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★ぐ capítulo dos ❞




¿Realmente podría hacerlo?

Era la pregunta que rondaba por la mente del pelinegro desde que se montó en su motocicleta para dirigirse al hogar de los Huening.

Ni siquiera terminaba de asimilar que aquella dulce y alegre familia que lo recibió con los brazos abiertos sin importar del material que estuviera hecho ahora eran considerados como traidores.

Mucho menos podía imaginar sus cuerpos rodeados por charcos de su propia sangre.

No quería hacerles daño... no quería hacerle daño, no a él.

Kai Kamal Huening, el chico que prácticamente vio crecer y madurar, al que le encargaron proteger. También el chico del que se había enamorado.






—Yeonjun, ven, acércate —la dulce voz de la mujer lo hizo volver a la realidad. Está lo miraba con una sonrisa.

Caminó a paso lento hasta llegar al lado de la camilla de hospital, mirando atentamente a la pequeña criatura que se encontraba en brazos de la mayor.

—Él es Kai Kamal Huening —tomó la regordeta manita del bebé, moviéndola suavemente en forma de saludo—. Hola Junie~

Yeonjun sintió una extraña corriente eléctrica recorrer sus circuitos, pero no se sentía como una falla. ¿Era eso a lo que los humanos llamaban emoción? no lo sabía con certeza.

—Es tan pequeñito, y tan... lindo —murmuró, sonriendo enternecido.

—¿Me puedes prometer que cuidarás bien de él, por favor? —distinguió un atisbo de preocupación y miedo en la mirada de la señora Huening.

Al principio no le agradaba del todo la idea cuando tanto su jefe como el señor Huening le dieron aquella misión especial, pues estar al pendiente de un ser humano de por si es pesado, ya que estos se meten constantemente en miles de problemas. Pero ahora entendía el por qué querían protegerlo tanto.

Es tan pequeño e indefenso, al igual que inocente. Podría ser fácilmente corrompido en un mundo tan cruel como en el que vivían.

—Confíe en mi, lo cuidaré a toda costa, sin importar cuantas veces deban destruirme y reconstruirme.






—¡Junie hyung, viniste!

Yeonjun apenas tuvo tiempo para dejar su chaqueta negra en el perchero antes de que un lindo castañito de siete añitos se lanzara a abrazarlo.

—Kai, deja que al menos termine de entrar —carcajeó el señor Huening al ver la escena.

—No se preocupe, a cualquiera le gustaría ser recibido por los abrazos de Huenining —dejó un besito en la frente del menor, haciendo sonreír a ambos.

El travieso niño le quitó al androide sus lentes oscuros para ponérselos él, haciendo reír enternecidos a los presentes por lo grandes que le quedaban.

La señora Huening terminaba de recoger los platos de la mesa con ayuda de su esposo, mientras que un alboroto provenía del jardín trasero.

—Disculpa que te llamáramos tan de repente, es que los niños querían jugar contigo y sabes cómo se ponen si les digo que no —sonrió algo cansada.

—Siempre es un gusto pasar tiempo con ellos, así que puede hablarme cuando lo necesite —le obsequió una radiante sonrisa para tranquilizarla, logrando su cometido—. ¡A la carga, Huenining!

Aún con el pequeño Kai en brazos, se dirigió hacia el jardín, balanceándose levemente de lado a lado y haciendo algunos ruidos, como si de un avión se tratase, sacándole varias carcajadas alegres al castañito.

En el jardín se encontraban también las hermanas mayores, Lea y Bahiyyih, quienes al ver a Yeonjun, rápidamente fueron a saludarlo con un abrazo.

Fue una tarde llena de risas, algunas caídas, princesas, dragones, carritos, muñecas, y mucha diversión.






—Huenining, ¿por qué tu cuerpo tiene varios hematomas? ¿y ese corte en el labio? parecen ser recientes —el pelinegro ladeó levemente la cabeza, haciéndolo ver como un cachorro confundido.

—¡Hyung! ¡¿Acabas de escanearme sin pedir mi permiso?! —frunció su ceño.

—Lo siento, sólo quería confirmar que estuvieras bien. Traes puesta ropa demasiado abrigadora para el clima en el que estamos.

Hueningkai jugaba con sus propias manos, cabizbajo.

—Una chica de mi salón se acercó a preguntarme si podía explicarle un tema ya que mis notas siempre son altas, así que acepté. Pero luego de un rato escuché que gritaron mi nombre, y antes de darme cuenta ya me habían tirado un puñetazo; luego le siguieron más golpes —escondió su rostro entre sus manos—. Después me enteré que se trataba del novio explosivo de la chica y su grupito.

Los manos de Yeonjun estaban hechas puños. Sentía una extraña corriente eléctrica recorrer sus circuitos, pero se encargaría de verificarlo más tarde.

Por suerte contaba con algunos elementos de primeros auxilios en su interior. Así que se encargó de aplicar una crema en los golpes del menor, sin importarle que este último le dijese que no era necesario.

—Oh, ¿hyung está sonrojado? —rió burlón luego de bajarse la camiseta cuando todos sus golpes fueron tratados.

"Tan lindo", pensó el menor.

Y efectivamente, el pelinegro tenía un leve rubor en sus mejillas. Ni siquiera entendía por qué su inventor se molestó en agregarle aquello, pero sabía que le traería problemas, así que trataba de controlarlo cuanto podía para que nadie además del castaño supiera.

—Debo irme ya, tengo un asunto pendiente —casi que saltó de la cama para salir de ahí lo más pronto posible.

Se despidió del castaño con un cálido abrazo, y dejó un beso en su cabeza antes de montarse en su motocicleta, con un solo destino en mente.

Noticia de última hora. Cuatro estudiantes de la secundaria HYBE han sido reportados como desaparecidos.






Hueningkai estaba muy nervioso, tanto que no podía quedarse quieto por mucho rato, así que caminaba de un lado a otro en su habitación.

Pegó un leve respingo cuando la puerta fue abierta, y poco después sintió todo su cuerpo temblar al ver de quién se trataba.

—¿Kai? ¿Estás bien? —Yeonjun tenía su ceño fruncido, detonando preocupación. —Vine tan pronto como colgaste la llamada.

El castaño mordía constantemente sus labios, en otro inútil intento de calmar sus nervios.

—Hyung, ven —tomó por la muñeca al mayor y lo guió hacia su cama para sentarse.

Yeonjun lo miraba expectante.

Hueningkai suspiró. —Bueno, primero que nada, muchas gracias por venir tan rápido —tragó saliva con dificultad—. La razón por la que te llamé fue porque... quería pedirte ayuda en algo, y tal vez también algunos consejos.

—Soy todo oídos —lo alentó a seguir hablando.

—Pues... hace unos días conocí en la discoteca a un chico súper lindo, su nombre es Soobin —una sonrisita se instaló en su rostro al recordar a ese atractivo peliazul que lo había sacado a bailar—. Tomamos unos tragos y bailamos un rato, incluso se ofreció a traerme a casa, aunque tuve que inventarle algo para que me dejara una cuadra antes —Yeonjun frunció el ceño—. El caso es que, cuando nos estábamos despidiendo, hizo el ademán de querer besarme, ¡y claro que iba a aceptar! pero... recordé que ni siquiera sabía dar un beso.

Hueningkai aplastó su rostro con una almohada para que su grito de frustración fuera amortiguado.

Yeonjun rió. —¿Por qué te pones así? es normal, no naces sabiendo besar.

—¡Tengo dieciocho años, hyung! ¿Sabes cuánta burla me harían mis compañeros de clase si se enteraran que no he dado mi primer beso todavía? —alzó exageradamente ambas cejas para hacerle entender la "gravedad" del asunto. —¡Muchos incluso ya han perdido su virginidad desde antes!

—¿Crees que ese es el problema? —Hueningkai asintió frenéticamente. — El verdadero problema es que no le has dicho nada a tu padre sobre tu orientación sexual.

La expresión del menor se ensombreció un poco.

—Sabes que no le agradará en lo absoluto —Yeonjun enarcó una de sus cejas—. ¡Bien! se lo diré pronto, pero por favor ahora necesito tu ayuda.

—¿Exactamente para qué necesitas mi ayuda?

Hueningkai dudo por unos largos segundos antes de volver a hablar.

—Yeonjun hyung, enséñame a besar.

El pelinegro abrió los ojos tal cual platos.

—¿Por favor? —su tono de voz ya era de súplica. Juntó sus dos manos enfrente suyo, haciendo un puchero.

—Huening, se te olvida que-

—Si, eres un robot, pero con toda la información que puedes recaudar en segundos, has logrado hacer cosas que nunca antes habías hecho, ¡y lo haces como si fueras profesional!

No podía negar aquello, porque era cierto. Era una gran ventaja para Yeonjun ya que lo salvó en varias ocasiones, como la vez que tuvo que ayudarle al chef —a falta de personal— a preparar el banquete de una celebración muy importante que se llevó a cabo en la mansión de la familia Kim sin haber tocado la cocina ni una sola vez antes de ese evento. Ahora era admirado por personas que llevaban años dentro del mundo de la gastronomía.

—Detesto que siempre tengas algún argumento en mente —probablemente se arrepentiría de su decisión—. Está bien, te ayudaré.

—¡Eres el mejor hyung de la galaxia entera! —lo abrazó, más que emocionado.

—Lo sé, lo sé, ahora pon atención —cortó el abrazo, pero no se distanció demasiado—. Ya terminé de recolectar la información, sólo que-

—¡¿Tan rápido?!

—No me interrumpas —sentenció el mayor, volviendo a retomar su oración—. Decía, que no es tan complejo como puede parecer, así que deberíamos ponerlo en práctica para que te guíes mejor que con lo teórico.

—Espera, qué-

Las palabras del castaño fueron interrumpidas por los esponjosos y suaves labios del mayor.

Al principio sólo era un roce, pero Hueningkai sintió que el aire abandonó su cuerpo por una fracción de segundo cuando Yeonjun atrapó sus labios entre los suyos, succionándolos, mordisqueándolos suavemente y en ocasiones lamiéndolos, todo a un ritmo lento para que el castaño pudiera seguirlo, cosa que logró después de unos segundos.

Dejándose llevar por el momento —pero a la vez deseándolo—, Hueningkai se montó en el regazo del mayor, sosteniéndose de sus anchos hombros para no caer. Por otra parte, algo dentro de Yeonjun se había activado, haciendo que rodeara la cintura del contrario con sus brazos para pegar más sus cuerpos. La habitación se había llenado de bajos jadeos.

Lastimosamente tuvieron que separarse ya que Huening debía tomar aire.

Yeonjun observó detenidamente cada facción del delicado rostro del menor. Sus labios rojos e hinchados, su cabello un poco empapado por el sudor, su blanquecina piel, sus cejas, su fina nariz, sus ojitos que brillaban cual estrellas; todo en él era perfecto sin importar por dónde lo viera.

—¿Recuerdas cómo llegamos a esto? —el pelinegro sonrió burlón.

Hueningkai soltó una pequeña carcajada. —Sinceramente, no, pero no me arrepiento de nada.

Ambos sonrieron.

—Bueno, ya estoy listo para besar a Soobin.

—Acabas de arruinar el ambiente, gracias.

—¡Oh, vamos! estoy bromeando, después de esto no quiero besar a nadie más que no seas tú —dejó varios piquitos en los labios del mayor, haciéndolo sonreír.

Su corazón artificial estaba latiendo más rápido de lo normal y constantes corrientes eléctricas lo invadían, ¿eso era bueno?

Desde que nació Kai, experimentaba lo que es conocido como los sentimientos y las emociones; unos eran lentos y duraderos, las otras eran rápidas e intensas. Pero le habían informado hace años que él no podía desarrollarlos por cuenta propia, entonces, ¿cómo era posible?






Por más que le hubiera gustado atrasarlo para no tener que hacerlo, el momento había llegado.

Su mano derecha fue remplazada por un arma —función incrustada por Minhyuk—, colocándole un silenciador.

Estaba justo enfrente de la puerta principal, desde donde podía escuchar con claridad las alegres risas de la familia. No tenía planeado ningún factor sorpresa pues todo salió tan de improvisto que no le dio tiempo a casi nada.

Su corazón latía rápidamente una vez más, ¿acaso era adrenalina lo que sentía? tal vez, y agradecía que la emoción apareciese en ese instante, porque de no haberlo hecho no habría tenido el valor suficiente para entrar a la casa forzando la cerradura.

—¿Yeonjun? qué-

Tres balas tanto en el corazón como en la cabeza fueron suficientes para acabar con la vida del señor Huening.

Lea y Bahiyyih observaron la escena horrorizadas, comenzando a derramar lágrimas.

—Lo lamento tanto, espero puedan perdonarme —murmuró lo suficientemente alto para que pudieran escucharlo antes de dispararle primero a Lea, quien intentó acercarse a su padre, y después a Bahiyyih, quien intentó correr para alertar a su madre.

Ambas murieron casi al instante.

Supuso que la señora Huening se encontraba en la cocina, ya que la menor de las dos hermanas hizo el ademán de correr hacia allá. Y efectivamente, desde la entrada de la cocina pudo verla.

Al parecer la mujer sintió su presencia pues inmediatamente se volteó, sonriéndole cálidamente.

—Junie, que sorpresa, ¿qué te trae por aquí? ¿te quedarás a jugar bingo con nosotros? —la dulce voz de la mayor hizo temblar levemente a Yeonjun.

"Si tan solo supiera lo que hay en el comedor, no sería tan amable conmigo ahora mismo"

—Muchas gracias por haberme recibido en su hogar, en su familia, por hacerme sentir querido. Espero que algún día pueda perdonarme.

Y sin más, disparó dos veces en su cabeza.

Hasta ese momento su rostro se había mantenido inexpresivo, pero ante el horrendo silencio que ahora reinaba en el lugar, no pudo evitar hacer una mueca de tristeza. Ya no escucharía las risitas de las hermanas, ya no recibiría consejos del señor Huening, ya no sería tranquilizado por los cálidos abrazos y la voz de la señora Huening. Tan solo pasaron unos minutos desde que todos cayeron sin vida al suelo y Yeonjun comenzaba a tener algunos movimientos involuntarios de cabeza, expresiones faciales y cuerpo general.

*Fallo del sistema.
Se necesita pronta reparación.
Fallo del sistema.*

Definitivamente necesitaba salir pronto de ahí si no quería desmoronarse en la escena del crimen.

—¿H-hyung?

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