Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

09

❝ Lola se enojó ❞


                       LOLA SALIÓ de la ducha, secando su cabello. Llevando una camiseta ancha que seguramente le había robado a Dean o Sam y unos shorts. No obstante, se tomó con la imagen de el último nombrado discutiendo en bajos susurros con Lucifer.

—¿Sammy? —Preguntó confundida, llamando la atención de ambos. —¿qué haces acá, flaco? Es tarde. Tenes que estar roncando con tu hermano. —miró la hora en el reloj de la mesa. Ya casi era media noche y los hermanos Winchester dormían en la habitación de al lado.

—¿por qué te bañas a esta hora? —refutó él.

—costumbres. En Argentina cenamos casi a media noche, y no hay nada más piola que bañarte antes de dormir. —bostezó antes de notar que ellos dos estaban vestidos para salir. —¿qué se traen ustedes dos, par de boludos?

Desde el momento en que las conoció, Sam se había acostumbrado a la cantidad inmensa de insultos que tenían, a principio se ofendía hasta que comprendió que no necesariamente eran ofensivos. Sino extrañamente cariñosos también. Creía que eran chicas muy groseras, hasta que también entendió que, de hecho, no lo eran. Cuando de verdad eran groseras decían cosas muy locas. Insultos asombrosamente extraños.

—Sam quiere ir a cazar. Localizó unos demonios. —Lucifer contestó —pero le dije que ya nos íbamos a dormir y que no ibas a querer ir.

—Con Dean es más difícil. Al fin pude salir sin que lo note. Necesito práctica. —se excusó ante la mirada de la pelirroja. —tu puedes vigilarlo en lo que nos vamos.

—¿yo? ¿Vigilar a Dean? —río sarcástica —¡él es el que me protege cada vez qué pasa algo! Si yo soy una masita y él está más fuerte que cachetada de transformer. En los dos sentidos. —susurró lo último.

—diu, que asquito. —Lucifer arrugó la nariz. —no lo manosees mientras duerme.

—no soy tan pajera —le sonrió sin gracia —si van a ir, vuelvan rápido. Ustedes dos están saliendo mucho juntitos.

Sam se sonrojó y miró para otro lado en lo que Lucifer le sacaba el dedo corazón. Lola río pero les hizo una seña antes de salir del cuarto, directamente al aparcamiento del motel. Miró a los lados, notando la oscuridad de la noche y solo un faro titilar en la esquina. Fue a la puerta de al lado, quedándose con la mano en el picaporte mientras esperaba a que Lucifer y Sam se vayan en un auto robado.

Una vez se fueron, Lola hizo una mueca, esperando que el ruido del motor no haya despertado a Dean y entró al cuarto. Cerrando con llave detrás de ella. La televisión estaba apagada, todo a oscuras a excepcion de una pequeña lámpara a un lado de la cama que se suponía era de Sam. Ella caminó hacia allí, viendo ligeramente incómoda a Dean dormir.

Se sentó en la cama de Sam, acomodando las almohadas y cruzándose de brazos. No sabía si dormirse o esperar a que vuelvan. Un pequeño ronquido interrumpió su dilema y miró a un costado, aguantando la sonrisa al ver a Dean babear la almohada, sus expresiones relajadas y sus pestañas reluciendo gracias a sus párpados cerrados. Acostado boca abajo.

Su estómago sintió un revoltijo, inconsciente, se encogió en si misma. Con solo verlo, se daba cuenta que respiraba el mismo aire que él. Era tan perfecto.

Escuchó un pequeño aleteo y giró a otro lado, confundida. Pero no había nada. Suspiró confundida, creyendo que sería un producto de su imaginación, no obstante, al volver la vista al dormido mayor, pegó un grito.

—¡la concha de tu hermana! —dio un salto al ver sentado, a un lado de Dean, en la cama a Castiel.

Dean se levantó sobresaltado, mirando confundido a Lola que se tapó el rostro de golpe. Al girar detrás suyo, notó lo que veía.

—Hola. —saludó, Castiel. Casi dándoles la espalda.

—¡no hagas eso! —suplicó la menor, llevando la mano a su corazón. —casi me das un patatus.

—Si y tu a mi —Dean le dijo a ella, refiriéndose a su grito.

—¿no fue por el sueño? —Castiel miró con una pequeña sonrisa a Dean, destilando cierta superioridad. —¿qué estabas soñando, se puede saber?

Lola bajó su susto, volteando a ver al ojiverde que soltó un tembloroso y cansado suspiro, volteando a verla también. Su mirada agobiada se lo dijo sin necesidad de palabras, logrando una frescura en su memoria, no había recordado las pesadillas de Dean en el infierno.

—¿qué? ¿Te satisfaces viendo a la gente dormir? —se mofó destapándose y acomodándose en la cama. Luego miró confundido a Lola —¿y qué haces tú aquí? —la rebajó de un vistazo —¿esa es mi camiseta?

—Me queda más fachera que a vos —se excusó y miró a Castiel. —¿viniste a compartir habitación con Dean? Puedo irme. —sonrió ladina.

—muy chistosa. —Dean le dio una mala mirada. A él no le agradaba Castiel. —pero lo que la niña dijo ¿a qué viniste?

—escúchame.

Castiel lo miró sobre su hombro, con una serenidad insinuantemente misteriosa.

—tienes que evitarlo.

—¿evitar qué? —Dean cuestionó, confundido.

No respondió, solo alzó su mano con tranquilidad y colocó dos dedos en la frente de Dean, antes de que este despareciera de la faz de la tierra abruptamente. Lola boqueó, levantándose de un salto de la cama.

—¡no, no, no! ¿Qué hiciste? —miró a los lados, buscando rastro de Dean.

—le di un propósito. —se levantó de la cama también, viendo a la joven bajo la oscuridad.

Pareció notar que él estaba a punto de irse porque lo señaló, molesta.

—¡no podes hacer eso! Aparecer a molestar y llevártelo a hacer tareas para manipularlo porque... —se calló abruptamente. A su mente llegó la imagen de cuando estaba sentada en el sillón de su casa, chillando por los episodios de supernatural con cada aparición de Castiel. Recordó esa. —te lo llevaste con sus padres.

Castiel inclinó su cabeza de lado, frunciendo su entrecejo bajo la inexpresividad de su rostro.

—¿cómo sabes eso? —preguntó, el desconcierto en su neutra voz hizo a Lola darse cuenta que tenía razón.

—¡lo sabía! Eso fue una mala jugada. La crueldad pura ¿llevarlo a donde está su madre sabiendo que es la fibra más sensible de él? —se acercó, incrédula —¿sabes? No me acordaba esta versión de vos, me quede con la imagen del Castiel chulo y amoroso que parece un nene ¡y me olvide tu etapa de...! —lo señaló, errática —¡soldado forro con desdén por la humanidad!

Castiel dio un paso al frente y ella se detuvo, percatándose de que le había estado gritando a un ángel poderoso. Dio un respingo y dejó sus expresiones con sus manos quietas, tratando de no demostrar que recordó su ligero temor frente a él.

—¿de qué estás hablando?

Lola tragó saliva, encogiéndose temblorosamente de hombros, sin saber exactamente qué decir. Mordiéndose la lengua.

—¿de qué universo dices que vienes? —repitió Castiel, dando más pasos hasta plantarse delante de ella, sin respetar del todo su espacio personal.

—te lo digo si traes a Dean de vuelta. —susurró bajo.

—No haré eso.

Lola se encogió nuevamente de hombros, esta vez con un vago intento de fingir desinterés.

—entonces yo tampoco. —alzó la barbilla. —O ayudas a Dean o buscas las respuestas solito.

A esa distancia, temía que Castiel escuche su avanzado corazón. Pero él solo veía a la peculiar chica, examinando su respiración ligeramente entrecortada. Volvió a enderezar su cabeza, antes de asentir y desvanecerse en un parpadeo. Lola soltó el aire que tenía contenido, llevando sus manos a su rostro.

—Uy, la puta madre... —sacudió sus manos y las pasó por su camiseta, esperando alivianar el nerviosismo que tenían.

Cuando se giró sobre sus talones, pensando en que Castiel traería a Dean de regreso, notó que se equivocó, ya que al instante chocó con un fuerte pecho que parecía una roca, alzó la mirada confundida y boqueó al ver a Castiel de vuelta allí. Se giró sobre su eje, buscando señal alguna de quien faltaba, pero sin éxito alguno.

—¿ya? ¿Tan rapido? —preguntó, retrocediendo un paso, incómoda por la cercanía —¿y Dean?

—allí. —habló, demostrando que no lo había regresado. Lola extendió sus brazos, indignada —lo ayudé, como pediste. Le di instrucciones.

—¡esa no era la ayuda a la que me refería!

Se despeinó su pelirrojo cabello y se dio pequeños golpes con su puño en su frente, repetidos y rápidos. Tratando de no alterarse. Miró de nuevo a Castiel, que parecía interesado.

—bien, esta bien... —se dijo a sí misma antes de ver al ángel —Mi amiga y yo somos de otro universo donde ustedes, y todo lo qué pasa, no son más que una serie de televisión. Sabemos lo que va a pasar, lo qué pasa y lo qué pasó. Yo al menos hasta la sexta temporada —susurró lo último —caímos acá hace como cinco meses, pensamos que vos nos podrías ayudar... o alguno de los ángeles. Así como llevaste a Dean al pasado, que nos devuelvan a nosotras a nuestro universo.

Castiel la miró fijamente, tanto que la estaba incomodando como no había nombre, él parecía concentrado y ella temió que estuviera vagando en su mente.

—tu alma la siento lejos. Luchando entre quedarse en ambos mundos. —dijo luego de unos instantes —no poseo el poder para llevarlas, pero conozco a quienes si. Pediré que las regresen.

Los ojos de Lola brillaron ligeramente, peleando entre el sentimiento aliviador de esperanza y también en el de angustia. Después de tanto, comenzaba a costumbrarse a la idea de Bobby, Sam y Dean.

—gracias... —dijo sin aliento alguno, sonriendo cortamente. —¿podes preguntar si saben por qué nos trajeron?

Castiel asintió, Lola volvió a exhalar de nerviosismo, bajando la mirada y subiéndola de regreso para decirle algo más. Pero Castiel había vuelto a desaparecer.

—odio que haga eso.

                          A PENAS estaba comenzando a dormirse, sentada en la cama de Sam, tratando de mantener sus ojos abiertos toda la noche en lo que esperaba que alguno de sus mal nacidos amigos regrese. Justo cundo estaba casi dormida, con un pequeño malestar de cabeza comenzando por la necesidad de sueño, escuchó una respiración agitada y un aleteo acompañarlo.

Abrió los ojos como pudo y miró a un costado, despabilándose casi por completo y levantándose para ver a Dean. A su lado, de pie, notó a Castiel pero lo ignoró para apresurarse a ver la mayor.

—¡Dean! —lo ayudó a sentarse, aferrando sus manos a sus brazos —estas bien. —se contuvo a abrazarlo, viéndolo preocupada. Él parecía errático, molesto. —tranquilo.

Dean la observó y agarró sus muñecas, agitado. Sus ojos recorrieron sus facciones hasta llegar a su aliento escaparse de entre sus labios y su respirar, trató de calmarse, imitando su respiración por reflejo. Lola le sonrió suavemente, como un tipo de silenciosa ola de calma, luego miró a Castiel, ciertamente suspicaz.

—¿ya te cansaste de jugar con él? —le recriminó, soltando a Dean. Él la miró, preguntando silenciosamente si sabía lo que le hizo y ella asintió. Luego miró derrotado al ángel.

—no pude evitar nada... ella hizo el trato.

Lola evitó mirarlo, recordando que todo se debía a Mary y su trato con el de ojos amarillos.

—ella morirá igual ¿verdad? —su voz tembló. Refiriéndose a su madre.

—no debes sentirte culpable. —dijo sin verlo. —no podías evitarlo.

Dean se levantó, parándose delante de Lola que se mordió el labio inferior, aguantando sus propias palabras ante el movimiento de Castiel para herir a Dean.

—¿...qué? —susurró, desconcertado.

—el destino no puede cambiarse, Dean. —Castiel al fin volteó a ellos —todos los caminos llevan al mismo destino.

—¿entonces para qué me llevaste? —recriminó, totalmente disgustado.

—por la verdad. Ahora sabes lo mismo que nosotros.

—¿de qué estás hablando? —Interrogó, girándose a Lola que lo miró con sus dulces ojos empaticos —¿qué mierda está diciendo?

—no lo escuches. —Lola puso sus manos en sus brazos para que la mire sola y únicamente a ella. —Ellos quieren que sepas lo de Azazel porque quieren que confíes en ellos. Te quieren comiendo de la palma de su mano.

Dean la miró, frunciendo su ceño.

—¿para qué confíe en ti cuando no le dices dónde está Sam? —la pregunta de Castiel hizo que Lola aferre sus manos ligeramente a Dean que se quedó expectante, buscando la culpabilidad en la expresiva chica. —Sabemos lo que Azazel le hizo a su hermano pero lo que no sabemos es para qué ¿qué es el juego final y sus grandes esfuerzos para cubrir eso?

—¿tu lo sabes? —Dean le dijo a Lola que no se movió. Dean apartó sus brazos y sus facciones temblaron ligeramente —¿donde esta Sam?

—cuatros cientos veinticinco de waterman —le dijo Castiel a su espalda. —tu hermano sigue un camino muy peligroso, Dean. No sabemos a donde lo lleva. Así que detenlo... —Dean volteó a verlo. Dándole la espalda a Lola que sentía pequeñas cuchillas clavarse en su estómago, ansiedad. Era todo lo que sentía. —o lo haré yo.

—no lo harás. —Lola dijo firmemente, haciendo que la vean. —y no es un camino oscuro, está salvando personas y ustedes no lo aceptan porque le temen, porque le temieron a Azazel cuando no era nada más que una cucaracha. —se acercó a Castiel.

—no volverás a tu universo —su respuesta la descoloco, la frialdad de sus palabras. —Dios las trajo por una razón. Aún que sé que no es por la que ustedes están tomando con Sam.

Lola apretó la mandíbula, la poca esperanza que le dio Castiel se esfumó como un niño que jugaba y rompía sus nuevos juguetes. Él podía devolverla y no lo hacían. Por eso los ángeles nunca le cayeron bien. 

—¿quieres saber algo que dudo en decir? —Lola desafió, girándose a Dean. Él alzó una ceja. —Sé de los 66 sellos, sé para que Lilith los está rompiendo. —volteó a ver a Castiel que parecía luchar por cubrir su desconcierto. —y sé el plan de Azazel, así que te diré lo mismo que le dijiste a Dean: el destino no puede cambiarse, todos los caminos llevan al mismo destino. Pero yo tengo tengo la ventaja de que sé cómo cambiarlo y te vas a quedar con la duda de si es para bien o para mal.

Se giró para ir a tomar sus cosas y mirar a Dean.

—te llevare con Sam si es lo que quieres.

Pasó a su lado y le dio una última mirada a Castiel antes de salir del cuarto. Sus ojos ardían. Estaría estancada allí de por vida, ya que no querían regresarla, así que se aseguraría de cambiar pequeños detalles importantes para que todo siga su rumbo pero de una forma que molestaría a los ángeles.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro