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three: my eyes look at you

Hace cuatro años atrás

         DAMIAN JAMÁS CREYÓ ANHELAR DE una forma tan necesitada a una mujer completamente extraña y que no tiene absolutamente nada que ver con el mundo donde las mascaras y trajes en mallas. Siempre les pareció atractivas aquellas féminas fuertes, con poderes extraños y que eran capaz de protegerle la espalda en un combate contra los enemigos. Alguien autosuficiente, seria y lo suficientemente madura como para poder cargar con los demonios que al moreno le pesaban, pero ahora que había conocido a Holly se percató que en él ya no quedaba absolutamente nada del Damian de dieciséis años.

No.

En el momento en que conoció a la chiquilla de cabellos dorados anhelo de sobremanera permanecer en el mismo lugar que ella con el objetivo de ver esa sonrisita linda y amable. Por primera vez en mucho tiempo quiso abandonar la monótona soledad que lo precedía desde antes de su nacimiento. Él realmente lo quería.

No.

Lo necesitaba.

Ya no era el viejo Damian con problemas de ira y con una vida turbulenta que estaba cargada de violencia, sangre y destinos no deseados. Él ya no era aquel mocoso que no le avergonzaba en lo más mínimo su actuar.

Así que de esa forma fue que tomó su decisión. Desde aquel día se había pactado así mismo que debía seguir encontrándose cotidianamente con Holly hasta cumplir los día necesarios y poder pedirle su numero de teléfono o mejor aun: una cita. 

Se esforzó de sobre manera al no entrar en su computadora super inteligente portátil que pasaba totalmente desapercibida en la maleta de mano. No quiso indagar sobre la vida de la rubia, ya que él quería encargarse de descubrir por sí solo las cualidades, defectos, traumas y alegrías de la trabajadora a pesar de ser un maldito fanático del control.

Fue de ese modo en que durante los primeros cinco días de la semana comenzó a comprar su café negro en aquella cafetería, aunque existían ocasiones en que la mujer no iba los días viernes ni los fin de semanas porque, según su compañera de trabajo, debía trabajar en otro lado y por contrato debía tener al menos 1 vez al mes tres días de descanso a la semana en la cafetería. 

Y fue ahí cuando Damian se percató de lo trabajadora que era su chica.

Anhelo desde el fondo de su corazón parchado poder entrar con rapidez a la vida de Holly para poder suplirle cualquier necesidad que tuviera.

¿Necesita pagar las jodidas cuentas? No había problema, él se encargaría.

¿Debía cubrir las cuotas de sus estudios? ¡Demonios! Él las cubriría.

¿Quería un coche, carteras o zapatos? Ahí los tendría.

Sabía que estaba siendo un maldito impulsivo a pesar de haber trabajado tanto esa parte de su grotesca personalidad, pero había encontrado a alguien que moviera su corazón luego de haber permanecido una década quieto y aquella era la justificación necesaria para tal acción.

Ansiaba todos los días que llegara la hora para ir por su café y poder ver a su regordete chica, quien siempre lo recibía con una sonrisita alegre mientras le brindaba una cálida bienvenida. El día siguiente a su cumpleaños se alegró tanto cuando ella lo reconoció y le preguntó si le había gustado el pastel que le había obsequiado que tuvo que morderse la lengua para no decirle que desde ese día se convirtió en su favorito solo por el simple hecho de que ella se lo obsequiara.

—Bienvenido a Coffee Sunrise ¿Qué va a llevar? —ahí estaba ella recibiéndolo con una sonrisa.

Se quedó unos segundos quieto antes de avanzar hacía la caja de pago que estaba justo en medio del mostrador.

—Un café negro sin azúcar

—Oh, espere —achinó sus ojitos mientras lo miraba con curiosidad. —Espero no equivocarme pero ¿Es usted el cumpleañero?

—Ese soy yo —sus comisuras labiales se elevaron un poco al ver que si lo recordaba.

—Le atiné —sonrió para sí misma al haber recordado a la persona a pesar de su mente olvidadiza y que su vista le estuviera fallando al no utilizar sus lentes ópticos ocasionando que viera un poco borroso y no identificara del todo bien el rostro de las personas.  —¿Qué tal estuvo el pastel? ¿Le gustó? 

—Estuvo delicioso y para nada dulce —de su billetera sacó su tarjeta de crédito para pagar. 

—Eso es buenísimo —asintió con su cabeza mientras sonreía alegre tecleando la pantalla. —Son tres con noventa y nueve centavos

—Por favor agrega un pastel de limón —observó desde arriba como la carita de la chiquilla estaba ligeramente cubierta por espinillas que se ocultaban con la gorra marrón que pertenecía a la cafetería. —¿Ese pastel es tu favorito?

—¿Cuál? —alzó la mirada topándose con los ojos profundos del cliente y se sintió pequeña ante su intensa mirada.

—El pastel de limón

—Ah ¡Ah! —se rio. —Lo siento, soy algo despistada. Nop, el pastel de limón no es para nada de mi gusto 

—¿Qué te gusta?

—El cheesecake de maracuyá

—Entonces agrega uno también por favor 

—No se arrepentirá —tecleó. —Sería trece con noventa y nueve ¿Desea algo más?

—Nada más

—¿Para servir o llevar? —evitó su mirada.

—Llevar 

—Estará en unos segundos su pedido —le entregó su boleta y antes de que el azabache le volviera a hablar ingreso alguien al recinto así que Damian completamente resignado se fue a sentir. —Bienvenido a Coffee Sunrise ¿Qué va a llevar?

Y esta vez se tardó cerca de diez minutos en que aquel liquido amargo y caliente estuviera listo junto a los postres que había escogido. La rubia gritó el numero asignada en su boleta y se puso de pies de un salto para caminar hacia ella.

—Que lo disfrute —le sonrió entregándole el vaso de plástico y los pastelitos.

Damian solo tomó con sus manos su café y el dulce de limón para después hablar.

—El cheesecake es para ti

—¿Eh? —lo miró con una expresión de sorpresa. —Espere, no podemos recibir nada en horario de trabajo

—Entonces guárdalo para que lo disfrutes en tu descanso —le dio una sonrisa cerrada provocando un sonrojó en la chiquilla. —Que tengas buen día

Y salió sin más.

Fue así como día tras día la visitó en su trabajo con la excusa de comprar café y su dulce de limón junto a otros pasteles para que ella lo disfrutara. Se encargó de preguntarle sin que se percatara mucho sobre esas pequeñas cosas de su vida, como cuál era su color favorito o si le gustaba el trabajo logrando una corta pero satisfactoria conversación que le daba el animo suficiente a Damian como para poder soportar a sus compañeros de trabajo en su clínica veterinaria.

Y el día en que su chica risueña no estaba en la recepción preguntó de una forma necesitada dónde es que estaba a la chica asiática que estaba atendiendo.

—Hoy está a cargo de hacer los pasteles

—Ya veo —respondió más distante y dándole una mirada corta a la puerta que separaba la cocina con la tienda. 

—¿Puedo preguntar algo?

—Ya lo estas haciendo —la observó con seriedad provocando un sonrojo en la chica.

—S-si, lo siento. Yo... —tecleó algo en la pantalla. —Uhm ¿A-a usted le gusta Ho-Holly?

—Eso no es de tu incumbencia —le entregó la tarjeta  de crédito. —Pero si, me gusta ¿Alguna otra curiosidad?

—Ah, uhm... No —murmuró apenada y completamente sonrojada ante la presencia intimidante del hombre. —E-ella esta soltera... —no lo miró. —Por si no lo sabía

Y Damian no respondió.

Simplemente decidió guardar silencio mientras esperaba a que la chiquilla empacara su pedido con manos temblorosas y en cuestión de minutos le entregó las cosas.

—Gracias por la información y —le extendió uno de los dulces envasados. —Dale esto a Holly por mi 

—Que tenga buen día —murmuró.

El ex asesino después de recibir la información se sintió muchísimo más seguro de sus actos y de que el anhelo que sentía podía llegar a ser correspondido. Su día trascurrió con normalidad y al momento de llegar la noche ansió con ganas que las horas pasaran para poder ir al día siguiente a la cafetería donde vería a Holly y podría pedirle una cita como correspondía.

Pero aquello no sucedió.

El martes llegó.

El miércoles también. 

Y así fue hasta que ella ya no era quien lo recibía durante las mañana.

Y se enteró que Holly Brightwell había renunciado a su trabajo dejándolo con el anhelo entre sus manos  

Sinceramente no me siento cómoda con el resultado de este capitulo pero según la reacción de Benny (@PHANTOOMZ) esta buenísimo. 

Espero que les haya gustado y que no piensen nada sucio, malo o sexual de este Damian

Él no es un niño malo solo que no sabe como reaccionar cuando recibe afecto luego de haber estado diez años apartado de esa emoción.

Por cierto, el capitulo anterior y este ocurren cuatro años antes desde que Holly hace el ridículo frente a Damian en la veterinaria. Seguramente en el próximo capitulo les deje una línea de tiempo con los hechos de esta historia.

Espero les haya gustado ¿Qué les pareció el capitulo? Los leo.

Cuídense mucho, nos leemos pronto.

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