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epílogo

Jennie se removió entre las sábanas de aquélla cama, sintió un brazo haciendo presión alrededor de su cintura, trató de quitársela de encima pero fue imposible. Gruñó adormilada y abrió sus ojos poco a poco, su cuerpo desnudo se acoplaba al de su acompañante en la cama.

Lisa dormía placidamente a su lado, con el torso desnudo, solo con un top deportivo y deslumbrante por la luz del sol que entraba por la ventana. Jennie trató de moverse una vez más y cuando pudo quitarse de encima el brazo de la mayor, se talló los ojos y estuvo por salir de la cama.

Sin embargo, fue jalada una vez más dentro de ella por la persona que se supone estaba dormida.

— Lalisa — la menor se quejó ante el repentino ataque —, suéltame, quiero bañarme.

La pelinegra no dijo nada, sólo atrapó su cuerpo entre sus brazos, sin dejarla ir. Jennie gimió bajito al sentir lo que le colgaba en la entrepierna a la mayor, sintió sus mejillas acalorarse poco a poco.

— Lili — volvió a quejarse —, por favor.

— Buenos días a ti también. — la ronca voz mañanera de la mayor le hizo sentir extraña.

— Sí, buenos días — sonrió de lado, dejando un beso sobre su hombro desnudo — Necesito bañarme, déjame ir.

Lisa suspiró, pero no soltó a Jennie, al contrario. La apretó aún más entre sus brazos mientras comenzaba a dejar besos por todo su rostro, Jennie sentía la necesidad de alejarla, quería bañarse ya que la noche anterior no tuvo fuerzas para levantarse de la cama y tomar un baño, había quedado tan cansada y absorta en el sueño, que realmente no le importaba dormir así de sucia.

— Te dejaré ir a cambio de un beso. — murmuró sobre sus labios.

Jennie rodó los ojos y se acercó para unir sus boca. Sin embargo, en el segundo en que se acercaron, Lisa metió su lengua en aquélla cavidad, saboreando todo lo que podía, importándole muy poco que recién se hayan levantado. Jennie gimió, estaba casi desnuda y el cuerpo de Lisa estaba sin ninguna prenda, podía sentir la punta de su polla rozando contra su pierna.

— Li-li... — Jennie jadeó, abriendo su boca y alejándose un poco, dejando que la saliva entre sus bocas se deslizará de la comisura de sus labios —, es muy temprano.

— Es para empezar bien el día.

Le sonrió con coquetería, la verdad es que no pensaba iniciar algo como eso, pero tampoco podía negar que quería probar más de Jennie. Llamenla como quieran, pero jamás estaba satisfecha de su novia.

Jennie quiso negarse, realmente quiso hacerlo. Pero Lisa era capaz de levantar su lujuria a otro nivel con el simple hecho de pedírselo y tocarla un poco. Ella también era débil ante su mujer.

— Bien. — murmuró la menor, antes de volver a sentir la boca de Lisa sobre su pecho.

Cerró los ojos mientras sentía los besos bajando por su pecho, abdomen y pelvis, su corazón latía con fuerza. Lisa tomó del elástico de sus shorts cortos para dormir, bajando estos tan rápido como pudo, quitó la sábana blanca que las cubría dejando al aire sus cuerpos desnudos.

Jennie pateó como pudo el short de dormir y sintiendo su cuerpo caliente, volvió a besar a Lisa con fuerza, sus lenguas se encontraban con fervor y sus partes palpitaban con necesidad.

La mayor bajó su mano, comenzando a acariciar el clítoris de Jennie, dejando suaves caricias y luego subiendo con profundidad sus toques. Jennie gemía, se alejó de la mayor, bajando sus besos con necesidad por todo el pecho de Lisa, besándolo con ganas de más.

Lisa sonrió al sentir las manos de Jennie tomando su miembro, reprimió un gemido al sentir los besos de la castaña sobre sus pezones. El calor en la habitación subió, sintiendo de pronto sus cuerpos tan necesitados del placer.

El sexo era bueno, pero era aún mejor cuando recién se despertaban, porque sus sentidos estaban al tope y la estimulación era tanta que las llevaba a experimentar otro nivel de placer.

Jennie se alzó en la cama, cambiando su posición para bajar hasta el miembro de Lisa y comenzar a dejar besos sobre la punta, tomó con una de sus manos la extensión y comenzó dando suaves caricias, moviendo de arriba hacia abajo por todo lo largo. Escupió sobre su verga, tomando esa saliva para poder masajear mejor aquélla zona.

Lisa gemía con su ronca voz, tener a Jennie trabajando su miembro le hacía sentir en las jodidas nubes.

La castaña llevó su boca hacia el prepucio y comenzó dando suaves lamidas cuál minina, besando y chupando ligeramente toda la zona. Lisa enredó sus dedos en el cabello de Jennie y sin esperar un segundo más, metió su miembro dentro de aquella chica, moviendo sus caderas para follar la boca de su novia.

Jennie posó sus manos a los costados de Lisa y apretó sus ojos, sintiendo la punta del miembro tocando profundo en su garganta. La asfixia se hizo presente y dando leves golpecitos en las piernas de la mayor, ésta se alejó.

Jennie respiró con normalidad y trató de recomponerse, Lisa tomó de sus caderas y la alzó, acostándola de nuevo en la cama, Jennie abrió sus piernas, dejando a la vista su intimidad y aquel agujero, sostuvo sus piernas, pasando sus brazos por debajo de cada una de ellas y pegándolas a su pecho.

El miembro de Lisa dolió al ver aquella imagen. Llevaban casi un año saliendo, habían follado como conejos la mayor parte de su relación, pero Lisa jamás dejaría de excitarse y endurecerse con el simple hecho de ver a Jennie así, tan entregada, tan sumisa y lista para recibirla.

Bajó su rostro, escupiendo sobre la entrada de la menor, quien tenía los ojos cerrados de nuevo y arqueaba su espalda. Pegó su boca en aquel lugar y se encargó de bañarla con su saliva perfectamente bien, probablemente los condones y el lubricante estarían por ahí cerca, pero estaban tan necesitadas y sumergidas en su momento de placer que no se tomaron el tiempo de pensar en ello.

Jennie gritó, alzando un poco su rostro para ver lo que Lisa estaba haciendo, el glande entró en su interior y poco a poco fue metiéndose hasta tocar fondo, las paredes de la menor apretaron alrededor del miembro de Lisa con fuerza. Moviéndose un poco, empezó por dar suaves embestidas, profundas pero lentas.

Jennie se aferró a ella con impaciencia, Lisa acomodó las piernas de su novia sobre sus anchos hombros y la jodió. Con las rodillas en la cama, se movió con fuerza, comenzando un vaivén algo salvaje. La castaña solamente podía entrecerrar los ojos y gemir, abría la boca para dejar salir sus lloriqueos con fuerza, sin importarle realmente que alguien las escuchara.

— T-tan bueno, tan bueno — Jennie jadeó sus palabras sobre los labios de Lisa, quien se había inclinado para robarle un beso.

— ¿Te gusta tanto? — preguntó, dejando un beso sobre su cuello, para después soltarle una leve mordida alrededor en su clavícula.

— S-sí... tan bueno~ me follas tan b-bien ¡Ah! — un grito salió de su boca cuando Lisa se volvió a empujar en su interior, golpeando aquel punto de placer que le hizo casi voltear los ojos.

— Demasiado para empezar el día. — Lisa suspiró, se sostuvo de sus rodillas y se alejó de la menor, tomando entre sus brazos las piernas de Jennie, las cuáles aún estaban en sus hombros.

La castaña la miraba desde abajo, llevó una mano hasta su boca para evitar soltar tantos gemidos, sin embargo, otro grito salió de su boca cuando observó a Lisa dejar una mordida sobre una de sus pantorrillas. Su corazón latió con fuerza, quiso quejarse por el leve dolor, pero la mayor le miró desde arriba, empezando las estocadas de nuevo.

Su cuerpo se movía con fuerza sobre la cama, el golpeteo de sus pieles unidas se escuchaba por toda la habitación, al igual que el golpe del respaldo que hacía la cama cada vez que chocaba con la pared.

El sonrojo en sus rostros era inevitable, emoción llenando sus cuerpos y el placer recorriendo cada parte de ellas, se volvían locas cada vez que follaban, y no sabían por qué, pero con el tiempo resultaba cada vez más placentero y cómodo el tener sexo a cualquier hora del día.

No era como en otras relaciones, mientras más pasaba el tiempo, menos se aburrían, al contrario, más se complacían.

Llegó un punto donde a Lisa se le nubló la vista, su pene tocando aquélla zona que hacía a Jennie retorcerse. Se agachó, atrapando la boca de Jennie con la suya, dándole un beso sucio lleno de saliva. La menor enredó sus piernas alrededor de Lisa, mientras esta la embestía con más fuerza.

Lisa se alejó, murmurando sobre el oído de Jennie.

— Eres tan apretada — besó su oreja —, aunque ya lo hemos hecho tantas veces, sigues apretándome tan sucio. — Jennie se removió, tener a Lisa sobre su oreja, susurrando cosas desvergonzadas le hacía sentir tan tímida, tan pequeña a lado de ella.

Con sus manos sobre su espalda, enterró estas en aquélla zona, dejando sus marcas sobre toda la pálida piel de su novia. Lisa gimió por el dolor, y por último dio unas cuantas embestidas dentro de Jennie para después chorrear dentro de ella.

— ¡Ah! ¡demasiado! ¡demasiado! — gimió la castaña, apretando sus paredes alrededor del miembro de su novia, succionando y tomando toda la semilla de su novia.

Su interior se lleno por completo, Lisa siempre sabía cómo llenarla.

— Saben, la siguiente vez que follen háganlo bajito, ¡me canse de recibir quejas por parte de los vecinos! — Taehyung se quejó, dejándose caer sobre una de las sillas que había en el comedor.

Jennie no pudo evitar sentirse culpable, ella fue quién más había gritado.

— Ni que fuera algo del otro mundo, todos follan. — respondió Lisa.

— Lo sé, pero siento que un día de estos los vecinos van a pensar que estas matando o torturando a Jen por como grita. — Taehyung habló.

La castaña se hundió en vergüenza por sus palabras, de acuerdo, tal vez era un poco ruidosa, pero la verdad es que no podía evitarlo. No cuando la tipa que tenía de novi le gustaba follarla hasta perder la conciencia.

— Ah, como sea, me voy al trabajo. — le indicó a laa dos chicas, tomó sus cosas y salió de ahí tan pronto como pudo.

— Creo que Taehyunf tiene razón, deberíamos dejar de hacer eso tantas veces — Jennie dijo, ganándose una ceja alzada de la mayor —, sólo digo que tal vez es muy vergonzoso que nos escuchen todo el tiempo.

Lisa soltó una risita.

— Parece no importarte mucho cuando estamos follando.

Jennie frunció el ceño.

— ¡Eso es porque la emoción del momento no me lo permite!

Sus mejillas se colorearon cuál tomate, Lisa soltó una risita y se acercó a su novia, dejando un beso sobre su frente para después atacar sus labios. Jennie cerró los ojos, disfrutando del emotivo beso que su mayor le estaba dando, lento y suave.

— Deberíamos ser más cuidadosas entonces.

Jennie se alejó un poquito, sus mejillas se sentían más calientes.

— Tal vez... — murmuró.

Sin embargo, ese tal vez quedó abandonado en algún lugar de la habitación cuando Lisa volvió a empotrar a Jennie sobre el comedor de la cocina.

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