—Muy bien, gracias. Sí, se lo diré y te lo haremos saber. Gracias de nuevo—. Dijo Sana antes de colgar el teléfono.

Decir que el día había sido confuso sería quedarse corto. Primero, su sesión de dibujo durante su clase de inglés había sido bruscamente interrumpida por una chica tonta que parecía haber sido vomitada por el color rosa. Luego, esa misma chica apareció en su nuevo apartamento, lo que hizo que Sana inicialmente pensara que era otra de sus obsesionadas psicópatas acosadoras. Y ahora aquí estaba ella, de pie junto a la chica y llamando al propietario para averiguar qué diablos estaba pasando con su contrato de arrendamiento, obligada por la situación a convertirse en una especie de extraña aliada de la cosa terriblemente rosa.

—¿Y entonces? ¿Qué dijo? —Preguntó JiHyo.

—Bueno, la agencia de bienes raíces ya no está, ella ha tratado de contactarlos, pero no los encuentra por ningún lado. Parece que nos cobraron a ambas el depósito total, nos registraron como compañeras de cuarto sin avisarnos y luego tomaron el dinero extra. Deposité dinero y huyó. Ella no sabía que no sabíamos que seríamos compañeros de cuarto—. Sana explicó.

—Maldita sea... Entonces, ¿qué significa eso de quién vivirá en el apartamento?

—Esa es la cuestión... Ambos tenemos el mismo derecho a alquilar el apartamento, pero el alquiler real es de $800, no $400 como nos dijeron. Así que sí...

—¿$800? Apenas pude convencer a mis padres de que me pagaran los $400—. Dijo JiHyo.

—Al menos te lo están cubriendo...— murmuró Sana.

—Espera, ¿estás pagando esto por tu cuenta? — JiHyo preguntó en estado de shock.

—Bueno, sí... es... Mira, es complicado, ¿sí? De todos modos, realmente no tengo otro lugar donde quedarme y por mucho que lo odio, no puedo pagar este lugar sola...

—¿Entonces, ¿qué es lo que estás diciendo?

—Dios, esta chica es tonta. — Pensó Sana, odiando el hecho de tener que expresar su solución en voz alta. —Creo... creo que la única opción que tenemos es vivir juntas.

—¿Nosotras dos? ¿Vivir juntas? — JiHyo dijo con incredulidad, el concepto parecía un pensamiento imposible.

—Escucha, yo tampoco estoy contenta con eso, ¿está bien? En serio, apenas puedo imaginar que haya algo peor que tener que vivir contigo. Pero no tengo otra forma de pagar este lugar, no tengo ningún otro lugar donde ir, y supongo que tú tampoco. Así que sí, deberíamos vivir juntas, ¿a menos que tengas alguna otra solución brillante? — dijo Sana.

—Bueno, para que conste, tampoco puedo imaginar nada peor que vivir contigo. Pero no, no tengo una mejor idea... Apenas convencí a mamá y papá para que me dejaran regresar a la ciudad y vivir por mi cuenta, nunca confiarán en mí para que me las arregle solo si les digo que me estafaron, y Dios sabe que no puedo permitirme cubrir el costo adicional por mi cuenta—. JiHyo admitió.

—Está arreglado entonces. — Dijo Sana, enviando inmediatamente un mensaje de texto al propietario con su decisión.

—¿Y ahora qué? — Preguntó JiHyo.

—Bueno, en primer lugar, necesito que me jures que no le contarás a nadie que vivimos juntas.

—¿Qué? ¿Por qué? — Preguntó JiHyo. —¿Qué pasa si mis amigas quieren venir?

—Porque no puedo permitir que toda la escuela sepa que vivo con una don nadie como tú—. Sana respondió, inventando una explicación rápidamente. —Además, invitar a amigas a casa está completamente fuera de discusión.

—¡Oh, vamos! ¡No puedes simplemente inventar reglas tontas como esa! — JiHyo argumentó. —Exijo el derecho de al menos invitar a mis mejores amigas.

—Bien. Puedes invitarlas a ellas, pero a nadie más, y tienen que mantener que vivimos juntas en secreto.

—Bien. Puedo lidiar con eso, pero quiero el dormitorio—. Dijo JiHyo, cruzándose de brazos. —Puedes tomar el sofá.

—Ugh... está bien. Puedes quedarte en el dormitorio—. Sana le dijo a la chica.

Definitivamente no era para lo que se había apuntado, pero no tenía muchas opciones. Después de todo, ella necesitaba que JiHyo se quedara para poder quedarse con el lugar, y no conservarlo no era una posibilidad. Pero tampoco podía arriesgarse a que la gente en la escuela se enterara de que vivían juntas sabiendo que había varias chicas y chicos que no dudarían en lastimar a JiHyo si se enteraban. A Sana no le agradaba la chica, pero no desearía que nadie fuera atacado por sus locos acosadores. Es realmente extraño cómo la gente se obsesiona contigo cuando les dices que no quieres salir con nadie.

—¡Gracias! — JiHyo exclamó alegremente, aplaudiendo como una niña emocionada de cinco años, su estado de ánimo cambió abruptamente.

Sana descubrió que le gustaba mucho más la molesta JiHyo que la niña alegre a la que se enfrentaba ahora. No había nada que odiara más que las chicas que actuaban lindas para obtener ventajas y simpatía, y JiHyo sin duda era exactamente eso.

No podía negar que la chica de cabello rosa era linda, sería una locura afirmar lo contrario. JiHyo tenía una sonrisa brillante que mostraba sus lindos dientes de conejo, pestañas largas y gruesas rodeadas por un delineador gráfico grueso, profundos ojos color miel y también parecía tener un constante rubor rosado cubriendo sus mejillas.

Su cuerpo, sin embargo, no podría describirse como lindo, increíblemente atractivo, claro, pero no lindo.

Tenía piernas largas con muslos deliciosamente gruesos, una cintura sorprendentemente delgada, un estómago ligeramente regordete y los pechos naturales más grandes que Sana había visto jamás en una estudiante de preparatoria. Parecía una auténtica muñeca Barbie, pero con un toque maravillosamente natural que resultaba innegablemente atractivo.

Entonces, aunque Sana no estaba entusiasmada por tener que vivir con la chica, al menos estaba feliz de tener algo lindo que mirar cada mañana. La posibilidad de ver a JiHyo caminando en toalla o en ropa interior de alguna manera hacía que la maldición de vivir con ella fuera un poquito más llevadera.

Pero Dios, sería una pesadilla lidiar con esa personalidad demasiado alegre...