Con tus temibles fauces abiertas
te ciernes sobre tu presa,
asustada, indefensa,
incapaz de hacer nada
más que esperar y rogar
para que amaine la tormenta,
para que cese tu locura voraz
de salvajes improperios plagada.

Esperar, aguantar, resistir
los ataques del monstruo
que habita en ti,
la terrible bestia
que te hace blasfemar
contra todo y todos, despotricar
entre gritos e insultos,
amenazar
con dar a tu existencia
un cruento final.

Pero no llega,
no llega ese fin.

No estrellas tu cráneo en la pared
hasta que tus sesos pueda ver;
sigues aquí,
sin marcharte
como tantísimas veces anunciaste;
sigues junto a mí,
seguirás siempre a mi lado...

...y el monstruo, en tu interior,
a ratos sosegado,
pero aguardando,
en las sombras oscuras
agazapado, acechando
hasta que se reanude por enésima vez
este eterno tormento
que vivo contigo.

Cuatro paredes
y un techo
son mi calabozo, la celda
de este injusto castigo
que me fue impuesto,
la amarga condena
que he de cumplir,
esta inhumana tortura
a la que tus gritos me someten
y que siempre vuelve,
siempre regresa
y así será mientras tu maldita locura
no desaparezca...

Momento
que no veré
mientras viva
esta vida infeliz
en la que, sin culpa alguna,
me tocó ser víctima
del cruel verdugo que encierras en ti.

***

Llevaba tiempo con ganas de escribir algo así...
Pregunta: ¿Qué creéis que hay tras este poema (aparte de una hora de clase libre en la que me vino un poquito de inspiración XD)?