five: the notebook dedicated to Holly.
Hace cuatro años.
CUANDO DAMIAN SE ENTERÓ QUE HOLLY había presentado su renuncia de un momento a otro sintió un balde de agua fría sobre todo su cuerpo porque por un momento él creyó que las cosas con ella se darían. Que después de pedirle una cita y conocerse de forma adecuada podría dar el ultimo paso que le faltaba para poder ser dado completamente de alta con su terapeuta a quién veía una vez al mes a diferencia de sus primeros años donde tenía dos sesiones por semana.
Se sintió desmotivado y se arrepintió de no haber realizado un movimiento antes de que ella simplemente decidiera renunciar. Hablo de como se sentía con su psicóloga, quien le aconsejo y brindo actividades para evitar sobre pensar demasiado en la situación.
Sin embargo nada de aquello había funcionado.
Durante los tres meses posteriores se esforzó en seguir al pie de la letras los ejercicios de respiración ante los pensamiento invasivos y el arrepentimiento, pero nada le brindaba un resultado positivo para su vida cotidiana. Desde el momento en que sus ojos se abrían no podía evitar pensar en la mujer de mirada tierna y antes de caer profundamente en el sueño su ultimo pensamiento era la sonrisa genuina que ella le había dado el día de su cumpleaños.
Ella había sido capaz de encantarlo con un sonrisita tierna.
Ni siquiera las grandes hechiceras que caminaban por la tierra habían sido capaz de hechizarlo de tal manera.
Ni Raven.
Se dijo así mismo que quizás el destino o el universo no estaba de acuerdo con que ellos estuvieran juntos y que por eso los forzó a separarse aunque él no supiera realmente la razón de la renuncia de la chiquilla.
Pero cuando se la encontró por casualidad como la conductora designada de uno de sus compañeros de trabajo desechó de inmediato la idea.
Recuerda a la perfección como ese día fue forzado por Tyler, un medico veterinario que estaba cercano a cumplir los cuarenta y que los había invitado a beber a un bar para celebrar el éxito que estaba teniendo la clínica bajo su mando. Él originalmente no iba a asistir pero fue tanta su molesta insistencia que tuvo que ceder a malas ganas. Cuando llegó al lugar se limitó a beber un par de copas del mejor vino tinto del lugar y simplemente se limitó a rogar en silencio para que aquel martirio se acabase.
Dos horas más tarde y su jefe ya estaba completamente borracho al igual que sus compañeros.
Algunos se fueron en taxi, otros caminando arrimados unos a otros para no caerse debido a la borrachera mientras que su jefe tuvo la fantástica idea de ir en su auto sin pensar que iba a terminar borracho así que el único cuerdo y no alcoholizado se encargó de llamar los taxis y un conductor designado para su jefe.
Efectivamente, ese era Damian.
Se demoró veinte minutos en subir a todos sus compañeros y compañeras a los vehículos amarillos y otros veinte en esperar a que el conductor designado llegara.
Y cuando la vio se quedó sin aliento.
Apareció vistiendo con una falda de mezclilla que le llegaba un poco más abajo de la mitad del muslo, unas medias negras cubrían sus piernas regordetes y en sus pies tenía unos mocasines desgastados. En la parte superior de su cuerpo tenía un suéter de colores vibrantes que cubría su pancita del vientre bajo que se le marcaba en la falda. Su cabello rubio y rebelde estaba sujeto en un accesorio de cabello.
Toda su ropa gritaba que fue comprada de segunda mano, pero a pesar de ello seguía dando una vibra muy ochentera.
EL azabache parpadeó un par de veces al ver como se acercaba hacía ella y sintió como si un ángel se le acercase. Soltó ligeramente de la impresión el brazo que estaba abrazando sus hombros de su compañero y se confirmó a sí mismo que no había duda que no era ninguna casualidad volver a encontrarse con Holly.
Su dulce Holly.
—Hola —le sonrió de forma abierta y con nada de timidez. —¿Eres Tyler?
—No —su voz salió profunda y tuvo que tragar saliva al sentir como su garganta se secaba. —Él es
—Ah —se rio y aquello fue música para los oídos del azabache.—Debí imaginarlo ¿Vamos al auto? Por cierto, soy Holly
—Si —comenzaron a caminar y con toda confianza la chiquilla rebuscó en los bolsillos del hombre desmayado las llaves del vehículo.
—Aquí están —murmuró contenta.
Damian la observó con intensidad y detenimiento.
¿Acaso ella no lo recordaba? ¿Por qué no le decía nada? ¿Lo estaba ignorando o fingiendo que nada había pasado?
Cuando llegaron al vehículo del hombre y uno vez que lo acomodó en los asientos traseros con ayuda de la rubia no pudo aguantar más las dudas.
—¿No me recuerdas? —preguntó cerrando la puerta trasera del vehículo al ver que Holly estaba a punto de subirse al asiento de piloto.
—¿Nos conocemos? —auch, oírla le había dolido. —Lo siento, soy muy olvidadiza —evitó decir que tenía astigmatismo y que debía utilizar lente ópticos.
—No —la observó con el entrecejo fruncido y las manos hecha puño a sus costados. —Me confundí
—Ah —asintió con una sonrisa menos efusiva. —Entonces me voy yendo. Debo seguir trabajando ¡Que tenga buena noche! —le dijo antes de entrar al vehículo, encenderlo y marcharse sin vuelta atrás.
Aquel encuentro había marcado en demasía al hombre.
¿Cómo era posible que ella lo olvidara con tanta facilidad? ¿Cómo Holly había sido capaz de olvidar quién era y lo que ella hizo por él?
Sus palabras e indiferencia provocaron que empacara sus cosas y se marchara a Alaska junto a la sensación de verse acorralado por la asfixia de los recuerdos de su vida bajo la protección de los Wayne. Así también lo obligó a incrementar las sesiones de terapia sintiendo que ver una vez al mes a su psicóloga no era suficiente.
Las sesiones iniciaron con complejidad y sintió que su vida nuevamente perdía el rumbo.
Que estaba cayendo nuevamente en el hoyo de donde había logrado salir.
Y el diagnostico de trastorno obsesivo-compulsivo nuevamente había comenzado a salir en la ficha clínica que su terapeuta tenía. Ella le había señalado que había generado una especie de obsesión con la atención que Holly le había dado.
Porque él no estaba acostumbrado al afecto o la atención tierna de las personas.
Él jamás las había recibido pero Holly, una total desconocida se lo habia dado.
Se esforzó demasiado en salir nuevamente a flote y mientras mejoraba con las terapias que se complementaban con los ejercicios.
También sintió que el frío de Alaska lo reconfortaba.
Hasta que se percató que aquel lugar estaba abandonado en la violencia y el crimen. Temió volver a colocarse aquella "R", mas su terapeuta lo instó a superar sus miedo.
A enfrentar el trauma.
A superar a Holly.
De esta forma tomó lo que quedaba de su antiguo traje como superhéroe y decidió forjar uno nueva.
Una nueva identidad.
Algo que le perteneciera solo a él.
Que nadie fuera capaz de arrebatárselo.
Y así nació Red X, el nuevo vigilante de los Estados Unidos de América que de vez en cuando ayudaba a limpiar las calles de otras naciones con el fin de hacer un mundo mejor.
Estaba avanzando, sanando de verdad y siendo valiente al enfrentar sus miedos, pero había algo que aún no estaba superando a pesar de esforzarse.
A Holly.
Su psicóloga le recomendó escribir o dibujar en un libro todo lo que le gustaba hacer, pensar y recordar.
Y gran parte de las hojas blancas se llenaron de trazos que siempre terminaban con el mismo rostro.
El rostro bello de Holly.
Damian en un principio se asustó porque no quería seguir con su "obsesión".
No quería parecer un maldito enfermo.
Él quería mejorar.
Quería ser una mejor persona.
Quería sanar.
Hasta que un día su psicóloga en un intento de calmarlo le dijo algo que le trajo calma y anhelo.
—Me topé solo dos veces con ella y no puedo sacarla de mi cabeza —le habló a la pantalla de su computadora donde se encontraba una mujer canosa y de lentes. —Soy un maldito enfermo —hablo en árabe.
—No entendí absolutamente nada de lo ultimo que dijiste —le sonrió de forma maternal. —Pero quiero leer una frase en la que puedes meditar —se colocó sus lentes de lectura. —Dicen que la primera vez que te topas a alguien es mera casualidad, la segunda es coincidencia, pero la tercera —damian lo miraba atento. —Es intención
—¿Dices que fuerce las cosas para que la tercera vez que nos topemos sea con intención y todo planificado? —preguntó con el entrecejo fruncido.
—No —le respondió con calma. —Digo que cuando algo ocurre repetidamente, deja de ser fortuito y se convierte en algo deliberado o significativo —se retiró los lentes. —Si esta destinado a suceder pues sucederá ¿Lo comprendes?
—Lo comprendo pero ¿Qué debo hacer ahora?
—Seguir trabajando en ti Damian. Seguir sanando y avanzando como lo has hecho todos estos años
—Entiendo
Y desde ese día el moreno le ruega al cielo para poder toparse una tercera vez con Holly, la mujer que con lo enamoró con un trozo de pastel.
La mujer que él quería.
Hola ¿Cómo estan? ¿Qué les pareció el capitulo?
Solo quedan como 1-2 capítulos narrados con la perspectiva de hace cuatro años, ya mas o menos en el 7-8 volvemos al presente donde Holly trabaja en la clínica de Damian y este la pilló bailando.
Espero les haya gustado, dejen su voto y comentarios porque me motivan un buen.
Cuídense y nos leemos pronto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro