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17

❝ hacer trampa ❞

SUSPIRÓ FRUSTRADA mientras se veía la espalda en el espejo, su camiseta en sus manos. Tenía pequeños hematomas que a penas se notaban por la caída, luego miró a Anna que estaba sentada en la cama de esa pequeña cabaña oculta y se puso la camiseta, incómoda.

—lo siento, no quería que salgas herida por protegerme.

—no pasa nada. —hizo un ademán, sacando su teléfono para textearle a Lucifer. —lamento no poder llevarte a un motel o algo. Era lo más cercano y seguro que conozco hasta que los otros lleguen e ir a otro lugar, con Bobby, no sé. —se sentó a una distancia prudente. —no sabes quien chota es Bobby. —aplanó los labios al ver la pequeña sonrisa de Anna.

Esa cabaña, abandonada, en medio del bosque, había sido un recurso de unos días para Sam, Lucifer y Lola cuando tuvieron unas actividades extracurriculares cuando Dean estaba muerto. Necesitaban un lugar que los demonios no encuentren y donde puedan contener cautivos a algunos para entrenar la habilidad de Sam.

—no, lo siento. A penas sé quienes son ustedes. Pero me siento a salvo.

—¿qué dicen los ángeles de nosotros? —preguntó luego de enviar el mensaje con las coordenadas, comenzando a jugar con el móvil, nerviosa.

—lo primero que oí fue... "Ellas ayudan a Sam Winchester, lo corrompen". decían que había que matarlas, que había que detenerlas, otros decían que era primordial que ustedes sigan haciendo lo que hacían, pero luego oí la voz de Castiel. Él... —sonrió levemente —dijo que te conoció, que estabas perdida con tu amiga y que querías volver. Pero luego informó órdenes de no tocarlas, ni devolverlas.

Lola apoyó sus codos en sus rodillas, haciendo girar el teléfono entre sus manos, escuchando a Anna sentada a su lado.

—las aclamó como el martirio y la victoria sobre el mal. Voceras del destino real de Sam y Dean Winchester. —Buscó su mirada, notando que Lola comenzaba a entristecer. Sabía que podía jamás volver a casa. —algo sobre otro universo lejano y sin propósitos.

—si, mi hogar dulce hogar. —ironizó. —gracias, Anna.

—no hay problema, lamentó no poder ayudar más. —miró su teléfono —¿crees que yo podría... hacer una llamada? Quiero ver si mis padres están bien, yo solo desaparecí y de seguro me están buscando.

Lola tragó saliva, comenzando a sentir la medalla de la culpa colgar en su cuello y pesando sobre su pecho. No sabía cómo decirlo. Pero su expresión debió delatarla porque la chica se calló.

—¿qué sucede?

—Linda... —se puso derecha, con sus ojos tristes viéndola con pesar —fuimos a tu casa antes de ir a buscarte y... —suspiró viendo a Anna comenzar a agitarse, preocupada. —en verdad lo siento.

—no... no... —comenzó a llorar, enterrando sus manos en su cabello y bajando la cabeza —¿por qué a mi? ¿Por qué me pasa esto a mi?

Lola no supo qué hacer. Anna comenzó a llorar más fuerte y se aferró a ella, logrando descolocarla unos instantes antes de recomponerse para consolar a la pobre chica. Acarició su cabello, lamentando lo que le sucedió, a lo que el cielo la condenó.

Se sintió ciertamente identificada con ella, perdida, en medio de algo que no sabía por qué le concernía y con todos queriendo su cabeza. Así que trató de estar ahí para ella, recordando los primeros días en qué pasó noches llorando por no saber qué hacer o por qué le sucedió a ella.

La diferencia, era que Lola sabía exactamente lo que pasaría con Anna y esa era una de las cosas que quería evitar.

Así que se preparó para hacerlo.

                          —¡TOMATE EL palo, por Dios!

Escuchó a Lucifer y fue rápidamente a abrir la puerta. Al ver afuera, rápidamente los vio bajar de una camioneta robada. Lucifer le gritaba a Ruby, quien la miraba con ansias vividas de matarla, mientras Sam trataba de separarlas. Dean los ignoró para ir hacía ella.

—¿estás bien? —La tomó por los brazos, preocupado.

—si, estoy bien ¿qué hace esa acá?

—nos ayudó —murmuró sin mucha gracia.

Lucifer empujó a Dean y abrazó rápidamente a al menor que sonrió y devolvió el gesto. Viendo a Sam que se acercó a ver su bienestar. Ella asintió, demostrando que estaba bien y los dejó pasar.

—¿me vas a pedir que me quede en la cucha del perro? —Ruby se cruzó de brazos, sin entrar detrás del resto. Lola la ignoró y se movió a un lado, permitiendo que pase.

—cuidado donde pisas.

Ruby no entendió, pero al entrar, pudo ver algunas runas a lo largo de los muros, perfectas para evitar que los demonios los encuentren y alzó las cejas impresionada.

—Anna banana. —Lucifer le sonrió a la pelirroja que se notaba mejor a pesar de sus ojos rojos. —¿estás bien? ¿Mi wacha te trato bien?

—fue muy amable y atenta. —Asintió viendo con una pequeña sonrisa a Lola que cerró la puerta —lamentó provocarles estos problemas.

—solo queremos ayudar. —negó Sam. —pero tal vez ya deberíamos irnos de aquí. Hasta que llegamos, estuvieron mucho tiempo...

Anna repentinamente soltó un gemido de dolor y comenzó a ver todos lados, como si algo estuviera taladrando su mente y no supiera de donde viene.

—ya vienen... —sollozó asustada.

Las luces de la cabaña empezaron a parpadear, dejándolos casi a oscuras, Lola observó hacia afuera, escuchando un pequeño aleteo lejano.

—¡al fondo! —Dean le pidió a Lucifer y Sam. Estos dos la llevaron al cuarto trasero, encerrándola allí con la pelinegra. —Lola, ven. —le lanzó una escopeta y ella la tomó, poniéndose a su lado.

—no servirán, creo que son los de culos con plumas. —susurró viendo la puerta. Ruby se acercó al bolso con armas, buscando algo.

—¿y el cuchillo? —los miró confundida. Lola notó a Sam mirar preocupado a Dean que balbuceó.

—ah, sobre eso...

—¿es un chiste?

—¿perdieron el único arma contra demonios que teníamos? —Lola los miró, abriendo los ojos, prácticamente aterrada. Así solo perderían su única ventaja contra los demonios.

—no me veas a mi, preciosa. —Dean señaló con su cabeza a Sam.

—¡muchas gracias! —ironizó el nombrado por delatarlo.

—¡excelente, muy oportuno, señores, en serio! —Ruby se indignó.

—podes huir, nadie te obliga a quedarte. —Lola le sonrió dulce. Ruby imitó su sonrisa, sin gracia.

La puerta se abrió en un sonido estridente, golpeándose por la fuerza. Una ventisca de aire entro y casi los obligo a correr la mirada por la intensidad, mas se relajó para darle entrada a Castiel que caminó a zancadas dentro de la cabaña. Detrás suya entró Uriel.

—pero si son Timón y Pumba. —Lola sonrió, notablemente intimidada, en medio de los dos Winchester. Los dos angeles miraron directamente a Ruby, que colocó sus ojos de demonio. Parecieron más que sorprendidos y desconfiados de tenerla allí —tanto tiempo. ¿Gustan un matecito?

—diganme que vinieron a ayudar, tuvimos demonios todo el día.

—puedo verlo. —Uriel le respondió a Dean, ambos veían solo a Ruby —¿quieren explicar por qué tienen esa mancha en el cuarto?

—porque ni con cloro se va. —Lola susurró volteando a ver de soslayo a la demonio que la miró con ojos entrecerrados. —pero eso no es asunto de ustedes.

—vinimos por Anna. —Vociferó Castiel.

—¿vienen por ella para... ayudarla?

—Deja de hablar. —Uriel calló a Dean. —entreguenla.

—¿ustedes la salvarán? —Sam titubeó.

—no. —le respondió Castiel, Lola lo miró con su usual decepción y el ángel la miró inexpresivo. —tiene que morir.

—¿por qué? —Sam interrogó, indignado.

—no interfieras. —Avanzó amenazante, Uriel.

—oye, oye. Puede oír sus charlas pero no es una razón para asesinarla.

—descuida. —Uriel, frente a Dean, sonrió burlón —seré gentil.

—son unos desalmados hijos de perra.

—a decir verdad, lo somos. —Castiel habló, detrás. Desinteresado. —¿y?

—¿y? Anna es una chica inocente.

—es todo menos inocente. —lo corrigió a Sam.

—su único error fue ser diferente. —Lola murmuró, haciendo que ambos ángeles la miren.

Castiel inclinó su cabeza de lado, asumiendo que sabía lo que Anna era. Lo que hizo.

—diferente no. Abominación. —Uriel reformulo, bajando la vista para ver a la pelirroja. —Igual que esa cosa —señaló a Ruby. —e igual que tú. —la miró con desdén. —solo dennos a la chica.

Lola parpadeo, sintiéndose herida. Ella no era una abominación. No tenía razones para llamarla así.

Abruptamente, Dean le disparó con la escopeta al ángel que lo miró molesto.

—lo siento. Consíganse otra. —le sonrió sin gracia.

—¿ofendí a tu perro? —Uriel observó los agujeros en su camisa. —que lastima. —tomó del cuello a la menor y la lanzó contra la ventana.

—¡No!

Lola cayó al suelo, aguantando los quejidos mientras sentía los cristales debajo de ella. Preguntándose cuantas veces caería ese día. Sin embargo, no pareció ser suficiente para el ángel que apareció en un instante delante suya, con su mano firme la agarró nuevamente del cuello y la levantó, apretándola contra la pared. Llevó sus manos sobre las suyas, sin sentir la entrada de aire. Asustada.

Dean llegó por detrás, a punto de golpearlo, pero Uriel soltó a Lola antes de tiempo y volteó para detener al cazador, comenzando a golpearlo.

—he esperado por esto...

Lola soltó un quejido, observando de soslayo a Ruby tratar de detener a Castiel que la lanzó fuera de la casa, pasando sobre ella para ir hacia Sam que quiso evitar que abra la puerta donde estaban Anna y Lucifer, siendo dormido por el ángel que colocó sus dos dedos en su frente y lo desmayó.

Iba a hacer trampa, sabía que era trampa, pero igual lo hizo. La pelirroja tomó un vidrio y se cortó el antebrazo, sollozando por el ardor pero sin detenerse. Usó su otra mano como pincel y la manchó de su sangre, dibujando cómo podía el símbolo en la pared. La runa desaliñada goteaba, no obstante, ella colocó su mano en el centro y una luz los cegó unos instantes.

Para cuando pudieron abrir los ojos, los ángeles se habían esfumado.

Dejó caer su mano al suelo, adolorida y miró a Dean que cayó al piso, quejándose. Gateó hasta él puso sus manos en su pecho en lo que Sam recuperaba la conciencia.

—¿estás bien? —susurró agitada y él se sentó, como pudo.

—¿qué... hiciste? —miró su sangre y rápidamente se quitó la chaqueta, para envolverla en su herida que no paraba de sangrar. Observando detrás de ella, la runa.

—Algo que saque de la serie. —sonrió temblorosa, sintiendo como su presión bajaba. —pero no es bueno perder sangre cuando sos anémica y tenes presión más baja que enano descalzo. —dejó caer su cabeza sobre el hombro de Dean.

—¿los mataste? —la sostuvo, preocupado. Viendo cómo Sam iba rápido al cuarto para buscar a las dos chicas.

—no... solo los envíe con Shrek a muy, muy lejano.

Lucifer salió con Anna y Ruby volvió a entrar a la casa, la pelinegra observó el desastre y luego a su herida amiga, así que se apresuró a acercarse.

—esta bien, esta bien. —Dean la detuvo y se levantó, tomando en brazos a la pelirroja. —solo peleó fuerte. —le dio una diminuta sonrisa. —la llevaré al auto, hay que irnos antes de que vuelvan.

Asintieron, tomando sus cosas y yendo rápidamente al coche, para ir a casa de Bobby.

                       LOLA TOMÓ una cucharada grande de dulce de leche, reconfortando su azúcar con el postre. Pero soltó un quejido cuando Dean terminó de vendar su brazo, los dos sentados en el sofá en casa de Bobby. Donde irónicamente, Bobby no estaba.

—creí que te asustabas fácil. Echaste a dos angeles como si nada. —Dean terminó y ella suspiró, comiendo.

—me aterran, casi me pongo a llorar. —susurró y él sonrió. —pero ya me tienen harta.

—¿y siempre supiste hacer eso?

—si... —tomó otra gran cucharada. —solo esperaba el momento justo y... no quería que se lleven a Anna.

—de acuerdo... solo, la próxima vez que tengas un As bajo la manga, dímelo.

—hecho. —tomó otra cucharada y se la tendió —¿queres?

Dean se rindió, encogiéndose de hombros y abrió la boca. Lola sonrió metiendo la cuchara y dejando que Dean la resbale de entre sus labios, probando. Bajo la mano, esperando su reacción y observando sus facciones.

—Uhm, muy dulce. —sonrió relamiendo sus labios y ella rió. —me encanta. —quiso tomarlo pero ella lo alejó.

—te dije probar, no dejarme sin. —río y Dean blanqueó los ojos.

Sam entró al cuarto en ese instante y llamó su atención, así que se levantaron para acercarse. Él les contó de los registros sobre la niñez de Anna, donde ella decía que su padre no era su padre y que el real estaba enfadado y quería asesinarla. Luego, no tuvo ningún brote psicótico hasta la "esquizofrenia" por la que la internaron.

Seguirían hablando si no fuese porque Anna apareció.

—pensé que estaba en el sótano y la vigilaban. —Dean le recriminó a Lucifer y Ruby que estaban detrás de ella.

—me distraje puteandola. —Lucifer señaló a Ruby. Lola miró a Sam que parecía incómodo ante las dos pelinegras que parecían perro y gato.

—esto es inútil. —Lola se quejó, al ver a Anna comenzar a llorar y decir que ella no sabía por qué la querían muerta. —ella en verdad no lo sabe. Está asustada.

—bueno, solo hay una forma de descubrirlo juntos. —Sam obvió y lo miraron confundidos.

Pero él llamó a Pamela.

Lola no había visto a la mujer desde que había pedido la vista y ni siquiera podía nombrarla sin sentirse extremadamente culpable. Sus amigos le decían que no era la responsable, que había hecho lo que pudo, mas ella no lo sentía así.

Para cuando llegó, Lola estaba en el cuarto de pánico, tomando mate en la puerta mientras le tendía uno a Ruby que se resignó a beber ya que era la única muestra de amabilidad que recibía y la mayoría eran solo de la joven pelirroja. Las dos observaron como Dean ayudaba a bajar por las escaleras a la psíquica.

—¡Pamela! Hola. —saludó Sam, parado al pie de las escaleras junto a Lucifer. —si, soy yo Sam. Aquí estoy.

—¿sabes cómo sé? —Pamela tocó su rostro, invidente. Pero ella bajó sus manos y tocó su culo, a lo que Lucifer borró su expresión. —por este firme trasero tuyo. Rebotaría una moneda ahí. Claro que eres tu gruñón. Al igual que sé que tienes a una celosa Lucí a tu lado, hola cariño. —le sonrió.

—Hola, Daredevil. —Se burló divertida.

—no tocare a tu chico, tranquila, pero debes atraparlo porque es un pez gordo y tienes competencia. —dijo sonriendo y Sam se sonrojó.

—ah, nosotros no...

—ay ajá —paso a su lado —y yo no sé qué esa es un demonio y que tiene a su lado a mi colágeno favorito. —se acercó a donde Lola se ahogó con el mate. —¿no vas a saludarme, linda?

Lola le dio el mate a Ruby y se acercó, dutativa. Antes de poder decir nada, sintió las manos de Pamela recorrer su rostro hasta tomarla de las mejillas y darle un beso.

—si, eres tú. —susurró antes de volver a estampar sus labios contra los suyos. Lola soltó un lastimero sonido como el de un perro herido y Pamela sonrió al alejarse. Divertida por las reacciones de la menor. —deberías llamarme mas seguido.

—es que... —balbuceó cuando la soltó y Pamela hizo un ademán. Sabiendo que iba a nombrar lo que sucedió.

—tu me advertiste, bonita. Ya deja de culparte. —Bajó su mano y palmeó su trasero, Lola dio un respingo y miró roja como tomate a Dean que alzó las cejas. —también sé que esa pobre chica es Anna. —miraron por donde se asomó la pelirroja. —y sé que están viendo mis pechos. —dijo para los cuatro cazadores que parecieron avergonzados. Ella rió —no se sonrojen, aún tengo muchos más sentidos que otros.

—es la reencarnación de Matt Murdock, la adoro. —Lucifer dijo viendo cómo Lola tomaba la mano de Pamela y la guiaba a donde estaba Anna.

—oye. Anna, ¿cómo estás? Soy Pamela. —estiró su mano libre para tomar la de la nombrada que sonrió amigable, saludando —Dean me dijo lo que sucede, y me encantaría ayudar.

—que gentil eres.

—oh, bueno, no tanto. Si es para molestar a un ángel, lo acepto.

—¿por qué?

—me robaron algo que tenía. —la soltó y se quitó los lentes. Lola observó con impresión sus ojos blancos, sin pupila, ni nada. Solo blanco. —demoniacos, lo sé, pero son de plástico. Buenos para el negocio. Me hacen ver extra psíquica ¿no lo crees? —bromeó y río con Anna —ahora ¿qué te parece si me dices que tienes?

Lola se quedó donde estaba, viendo cómo se alejaba y suspiró. Ya le había pedido disculpas a Pamela, ya la había perdonado aún que no la creía la causante de su problema, y aún así se sentía incómoda. Los demás fueron con Anna y Pamela pero Dean se detuvo a su lado.

—¿debo ponerme celoso? —le dio un empujón para hacerla sonreír

—ella toma el colágeno que vos no queres. Lo tendrías si no fueras tan cagon para no agarrarlo. —susurró volteando a verlo, con leve picardía y él bufó, corriendo la mirada, nervioso.

—muy chistosa.

Pasó a su lado para ir con ellos pero sabía que Lola no bromeaba. Ella fue detrás suya, soltando una risita. Dean suspiró, pensando en lo que hablaron el día de la fuente de los deseos y la forma en que Pamela demostraba que no le importaba nada. O la forma en que se sentía al ver cómo ella besaba a la pelirroja sin escrúpulos, con agrio sabor en su paladar.

Luego de unos instantes, con hipnosis, Pamela indagó en la mente de Anna, pero solo logró aterrarla y una mala reacción en ella, violenta. Casi parecía que magia salió dentro de ella y acabó lastimando a Dean. Por lo qué Pamela debió despertarla

—lo recuerdo ahora... —Anna se sentó, cambiando su porte a uno más recto. —quien soy en verdad.

—ya habla. ¿Quién eres? —Cuestionó, Dean.

—soy un ángel.

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