libertad, claramente. Es fácil inferir que ese verano fue el mejor de mi vida, incluso cuando tenía otros planes para mí en él. Jamás imaginé que conocería a alguien como Laura o al resto de amigos que conocí. A pesar de todo lo que desencadenó ese verano luego, ha sido el mejor. Los sentimientos en ese verano fueron tan bonitos y me sentía realmente vivo. En el instituto al que iba, tenía pocos amigos y creo que seguía asistiendo porque realmente deseaba seguir aprendiendo y ver qué podía hacer y no por el lugar al que iba. Diría que estudiaba para saber cosas y que esas cosas me ayudaran a volverme reconocido y por ende, volverme amigo de alguien. Siempre fallaba al intentar acercarme a otras personas. Yo les parecía "raro". Pasó todo eso hasta que llegué al campamento y fui yo mismo. Laura fue la única persona que realmente supo valorarme y aceptarme por el resto del verano y nos hicimos muy amigos como lo dije, les contaré un poco más. Espero haber despertado su curiosidad, mi mente tiene todos los hechos muy frescos.
Nos conocimos de casualidad cuando ambos estábamos perdidos buscando nuestras cabañas y terminamos ayudando al otro. Me pareció un encuentro demasiado extraño, jamás había tenido tanta soltura con una chica. Sentí que debería volver a hablarle, que debía conocerla, así que me acerqué. En primer lugar, para saber cómo se llamaba y cómo era. Se sentía raro hablar con alguien. Descubrimos que teníamos muchas cosas en común, por lo que nos inscribimos al club de lectura y a manualidades, algo que no hubiera hecho por propia voluntad por simple timidez.
Pasamos tanto tiempo juntos que, sin notarlo, nos volvimos muy cercanos. A ambos nos encantaba hablar muchísimo, aunque solo lo hacíamos cuando estábamos con alguien confiable. Nos costaba hablar de todo lo que queríamos en tan solo un día. Descubrí que era imposible resumir trece años de vida. Aprendí muchas cosas de Lauch que no tenía ni idea que podía aprender. Ella era muy inteligente y el tiempo pasaba increíblemente rápido. Casi siempre me aburría con el tiempo, pero con Lauch era lo contrario. Era el primer verano que había pasado tan rápido como un abrir y cerrar los ojos, así que no dudé en insistir en ir de nuevo al campamento el próximo año. No podía perderme otro verano igual.
Por cierto, Lauch, como me gustaba llamarle, me ayudó a poder hacer amigos un poco más fácilmente. Ella solía decir que la clave era ser uno mismo, tal como lo había hecho con ella rara y naturalmente. Logré tener un grupo de amigos en mi residencial y logré conocer en el instituto a una chica muy amable, inteligente y bonita. Logré tener una bonita amistad durante séptimo y octavo grado, hasta que se enojó conmigo por un tema que realmente no hace falta mencionar. Ya pasó mucho tiempo. Sigamos...
Al terminar séptimo grado, Laura y yo volvimos a vernos en el campamento. Todo fue tal como lo recordaba. Fue la experiencia más divertida e increíble de mi vida. Poco a poco, fuimos creciendo y cambiando mucho más de lo que nos imaginamos. Creo que ningún adolescente se imagina el cambio que puede llegar a tener en todo sentido.
Recuerdo que en ese verano, Lauch empezó a hablarme sobre los chicos de su instituto, era algo bastante raro de escuchar desde una perspectiva femenina. Solo había escuchado cosas así con el punto de vista de mi primo mayor. Lauch me mareaba al hablar de los chicos de su salón y cómo se sentía en algunas situaciones y siempre me pregunté qué era lo que realmente quería escuchar y qué realmente era lo que le preocupaba. Simplemente no sabía y quizás, sigo sin entenderlo. A esa edad nuestra curiosidad empezaba a salir más poderosamente. (Lo cual fue demasiado raro para mí, porque nadie me contaba ningún tipo de cosa ni mucho menos secretos como ella lo solía hacer.) Ella quería consejos de mi parte, no obstante, nunca supe decir nada en el momento, siempre necesitaba meditar sus palabras. Es por lo que se conformaba con que escuchara y que hasta diez años después, le diera mi opinión. Me llevaba mi tiempo, pero finalmente en algo le debía ayudar a Lauch que le diera la opinión desde la percepción de un chico y a ella le parecía suficiente que estuviera escuchándola y que tratara de ayudarla. Además, al hablar, ella podía meditar sus palabras y tomar una decisión. Era sencillamente siempre tan independiente.
Lamentablemente, el verano siguiente ya no cumplíamos con el rango de edad para asistir al campamento. Vivíamos muy lejos, así que nos conformábamos con hablar por chat durante muchas horas. A decir verdad, era como si estuviéramos a la par hablando y riéndonos juntos, tomando nuestro jugo favorito: el de manzana. Además, queríamos experimentar cómo era eso de la comunicación virtual en 3D. De tanto haber leído lo que los humanos tuvieron que hacer en 2020 por el Covid-19, teníamos curiosidad de saber cómo se sentía, quitando el miedo de enfermarse.
Pasaron unos cuantos años para que pudiéramos ver al otro, los dos teníamos muchas ocupaciones diarias y no viajábamos seguido, nos gustaba nuestro hogar. Además, las cosas en el colegio iban en aumento y no quedaba otra que currar si queríamos ser los mejores. A pesar de esto, pudimos divertirnos y reírnos a carcajadas como en el verano. Competíamos, hablábamos y discutíamos temas muy interesantes. Me gustaba pasar tiempo con ella, no importaba la distancia. Esta amistad era muy necesaria para ambos, era como un "qualik" hoy en día.
Tiempo después, nos encontrábamos en la misma provincia para una competencia nacional y se me ocurrió aprovechar la ocasión para ver a mi amiga. Invité a Laura a ver una película al cine y fue una excelente idea ya que Laura llevaba mucho tiempo esperándola. Lauch era la chica que encajaba con el perfil de fan obsesiva para las películas y celebridades.
Esa película, además, era una magnífica ocasión para vernos después de tanto tiempo y compartir una actividad que ambos disfrutaríamos. Ninguno de los dos nos imaginábamos lo que nos iba a ocurrir ese día antes de la película, sigue siendo confuso y gracioso. Ahora me causa mucha risa lo que pasó aquel día.
Habíamos quedado a las cinco y con la puntualidad que siempre nos caracterizó estuvimos ahí desde antes. Nos mantuvimos ahí, al lado quince minutos. Ambos creíamos que el otro se había retrasado, lo cual no era totalmente posible, pero no lo pensamos ese día. Laura era genial y amable, pero a la vez, tenía un carácter muy fuerte. Ya se había cansado y estaba a punto de irse. De hecho, no sé cómo yo al no ser tan sociable, logré socializar con una persona tan ruda y decidida como ella.
Por suerte, decidí que debía escribirle a Laura para saber qué había pasado. Era algo extraño. Laura me respondió que estaba claro que yo no estaba ahí pues ella ya estaba ahí y no me veía. Pasaron un par de minutos, hasta que le hice ver que no le estaba mintiendo. ¡Era obvio! ¡Ella me conocía! Sabía perfectamente que me gustaba ser muy honesto y convincente. Al menos le hizo recordar que no podría estarle mintiendo.
Para resolver el misterio, finalmente, llamé a Laura y cuando sonó el ringtone descubrimos lo que estaba sucediendo. Había una pared dividiéndonos y no teníamos idea de que estábamos tan cerca. Además, fue muy extraño volver a vernos, claramente la voz y la forma de hablar había cambiado. Era como hablar y recordar a las personas con las que hablábamos a los trece años. Laura aún no podía creer que no le había creído a su mejor amigo. Finalmente, la película empezó y realmente la disfrutamos, nos encantó.
Llegando ya la noche, invité a Lauch a cenar en un bonito restaurante de la zona y aprovechamos para comentar muchas cosas. Laura había llevado a su novio al viaje, de lo cual yo no tenía ni idea. Ni siquiera sabía que tenía novio. Casualmente el tóxico Óscar entró al restaurante y se puso celoso de ver a Laura con otro chico. Pasaron unos minutos y Laura no notó su presencia. Aclaro que no porque no le importara sino porque estaba pasando un momento divertido con su mejor amigo, al cual no había visto por muchos años. Ella sí querría a Óscar, a pesar de su carácter. Siempre trataba de escucharlo, comprenderlo y compartir momentos inolvidables. Ella lo apreciaba, a pesar de que siempre se hiciera el difícil. ¿Cómo es que mi amiga ruda aceptaba eso?
Poco tiempo después Óscar se acercó y le habló a Laura. Laura se quedó sorprendida al verlo y la verdad es que yo también al ver que era su novio, nunca me había hablado sobre él, aunque siempre tuve curiosidad en ese asunto, pero no quería meterme demasiado. Nunca ha sido mi estilo y no quería incomodarla, para luego perderla. ¡Hubiera sido fatal! Suficiente con un caso así en mi vida.
A pesar del avance, seguía siendo difícil para mi entablar una conversación. Traté de ser lo más amable posible, pero esto no fue recíproco.
—Hola, ¿cómo estás? —dije—. Soy Peter, amigo de Laura desde la primaria. Gusto en conocerte. ¿Tú eres?
El chico me miraba con cara retadora y furiosa, jamás me había enfrentado a nadie de esa manera y aún así le tenía miedo a la socialización.
—Soy Óscar, si fueran tan amigos lo sabrías. ¡Quítate! Quiero hablarle a mi novia, tío. No estorbes.
Al ver todo esto, Laura me pidió retirarme unos minutos para hablar con su novio. La curiosidad invadía mi ser, tenía muchas preguntas. Me han quitado del medio... ¡Qué guay! (!)
—A ver tío, ¿qué te pasa? —inició Laura a hablar. ¡Bien con ese carácter!
—¿A mí, Lau? ¡Pregunta boomerang! Estás con otro tipo y ni me notas. ¿En serio me preguntas qué me pasa?
—¿Acaso estás celoso? ¿En serio? ¿Y por Pete? ¿Por él? —continuó Laura— Tío, Pete ya te dijo que es mi amigo desde hace tiempo y no lo había visto hace años. ¡Rayos! Ni siquiera te vi entrar, hay como mil entradas por acá, ni siquiera sabía que estabas por acá, ¿Acaso, no ibas a la casa de tu abuela el fin de semana aprovechando el viaje?
Recuerdo que vi a Óscar poner una cara furiosa e inconforme, aunque me tachen de mettido, alcancé a oír lo siguiente:
—¿Celoso yo? ¿Pete? ¿Por qué no mejor te vas con él? Y respondiendo a tu pregunta, mi abuela estaba ocupada y no pudo recibirme. Quería buscarte para cenar y darte una sorpresa y pasé por acá a comprar y fui yo el que se llevó la sorpresa.
—¿Hablas en serio? Oh, mira ¡qué interesante! Pues, hasta acá, ya eres libre para hacer lo que quieras y véte enterando que no es un punto y aparte, sino un punto y final. Se acabó tu oportunidad para salir con esta bomba. ¡Hasta acá te soporto!
Palabras más, palabras menos. Esa era la idea.
Ya era bastante tarde y cada quien partió. Nos despedimos y en el camino me quedé pensando mucho en ese día. Era muy divertido y especial pasar tiempo con Laura. Era raro lo curioso que fue conocer la existencia de Óscar. Ni en el planeta más lejano me esperaba lo que venía en mi vida. Seguramente, Laura tampoco.
Hola, familia de Wattpad. ¡Espero qué estén bien! Aquí está el primer capítulo editado, espero les guste. ¡Feliz sábado!
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