Me dices
y me repites
que soy lo mejor
que te ha pasado en la vida.
Me dices
y me repites
que, de no ser por mí,
tu ya no vivirías.

Pues bien, te digo
y te repito
que sin ti
yo tampoco podría vivir.
Y también te digo
que tú eres la razón
por la que yo vivo.
Tú eres el motivo
de cada latido
de mi corazón.
A ti te debo la vida,
todo lo que soy ahora
como persona
y todo lo que algún día llegue a ser.
Todo, absolutamente todo, a ti te lo deberé,
y con estos versos
te lo quiero agradecer.

Gracias por cuidarme
cuando yo no podía hacerlo.
Gracias por consentirme,
pero no en exceso.
Gracias por apoyarme
siempre
que he tenido que hacer frente
a nuevos retos.
Gracias por permitirme
hacer lo que quiero
aunque a ti te de miedo.
Gracias por estar a mi lado
en cada ocasión en que te he necesitado.
Gracias por cada abrazo,
por cada beso
y cada consejo
que me has dado.

Gracias por todo
lo que has hecho por y para mí.

Sé que por mí
darías la vida
y, aunque no lo creas,
yo por ti
también lo haría.

Puede que tu cabeza lleve razón
cuando te dice
que no me quieras tanto;
porque quizás
es verdad
que me quieres demasiado.
Pero considerando
que no siempre
lo razonable
es lo mejor,
tal vez sería aconsejable
que hicieras caso
a lo que te dicte
el corazón.

Yo ya lo hice,
aunque sé
que no debería haberlo hecho.
Sin embargo, así es:
tú eres lo que yo más quiero
en el mundo entero.

Te quiero mucho, mamá.

Gracias por ser la mejor madre
que una hija hubiera podido desear.
Por eso este día memorable
te quiero felicitar
y darte las gracias por todo una vez más.