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Seis (Parte II): ¿Dónde dejaste tu calendario? ¿Y la memoria?

¿Es en serio, Alex? ¿Acaso es una venganza por la gasolina? ¿Cómo es que el 16 de junio a las 21:00? Por una parte, ¡más tiempo en España! Pero, ¿y el dinero? ¿Y la ropa? ¿Y lo planificado el 16 de junio? ¿Y el hotel? ¿Y el carro?

Me calmé e hice una pregunta.

—¿Y dónde nos hospedaremos? ¿Y el dinero? ¿Y todo lo que traemos? —traté de hacerlo calmado, y les adelanto: no funcionó.

—Tranquilo, ya reservé por acá un mega-hotel, no te preocupes por nada —contestó.

—¿Y el dinero y la comida y la ropa? —insistí.

—Por nada de nada, no te preocupes. Tengo todo cubierto —trató de tranquilizarme, lean bien, trató.

Alex, ¿por qué siento que hay algo raro por acá? Pronto lo descubriré, pronto. El hotel, a decir verdad, era bastante cool y acogedor, era un hotel muy grande con un sinnúmero de habitaciones y huéspedes. ¿Cómo es que quedaba dinero para reservar acá? No haré más preguntas.

—¿Quieres ir a jugar boliche? Hay una sala reservada para dos horas —ofreció el sospechoso.

—Genial, Alex, solo una última consulta. ¿De dónde hay tanto dinero como para estar en este hotelazo y reservar dos horas de boliche? ¡¿Cómo?! —me exalté.

—Tú diviértete, yo tengo todo controlado, ¿sí? Ya está todo pagado, diviértete Pete —dijo él.

—¡Ay, Alex! Te haré caso, únicamente porque confío en ti.

Francamente, las dos horas pasaron volando, y tirábamos uno detrás del otro. Además, compré un helado de limón y luego, otro de chocolate. ¿Cómo era posible un sabor tan particular en un helado de limón como cualquier otro?

—¡Peter! ¡Más recto, tío! —animaba aquel.

Poco a poco, lo hacía mejor, pero sin duda Alex tenía la práctica. Según él me había contado, iba al boliche cercano una, dos, o incluso tres veces al mes. Le gustaba mucho pasar tiempo con su hermano ahí, siempre pedía otra hora de juego. ¿Cómo es que no extrañaban eso?

Después, fuimos a cenar al restaurante más cercano al hotel. Comida de cinco estrellas, resumen de la cena. Subimos supuestamente a dormir hasta que recibí un mensaje de Alex, quien estaba en la habitación de a la par.

—¿Ya pudiste dormir? No he pegado ni un solo ojo, tengo ganas de ir a caminar.

—La verdad no, me quedé hablando un rato con Laura y no creo que pueda dormirme rápidamente —confesé.

—Oh, mira, ¡Laura! Seguro que no podrás. ¿Vienes entonces?

—Voy en tres minutos —repliqué.

—Vale, te espero en frente de la salida del hotel.

Fuimos a caminar, la verdad no lo había pensado, pero era una muy buena idea caminar el día previo a irnos porque podríamos darle un último adiós a nuestra tierra. Era calmante y nos ayudaba a dormir más rápido. ¿Por qué? ¡Ni idea! De noche, las calles de España eran muy bonitas y me sentía en casa. Caminar en España antes de regresar a París era la mejor idea.

—¿Disfrutaste España, tío? —inició a conversar.

—Más de lo que imaginé, tío —afirmé—. Bilbao es increíble.

—¡Te lo dije! —retó.

Y así seguimos durante treinta minutos alrededor del hotel. Me dio sueño y dormí un par de horas. Ya un poco tarde, perdí el sueño, así que decidí encender el televisor, a ver si encendiéndola me daba un poco de sueño. En vez de eso, encontré una de las series animadas que me fascinaban de chaval y miraba a cada rato. "El chaval y la lagartija", increíble. Sí, ya sé que suena extraño y lo curioso era que siempre se me ocurrían mil millones de mejores títulos para la serie. Seguro que cualquier otro nombre la hubiera hecho aún más exitosa y llegar al resto de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Enseñaba algo nuevo en cada capítulo como multiplicaciones, sumas, lengua o historia cómicamente y hacía que lo aprendieras más fácil. Sin duda, el creador tomaba sopa de creatividad todos los días. Era realmente entretenida y útil sin darte cuenta. En el episodio que encontré, la lagartija le enseña al chaval acerca de Roma y la época en sí. De la nada, el chaval, que por cierto se llama Alessander, estaba en la época romana con su lagartija.

—¿Y mi teléfono? ¿Y mi mamá? ¿Qué tengo puesto? ¿Y mi instituto? ¿Y mi video-juego? —gritó el chaval.

Después de ese episodio, decidí ver si Lauch estaba en línea y a pesar de ser muy tarde, le escribí.

Peter: Creo que ambos estamos despiertos.

No pasó ni un segundo para que respondiera, literalmente.

Laura: Al parecer. No tengo sueño, dormí como 10 horas en la tarde, jaja, ya sabes lo mucho exagero.

Peter: Somos dos. Yo me dormí en el coche sin darme cuenta, no tengo nada de sueño. Aquí en el hotel, no hay mucho que hacer a esta hora. ¿Hablamos?

Laura: Obvio. ¿Cómo fue volver a España después de dos años?

¿Qué hiciste con Molly? ¿Qué viste de nuevo? ¿Viste a alguien del instituto? ¿Hablas con alguien del campamento? ¿Te gustó Bilbao? ¿Cómo están tus papás y Molly? ¿Cómo se sintió volver a tu casa? ¿Le gustó Barcelona a Alex?

¿Cómo se sintió volver desde Londres? ¿Cómo te sentiste al ver a tus otros amigos? ¿Ya te dejó Oscar en paz? ¿Cómo pasaste el resto de tu cumpleaños? ¿Qué te regalaron?

Y así como con mil preguntas más, pasamos alrededor de tres horas chateando y no sentí ni en lo más mínimo el tiempo. Miles de preguntas y habíamos pasado solo 2 horas sin hablar jaja.

Me dormí, un 15 de junio (lo que nunca había pasado jamás.) casi a las 3:00 AM y la verdad es que después de no tener nada de sueño, dormí muy bien. Y tal como lo predije me levanté con ánimo, rapidez y bastante temprano comparado a la hora en la que me dormí. Eran las 7:30 y la verdad es que no tenía nada de sueño. Algo curioso que siempre me pasa es que una vez me despierto, nunca tengo sueño, hasta casi las 20:00 horas por mucho que trabaje.

Me desperté alegre sabiendo que, si recuerdas, estaba cumpliendo veintiuno años. Esperaba pasar mi cumpleaños en París en el campus, pero por algún extraño motivo el destino quiso que lo celebrara en mi país junto a mi mejor amigo. Menos mal no tenía novia allá.

Acostumbro iniciar mi cumpleaños saltando tres veces (mi número favorito y lo que me gustaba hacer de niño para desestresarme) y comiendo un chocolate negro (el mejor de todos). Esta vez no fue la excepción, siempre llevo cajas de chocolate negro conmigo, así que no hubo nada que me quitara mi extraña, pero genial tradición. Después de eso, me metí a la ducha y me quité todo el sueño. No había día en todo el año, en que no me bañara al despertar. Este año implementé el hacer un poco de ejercicio después de comer el chocolate y hacer los saltos y entrar a la ducha gracias a Alex.

Eran las 8:30 cuando salí de mi habitación y llamé a Alex, quería saber si se acordaba y segundo, quería ver que tenía planeado hacer. Lo llamé y al parecer, seguía durmiendo como un tronco. Salí a caminar y cuando regresé, alrededor de las 9:00, me lo encontré con cara de adormitado en el pasillo.

—¡Ah! ¡Hola, Pete! ¿Ya estás despierto? ¿Ya te bañaste? ¿A qué hora te despertaste?- me saludó súper adormitado.

—Oh, pues bueno, me desperté a las 7:30.

—¿Qué? :O —replicó— Increíble, yo tengo un sueño impresionante.

—Y sí, ya hasta salí a caminar en lo que despertabas y me decías que vamos a hacer hoy.

—Ah, ah —dijo entre apurado y confundido—. ¿Qué vamos a hacer hoy? Buena pregunta, deja que me cambie, vamos a desayunar a Mondays y después, parece que vamos a ir en el coche a un lugar cercano.

—¿Ok? —comenté— Perfecto, te espero abajo entonces.

Después de que Alex bajara, nos dirigimos al Mondays más cercano a desayunar. Alex ordenó un omelette con chile pimiento y zumo de naranja y yo me di el lujo de comer los "Panqueques Monster", un helado extra grande y avena. Me gustó mucho comer esas tres cosas, lo había hecho por última vez hacía 6 años. Me encantaba todo en Mondays, lo extrañaría mucho de nuevo, nada se podía comparar . Y me sorprendía que después de muchos años, Mondays seguía siendo el mismo. Pero lo que más me sorprendía era que Alex no recordaba que era mi cumpleaños. Teníamos en el calendario las fechas más importantes: cumpleaños, exámenes, concursos, eventos, tareas, limpiezas, y asignaciones especiales.

El cumpleaños de Alex era el 12 de septiembre y al igual que lo hacía con Laura, preparaba su fiesta muchos meses antes para agasajarlo como se debía. A mí nunca se me olvidaba, ¿cómo es que no se recordaba del mío? El año pasado, lo había mencionado dos veces al día durante tres meses y se acordó. Este año no lo consideré necesario, pero al parecer, lo era. ¿No vio el calendario? ¿No se acuerda de su mejor amigo? ¡16 de junio, Alex! ¡16! Un uno y un seis. ¿Qué tan difícil era? Se le olvido de tanto viajar.

Pero bueno, ya le diría que era mi cumpleaños, lo comprendo. Tiene mil cosas en la cabeza, no lo hacía por mala onda. ¡Mentiroso! ¡Bipolar! Bueno quedemos en algo, no debo cabrear, solo debía decirle que era mi cumpleaños y listo. ¿Cómo era que no se acordaba? ¡En serio!

¡Bipolar! ¡Decídete! ¡Cálmate!

La parte buena era que tenía era una amiga que sin duda se acordaba de mi cumpleaños, me molestaba a cada rato que era más madura, sabia y grande que yo. ¡Eran ocho días de diferencia! ¡Solo ocho días! Pero bueno, que fueran solo un par de días nos daba muchas beneficios para celebrar juntos y sin duda, al abrir mi carpeta de mensajes aparecería un mensaje de mi mejor amiga. Uno de felicitación y celebración y otro molestándome de que nací ocho días después y de que soy más pequeño. Me resultaba divertido leerla.

Entré a mi carpeta de mensajes y sí que tenía un mensaje de Laura. ¡Bien! ¿Qué habrá planeado este año? Estaba ansioso y me llevé una inesperada sorpresa.

Laura: Hola, Pete. ¿Cómo estás? ¿Qué harás hoy? ¿Hoy es tu último día en España, verdad? ¿No te despertaste con sueño después de mucho tiempo chateando y durmiéndote tarde? JAJA, guiño.

¡¿Dónde dejaron todos su calendario?!

¡Aquí les dejo la segunda parte del capítulo anterior! ¡Espero que les guste!

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