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006

Jennie mandó todo a la mierda en el momento en que Lisa comenzó a introducir sus dedos una vez más. Necesitaba todo de ella, joder, ya no quería seguir esperando.

Taehyung la detuvo durante tanto tiempo, y una parte de su conciencia también. Pero ya no quería seguir así.

Lisa soltó una risita, dejando besos en su pecho, justo sobre sus pezones dándoles esa atención que necesitaban. Jennie jamás había sentido tanto placer en aquélla zona, las veces en las que ella mismo se tocaba, no se comparaban para nada con lo que Lisa y su maldita lengua podían hacer.

— Lisa... será mejor que te apresures — le dijo casi en un lloriqueo —, sí Taehyung llega...

La mayor gruñó al escucharla, dejó de lado sus pezones, metiendo su lengua en la boca de la menor, ocasionando que ésta soltara un grito ahogado en cuanto la sintió. Pero gracias a ese acto, la menor pudo dejar de lado sus pensamientos sobre ser descubiertas por su hermano.

Oh dios, si Taehyung se enteraba de esto. Definitivamente estaría muerta.

— Me pregunto si Taehyung será consciente de lo que provocas en mí — Lisa murmuró sobre sus labios, dió una suave mordida a su belfo logrando tensar el cuerpo de la menor —, te lo juro, Kim Jennie. Haces que se me pare tan siquiera de sólo verte, de sólo imaginar como sería follar contigo se me pone tan dura.

Jennie gimió, recordando las veces en las que ella también imaginaba a su Unnie follandola. Si bien sería la primera vez que se acostaría con alguien, no quería que fuera lento y suave, ya no, estaba mandando a la mierda todo.

Quería ser follada tanto, tan fuerte y duro que realmente no la dejara caminar en días, quería ser rellenada por ella cual pavo de navidad, necesitaba sentir su polla en su interior, golpeándola y que todos escucharan como le hacía llorar del placer.

Ni siquiera le interesaba si Taehyung llegaba justo cuando estuvieran follando. Sólo... necesitaba quitarse esas ganas de querer tener la polla de Lalisa Manoban en ella.

— Entonces házlo. Mételo ya, Unnie — susurró la menor, levantándose un poco de la cama para alcanzar el rostro de la mayor y lamer la comisura de sus labios.

Lisa agradeció que Jennie fuese quien lo pidiera, siempre supo la clase de sentimientos y sensaciones que causaba en la menor. Pero ahora mismo, le excitaba de sobremanera que sea esa pequeña chica, quien le pidiera su pene.

Lisa abrió las piernas de la menor, dejando que estas se acomodaran libremente sobre la cama. Jennie se aferró a sus hombros, bajó un poco su mirada, viendo como Lisa se colocaba un condón y luego el momento exacto en el que el miembro de Lisa se perdía en su interior.

Gimió al sentirlo resbalar lentamente, apretó sus ojos tratando de retener la respiración por unos segundos, y liberó el aire cuando sintió a la mayor completamente en su interior.

Lisa bajó por su cuello, quedándose unos segundos ahí, mientras trataba de asimilar lo bien que se sentía Jennie, apretándola fuertemente. A pesar de que fue fácil introducirse, ahora mismo comenzaba a doler un poco.

Principalmente porque era el primer pene de verdad que estaba dentro de Jennie.

— M-me voy a mover.

Jennie sólo respondió con un quejido. Sintiendo como la mayor se separaba un poco de ella, Lisa acomodó sus manos a cada lado de Jennie. Después comenzó con un suave movimiento, que realmente no duró mucho, pues cuando sintió como Jennie movía sus caderas hacia su pene, comprobó que aquella chico necesitaba más que sólo suaves movimientos.

Con una de sus manos apoyadas sobre la cama, y la otra tomando de la nuca de Jennie. Se separó unos segundos de ella, saliendo de su interior, dejando solamente la punta en aquel lugar, para después dar una estocada fuerte, haciendo que Jennie abriera la boca dejando salir un perfecto gemido.

Hizo lo mismo cuatro veces seguidas, saliendo casi por completo y luego entrando, duro y fuerte, sacando casi gritos de la boca de la menor.

— ¡O-oh! ¡santo cielo! ¡Lalisa Manoban! — gritó con fuerza, cuando las embestidas de Lisa comenzaron a ser más rápidas, ésta vez entrando y saliendo con fuerza.

El sonido acuoso y los chapoteos que sus fluidos hacían eran como música para sus oídos, los gemidos de Jennie también sonaban, bajitos por la falta de aire que estaba sintiendo, ya que
las estocadas de Lisa parecían dejarla sin aliento.

— ¡Dios! ¡dios! — sus gritos fueron liberados, cuando Lisa tocó su punto, sintiendo que en cualquier momento podía tener otro orgasmo —, ¡no! ¡n-no! ¡ugh...!

Lloriqueó como una niña pequeña al que le acababan de quitar su juguete favorito, al sentir que las embestidas de Lisa comenzaban a disminuir. Quiso quejarse de nuevo, pero la mayor fue más rápido que ella.

La pelinegra tomó sus caderas, volteándola sobre la cama, dejándola en cuatro sobre ésta, con su espalda arqueada y sus bonitos glúteos alzados, viéndose tan malditamente perfectos. Su entrada dejando salir aquellos fluidos, viéndose maltratada por la intromisión un poco ruda de la mayor.

Lisa sonrió divertida, dejó un par de besos sobre sus muslos y luego se acomodó entre ellos. Su pecho se pegó a la espalda de Jennie, quien se aferraba a las sábanas de la cama con fuerza. Dejó varios besos sobre su espalda para después pasar a tomar con una de sus manos, los cabellos castaños mojados levemente por el sudor de la menor. Tomándola con fuerza de ahí y dando un suave jalón, escuchando un gemido ronco salir de su boca.

Llevó su miembro de nuevo a la algo estrecha entrada de su chica, volviendo a hundirse en aquel lugar tan cálido, sintiendo lo acuoso que estaba, disfrutando de lo rico que se sintió cuando comenzó a embestir.

Su mano apretaba con fuerza los cabellos de la menor, mientras impulsaba sus caderas, golpeando una y otra vez en su interior. Las nalgas perfectas y bien definidas de Jennie, rebotando al ritmo de sus estocadas. Una, dos y tres veces, fueron suficientes para hacer que Jennie volviera a gritar.

Lisa pudo haberse asustado en un inicio, pero solamente pudo sonreír, llenándose de placer al escuchar esos gritos tan desgarradores que salían de la garganta de Jennie, sus mejillas cubiertas de lágrimas y probablemente un poco de baba, ya que al tener la boca abierta toda su saliva caía de ahí.

Eran lágrimas de placer, aunque lloraba como si realmente alguien le estuviera haciendo algo malo. Pero no podía evitar hacerlo, Lisa estaba ahí, con su pene dentro de ella, golpeando fuerte, una y otra vez. Escuchando los sonidos que hacían al unirse con cada golpe.

Esos fluidos blanquecinos y casi transparentes, salían de ella, el cual ya se sentía demasiado dañado, y aunque había comenzado a doler, no quería decirle a Lisa que se detuviera.

— ¡M-más!... ¡Oh, Unnie! ¡más, por favor, más! — gritó, deseando que alguien las escuchara, que supieran lo bien que Lisa se la estaba cogiendo contra el colchón de su cama.

— ¡Agh! ¡m-maldición! que bien te sientes, mi amor — susurró sobre su oído —, de verdad me aprietas tan bien, me encantas, me encantas demasiado.

La pelinegra siguió moviéndose, follandola con fuerza, con los sonidos resonando en la habitación, sus gritos fundiéndose contra los roncos y fuertes gemidos de la mayor, al igual que los chapoteos de sus fluidos juntos.

Lisa terminó por correrse y Jennie haber desobedecido a su hermano, definitivamente fue la mejor decisión de su vida.

— ¿Qué haces tú aquí? — fue lo primero que preguntó Taehyung cuando entró en su casa, escuchando risas que provenían de la cocina de su hogar, encontrándose con Jennie recién bañada y una Lalisa Manoban sentada a la mesa mientras comía de lo que Jennie le había preparado.

Bueno, al menos no las habían encontrado follando.

— Ah, ya llegaste. Yo...

— Lárgate. — le respondió enseguida Taehyung.

— Tete hyung, Lisa Unnie sólo vino a dejarle esto ― Jennie señaló la pequeña memoria USB que estaba sobre la mesa del comer.

— Sí, no te encontré así que se la dejé a Jennie, pero al parecer ella estaba por comer algo, así que me invitó a pasar un rato. — se excusó la pelinegra.

Taehyung frunció las cejas, analizando la situación lentamente en su cabeza, miró por última vez a Lisa y luego a Jennie, después de eso, subió corriendo las escaleras.

Jennie estaba un poco confundida por su actitud, así que quiso ir tras él. Sin embargo, Lisa jaló de su brazo, provocando que quedará frente a ella, besando rápidamente sus labios.

— Nos vemos luego, cielo — le dijo, guiñándole un ojo, para después salir de aquélla casa.

Jennie suspiró rendida ante sus acciones. Y para cuando Lisa desapareció de su casa, subió las escaleras, para encontrarse con Taehyung justo frente a la puerta de su habitación.

— ¿Unnie? ¿qué haces? — le preguntó algo confundida, se acercó a su lado, mirando también el interior de su habitación.

Sonrió internamente cuando vio su habitación perfectamente limpia como siempre, las sábanas de su cama estaban limpias y estaba bien arreglada, su ropa estaba ordenada y el cuarto de baño estaba ligeramente mojado. Pero había sido precisamente porque Jennie había acabado de bañarse hace unas pocas horas.

Después de haber tenido suficiente de Lisa follándosela en la cama, se sintió tan cansada que terminó por dormirse entre aquel desastre de sábanas. Cuando despertó, se dio cuenta que Lisa ya la había limpiado y cuidado, dejando unas cuantas pastillas sobre la mesita de noche y un vaso de agua, para su dolor muscular. La mayor ya se había bañado desde hace rato, así que después de despertar, ella también lo hizo.

Justo después de eso, bajó, encontrándose con la grata sorpresa de que Lisa se había comido casi todas sus palomitas y sus golosinas. Y como aún tenía hambre, Jennie decidió preparar algo de sopa instantánea rápidamente.

Pero ni bien comenzaron a comer, Taehyung había llegado.

Y fue cierto, Taehyung tardó más de lo usual en llegar, por esa razón no habían sido descubiertas en pleno acto.

— ¿Segura que Lalisa sólo vino a dejar eso? — preguntó Taehyung, mirando de reojo a su hermanita.

— Sí hyung — la menor asintió rápidamente —, no tenía mucho tiempo que había llegado ― mintió perfectamente bien.

Taehyung bufó, dándose cuenta de que estaba siendo paranoico. Jennie nunca sería capaz de mentirle. El mayor se fue a su habitación, y Jennie simplemente bajó para terminar de comer, ya que ella aún tenía hambre. Con una ligera sonrisa en su rostro, probablemente más de ilusión que de otra cosa.

Una pequeña esperanza de que Lisa fuera realmente sincera con sus sentimientos se plantó en ella.

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