13
❝ Castiel y compañía ❞
EL IMPALA estaba estacionado a un lado de la camioneta de Bobby, en la mañana siguiente, al borde de una pequeña montaña a la salida de la ciudad. Lucifer sacó unas cervezas y se las repartió, siendo Lola la única que prefirió tomar mate junto a unas galletas como desayuno improvisado. Ya que no habían dormido nada.
—¿entonces arrastraron a un fantasma con una cadena? —cuestionó Dean, usando una camiseta gris. El sol les daba de lleno.
—una cadena de hierro con un encantamiento. —Sam corrigió señalando a Bobby para darle crédito.
—Yo di la idea. —Lola bufó.
—pero yo la conseguí. —Bobby se burló y ella le sacó la lengua, él la imitó y rieron. Lola estaba sentada sobre el capo del auto.
—era a lo que más le temía pero fue algo brutal.
—lo bueno es que estamos vivos —Dean sonrió bebiendo, apoyado en el costado del auto con su hermano. —así que buen trabajo.
—si... —Sam sonrió, volteando a ver a Lucifer que estaba sentada en el suelo, en medio de ellos, alzando la mirada para verlos —¿cómo se sienten, por cierto?
—fresca como lechuga. —mintió tomando cerveza. —mejor que albañil después de cobrar.
—si, bien.
—¿seguro, Dean? —Bobby habló —porque este trabajo puede ser muy aterrador.
—estoy bien ¿quieren ir a cazar? Yo iré. Matare lo que sea. —Habló con egocentrismo y Lola comenzó a reír mientras tomaba mate.
—aww —Sammy se burló.
—es adorable —secundó Bobby y rieron.
—basta.
—¿ahora no se van corriendo de la manito? —Lola miró divertida a Dean y Lucifer que se miraron entre ellos con asco. Volvieron a reír.
—¿les pintó el descanso? —Los miró enojada, Lucifer.
—no te enojes —Bobby río reincorporándose —tengo que irme. Cuídense mucho.
—tu también, Bobby. —Sam dijo, viendo cómo se iba a su asiento de conductor.
—iremos a verte en unos días. —Lola asintió, saludando con su mano. —gracias por ayudarnos. Eres el mejor.
—ya lo sé.
Rieron de nuevo, observando cómo se iba. Lola volvió a servirse, echándose sobre el vidrio del auto para cerrar sus ojos unos instantes y disfrutar de la frescura de esa mañana.
—¿y qué cosas viste? Cerca del final. —Sam le preguntó a Dean luego del silencio. —en serio.
—monos aulladores. —mintió, con tono serio —eran como unos mil. Esas cosas me asustan. —Sam bufó y bebió de su cerveza. —no. Lo de siempre. Nada que no pueda manejar.
—¿pero si puedes manejar los gases de Sammy? —Lola se burló, sin abrir los ojos.
Dean, desde donde estaba, la miró y le arrojó cerveza, por lo que ella abrió los ojos sorprendida y se sentó lentamente, volteando a verlo con un tic en el ojo.
—oh, estás en problemas. —Sam río pero Lola tomó el paquete de yerba a su lado y se los lanzó, haciendo que ellos escupan el polvo.
—¡Lola, la yerba sale re cara, pelotuda!
Lola bajó rápido del capo y comenzó a correr pero Sam les arrojó más cerveza y Dean lo ayudó. Comenzando a corretearse unos a otros al rededor del auto, riendo.
LOLA COMÍA los dulces, sin parar, y cuando Sam intentó tomar uno, ella le pegó un manotazo.
—conseguite los tuyos, Sammy. —le dijo, abriendo uno de dulce de leche y comiendo —¡Uhm! Dios. Este es mi sueño.
—¿tener caries por no convidar? —se quejó, parado a un lado de la puerta abierta del auto, ella estaba sentada en los asientos.
—no, salame. Halloween. —miró emocionada a la gente decorar sus casas al rededor del barrio donde estaban. —nunca lo celebré.
—¿por qué no? —observó como Lucifer y Dean salían de la tienda, peleando por una bolsa de caramelos.
—porque en Argentina no se festeja. —obvió tomando otro caramelo —no es de nuestra cultura, solos los que flashaban ser yankees lo hacían. Para mi, fanatica de lo dulce y de disfrazarme, es la perdición. Halloween sería mi festividad favorita si navidad no existiera. —observó a Lucifer morder la mano de Dean y ganar.
—¡ay! —le pegó para alejarla y miró ceñudo a los otros dos —¡me mordió!
—vos le quisiste sacar los caramelos que trae para mi. —Lola se encogió de hombros y los tomó para ponerlos en la calabaza que le habían comprado.
—dame uno. —le pidió Dean y ella le dio.
—¿por qué a él si le das? —Sam se quejó.
—parecen compañeros de primaria, le das a uno y le tenes que dar a todos. —murmuró antes de darle a regañadientes caramelos. —¿ya podemos hablar del caso?
—hombre muere ahogado por... ahm, muchas navajas. Escupía y escupía —Dean le explicó. —viven allí, los Wallace. —señaló la casa de en frente.
—bien ¿qué esperamos?
Se arreglaron la falsa ropa de investigadores y fueron a preguntarle a la esposa del hombre sobre el ahogamiento con cuchillas de su esposo. Pareciendo que se había tragado cuatro. Creían que podían estar dentro de los dulces, eso decía la mujer. Dean revisó la cocina con ellos, encontrando un pequeño saco de brujería detrás de la heladera. Mostrando que se trataba de alguna bruja vengativa.
LA BRUJA con la que se enfrentaban parecía ser fuerte por el hechizo que usó. Sin embargo, no creerían tener tan rápido otra víctima, hasta que una adolescente apareció presuntamente muerta en un bote de agua con manzanas, como un juego de atraparlas con la boca. Su piel estaba quemada.
Bajaron al sótano de donde se hizo la fiesta, Sam, Lucifer y Dean. Bajando las escaleras y viendo a la chica que interrogaban, rubia.
—puta, es la que hace de Hannah en pretty little liars —Lucifer dijo sonriendo. Al ver sus miradas confundidas, bufó —cierto. Acá no existe. —la miró de regreso. —habrá que interrogarla.
—yo veo esto. —Dean los detuvo, relamiendo sus labios y viendo a la chica. Lucifer blanqueó los ojos.
—dos palabras. —Sam habló por ella —es menor.
—yo no podría... —comenzó como si estuviera herido por tal acusación, pero los dos alzaron las cejas como si en su telepatía mental se formara sobre sus frentes la clara imagen de Lola y Dean asintió —eso no cuenta.
—solo metan nitro que quiero ir a buscar un disfraz para pedir porquerías con Lola mañana. —Lucifer susurró. —no pienso perderme la oportunidad de un halloween verdadero.
Se acercaron a preguntarle si conocía a Luke Wallace, la victima anterior, pero ella negó. De soslayo, Sam mostró que detrás del sofá estaba también oculto un encantamiento de brujas. Lo que significaba que estaba conectado.
LA VENGANZA había sido descartada cuando Sam les mostró un hechizo, con sacrificios, mostrando que una bruja podía estar planeando algo más grande de lo que creían en verdad. Ella trataba de invocar a Samhain, el origen del halloween. Un demonio poderoso del que se ocultaban con máscaras y al que le dejaban dulces en sus puertas para apaciguarlo, tallaban su cara en calabazas para adorarlo. Exorcizado hacia siglos.
Estaban asustados por obvias razones y querían evitar que eso suceda. Samhain podía hacer cosas asombrosas, como levantar muertos. Era una asegurada masacre dejarlo despertar.
El día de Halloween, Lola dejó las bolsas con su disfraz en la cama, viendo a Dean entrar. Sam estaba acostado, leyendo sobre su demonio de halloween y Lucifer probaba maquillaje frente al espejo.
—¿qué? ¿Es nuestra porrista come manzanas? —Sam cuestionó viendo a Dean.
—Tracy es niñera de los Wallace, me dijo que no conocía a Luke Wallace.
—que imagen para una bruja de seiscientos años. —la felicito, Sam.
—pues si tú fueras una bruja de seiscientos años y pudieras elegir el disfraz que quisieras ¿no elegirías a una adolescente sexy? —cuestionó y escuchó a Lola bufar, sacando su disfraz para ver la tele. —yo si. —voltearon los tres a verlo, Dean sonreía viendo a la nada, soltando bajos sonidos con su garganta, asintiendo.
—sos un asco. —Lucifer le dijo. —¿sabes cómo te dicen a vos?
—¿cómo? —Dean preguntó, confundido.
—mojarrita.
—¿por qué? —frunció las cejas, extrañado.
—porque salís con medio mundo.
Lola rió y le chocó los cinco para ir a tomar la laptop y buscar los registros de Tracy, pasándoselo a Sam. Tracy había tenido inconvenientes con un profesor. Así que irían a hablar con ese mismo hombre para interrogarlo.
—APÚRENSE, encuentren a esa wachina. Quiero ir a pedir caramelos.
Lola sacudió el brazo de Sam, inquieta, él rio negando divertido. Caminando a su lado con los dos restantes a la puerta de la habitación de las chicas, dispuestos a seguir buscando a Tracy que había desaparecido repentinamente, cuando un niño regordete con disfraz de astronauta se paró delante de ellos.
—dulce o truco.
—esto es un motel. —Dean obvió señalando el lugar. —no tenemos dulces.
—no, pero tenemos muchos en... —Sam señaló el auto, confundido.
—teníamos. Se acabaron. —lo interrumpió su hermano compartiendo una mirada con Lola. Se habían comido todos los dulces juntos. Miraron de vuelta al chico —lo siento, niño, no podemos darte.
—quiero dulces.
—creo que ya tuviste suficientes. —se mofó y Lola le dio un codazo. El niño lo miró con ojos entrecerrados.
—hey, no le digas eso. —Lucifer se quejó, le sacó su billetera a Dean, un billete de veinte dólares y se lo dio —toma, pendejo, anda a comprarte. —le hizo una seña y él sonrió, yéndose.
—¿le diste veinte dólares? —Dean cuestionó, yendo a la puerta.
—si, son tuyos. —mostró la billetera y él se quejó antes de arrebatársela.
Sam entró primero al cuarto, pero alzó su pistola y gritó apuntando a un desconocido que estaba sentado en la cama. Dándoles la espalda. Los demás se apresuraron a entrar y lo reconocieron al instante.
—¡pero si es el pipiritu santo! —Lucifer bajo el arma de Sam. —ya quería conocerlo. Se estaba tardando. ¿Viniste por Dulce o truco?
—es Castiel. El ángel. —Dean afirmó. Lola se ocultó detrás de ellos cuando notó a un hombre moreno también y sus ojos se abrieron al recordar a ese infame ángel que odió profundamente. —y él no lo sé. —dijo al notar el mismo.
Castiel se levantó de donde estaba sentado y se acercó a ellos, con su usual traje y saco.
—Hola. —saludó deteniéndose delante suya. —Sam, Lucía. —miró a la peli negra y luego notó los ojos de Lola asomarse detrás de la espalda de Dean.
—Dios mío... yo no quise... ah, lo siento —Sam balbuceó al ver que lo había apuntado. —es un honor. He oído mucho sobre usted. —le tendió la mano. Castiel dudo en estrecharla.
—banca, chupamedias. Ni que fuera el presidente.
—es más importante que el presidente, Lu. —susurró Lola desde su escondite. Viendo cómo Castiel estrechaba la mano de Sam.
—¿él nos pagaba el sueldo?
—vos no tenes un sueldo.
—pero podría tenerlo y él no me lo pagaría. —obvió señalando a Castiel.
—me imagino que ellas son las que no pertenecen a este universo. —El hombre moreno de espaldas dijo —porque esa mala educación con un ángel no la tendría ni el peor de los nuestros.
—Uh, disculpa risitas —Dean hablo antes que Lucifer que abrió la boca sorprendida. Luego miró a Castiel —¿quien es tu amigo?
—la liberación de Samhain ¿la detuvieron?
—¿por qué? —preguntó confundido.
—Dean. ¿Localizaron a la bruja?
—eh, más o menos. —Lucifer hizo una seña, Sam la pellizco para que se calle.
—¿y la bruja está muerta? —Castiel insistió.
—aún no pero...
—ya sabemos quien es —terminó Dean por su hermano.
—y al parecer ella sabe quienes son ustedes. —dijo nada feliz, comenzando a alejarse para ir a la mesita de noche de Lucifer y sacar una bolsa de cuero. Lola se llevó la mano al pecho, preocupada. —esto estaba dentro de la pared de su cuarto. De no haberla encontrado, ya estarían muertos.
—en teoría, solo tres de nosotros porque a Lola no la vio. —Dean sonrió incómodo.
—Eso no es mejor. —Lola susurró abultando su labio inferior. —¿saben lo caro que me saldría ocultar tres cuerpos?
—y yo que pensé que te preocupaste por nosotros. —Dean puso las manos en sus caderas.
—¿saben donde está la bruja ahora? —Castiel llamó su atención nuevamente. Ellos se dieron una mirada.
—trabajamos en eso...
—es desafortunado.
—¿por qué? ¿Porque uno de sus sellos se va a romper? —Lola habló y finalmente se movieron de delante de ella para dejarla a la vista. Se mordía las uñas. Castiel la miró fijamente y ella infló sus mejillas, expuesta. —no me acordaba hasta que vi que estaban acá, lo que significa que es importante.
—¿esto es sobre su amigo Lucifer? ¿El tocayo de ella? —señaló a la pelinegra que veía con ojos entrecerrados al ángel callado.
—Lucifer no puede resurgir. —Castiel habló —el rompimiento del sello debe prevenirse ahora.
—esta bien ¿por qué no nos dicen donde esta la bruja, la matamos y nos vamos a casa? —Dean se mofó.
—no somos omniscientes. Esa bruja es muy poderosa. Se oculta aún a nuestros métodos. —Castiel lo calló.
—ustedes son ángeles cuando les conviene. ¿No pueden con una bruja? —Lola se quejó y luego agachó la mirada cuando Castiel la miró —digo... aveces si cuesta. Pero pónganle voluntad.
—Ya basta de esto. —el moreno dijo alto, haciendo que Lola se encoja más en su lugar.
—oye, no le hables así. ¿Quién eres tú y por qué no me interesa? —Dean lo miró enojado y Lola lo miró con un pequeño brillo en sus ojos.
El ángel finalmente se giró sobre sus talones, Lucifer siseo como un gato ante las malas vibras que le daba.
—Él es Uriel. —Castiel se contuvo a blanquear los ojos, ciertamente incómodo —es lo que podría decirse... un especialista. —suspiró volteando a verlo.
—¿si? ¿En qué? En vender en la feria americana, parece que le robó ese cuerpo al negro que vende anteojos choreados en la esquina. —Lucifer bufó y Lola trató de chitarla, mientras Sam le tapaba la boca para que se calle el resto de la conversación.
—quiso preguntar ¿qué clase de especialista? —Dean corrigió. Uriel alzó la mirada, en silencio. Y miraron confundidos a Castiel que no dijo nada. —¿qué van a hacer? —murmuró preocupado.
—ustedes cuatro deben dejar este pueblo inmediatamente. —Dijo el ángel, algo inquieto.
—¿por qué?
—porque vamos a destruirlo.
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