★ぐ capítulo uno ❞
—¿Me mandó a hablar, don? —Yeonjun reverenció rápidamente sin tomar en cuenta el ángulo en el que lo hacía, causando que el hombre enfrente suyo soltara una carcajada.
—Han pasado diecisiete años desde que trabajas para mi y aún no sabes mostrarme respeto. Pero, ¿sabes? me agrada, no cualquier persona se atrevería a enfrentarme —sonrió ladino, soltando un suspiro pesado poco después—. Seré directo, necesito que elimines a unas personas un tanto... especiales.
—¿Especiales? ¿Acaso son parte de un clan enemigo?
—Ojalá fuera eso —masajeó levemente sus sienes—. Jamás creí que tendría que pedirte esto, pero veo que incluso en esta época no se puede confiar en la gente que conoces desde hace años.
Yeonjun frunció su ceño, más que confundido por las palabras de su jefe. ¿Se trataba de algún familiar? de ser así tampoco tendría problema, nada le ha impedido cumplir con las misiones que se le asignaban, por eso era admirado por muchos miembros de su clan e incluso de otros clanes mafiosos.
Sólo se trataba de un encargo más, sería pan comido.
—La familia Huening —Yeonjun sintió su mandíbula tensarse—. Debes asesinarlos absolutamente a todos esta misma noche antes de que sea demasiado tarde.
El señor Huening era un reconocido y admirado político que saltó a la cima en un corto periodo de tiempo, gracias a las influencias de su mejor amigo de la infancia, Kim Minhyuk, jefe del clan mafioso más poderoso de Corea del Sur y el jefe de Yeonjun.
Siempre fueron muy unidos, no tenían secretos entre ellos y se apoyaban en cualquier decisión; incluso Yeonjun había convivido en muchísimas ocasiones con la familia Huening, dándose cuenta rápidamente de la amabilidad y paz que esta desbordaba. Por eso le sorprendía y asustaba tanto que su jefe le haya pedido algo como asesinarlos.
—¿P-puedo preguntar la razón?
El hombre mayor lo observó intensamente.
—Huening, ese idiota, decidió aliarse con nuestro peor enemigo; el clan Keum. Le reveló muchos de nuestros secretos y técnicas, también le dijo muchos de nuestros contactos más privados para conseguir recursos e información —gruñó—. Debes matarlo, a él y a su familia, antes de que nos hunda más.
—Pero-
—¿Pero? Choi Yeonjun, ¡¿acaso estás cuestionando mis órdenes?! —alzó la voz, más que molesto, sin notar que aquello había logrado estremecer al más joven.
Nunca le había alzado la voz, era la primera vez. Y también era la primera vez que Yeonjun experimentó lo que los humanos conocen como miedo.
—No, Don. Lo lamento, no volverá a ocurrir —intentó que su voz sonara firme.
Minhyuk suspiró pesadamente, para después asentir.
—Ve a prepararte, partirás a la mansión de los Huening en una hora.
—Si, Don —esta vez, reverenció en un ángulo de noventa grados por un tiempo más alargado, antes de darse vuelta para retirarse.
—Yeonjun —la voz de su jefe lo detuvo justo antes de cerrar la puerta—, los quiero muertos, a todos —hizo énfasis en la última palabra.
Yeonjun tragó con dificultad, asintiendo lentamente, cerrando finalmente la puerta segundos después.
¿Cómo es que llegamos a esto? bueno, déjenme contarles brevemente lo que sucedió hace unos años.
Choi Donghyun, reconocido como experto en el área de tecnología y robótica, fue el creador de lo que se llamaría el androide perfecto. A una edad temprana se propuso la meta de crear un robot que lograra comprender y recrear el comportamiento humano —también su aspecto— al cien por ciento, y aunque le llevó casi cincuenta años de su vida, finalmente lo consiguió en el año 2100.
Incluso tuvo que recurrir a un buen amigo suyo especializado en psicología —ya que él no tenía grandes conocimientos sobre la mente humana— para comprobar qué tan preparado estaba el androide para salir al mundo y relacionarse con la gente.
Fue ese mismo año cuando obtuvo el visto bueno de su amigo, haciendo que se dirigiera rápidamente a su estudio, donde lo recibió su curioso y único aprendiz, quien le preguntó a qué se debía tanta emoción en sus acciones.
—El proyecto ha terminado con éxito, él está listo —señaló orgulloso la cápsula donde reposaba su creación. Se acercó a una de sus computadoras, buscando algo en ella—. Solo necesito instalar-
Justo cuando presionó una tecla, sintió su garganta ser rasgada por un objeto filoso, cayendo sin vida al suelo. La sangre comenzaba a hacer un enorme charco al rededor del cuerpo, arruinando el impecable vitropiso blanco.
El aprendiz que estuvo a su lado durante años fue el que lo asesinó a sangre fría aquel día, pues en realidad se trataba de una de las marionetas del jefe de la mafia coreana, al que se le había encargado fingir ser un simple chico interesado en la robótica para confirmar el rumor del "androide perfecto" que tanto vagaba en las redes.
El sonido de un celular retumbó en el silencioso lugar.
—Don, el viejo dijo que el robot estaba listo.
—Me imagino que ya lo mataste, ¿cierto?
—Así es, Don.
—Excelente, estaremos ahí a más tardar mañana, encárgate de limpiar el desastre que hayas dejado.
Lo que no sabían es que Donghyun había alcanzado a instalar un complejo sistema que les traería grandes problemas en el futuro.
*¡Instalación exitosa!*
—Vaya, veo que el viejo ese realmente te puso mucho empeño —rió burlonamente.
El hombre les hizo una seña a los expertos que había contratado para que empezaran a crear el nuevo aspecto del androide, a lo que estos obedecieron al instante.
—Don, aquí tiene —el falso aprendiz extendió una carpeta que el señor tomó curioso.
❝ Choi Yeonjun
Edad aparentada: 20 años
Fecha de nacimiento:
Septiembre 13, 2080
Sexo: Masculino
Nacionalidad: Coreana ❞
—¿Esta es la información que el viejo había preparado? —echó un vistazo a las demás hojas que contenía la carpeta.
—Así es, Don, todas sus anotaciones desde el 2050 que inició el proyecto hasta las más actuales están en esa carpeta.
—Bien, puedes irte —siguió leyendo las hojas.
El falso aprendiz hizo una reverencia y salió del lugar.
Luego de algunas horas revisando hoja por hoja, el hombre frunció levemente su ceño al notar algo.
—No hay anotaciones que describan su estado emocional... —abrió sus ojos tal cual platos, para después sonreír ampliamente. —Significa que no tuvo suficiente tiempo para integrarle sentimientos propios, sólo puede entenderlos pero no sentirlos ni generarlos. ¡Qué maravillosa noticia! —carcajeó alegre.
Esto representaba una enorme ventaja para Minhyuk, ya que no tendría que preocuparse de que Yeonjun dudara al momento de asesinar o secuestrar gente, y eso haría todo el proceso mucho más rápido.
Así fue como tristemente el androide pasó de tener como función principal el entender a los humanos, a tener que eliminarlos por órdenes de su nuevo dueño.
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