Otro año más,
otro año que tú no estás.
¿Cuántos van ya?
Comienzo a perder la cuenta,
pues el tiempo
no se detiene;
no cesa
ni un solo momento;
y se marcha
con la misma velocidad
con la que viene,
aunque a mí me parezca
incluso más.

Pero, aunque el tiempo
no cese,
pues no hay mayor verdad
que esa: en ningún momento
el tiempo se detiene,
en ocasiones siento
como si en realidad
nada hubiera pasado
y tú nunca te hubieras marchado.

Pero, por desgracia, es verdad,
a pesar de que sigas presente en mis recuerdos
y en mis sueños;
pues, pese al tiempo que ha pasado
desde que te fuiste,
contigo aún sigo soñando.

Y eso me hace feliz,
porque puedo verte de nuevo;
pero lo malo que tiene soñarte
es precisamente eso:
saber que solo es un sueño,
que no es verdad
y lo peor es que siempre
me doy cuenta,
pues mi maldito subconsciente
no me permite
ni siquiera soñar
con que estés de vuelta.

Sin embargo, algunas veces sí consigo
disfrutar esos breves instantes contigo.

Entonces lo que hago
es estrecharte
entre mis brazos,
abrazarte
con tanta fuerza
que no puedas escaparte,
pues me aterra la idea
de perderte
nuevamente.

Y, aunque desease
que esos abrazos fuesen interminables,
yo sé que no tardaré en despertar
y lloro por esa razón.

Lloro
porque me parte el corazón
saber que realmente no estás conmigo,
lloro mientras duermo
y lloro cuando me despierto
por confirmar la sospecha
de que era solo un sueño.

Pero, a pesar del dolor,
de la pena
y de todo,
no te pido
que regreses,
porque sé de sobra
que del lugar al que fuiste
nadie vuelve;
es otra cosa
la que entre lágrimas te suplico
cada vez que sueño contigo:

Dime que me quieres...

Necesito escuchar de tus
labios otro Te quiero,
para saber que me sigues
queriendo
como yo he continuado haciendo
a pesar del paso del tiempo.

***

Para ti, abuelita querida,
de tu nieta que no te olvida
por mucho que pase el tiempo
y que seguirá soñando contigo para escuchar ese Te quiero.