Brindando en suspiros de plata
Brindo para que un sinfín de alegrías vengan
y para que las penas no hagan acto de presencia.
Brindo para que el cuentakilómetros de vuestro amor nunca se detenga
por eterna que parezca la espera,
por larga que se haga la carretera.
Un camino
en cuyo horizonte
de tonos ocres
teñido
se pierde la mirada,
al igual que en suspiros de plata
los días que separados permanecéis se diluyen
en prófugos minutos
y efímeros segundos
que con pasmosa rapidez huyen,
desertores de la batalla
contra este amor que, haciendo frente a la dificultad,
al tiempo y a la distancia
es capaz de derrotar.
Brindo por estos veinticinco años
que vuestro matrimonio ha alcanzado.
Y brindo para que vuestro amor cumpla
treinta años, cuarenta, cincuenta...
y los suspiros de plata
en oro
se conviertan
y lo que sentís por el otro
no acabe nunca.
***
Pues parece que la inspiración poética ha vuelto a mí (no cantemos victoria, que no me fío demasiado de ella XD).
El desencadenante del milagro ha sido una ocasión especial: las bodas de plata de mis padrinos.
Shhh, no digáis nada, no vayan a enterarse a última hora de la sorpresa que hemos preparado (y a la que yo aporto este granito de arena).
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