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14

❝ en contra de los ángeles ❞

                      —¿Y ESE ES su plan? ¿Van a eliminar a todo un pueblo?

Lola observó a Castiel, él se tomaba sus manos delante, viendo el suelo. Parecía tan desinteresado y a la vez tan estricto, como un extraño robot. Escuchó a Dean quejarse.

—no tenemos tiempo, esa bruja tiene que morir. El sello debe ser salvado. —Castiel habló, sin muchos ánimos.

—¡hay como mil personas aquí!

—mil doscientas catorce. —Uriel corrigió a Sam.

—Foa, que diferencia. —Lola dijo, horrorizada —¡no pueden matarlos! Es halloween, las calles están llenas de nenes disfrazados y riendo ¿¡no les da un poco de pavor, tristeza, duda, remordimiento o algo por el estilo!? —los miró paniqueada.

—no es la primera vez que he purificado una ciudad.

Lola abrió la boca, sintiendo un mal sabor en ella. Pensando en eso. Miró asustada a Castiel, esperando que diga que es mentira.

—escuchen, yo entiendo que esto es lamentable...

—¿lamentable? —repitió sarcástico, Dean.

—Debemos tomar el control. —lo interrumpió, severo. Uriel miraba con soberbia. —demasiados sellos ya han sido rotos.

—¿han fallado con algunos sellos y ahora este pueblo debe pagar el precio?

—es la vida de mil contra la vida de seis mil millones. —Castiel recriminó, más duro de lo que a Lola le gustaba que le hablen —hay un costo mayor aquí.

—¿eso te dices cada vez que hacen una masacre y matan a niños, madres y padres que solo disfrutan de una fiesta? —La pelirroja dijo, con sus mejillas sonrosadas y preocupada.

—Lucifer no puede resurgir. —Castiel avanzó hacia ella pero Dean se puso delante y él lo miró rígido —si lo hace, el infierno surge con él. ¿Están dispuestos a arriesgar eso?

—detendremos a la bruja antes de que invoque lo que sea. —Sam habló —el sello no se romperá y nadie tendrá que morir.

—perdemos el tiempo con estos monos de circo. —Uriel se quejó, viendo fijamente a Castiel. Sam parpadeo, sorprendido y hasta ciertamente herido de que el ángel se refiera así a ellos.

—¿monos de circo? —Lucifer repitió —nosotros somos los que perdemos tiempo hablando con dos cavernícolas chupa vergas en vez de salvar a esas personas. Y en la que me vuelvas a decir algo así, pelado botón, te voy a enseñar modales de mi universo a ver qué tal te va. —Lo señaló amenazante.

—lo siento. Tenemos nuestras órdenes. —Castiel se volteó.

—¡pero no pueden hacer eso... son... son ángeles! —Sam murmuró desesperado. La imagen que tenía de los celestiales hombres del bien se estaba desmoronando. —¿qué no deberían de mostrar algo de piedad?

—¿quien lo dice? —se burló, Uriel.

—no tenemos opción. —Castiel murmuró, con un tono diferente al de su amigo.

—¡claro que tienen opción! ¿Que ustedes nunca cuestionan una mala orden? ¿Qué son? ¿Solo un par de matones? —Dean miró indignado al ángel.

—aún cuando no puedan entenderlo... tengan fé. El plan es justo.

—¡metete tu fé por el orto! —Lola le dijo, casi temblando de tristeza. —Tenía una mejor imagen tuya. Te lo juro. Llega hasta dolerme ver lo patético que te ves siguiendo órdenes pelotudas. —se acercó a su cama y sacó de debajo de la almohada su cuchillo. —¿queres tener fé? Te voy a mostrar lo que es tener fé.

—¿a donde vas? —Castiel la miró, frunciendo levemente el ceño.

—a mostrarte que lo "Justo" que viene del cielo, no es más que pelotudeces que te comes como un mal cuento. —se acercó de nuevo a sus amigos. —vamos a matar a esa bruja y... si no lo hacemos. No pueden matar al pueblo porque voy a dejar que Lucifer lo encadene al piso de acá —señaló sonriendo a ambos, quienes se miraron al instante. —porque no quieren a Dean muerto. Lo necesitan. Y si matan al pueblo, matan a Dean.

—¡Castiel, no dejare que esta...! —Uriel señaló enojado a la pelirroja.

—suficiente. —alzó su mano para callarlo y miró fijamente a la chica. Ella le demostraba con solo su mirada que sabía, sabía para que querían a Dean. Trató de entrar en su mente pero había lagunas que evitaban eso. Luego notó como sus cejas se elevaban en vulnerabilidad, suplicándole que los deje hacer eso. —trabajen rápido. —susurró finalmente y ella suspiró aliviada.

—hecho.

                           SAM ESTABA más que decepcionado de los ángeles, Dean trató de animarlo. Lola les dijo que no todos eran así, mientras que Lucifer dijo que si. Odiaba a los ángeles. Así que se encaminaron para cumplir las órdenes de los ángeles, irónicamente. Descubriendo que no solo era Tracy, el profesor también estaba involucrado.

Rápidamente llegaron a la casa del hombre y entraron sin permiso alguno, revisando el lugar hasta llegar al sótano. Llegando en el preciso instante en que él tenía sometida a Tracy, atada y a punto de clavarle un cuchillo. Sam le disparó y Lola se quedó confundida. ¿Si trabajaban juntos o no?

Lucifer corrió a desatarla, mientras que Dean y Sam iban a ver al profesor en el suelo. Lola miró el lugar, frunciendo las cejas.

—¡Gracias! Él iba a matarme ¡este enfermo, maldito! —miró enojada al hombre en el suelo. —¿vieron lo que estaba haciendo? ¿Lo escucharon? Que torpe... —se quejó, llevando las manos a sus caderas. —era su encantamiento. —sonrió burlona. —mi hermano siempre fue un poco tonto.

Rápidamente quisieron dispararle, pero los lanzó con magia hacia atrás y alejó las armas de ellos.

—lo que tiene de hermosa, lo tiene de trola. —se quejó, Lucifer. En el suelo.

—iba a hacer de mi su sacrificio final. —La bruja dijo, con tono dulce y triste. Usando su magia en ellos para hacerlos retorcer —idea suya. Pero ahora ese honor será para él. ¿El regreso del amo? Es un trabajo de dos hombres ¿entienden? Y durante seiscientos años tuve que aguantar a ese hijo de perra. Insoportable. —ellos se quejaron, desde el suelo, por el ardor que parecía quemarles las tripas. —¿y entonces? Lo matan con una pistola. Me encantó —río tomando un vaso para sacarle la sangre. —verán lo que realmente es el halloween.

Fue al altar para dejar allí la sangre, comenzando a recitar. Ellos cuatro se retorcieron, tratando de llegar a ella, pero no lo lograron. Entonces, Sam estiró su mano al charco de sangre y comenzó a pasárselo por la cara.

—no, bueno... ya veo cosas raras. —Lola susurró, confundida.

—¿qué haces? —Siseo, Dean.

—solo imítenme —le pasó la sangre por el rostro a su hermano y Lola se horrorizó cuando Lucifer ni lo pensó y lo siguió. Sam estiró su mano de sangre hacia ella.

—no, no, deja. Me muero. Total prefiero eso antes que decirle a los agrandados de los angeles que me equivoqué. —se negó apretando su estómago pero Sam manchó su cara con sangre y ella comenzó a amagar vomitar. —la concha tuya...

—hazte la muerta y cállate.

Lola se echó mirando hacia arriba, viendo a una sombra salir del suelo que se quebró e ir hasta la boca del profesor, metiéndose en su cuerpo para poseerlo. Luego, el hombre se levantó, luciendo sus ojos de color blanco. Avanzando hacia la rubia y dándole un pequeño beso, y saludando a la bruja que era su pareja. Hasta que le quebró el cuello y la asesinó.

Como si no los viera, pasó sobre ellos como si nada para salir de allí, esquivándolos en el suelo y subiendo las escaleras del sótano. Recién al oír la puerta, abrieron los ojos y se levantaron, sin sentir y el dolor de la magia de la bruja.

—¿qué rayos fue eso? —Dean le preguntó a su hermano.

—folklore halloween. Las personas usaban máscaras para esconderse de él, y decidí intentarlo.

—¿decidiste intentarlo? —Dean siseo.

—y funcionó. —Lola lo defendió —besaría tu brillante cerebro pero antes... —le tiró del cabello escuchándolo quejarse —que sea la última vez que me pones sangre en la cara o te rompo la tuya. —volvió a amagar vomitar.

Se vieron entre ellos antes de suspirar.

—vamos a matar a ese hijo de puta. Rápido.

SABIENDO QUE él quería levantar a todos los espectros de la noche, se apresuraron a subirse al auto e ir al cementerio.

—¿y ya pensamos en cómo matar al señor jawelin? —cuestionó Lucifer, desde los asientos traseros con Lola donde la pelirroja se limpiaba la sangre.

—me parece que se dice hallohei —Lola dijo, sonriendo.

—feliz harvalleen —Continuo el chiste y rieron.

—encantado, Vanesa, que pases un feliz halsjdjowen también —imitó la voz del chiste y volvieron a reír.

—digan el chiste así nos reímos todos. —Dean se quejó, viendolas por el espejo retrovisor.

—en doce años, y con whatsapp, vas a entender. —Lucifer palmeó su hombro. —punto inicial ¿con qué lo matamos? ¿Los poderes de Santa contra los de Halloween? —señaló a Sam y Dean comenzó a negar.

—ni siquiera lo pienses, el cuchillo es suficiente. —se lo tendió a Sam que se quedó callado —por favor.

Sam bufó pero tomó el cuchillo. Lola prefirió callarse y siguió limpiándose hasta quedar bien. Sonrió y tomó una máscara de la bolsa que llevaba entre sus piernas, pero abultó su labio inferior al recordar que se perdería el halloween, con tan emocionada que estaba. Sabía que debía acostumbrarse a no hacer planes porque con los monstruos estos se arruinaban, pero quiso creer que al menos si tendría halloween.

Para cuando llegaron al cementerio, en las criptas del sótano, los chicos que estaban en una fiesta clandestina fueron encerrados en el cuarto de ataúdes, donde estas tumbas comenzaron a temblar y a liberar a los muertos que se querían comerlos. Lola, Lucifer Sam y Dean bajaron para ver cómo sacudían las rejas, queriendo salir.

—¡Dean, Lucifer! Abran la reja. —Sam le pidió a ambos —Lola, vamos.

—¡no los dejaremos solos! —Dean gritó.

—¡háganlo!

Los dos comenzaron a correr, yendo en dirección a donde creían que pudo ir Samhain. Avanzando entre los pasillos de tumbas y criptas hasta llegar al cuarto donde vieron de pie al hombre, de espaldas. Caminaron lentamente dentro del cuarto, Sam dándole el cuchillo a Lola que asintió, sabiendo que él usaría sus poderes.

Cuando él se giró para usar sus rayos de demonio y cegarlos, Lola se cubrió detrás de la pared y cerró los ojos. Mientras que Sam avanzó como si nada, ya que a él no le afectaba y fue a golpear al hombre. Comenzando a pelear brutalmente con él.

Entró luego de unos instantes, viendo cómo Samhain tomaba del cuello a Sam y lo ahogaba contra la pared. Infló sus mejillas de aire y se inclinó para atrás, impulsando su brazo y lanzando el cuchillo que se incrustó en su espalda. Samhain soltó un quejido, debilitado y se giró a verla, molesto, pero Sam se safo de su agarre gracias a eso y alzó su mano; comenzando a usar sus poderes en él.

Lola se apresuró a acercarse, sacando el cuchillo de su espalda, escuchando como él rugía de dolor, a penas pudiendo moverse. Sam comenzó a gemir cansado, sin rendirse, concentrando toda su fuerza en querer extirpar el alma de Samhain de aquel cadaver. Lola volvió a clavar el cuchillo, viendo cómo la piel del demonio de halloween parpadeaba en un brillante rojo. Ayudando a Sam.

Hasta que finalmente, el humo negro comenzó a salir de su boca, bajando al suelo y quemándose sobre el pavimento, dejando una marca debajo del cuerpo que cayó. Suspiró cansada y sacó el cuchillo, dándoselo a Sam que respiraba agitado.

—eres asombroso, Sammy. —lo felicitó y Sam sonrió.

—tengo buenas maestras.

Lola se sentó en el suelo, exhausta y Sam se sentó también. Viendo a Lucifer y Dean que llegaron apresurados, notando que ya habían acabado con todo.

—vaya, nos perdimos la fiesta. —Murmuró el mayor.

—yo me la perdí. —negó Lola, viendo al halloween original muerto. Pensando en la fiesta.

Pudieron ver su rostro decaído y se sintieron mal por ella. Sam, a su lado, le dio un empujón para llamar su atención.

—acabamos de matar a halloween. Merecemos un premio. —le sonrió divertido y ella lo observó, con una pequeña sonrisa. —vamos a pedir dulces. Yo tampoco tuve los mejores Halloween nunca. No me lo quiero perder.

Lola aumentó su sonrisa y miró ilusionada a los dos restantes que asintieron, para darle la razón. Merecían comer tantos caramelos hasta escupirlos después de eso.

DEAN RIÓ al ver a Lola acostarse en la banca, gimiendo y llevando las manos a su estómago, adolorida. Ella apoyó la cabeza sobre su regazo, él sentado al final del banco. Los dos en la plaza del pueblo, viendo a los niños.

—no tuve que comer tanto, ahora estoy empachada. —se quejó viendo a Dean que negó divertido. —¿por qué no me dijiste que pare?

—estaba ocupado comiendo también. —se mofó y rieron. —¿disfrutaste tu Halloween?

Bajo la cabeza para que sus ojos verdes pudieran enfocar los suyos. Lola entrecerró los suyos para poder ver bien a Dean, gracias al sol que brillaba en el intenso cielo sobre él y sonrió, asintiendo. Había sido el mejor halloween que hubiera podido tener, y eso que la mitad de la noche estuvo persiguiendo un mito de brujas.

—me alegro. —Dean susurró, bajando su brazo para mover un mechón rebelde.

De repente, sintió una extraña presencia y echó la cabeza un poco hacia atrás para ver. Borrando su sonrisa al ver a Castiel sentado en la banca de al lado y miró molesta a Dean que blanqueó los ojos. Tampoco feliz de ver al ángel.

—no nos digas. Estás aquí para decir "se los dije". —Dean murmuró, descansando su mano en la mejilla de Lola que prefirió ver a los niños correr y quejarse de lo mucho que comieron dulces.

—no. —negó tranquilo.

—que bueno, porque no estoy interesado.

—no vine a juzgarlos, Dean. —negó mirándolos, mirando la interacción. Lola se sentó, aún que no estaba muy feliz de hacerlo, e inclinó su cabeza para ver a Castiel. Incrédula.

—¿por qué estás aquí? —cuestionó él.

—nuestras órdenes...

—ya tuve suficiente de tus órdenes. —lo interrumpió Lola —¿también eran órdenes no dejarme volver a casa con Lu? ¿O traer a la garrapata de Uriel que se cree superior?

—Nuestras órdenes eran, no invocar la invocación de Samhain, era que hiciéramos lo que Dean nos dijera. —Castiel la interrumpió, viéndolos fijamente. —y escuchar los consejos que tú nos dieras, Lola.

Frunció las cejas, confundida aún más, y tragó saliva, compartiendo una mirada con Dean para luego ambos volver a ver al ángel que intercalaba la mirada entre ambos.

—¿Sus órdenes era seguir nuestras órdenes?

—era una prueba. —asintió Castiel —para ver cómo se comportaban bajo... condiciones de batalla, digámoslo así. —miró a los niños.

—era una bruja, no la ofensiva del Tet.

—ni la guerra de las Malvinas. —Lola secundó. —que por cierto, son nuestras.

Sorprendentemente, Castiel exhaló bajo una pequeña sonrisa.

—y fallamos la prueba ¿eh? —Dean se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos en sus rodillas. —ya entendí.

Lola se echó en el respaldo de la banca. Mordiendo el interior de sus mejillas. Si su Dios la había enviado allí para que los aconseje ¿entonces hasta cundo la dejaría allí? ¿Hasta la última temporada y que haya guiado su camino como debía o hasta que Lucifer salga de la jaula o...? Estaba confundida. Había cosas que ella trataba de evitar, para que no sucediera tal cual en la serie, pero aveces, no importaba cuanto lo intente, salía exactamente igual. Como con Samhain.

—¿pero sabes qué? —Dean se relamió los labios —si ahora usaras esa varita mágica de viaje en el tiempo y repitiéramos esto, otra vez, tomaría la misma decisión. —miró firme al ángel y Lola lo admiró a él. Sonriendo por su seguridad. —porque no sé lo que vaya a pasar cuando los sellos sean rotos, no sé ni qué va a pasar mañana, pero ella si. —señaló a la menor. —y si ella no pudo cambiarlo, o quiso que así pase, entonces no había otra opción. Todo lo que sé es que esto, aquí, esos niños... —miró a los chicos jugar. —los columpios, los árboles, todo esto, sigue aquí gracias a mi hermano, ellas y a mi.

Lola escuchaba las risas de los infantes llenar sus oídos junto al aroma de la frescura del día, el leve calor del sol por chocar contra su piel y eso era todo lo que necesitaba. El sentimiento de estar viva y que ellos también lo estaban. Que no había dejado que Uriel asesine a niños que aún no habían podido vivir en verdad.

—me malentiendes, Dean. —Castiel habló. —aún que no lo crean, yo rezaba para que eligieran salvar al pueblo.

—¿ah, si? —Dean preguntó, sorprendido. Lola miró a Castiel, sintiendo cierta emoción al ver que ese era el Castiel que ella deseaba conocer en un principio. Sin embargo, recordó que él debía pasar por eso para encontrarse a si mismo también, y ese sentimiento de querer salvar a la humanidad.

—estas personas... —se apoyó en sus rodillas —son las creaciones de mi padre. Son obras de arte. —las observó, concentrado. —aún así, aún que detuvieron a Samhain, el sello se rompió y estamos un paso más cerca del infierno en la tierra para toda la creación. Y eso no es una expresión, Dean. Es literal. —se giró a verlo —tu, más que nadie, debería apreciar lo que significa. —nombró su tiempo en el infierno.

Instintivamente, Lola llevó su mano a la de Dean y la tomó, queriendo que sienta su tacto, que se de cuenta que estaba allí. Que no estaba en el infierno y que no quería que jamás vuelva a estar allí. Dean entrelazó sus dedos y acarició el dorso de su mano con su pulgar, deseando demostrarle que estaba tranquilo.

—¿les digo algo si prometen no decirlo? —Castiel murmuró.

—Dificil, no soy buena aguantando el chusmerío. —Lola sonrió, bromista y Dean sonrió.

—tranquilo, guardará el secreto. —le dio un apretón a su mano y ella blanqueó los ojos con fingida resignación.

—no soy un... —tragó saliva, como si le costara —maton. Como ustedes dicen. —no los miró, pareciendo levemente atormentado por el simple pensamiento de lo que estaba por decir. Teniendo su total atención. —yo tengo preguntas y... tengo dudas. Yo ya no sé qué está mal y que es correcto. Ni si pasaron o fallaron aquí... pero en los próximos meses vas a tomar más decisiones —miró a Dean —y no envidio la carga en tus hombros, Dean. En serio que no.

—no lo hará solo. —Lola murmuró, apoyando su barbilla en su hombro, viendo su perfil.

Dean relajó cierta tensión en sus hombros, pero estaba asustado. Su mano libre se posó sobre las suyas entrelazadas y cerró los ojos unos instantes, queriendo calmarse. Para cuando volvió a abrir los ojos, Lola veía a donde Castiel se desvaneció, desapareciendo en un soplido de cálido viento.

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