18
❝ como comida navideña ❞
NI PAMELA, NI Ruby parecían muy cómodas al saber que Anna era un ángel. Había recuperado su memoria y conciencia.
—¿eran tus jefes o algo así? —Dean preguntó sobre Uriel y Castiel.
—la jefa era yo. —negó con una pequeña sonrisa. Lola soltó una risita, sonrojándose cuando Anna la miró.
—¿pero ahora quieren matarte? —cuestionó Pamela, sentada en el escritorio biblioteca a un lado de Sam. Donde todos rodeaban a Anna que estaba de pie en el centro.
—órdenes son órdenes. Seguro hay una sentencia de muerta contra mi. —los miró, Lola palmeó a un lado a Dean que le dejó medio espacio en la silla para que se siente a su lado. —desobedecí, que para nosotros es lo peor que puedes hacer... y caí.
—¿osea...?
—cayó a la tierra, se volvió humana. —Le dijo Pamela a Dean.
—¿Los Ángeles pueden volverse humanos?
—y duele. —le respondió a Sam. —como quitarte un riñón con una navaja, esa clase de dolor... y perdí mi gracia.
—¿es tu forma de decir virginidad? Porque así sonó. —Lucifer dijo.
—mi gracia es energía. Se cortó y cayó... mi madre Amy no podía embarazarse, siempre me llamó su milagro, no tenía idea de la razón que tenía.
—¿entonces tu olvidaste que eras el power ranger de Dios?
—al ir creciendo, me volvía más humana. Si. —le dijo Anna a Dean.
—creo que no comprenden lo perdidos que estamos. —Ruby llamó su atención. —el cielo la quiere muerta y el infierno quiere tenerla. Un ángel de carne y hueso que puedes torturar, que sangra. Hermana, eres un trofeo y, tarde o temprano, uno o el otro te encontrarán.
—¿por qué seguís acá? —Lucifer se quejó.
—lo sé. Es por eso que la recuperaré. —Anna le dijo a Ruby. —mi gracia. Si la encuentro.
—si la encontrás, ahí está la clave, corazon. —Dijo Lola, suspirando. —caíste del cielo, tu gracia se perdió a mitad de camino.
—espera ¿cayó literalmente del cielo? —Sam cuestionó y así asintieron. —¿y un ojo humano lo podría ver, como un meteoro?
Comprendiendo a donde quería llegar, se apresuraron a tomar la laptop para buscar avistamientos de meteorito en la fecha próxima que Anna les dio.
Lucifer se quedó en la biblioteca junto a Sam para encontrar la información. Viendo los meteoritos que cayeron el mismo día en dos estados.
—Cheto, tampoco sirvió de mucho. —se quejó observando con recelo a Ruby salir del cuarto. Sam lo notó.
—sé que no te agrada, pero fue de ayuda. —le susurró cerrando la laptop.
—cerra el orto.
—oye —río indignado y se acercó más en el sofá donde estaban. —¿es por eso que me dijeron una vez? La razón por la que no la quieren.
—lo único que te dijimos es que ella te entregaba la cola. —lo miró molesta y él alzó las cejas, dándole a entender que se refería a eso. —espera ¿te pensas que por eso no la quiero? ¿Celos?
—bueno, pareces un poco celosa. —sonrió levemente sonrojado y ella abrió la boca, balbuceando. —Lucifer sin palabras, eso es algo completamente nuevo. Normalmente hablas hasta por los codos.
—no estoy celosa. —entrecerró los ojos. —eso significaría que vos me gustas y... —dejó la frase al aire.
—¿y no es así? —se acercó un poco más, ella negó, aguantando la sonrisa —¿segura?
—segura.
—¿muy?
—segurisima.
—¿muy?
—segurisisima...
Se acercaron a medida que las palabras bajaban el tono, quedando a escasos centímetros. Los ojos verdes del Winchester recorrieron todas sus facciones hasta caer en su sonrisa.
—si no te alejas, te voy a comer la boca. —le suplicó y Sam río. No se alejó.
Ruby miró desde la puerta como finalmente se besaban y sintió la frustración llenarla. Todo su plan se había caído a pedazos desde el momento en que las dos extrañas llegaron de otro universo. Ya no sabía cómo hacer para recuperar la confianza de Sam.
LOLA ESTABA sentada sobre el capo de una vieja camioneta, viendo a Anna a través de las ventanas. Estaba en la cocina de la casa de Bobby, dibujando. Bajo la vista a su propio regazo, viendo su libreta con el dibujo de Anna y siguió coloreando. Escuchando el motor del impala detenerse detrás suya.
—¿Pamela llegó bien? —le preguntó a Dean cuando escuchó sus pasos acercarse.
—si, te manda besos en zonas explicitas. —se sentó en su lado —lamentó que no la hayas acompañado. Ya te dijo que no fue tu culpa lo de su vista.
—Ya sé pero no puedo evitarlo. —sintió su hombro contra el suyo y freno de colorear. —cada vez que me quiero disculpar, me besa.
Dean río asintiendo, estirando su mano para tomar la libreta. Dejó que vea los bocetos que habían, pasando su mano por el retrato de Anna.
—¿sabías que era un ángel? —preguntó. Lola notó como el vapor escapaba de entre sus labios a causa de la helada noche.
—si, pero ya te dije Dean, no puedo decir cosas así. Si yo lo decía, no era lo mismo que ella recupere su memoria.
—¿pero ella es de fiar? Porque con Uriel y Castiel... —se calló al dar vuelta la pagina y ver un dibujo de la runa que usó contra ellos.
—No lo sé... es complicado. —miró de vuelta donde estaba Anna —sé lo que puede pasar con ella y lo qué pasó. Sé lo que es y... yo quiero creer que si.
—¿y si puedes decirme que le pasó o la justicia divina va a pegar tu lengua al paladar? —pasó a otro dibujo, notando que era de Lucifer dormida en los asientos traseros del chevy.
—Anna quería ser humana, aún que suene loco ya que somos una cagada pero... ella veía lo bueno en nosotros. —sonrió temblando ligeramente, observando el vapor que emanaba. —veía más allá de la culpa o el dolor. Veía el amor, el perdón...
—¿traiciones? —ironizó pasando a otro dibujo.
Este era uno suyo, se sorprendió. Era un retrato de su pecho hacia arriba, usando una camisa roja. Todo parecía colores opacos, pero Lola había pintado sus ojos en un verde atrayente, resaltando su facción. Pasó las yemas de sus dedos sobre el trazo del lápiz, escuchando en su mente el sonido de la mina sobre la hoja, imaginándola pintar su imagen.
—la felicidad. —lo contradijo.
—la tristeza. —dejó el cuaderno a un costado.
—el mate con bizcochitos de desayuno.
—el enojo. —obvió viéndola fijamente.
—los orgasmos.
Dean se calló, pasó la lengua por sus dientes inferiores y asintió.
—touché pero tú no puedes tener esa razón porque hasta donde sé... —alzó su dedo —Lucifer te acusa de jamás haber estado con un hombre.
—¿y por eso no puedo tener orgasmos? —río divertida. —y tiene razón. Jamás estuve con uno porque... nunca sentí nada real. —lo observó hacia arriba por la diferencia de altura, sintiendo su corazón avanzarse ligeramente. —no antes.
Notó la forma en que lo veía y sus tripas se revolvieron, Dean quiso decir algo pero nada salió. Colocó sus manos a sus lados, sosteniéndose del capo del auto y relamiendo sus labios antes de hablar.
—no empieces con eso. —le pidió bajando la voz. Lola se mordió la lengua, sabiendo que lo estaba mirando con su usual admiración. —no me veas así, no me hables así.
—perdón, no soy un ángel sin emociones o una estatua de mármol. —bajo la cabeza. Dean suspiró llevando una mano su frente. Lola notó su estrés. —no tenes que decirme nada, ya sé que soy chica y que no podes devolverme lo que siento. No hace falta que lo vuelvas a repetir. Te escuché la primera vez.
—es que no es solo eso. —se despegó del capo del auto y se paró delante suya. Lola lo miró confundida. —Yo sé que no puedes manejarlo y eso solo me enfurece más porque... yo tampoco lo controlo. Sé que hago chistes y aveces te coqueteo ¡y esta mal! —se reprendió más a si mismo.
—no te entiendo, Dean...
—¿si? ¡Bueno! Bienvenida al club porque yo tampoco me entiendo. —dejó caer sus brazos frustrado a sus lados. —solo sé que tienes dieciocho años y eres de otro universo ¡y no quiero ceder a tus ojos de cachorro con tantas cosas en contra!
—mi edad no importa. —se bajó del auto para quedar de pie frente a él —es insignificante cuando está empezando el apocalipsis. ¿Te pensas que los demonios y los ángeles van a parar a fijarse en eso? ¡No!
—¡ya sé que no y eso me asusta más! —dio un paso, quedando prácticamente pegados. Bajando la cabeza, quedaba muy cerca. Tanto que lo ahogaba. —porque significa que el único problema es que... al día siguiente en que me levante y vea a mi lado en la cama y tú no estés... todo habría sido en vano. Sabemos que estás aquí por una razón y no sabemos cuando se cumplirá. Cuando volverás.
—Dean... —lo tomó de la chaqueta, él subió sus manos a sus muñecas, con intenciones de detenerla pero sin atreverse a hacerlo. —no me importa si tengo dos minutos con vos y después toda una vida sin vos. Me conformo con los dos minutos porque son todo lo que quiero.
Dean soltó una de sus muñecas y la llevó a la parte posterior de su cabeza, atrayéndola para estampar sus labios contra los suyos. Su mano se cruzó entre sus rojos cabellos y la sensación fue enloquecedora.
Lola tardó en comprender, en entender que no estaba en el cielo aún que ya no sentía sus pies en la tierra. Su boca sobre la suya era como una probada a la gloria. Sus labios se sentían esponjosos y anhelantes. Casi como una caricia al alma. Hasta que recobró la compostura y relajó su cuerpo, dejándose envolver por el sentimiento.
Había esperado demasiado por eso, el extasis de al fin conseguir una mísera cosa de las que tanto deseaba. Su cuerpo ignoraba el frío exterior por el fuego creciente que llegó a ella, alegria. Pura alegria. El sabor de Dean, su perfume de tan cerca, todo.
—oigan.
Se alejaron abruptamente y Dean volteó a ver a Anna que jugaba con sus manos, sonriendo avergonzada. Lola trató de acostumbrarse a la ausencia de sus labios y relamió su boca, observando el perfil de Dean.
—¿iremos a por mi gracia o...? —cuestionó y Dean soltó lentamente a Lola que suspiró antes de verla.
—no creo. —Lola negó pasando su mano sobre su cabello para peinarlo. —la gracia...
—¿qué? —cuestionó el ángel. Ella miró a Dean que se relamía los labios, buscando sentir el rastro que dejó en ellos.
"¿y si puedes decirme que le pasó o la justicia divina va a pegar tu lengua al paladar?" Recordó sus palabras y comenzó a morder sus uñas. Ante su tic nervioso que ya conocía a la perfección, Dean carraspeó. Buscando que responda.
—Ya no está donde la dejó. La tomaron. Los Ángeles. —Susurró y Dean suspiró. Él no podía con que ella sepa todo lo que no sabían, aveces lo estresaba y trataba de no demostrarlo.
—¿qué? —preguntó preocupada. —¿cómo lo sabes?
—solo lo sé. —la miró con pesar. —la tiene Uriel. La lleva con él. —Anna iba a preguntar, pero Lola recordaba el exacto momento que se llevaría a cabo en unas horas, no obstante, ella comenzó a escuchar voces en su cabeza y lo notaron. —¿Anna?
—ellos... están hablando. Es como una grabación. —se quejó inclinando la cabeza de lado. —"Dean Winchester, danos a Anna antes de media noche o...
—¿o qué? —preguntó Dean.
—"o te devolveremos a la condenación". —lo miró preocupada y Lola negó.
—solo quieren asustarnos. No lo van a hacer. —dijo rápidamente al ver cómo Dean parecía angustiado de volver a ese agujero —no lo harán.
—¿y que haremos? ¿Uhm? ¿Cielo e infierno? ¡No podemos con todos!
—si, si podemos. —lo calló —hay que pensar en algo.
Fue a tomar su libreta y sus lápices y pasó a su lado para ir dentro de la casa. Dean la observó irse con su pecho apresionandose, con la imagen del beso en su cabeza y rindiéndose antes de hacerle una seña a Anna e ir detrás de la menor para entrar a la casa.
RUBY QUEMÓ la protección que Lola había puesto para llamar a los demonios, así que cuando Dean dormía, Uriel lo amenazó en sus sueños. Al despertar, les contó y comenzaron.
—bueno, ya saben el plan. —Lola trató de relajarlos. Sentada en las escaleras del granero y tomando mate. —todo va a salir re piola. Confíen.
—encuentro muchos huecos en este plan. —Sam murmuró, dando vueltas.
—¿sabes que estaba pensando? —Lucifer dijo, jugando con su cuchillo. —Harry Potter y el misterio del príncipe va a salir dentro de poco. Puedo dar spoilers. ¡Que copado!
—¿¡y eso en que nos ayuda ahora!? —Dean la miró, incrédulo.
—ah... en nada. —escucharon el ruido de mate cuando bebió. —solo decía.
Dean tomó un gran trago de su botella de alcohol, viendo con ojos entrecerrados a Lucifer. Lola lo observó preocupada.
—es temprano para eso ¿no? —Anna le preguntó, siendo que estaba por amanecer.
—Prefiere estar en pedo que hablar sobre el infierno o lo qué pasa ahora. —Lola le dijo, tomando mate. —Pero también sé que es la hora feliz en cualquier otro lado.
—no me ayudas. —Dean dejó la botella a un lado.
—y vos no podes verme. —obvió el hecho de que había evitado el contacto visual con ella las últimas horas.
Antes de que se saquen cosas en cara, las puertas del lugar fueron abiertas mágicamente y se levantaron para ponerse en el centro del granero.
Observando a Castiel y Uriel entrar por su izquierda, cerrando las puertas con una ventisca de aire detrás de ellos. Lola se colocó en medio de los Winchester, casi detrás de la enorme espalda de Sam pero cubriendo a Anna.
—Hola, Anna. —Castiel habló, guiando sus ojos hacia ella. —qué gusto verte.
—aquí estoy. no más trucos. No más huidas.
Lola deseaba con todas sus fuerzas haber planeado todo de la forma correcta, recordaba esa escena, sabía de la emboscada doble que les harían.
—lo siento. —La voz de Castiel resonó. Un pequeño destello triste de culpabilidad en sus ojos.
—no. No lo sientes. —negó segura. —no creo. Tu no sientes nada.
—aún así tenemos historia. Es solo que...
—órdenes son órdenes ¡lo sé! —lo interrumpió. Lola la observó, esperando que haga más tiempo y Anna dio unos pasos al frente tras su silencioso pedido. —acaben conmigo.
—¡no toquen ni un cabello de su cabeza!
Giraron al instante al oír una nueva voz y Lola dio un respingo al ver a Alistair con unos demonios sometiendo a Ruby. Anna la miró por instinto, aguantando la sonrisa de impresión al ver que Lola tenía razón. Su plan se llevó a cabo: enfrentar a sus enemigos entre ellos.
—parece reunión familiar en navidad, después de la dice todos peleamos por la herencia de la abuela. —Lucifer sonrió, estirando sus brazos. —tenemos a la familia materna a la izquierda y a la paterna a la derecha... —retrocedió con sus amigos. —nosotros nos quedamos en la mesa de los chiquitos.
Se pusieron a un lado, observando cómo los demonios dejaban caer a la herida a un costado. Ruby se quejó observando los ojos de la dulce Lola que se sentó detrás de Sam, sirviéndose mate antes de que Dean se lo arrebate y le recrimine que no era momento. Ruby era el otro señuelo.
—¿cómo te atreves a venir hasta aquí, úlcera putrefacta? —Uriel le advirtió a Alistair.
Ambos fueron empujados al centro, entre amenazas e insinuaciones nada amigables. Hasta que Uriel fue se lanzó contra un demonio, mostrando el collar de Anna brillar en su pecho. Lola lo señaló, para que sus amigos vean su objetivo.
Alistair golpeó a Castiel y lo lanzó al suelo, tomándolo del cuello y comenzando a recitar un exorcismo angelical. Dean tomó una palanca y golpeó al demonio que comenzó a usar su magia en ellos, Lola le lanzó agua bendita para detenerlo y Lucifer corrió a quitarle el collar a Uriel, quien estaba ocupado en unos demonios, y se lo lanzó a Anna que lo quebró en el suelo.
—¡cierren los ojos!
Se cubrieron para no ser cegados por Anna que recuperó su magia, la luz llenó el cuarto y ella desapareció junto a los demonios. Llevándoselos con ella, a todos, excepto a Ruby.
Los Ángeles se levantaron y vieron el desolado cuarto mientras Sam y Dean recuperaban el aliento, Lucifer se alejó rápidamente de Uriel, yendo con los hermanos Winchester.
Lola exhaló sorprendida y sonrió, victoriosa, volteando a ver con suficiencia a Sam.
—¿te dije o no te dije que todo iba a salir re piola? —puso las manos en su cadera y él afirmó, conforme.
—bueno ¿que están esperando? ¿No irán por Anna? A menos que estén asustados. —Dean se paró a su lado, delante de los dos ángeles.
—¡esto no ha acabado! —Uriel quiso lanzarse encima de él pero Castiel puso su mano en su hombro, frenándolo.
—ya acabó para mi, eunuco.
—no son eunucos, Dean, solo no la ponen. —le susurró Lola.
—es lo mismo.
Castiel observó a ambos y temieron porque suelte a Uriel, pero desaparecieron en un aleteo. Dejándolos solos allí.
Lola suspiró el aire que no sabía qué tenía contenido y se llevó la mano al pecho donde su corazón al fin parecía poder saltar alocado.
—cada vez se me hace más difícil parecer mala. —susurró desalentada. Sam la atrajo a un abrazo y sacudió su cabello —¡el pelo no!
—eres una ratita asustadiza astuta. —la apretujó con fuerza y ella sonrió. —fue un buen plan. Yo pude tenerlo.
—ya estás alardeando, Sammy.
—en realidad... —Lola se alejó del abrazo. —En la serie tienes un plan parecido.
—¿Decías, Dean? —miró burlón a su hermano.
Los cinco se dieron una mirada y Lola miró hacia el tejado, esperando que Anna estuviera bien. Donde sea que haya terminado con sus poderes. Que sea diferente.
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