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16

❝ Anna ❞

DEAN RECORDABA todo lo que le había sucedido en el infierno, lo que le causaba constantes pesadillas por la noche. Lola trataba de no despertarse, pero le era difícil. Más aún sabiendo lo que Dean seguramente soñaba. Bostezo cansada, tratando de no pensar en eso, pero no podía. Su mente rondaba en el apocalipsis y los sesenta y seis sellos que Lilith buscaba abrir. Sabía que no la detendría jamás, porque no solo eran sesenta y seis, eran cuatroscientos de los que sólo necesitaba sesenta y seis. Así que no entendía en qué podía ayudar. Para qué Dios la querría allí.

—¡Lola!

Parpadeo varias veces, tratando de recomponerse, volvió a bostezar, escuchando la música de fondo subir el volumen en cuanto se recompuso y notó que prácticamente estaba durmiendo, sosteniéndose débilmente del palo de billar.

—¿qué? —fregó su puño contra su ojo, viendo a sus amigos tratar de devolverla a la realidad del bar en que estaban.

—¿sabes? Estás muy cansada como para hacer apuestas. —Dean le dijo antes de mirar al hombre gigante frente a ella —no deberías aprovecharte de una niña con la recién edad legal para a penas entrar aquí.

—oye, ella insistió en jugar. —se mofó divertido, al otro lado de la mesa de billar.

—si ¿pero cuanto le vas ganando? ¿Doscientos billetes a costa de su frágil inocencia? —señaló a Lola que pasaba la tiza azul en la punta del palo.

—De inocente solo tiene una cosa y porque quiere. —Lucifer se mofó, bebiendo cerveza. Lola se sonrojó. —si ella pierde es cosa de ella.

—¡que poca fé me tienen! —se quejó bostezando —¿le subimos a seiscientos grandulón?

—¿¡seiscientos!? —Sam se preocupó.

—lo que órdenes, conejita. —aceptó acomodando las bochas. Lola arrugó la nariz por el apodo y llevó su mano a sus dientes delanteros, susurrando "¿conejita?"—aceptó. Tu rompes.

Lola sonrió y embocó una lisa de entrada, así que se meneó al rededor de la mesa antes de seguir jugando. Embocando una tras otra, con rebote o directo.

Lucifer río, sabiendo que en Argentina el billar era la forma más sensual de cerrarle el orto a los hombres, eso y jugando al truco.

Hasta que notó a Sam alejarse con disimulo y se dio cuenta de la presencia de Ruby. Fue detrás suya, enojada.

—Uh, la puta madre. —Lola se quejó al embocar la blanca. Pero solo le faltaban tres y ya ganaba. —la tenes fácil, capo, así que no te desalientes. —se apoyó a un lado de Dean que sonreía, victorioso. Habían hecho toda una actuación para empujar al tipo a apostar más.

—si que eres buena.

—después te enseño. —le dio un empujón y él rio, tratando rápido para darle un codazo cuando el hombre falló. —ay, ya voy. No te desesperes, flaco.

Lola volvió a jugar y embocó las que le faltaban, hasta llegar a la bola ocho donde no embocó. Dejó al hombre seguir jugando, escuchando como la maldecía en voz baja y lo ignoró para buscar la mirada de aprobación de Dean, cosa que hubiera conseguido si no fuese porque se desconcertó al ver que Lucifer y Sam desaparecieron.

—¿a donde se fueron? —le preguntó a Dean.

—¿a besarse por ahí? No tengo idea de lo que se traen esos dos. —se encogió de hombros. —¿si se besaron alguna vez?

—¿vos te pensas yo estaría preguntando donde están si supiera que se están comiendo la boca o garchando por ahí? —obvió incrédula —no. Y sé que eso no sucede porque Lucifer me lo diría.

Dean asintió y Lola notó de soslayo a Lucifer y Sam entre el gentío, pero su rostro se frunció al notar a la demonio que estaba frente a ellos.

—Trola. —susurró antes de embocar la bola ocho en un parpadeo y tomar el dinero —gracias, compa. Suerte a la próxima.

—es asombrosa ¿no? —Dean le dijo al hombre antes de ir detrás de Lola.

—¿qué hace esta acá? Pensé que habíamos dejado la mierda atrás. —puso sus manos en sus caderas.

—Quise clavarle el cuchillo en el orto pero Sam quiere escuchar lo que tiene para nosotros a pesar del huevo. —Lucifer se cruzó de brazos.

—¿qué huevo? —cuestionó, Sam, confundido.

—¡el que me chupa lo que esta pelotuda tenga que decir!

—no puedo creer que vaya a decir esto, pero estoy con la lunática. Que se vaya. —Dean secundó.

—también te extrañe, Dean. —Ruby sonrió falsamente —solo vine a decirles sobre una chica llamada Anna Milton. Escapó de una clínica psiquiátrica. Los demonios están interesados en encontrarla.

—¿y te pensas que con eso vas a comprar a Sam? —Lucifer se puso delante de ella. Ruby blanqueó los ojos.

—espera, espera. —Lola murmuró antes de ver a la demonio —¿la pidieron viva, no?

—si. ¿cómo lo sabes? ¿Es eso que dicen de que son de otro universo?

—¿a vos que chota te importa? —Lucifer la interrumpió.

—¿sabes qué? Yo ya hice mi parte. Vine a dar la información y me voy. —quiso irse, molesta.

—no, no. Para. —Lola llamó, muy a su pesar. Todos la miraron y ella alzó la mano, para calmarlos. —es importante, confíen. —dio un paso cerca de Ruby. —¿de qué casa de la risa decís que escapó la loquita?

Ruby le contestó y Lola le agradeció antes de tirar de sus amigos, yendo al auto para irse rápidamente a donde podrían encontrar a "Anna".

—¿por qué no puedo matarla? —Lucifer se quejó, en el asiento trasero.

—vos sabes que, si fuera por mi, te dejo hacerlo. Pero Ruby es como... un canal de difusión. No íbamos a descubrir lo de Anna si no fuese por ella y es importante. —Lola dijo, dándole el teléfono a Sam para que pida los registros y todo lo que tuviera que ver con Anna Milton.

—¿por qué? —preguntó Dean. —no quiero nada que venga de esa perra.

—yo tampoco, pero ¡che! tratemos de no hablar mal de la wacha de Sammy frente a él. —Lucifer dijo y se cruzó de brazos, molesta. Sam, en llamada, la miró de soslayo, enojado.

—si van a empezar a sacar trapitos al sol, por favor, no. Porque apuesto mi riñón a qué Sam va a sacar el tema de Dean en el infierno y estoy harta de eso. —Lola se llevó las manos a su cabello, tirando de él, estresada. —solo confíen en mi. No en Ruby. Anna es importante.

—¿y por qué Lucifer no dice lo mismo, si ella también viene de donde tú vienes? —Dean cuestionó.

—¡porque yo vi primera parte de la serie tres veces y me acuerdo de esto mientras que ella la vio hace mucho y solo se acuerda de la temporada diez en adelante porque es Dory! —se quejó llorando dramáticamente —tenemos tres dias de viaje ¿pueden callarse así me duermo o van a esperar a que se me baje la presión y me desmaye?

Nadie dijo más nada así que Lola agradeció en voz baja antes de sentarse de lado como habituaba, apoyar su espalda en la puerta y estirar sus piernas para acostarlas sobre el regazo de Dean. Cerrando sus ojos.

LLEGARON AL psiquiátrico a preguntar por Anna, donde les contaron la forma en que escapó y cuáles eran sus alucinaciones, la causa de tenerla encerrada allí. Hacía dos meses se volvió repentinamente loca, alucinando con demonios y ángeles y el apocalipsis. Vaya casualidad.

Lola despertó en cuanto llegaron a la casa de los Milton, agradeciendo que la habían dejado dormir.

No obstante, la casa estaba abierta y los padres de Anna estaban muertos en el suelo con rastros de azufre a su al rededor. Lo que significaba que Ruby tenía razón, los demonios se les adelantaron para encontrar a Anna y tomaron represalias contra sus padres cuando no la encontraron.

Se sentó en el sofá de la sala, viendo con náuseas a la pareja fallecida y ensangrentada en el suelo. Tratando de recordar ese capítulo.

—¿recuerdas que Anna es importante pero no a donde se esconde? —Dean se cruzó de brazos, a su lado.

—Hace seis meses que estoy acá... —se masajeo las sienes. —mi mente cada vez se aleja más y más y...

"Comienzo a olvidar". Se abstuvo a decir.

Le surgió el temor de olvidar, olvidar detalles como vagas escenas de su serie favorita o la voz de sus amigos. Su mente quedó en blanco ante la duda de olvidar algún día la risa de su hermano o de su papá. Se apretó la cabeza, queriendo que aquellos pensamientos no la ataquen en ese momento, pero se le hacía difícil al ver a un devoto padre sin vida en la alfombra por su hija que estaba perdida.

—oye, esta bien, tranquila. —Dean puso su mano en su hombro, para regresarla al presente. —¿estás bien?

—si, es... estoy cansada. No estuve durmiendo bien últimamente. Después de esto necesito que vayamos a casa de Bobby y estar unos días ahí. —soltó su cabeza, observando a Lucifer tocar con su dedo los cadaveres —no hagas eso, tarada.

—¿qué? Quiero corroborar que si estén muertos. —picó su cabeza —si, estiraron la pata.

Sam blanqueó los ojos y tomó un cuadro con una fotografía, de Anna y sus padres.

—¿puedes dejar los cadaveres en paz? Vas a dejar tus huellas, inútil. —Dean le pidió a Lucifer que se levantó.

—¿ahora soy inútil? ¿Y vos? ¿sabes cómo te dicen a vos?

—¿cómo? —frunció las cejas y Lola negó al ver que caía de nuevo. Aguantando la sonrisa.

—Cigarrillo mojado. —dijo viendo de soslayo a Sam ir a tomar la libreta de dibujos de Anna que habían sacado del loquero.

—¿por qué?

—porque sos infumable. —le sacó el dedo corazón y Lola río acercándose a Sam y escuchando como los otros dos se peleaban.

—¿en serio les parece correcto pelear con dos cuerpos al lado y con una chica milagrosa perdida? —preguntó viendo cómo Sam comparaba los dibujos con la foto.

—¡ella/él empezó!

—shhh. —Sam les pidió.

Anna había dibujado el vitral de su iglesia repetidas veces, por lo que era su pista más fuerte de donde podría estar. Rápidamente, salieron de allí para ir a la iglesia.

                             —¿ANNA?

Bajaron sus armas, llegando al ático de la vacía iglesia, lleno de estatuas de virgenes y demás cosas. Estaba ligeramente oscuro. Sam llamó, buscando a la joven de cabello pelirrojo.

—no te haremos daño. venimos a ayudar. —Miraron fijamente un cristal con el dibujo de un santo, donde podían ver su sombra oculta. —mi nombre es Sam, él es mi hermano Dean, ellas son Lola y Lucí.

—¿Lola y Lucifer? —escucharon su dulce voz —Lucía y Lucía. Las de nombre de mártir cristiano. ¿No? —ellas se dieron una mirada.

—en realidad, en Argentina es uno de los nombres más comunes y nuestras mamás no eran originales. —Lola dijo con una sutil sonrisa. —pero si. ¿Nos conoces?

Vieron al final del cuarto, donde Anna se asomó. Ella los miró fijamente a esa distancia.

—con Sam y Dean Winchester ¿no? —Repitió y ellos asintieron. —son ustedes... —pareció más que aliviada y comenzó a acercarse —¡por Dios! Los ángeles hablan de ustedes. Dean, estabas en el infierno pero Castiel te salvo, unos creen que pueden ayudar a salvarnos. —se paró delante de ellos, viéndolos esperanzada. —y a otros no les agradan nada. —miró a Sam. —pero hablan de ustedes todo el tiempo. —miró a las dos chicas. —ahora siento que los conozco.

—no sé por qué pero no me emociona ser el tema de charla de los pipiritus santos —Lucifer susurró. —¿pero...?

—¿hablas con los ángeles? —terminó Dean por ella.

—no, no... eso no. Tal vez ni saben que existo. yo solo creo que... puedo oírlos. Ellos hablan y aveces yo... los escucho en mi mente. No en este segundo pero mucho y no puedo callarlos, son demasiados.

—yo no puedo callar a estos tres, así que no me imagino. —Lola le sonrió apenada y ella soltó una risita. —Anna, te encerraron por creer que estabas medio pirada pero solo escuchabas las voces... decime si no me equivoco, ¿empezaron el dieciocho de septiembre? —se giró a ver a Dean.

—si ¿como sabías?

—el día que regresé. —susurró Dean y Lola asintió —¿qué tiene que ver?

—es... el día cero. —se pasó la mano por la frente. —o parte de él. Es complicado. Tenemos que sacarla de acá.

—por eso los demonios la quieren ¿no? Así sabrían lo que el otro lado hace. —Dean le preguntó a la menor. —es el 1 900 ángel.

—algo así. —sonrió con tristeza antes de ver a Anna que sonrió por el leve chiste. —¿estás herida o algo?

—estoy bien... ¿saben si mis padres están bien? Yo no fui a verlos... temía que...

Pero la puerta se abrió abruptamente y entró Ruby.

—esta puta... —Lucifer siseo.

—¿tienes a la chica? Bien, vámonos. —insistió y Anna comenzó a gritar y a retroceder.

—¿¡podes dejar de rompernos las pelota!? No te queremos cerca ¡metetelo en el bocho! —Lucifer le gritó.

—Anna, tranquila, tranquila. —Lola se acercó a ella, para que se relaje —ya sé que seguro le ves la cara de demonio real y debe estar más fea que patada de burro, pero te aseguro que más fea es su personalidad. No te va a hacer nada, ni nosotros la queremos. —la tomó de los brazos.

—¿y tú eres la más dulce? —Ruby ironizó —hay que irnos ahora

—¿por qué? —Sam cuestionó.

—porque viene un demonio importante. ¡Luego nos peleamos!

—eso es muy conveniente, apareces cuando hallamos a la chica y con otro demonio detrás. —Dean le echó en cara.

—¡yo no lo traje aquí, fueron ustedes! Los siguió desde la casa de la chica. ¡Hay que irnos ahora!

—Che ¿La Virgen está llorando o soy yo?

Miraron a Lucifer que señalaba la estatua de la virgen María, lágrimas de sangre caían por la figura de mármol, logrando asustarlos.

—ya es tarde. —Ruby pareció asustada —ya está aquí.

—¡Lola! Ve a esconderte con Anna. —Sam le pidió.

Asintió con su piel erizándose y tomó la muñeca de Anna antes de correr detrás de los objetos, metiéndose dentro de un mueble de confesionario. Anna se puso detrás suya, asustada, Lola se colocó delante y alzando sus ojos para ver por la pequeña apertura de la puerta.

—no te asustes y llores porque sino yo lloro. —le susurró, estirando su mano hacia atrás para la chica que la tomó, temblando ligeramente y aguantando el pánico.

Las puertas fueron abiertas mágicamente por un demonio que entró con elegancia.

Sam quiso usar sus poderes para exorcizarlo y acabar eso cuanto antes, pero era un pez gordo, su magia no lo afectó. Por el contrario, el demonio lanzó a Sam de las escaleras y Lucifer fue a atacarlo, a penas pudo rasguñarlo cuando él la lanzó sobre unas figuras de los ángeles.

Dean fue el siguiente, sorprendentemente, lo saludó como si de un viejo amigo se tratase.

—Alistair. —susurró Lola, preocupada. Ese era el mayor demonio de Dean, luego de Azazel. —Vamos.

Tiró de Anna y se acuclilló para correr rápido y escondidas detrás de las cosas, moviéndose sigilosamente para tratar de huir. Abrió la ventana más cercana que encontró y miró la caída.

—salta. —le pidió a Anna que la miró, aterrada. —voy detrás tuyo, salta o morimos. Y soy muy joven y hermosa para morir.

Anna se quejó pero saltó. Lola miró detrás, sus ojos se conectaron con los de Alistair unos instantes antes de saltar y caer sobre un contenedor de basura cerrando. Soltó un quejido y rodó hasta caer al suelo, levantándose rápido y corriendo con Anna hacia el auto.

—¿y tus amigos? —preguntó asustada, subiendo de copiloto.

—sobrevivieron a cosas peores, nos van a alcanzar. Tranquila.

Aceleró saliendo de allí, viendo por el espejo retrovisor cada instantes antes de huir lo más rápido posible.

—¿a donde vamos? —preguntó asustada, viendo hacia todos lados.

—Alistair nos siguió desde tu casa, no puedo pararme a pensar. Tengo que saber donde escondernos. ¡Dame cinco minutos de silencio porque con tanta tensión voy a desmayarme si se me baja la presión o a empezar a llorar! —golpeó el volante y Anna dio un respingo. Viendo el pecho agitado de la menor.

Aferró sus manos al volante, sintiendo el dolor de su espalda incrementar y trató de pensar con claridad. No estaba acostumbrada a enfrentar situaciones de cacería sola, siempre la acompañaba Lucifer, Sam o Dean. Estaba asustada.

Muy asustada.

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